lunes, 31 de octubre de 2011

De aquellos polvos estos lodos

Desde finales de los años 70, empezaron a aplicarse tanto en EEUU como en Europa medidas económicas de signo neoliberal, en gran medida a raíz de la crisis energética generada por la guerra en Oriente Próximo (Crisis del petróleo). Esto supuso el abandono del modelo capitalista keynesiano en favor de un modelo económico que promovía la desregularización del sistema financiero, la reducción de impuestos a las rentas más altas y la pauperización progresiva de las clases trabajadoras. Estas recetas favorecieron una acumulación extraordinaria de las rentas del capital, y un crecimiento enorme de las grandes compañías o corporaciones transnacionales, en detrimento de las pequeñas y medianas empresas y de las rentas del trabajo. Porque la mayor parte de los beneficios acumulados, no se reinvirtieron en mejorar las condiciones de trabajo de las clases populares o en mejorar el bienestar social, sino en fondos de inversión y actividades de orden especulativo. De esta forma, el mundo financiero, ocupado en generar dinero del propio dinero, se fue haciendo cada vez más grande y poderoso, aunque esto supusiera, a su vez, desvincularse cada vez más de la economía real o productiva. Así, por ejemplo, cuando en la década de los 90 este modelo hizo entrar en crisis la demanda de bienes y servicios, para amortiguar el escaso poder adquisitivo de las clases populares y fomentar de nuevo el consumo, lo que se hizo fue desarrollar mecanismos crediticios que agilizaban las formas de pago, como por ejemplo, la asignación de tarjetas de crédito.

A finales de los 90 y principios de siglo XXI, el sector financiero contaba con tantos recursos que sus apuestas en el gran casino eran cada vez más grandes y arriesgadas, generando una burbuja detrás de otra, hasta que le tocó el turno al sector inmobiliario, aprovechando una coyuntura en la cual en EEUU los tipos de interés estaban muy bajos. De esta forma, los bancos americanos se dijeron: Bueno, si no lo ganamos por la calidad, lo ganaremos por la cantidad.
Así pues, se dedicaron a la concesión indiscriminada de créditos hipotecarios con vistas a rentabilizar la inversión con los intereses generados y con la revalorización de los bienes inmuebles. Y llegó un momento en que la cosa iba tan bien, que provocó incluso que los bancos tuvieran problemas de liquidez. Para solventar este problema, lo que hicieron fue crear una estafa a nivel mundial: titulizaron las hipotecas y las vendieron a otros bancos del mundo como un producto de alta rentabilidad, sin advertir que en los paquetes creados había un determinado número de hipotecas de altísimo riesgo, concedidas a personas insolventes, cuya única conversión posible, si el precio de la vivienda bajaba, era alojarse en los balances de los bancos como un activo tóxico. O como diría Leopoldo Abadía, como auténtica porquería. Son los famosos Mortgage-backed Securities (MBS).
Cuando el precio de la vivienda alcanzó niveles hipertróficos a causa de esta inversión masiva y especulativa por parte del sector financiero, la Reserva Federal no tuvo más remedio que controlar la inflación subiendo los tipos de interés. A consecuencia de esto, el precio de la vivienda empezó a caer. La burbuja había explotado.
Para el año 2007, medio mundo y parte del otro había comprado gran cantidad de los mencionados paquetes tóxicos, pensando que habían hecho un gran negocio, encontrándose de la noche a la mañana, con un agujero negro supermasivo en sus balances. Así, pues, una serie de bancos empezó a declarase en quiebra. Estalló la crisis financiera.
Como el sector financiero había adquirido dimensiones gigantescas, y tradicionalmente los bancos han sido mecenas de la clase dirigente, ante semejante debacle, hicieron todo lo posible por convencer a sus respectivos gobiernos para que éstos los rescataran asignándoles dinero procedente de fondos públicos. En EEUU, por ejemplo, se asignó al sector financiero 700.000 millones de dólares. Y lo peor de todo fue que se hizo sin nacionalizar los bancos y sin establecer auditorías estrictas sobre qué se hacía con el dinero procedente de los rescates.
En Europa, muchos gobiernos, al llevar décadas siguiendo las recetas fiscales y laborales de la doctrina neoliberal, y al verse diezmados por las ayudas concedidas incondicionalmente a la banca, incrementaron sobremanera su déficit; viéndose en la obligación de recurrir a los mercados financieros en busca de liquidez, ya que la UE tiene prohibido constitucionalmente que el BCE monetice el déficit de los países con problemas, siendo su máxima prioridad controlar la inflación y mantenerla en torno al 2%. La consecuencia más inmediata ha sido que estos países han visto crecer notablemente su endeudamiento público, siendo objeto de violentos ataques especulativos. 
El problema es que estos bancos que ahora se dedican a comprar deuda soberana de países con problemas de déficit, son los mismos que en su día acumularon no se sabe cuánta cantidad de activos tóxicos derivados de la gran estafa americana. Por lo que recibiendo dinero al 1% del BCE, se han dedicado a exigir intereses que van del 3% al 12%, con vistas a ir reciclando el remanente opaco que, a pesar de los rescates públicos, todavía anida en sus cuentas.
¿Qué ocurrió? Como los bancos, al estallar la crisis financiera, cerraron violentamente el grifo del crédito, el crecimiento de los países ahora endeudados cayó en picado, afectando gravemente a su solvencia y credibilidad ante los propios mercados financieros. Quizás también porque estos países, al abusar de las recetas neoliberales, en realidad nunca fueron solventes, habiendo estado su crecimiento supeditado al crédito con valor especulativo, como es el caso de España. Sea como fuere, ávidos por alcanzar altos niveles de rentabilidad, los bancos comerciales empezaron a exigir cada vez mayores intereses, amparándose en las valoraciones de riesgo dictadas por las agencias de calificación americanas, y en el hecho de que el BCE no interviniera salvo en casos extraordinarios, dejando a los países en apuros a merced de sus intereses especulativos. 
Claro está, llegó un momento en que los bancos comerciales compraron tal cantidad de deuda de los países con problemas de déficit, que si uno de estos países tenía problemas de solvencia y amenazaba con declararse en quiebra, provocaría un trastorno de enormes dimensiones, capaz de arrastrar al ya de por sí maltrecho sistema financiero mundial al colapso absoluto. Este riesgo se hizo realidad, y no uno, sino varios países de la UE empezaron a dar signos de estar atravesando problemas: Portugal, Irlanda, Italia, Grecia y España. Estalló, así, la crisis de la deuda. Una crisis que sigue agravándose, porque los dirigentes políticos están empeñados en priorizar los intereses del lobby bancario, exigiendo la aplicación de políticas de ajuste o reducción de déficit, cuyo objetivo es asegurar el cobro por parte de los acreedores, sin importar que esto suponga el desmantelamiento del bienestar social de los paises deudores. 
Como en líneas generales las políticas económicas neoliberales han provocado una polarización progresiva de las rentas y un descuido enorme de la demanda interna de los países de la UE, ni siquiera economías como la alemana, que basa su crecimiento en las exportaciones, se están salvando de la posibilidad de entrar en recesión económica. De ahí que, como afirma el profesor Navarro, no ande muy lejos que podamos hablar en Europa de la II Gran Depresión.
Así pues, a modo de resumen podemos establecer el siguiente esquema en el que se refleja la progresión interrelacionada de la crisis. 
Aplicación de políticas económicas neoliberales --> Acumulación de las rentas del capital en detrimento de las rentas del trabajo --> Incremento de las actividades financieras y especulativas --> Explosión de la burbuja inmobiliaria --> Crisis financiera 2008 --> Restricción del crédito --> Recesión mundial: aumento del desempleo y descenso brusco de la demanda global  --> Rescate de la banca  --> Compra masiva de deuda soberana por parte de la banca --> Insolvencia de los países periféricos --> Crisis de la deuda soberana --> Rescate y aplicación de políticas de ajuste para reducir el déficit --> Nueva recesión económica --> ¿II Gran Depresión?

Manuel G. Sesma
Migajas

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