domingo, 31 de mayo de 2009

La banca ética

Tendrá esta crisis que vivimos algo de positivo? Mi respuesta es afirmativa, pues se están revisando más de uno y más de dos paradigmas neoliberales: el mito del crecimiento infinito, las limitaciones de nuestra matriz productiva o la farsa de la desregulación de los mercados, como nos enseñó Luis de Sebastián antes de irse en El rey desnudo. Gracias, Luis, porque así entendemos mejor que con la crisis financiera, con unos bancos que van quebrando y otros a punto de hacerlo, la mejor salida no es más de la misma medicina. Se nos abren los ojos a otro debate necesario: la ética de nuestro sistema bancario.

Con las informaciones que hemos venido recibiendo, el que más y el que menos se está haciendo una fotografía bastante precisa del funcionamiento de las entidades bancarias convencionales. Asusta el trasiego que le dan al dinero de sus clientes. Inversiones en transnacionales que sólo las necesitan para seguir ahondando en su afán de enriquecerse a costa de los más desfavorecidos y sin respetar el medio ambiente, con cualquier tipo de negocio, ya sea la producción de armas, ya sea la producción de energía nuclear. O, como hemos visto estos últimos años, especulando –en su más peyorativa acepción– en el sector hipotecario, en el mercado de futuros de cereales que condujo a la crisis alimentaria en el 2007 y, más novedoso si cabe, en el índice Wowax, donde se puja y cotiza por un bien escaso (puedo ver los ojos de los especuladores haciendo chiribitas) como el agua. Y moviendo el capital por estos derroteros, los bancos aumentaban sus beneficios y ofrecían intereses del 5-6%, ¿se acuerdan?

A partir de ahí la pregunta es obvia: ¿qué alternativas existen para reconducir este sistema bancario? Ya hemos visto que sí, que hay diferentes propuestas para regular el sector, pero también los ciudadanos y las ciudadanas tenemos la opción de provocar una cierta metamorfosis del modelo actual. Al menos así lo entiendo yo sabiendo que tenemos una fórmula enfrente de nosotros. Se la conoce como la banca ética, y de eso estamos hablando, de ética. Estas entidades se comprometen, entre otras cosas, a hilar muy fino respecto al destino final de sus (nuestros) fondos, rechazando inversiones donde, como decía, la banca convencional no pone peros. Y la ética también es solidaridad. Muchos de estos bancos éticos, lejos los paraísos fiscales, están presentes en las vías secundarias y marginales del planeta colaborando con una economía invisible pero fundamental para muchas personas que, individualmente o en cooperativas, pueden acceder a pequeños créditos que se convierten en un combustible muy eficiente para sus iniciativas productivas. Podría parecer una estrategia de marketing, un lavado de cara, pero aunque en España la banca ética se está iniciando, en Europa lleva ya 30 años aglutinando ahorradores que comparten sus recursos a través de estas inversiones socialmente responsables y apoyando a personas necesitadas mediante crédito.
En medio de la actual crisis financiera global, apostar por estas entidades bancarias, poco conocidas y pequeñas en dimensión, podría parecer muy imprudente. ¡Con la que está cayendo sólo falta que me dedique a pensar en los demás!

Pero debemos reflexionar. Como demuestra la encuesta que la Agencia Catalana de Cooperación acaba de realizar, el 45% de las personas encuestadas señalan que la pobreza y la desigualdad es el primer gran problema mundial, por delante del 25%, que se queda con la crisis como el mayor azote. Es decir, justamente cuando más falta hace, porque, como todos los indicadores señalan, la crisis crediticia se ensaña con los más pobres, tenemos la posibilidad de trastocar un diseño basado en la especulación por otro que parece más honrado.

Por eso creo que merece la pena resaltar cómo interpretan estas entidades éticas, a diferencia de la banca convencional, su papel. Buena parte del éxito en el día a día de la banca ética (muchos de estos bancos se mueven en índices del 2% de créditos impagados) se basa en el conocimiento de sus clientes y sus proyectos, que antes de financiarlos son revisados con mucho cuidado e incluso, además de financiarlos, pueden apoyarlos con asesoramiento o formación. Si ustedes han pasado por el ritual de solicitar un crédito, habrán sentido, tal vez, haber adquirido el superpoder de la invisibilidad y habrán detectado el calor con que les han acogido. Ni te ven ni les importas. Por otro lado, los productos que la banca ética saca al mercado son fáciles de entender, y no requieren de un abogado a tu lado que te traduzca esa letra pequeña para ver por dónde te la colarán. Consisten, simplemente, en depósitos que llegarán en forma de créditos a miles de pequeñas iniciativas que, con el reembolso de sus cuotas, generan la financiación para otras nuevas. Al tratarse de microcréditos, la cartera de clientes es muy amplia y diversificada, por lo que los riesgos para los inversores se reducen. Sabiduría campesina: contra el monocultivo la diversificación. Y, por último, y es otra gran diferencia con los banqueros de Wall Street, un gran porcentaje de los microcréditos son inversiones en sectores productivos. No se especula, no se invierte para crear y engordar las temidas burbujas financieras, sino que se entregan pequeños capitales que llegarán a una mujer para poner una tienda en el barrio, a una cooperativa de ganaderos para poder iniciar la producción de unos quesos artesanales o a una comercializadora de plátanos ecológicos que busca nuevos mercados.
Piense usted al servicio de qué quiere poner su dinero. Infórmese. Hay opciones.

Gustavo Duch es miembro de veterinarios sin Fronteras.

Fuente: Público


Sin ser exhaustivos, los criterios que siguen diferencian los bancos éticos de los que no lo son:



Hay que tener también en cuenta que hay entidades financieras que proponen productos financieros llamados éticos, o verdes, o solidarios, pero que no aplican en sus estructuras organizativas criterios éticos, o socialmente responsables, particularmente en la gestión de los recursos humanos. ¿Se puede vender productos financieros éticos sin aplicarse en interno los mismos criterios? Se puede…pero no es ético, es simplemente dar una falsa imagen para alcanzar los objetivos de las entidades financieras clásicas.


Direcciones de Interés:

  • Triodos Bank. Creado en los Países Bajos pero presente en España.

Merece la pena acceder a la web del premio Nobel de la Paz Muhammad Yunus, “profeta” de los microcréditos y empresario que basa su filosofía de vida en ofrecer a los seres humanos una oportunidad para que sean empresarios y no asalariados. Presta dinero a personas a las que los bancos clásicos no les prestarían ni los buenos días.

Fuente: http://noledigasamimadrequetrabajoenbolsa.blogspot.com/


jueves, 28 de mayo de 2009

El Gobierno de España afirma luchar contra los paraísos fiscales favoreciendo a los capitales que operan en ellos

Comunicado de ATTAC España

El pasado martes 26 de mayo se debatieron conjuntamente en el Pleno del Congreso de los Diputados dos proposiciones no de ley sobre los paraísos fiscales. Una presentada por el Grupo Parlamentario Socialista y otra del Grupo Parlamentario Esquerra Republicana-Izquierda Unida-Iniciativa per Catalunya Verds (ver aquí, páginas 25 a 31).

Por el Grupo Socialista defendió la proposición el diputado Jesús Caldera, que también es Presidente de la Fundación Ideas del PSOE, que en diciembre del año pasado sacó a la luz un “Decálogo de reformas para responder a una crisis sistémica”.

Inmediatamente ATTAC España hizo público un comunicado a raíz de este Decálogo y en uno de sus párrafos mostrábamos nuestro rechazo a aceptar una especie de amnistía tributaria (en el informe se habla de “regularización fiscal progresiva”) para los capitales que abandonasen los paraísos fiscales. Nuestros temores se han cumplido, y la salida del Gobierno de España ante esta disyuntiva no ha sido social ni de izquierdas.

Mientras la proposición no de ley del Grupo Socialista instaba a un endurecimiento de la normativa contra los paraísos fiscales, a la hora de la verdad, cuando toca tomar decisiones, el Gobierno sigue dando alas a la especulación. El año pasado aprobó un Decreto que permite a los residentes en paraísos fiscales adquirir deuda pública española sin retención fiscal, completamente libre de impuestos. Además, en estos momentos está elaborando otro Real Decreto que suprime la obligación de declarar la identidad de los compradores de deuda pública española, así como su país de origen y el importe de las rentabilidades obtenidas. Una jugada redonda: la adquisición de bonos del Estado desde estos paraísos fiscales no sólo estará libre de impuestos, sino que será totalmente opaca para Hacienda.

Desde el Grupo Parlamentario Esquerra Republicana-Izquierda Unida-Iniciativa per Catalunya Verds se presentó una enmienda en la que se pedía la anulación de estas medidas, si bien fue rechazada.

Desde ATTAC manifestamos nuestra contrariedad con las medidas que está tomando el Gobierno de España ante la crisis sistémica que lo ha inundado todo. En esta ocasión, en vez de frenar y castigar la especulación financiera, se sigue alentando y premiando, demostrando una vez más (igual que en el caso de las medidas de rescate para las entidades financieras) que el gran capital controla los hilos de la política, allanando el camino a una amnistía fiscal en toda regla que renunciará a suculentos ingresos para las arcas del Estado en unos momentos en que las políticas sociales y las inversiones públicas a favor de un cambio de modelo productivo son más necesarias que nunca.


viernes, 22 de mayo de 2009

Breves: Gente que invierte en gente

En la página principal de la web de los fondos de inversión del Deutsche Bank se puede leer: "Ahora disponemos de aproximadamente la mitad de la tierra cultivable por persona que teníamos hace años. Cada año hay 80 millones de bocas más que alimentar. Invierta en el negocio de alimentar el mundo". Especulando así con el derecho a la alimentación se provocaron subidas artificiales del precio de los alimentos en el 2007. Las mismas entidades especulando con humo nos han conducido a la crisis financiera y todas sus consecuencias. Entre ellas la falta de apoyos crediticios para millones de personas que los requieren para poner en marcha iniciativas productivas que les permitan abrazar esperanzas de futuro. Justamente lo que hace la banca ética que este mes de mayo es visible en toda Catalunya en el marco de la Fiesta del Comercio Justo y la Banca Ética.

Tal como están las cosas parece que colocar nuestros ahorros en Banca Ética, además de ser un ejercicio de solidaridad al invertir en favor de toda la sociedad, es también la mejor garantía para nuestros ahorros.

Gustavo Duch Guillot

Fuente: El Periódico de Cataluña

El liberalismo y las crisis : aprender y responder

La ideología liberal domina casi sin fisuras los ambientes sociales y, especialmente, los académicos. Aunque su visión de cómo pueden funcionar en realidad las cosas sociales está claramente fantaseada y los principios en los que se basa (el universo mercantil como orden natural de los seres humanos) no deberían casar muy bien con los anhelos fundamentales de las personas, lo cierto es que calado muy hondo en la sociedad y que actualmente no son pocos los ciudadanos de todas las clases sociales que no han interiorizado sus mismos principios y propuestas de actuación. Es la consecuencia de que su versión más impura y oportunista, pero la más combativa, el neoliberalismo de los últimos treinta años se haya impuesto tan generalizadamente frente a las ideologías progresistas.

El liberalismo se presenta públicamente como la gran ideología de la eficiencia, del equilibrio, de la competencia y de los mercados perfectos…, pero al materializarse en prácticas políticas concretas no ha hecho otra cosa que lo contrario de lo que dice defender.

En España lo vemos cada día en aquellas comunidades gobernadas por el PP, donde la Administración pública es el instrumento en el que toman forma las tramas de corrupción más amplias y groseras, las privatizaciones de los bienes públicos, las concesiones a los empresarios amiguetes y el acceso más sectario a los medios de comunicación desde donde se manipula y se engaña a la ciudadanía como en ningún otro sitio. Y en el resto del mundo los liberales siguen los mismos procedimientos. Lo hemos visto recientemente en la administración Bush, con las prácticas de socializar las pérdidas de los grandes bancos quebrados o a punto de hacerlo, mientras que durante años y años las ganancias fueron a parar a los accionistas privados y a los sueldos millonarios de los directivos.

El liberalismo realmente existente es, en realidad, una ideología a la hora de la verdad muy intervencionista en favor de los ricos y de aquellos para quien el fin, su fin, el afán de lucro, justifica los medios.

No debe extrañar, de hecho, que las contundentes y pioneras medidas de choque liberales tras la caída de la rentabilidad a finales de los años sesenta tuvieran que necesitar una dictadura para implantarse. Sólo en un contexto de autoritarismo y eliminación de disidentes, como en el Chile de Pinochet, los gurús de la ideología neoliberal, con Milton Friedman a la cabeza, pudieron llevar a la práctica sus políticas a favor de un mercado que solo resultaba libre en apariencia porque a la postre lo organizan en torno a grandes oligopolios, privatizando por doquier y repartiendo la riqueza nacional entre unas pocas manos privadas. La propia extensión del “libre mercado” por el mundo ha necesitado siempre de la sangrienta intervención del Estado y de sus ejércitos, y aunque el colonialismo es tal vez la mejor demostración de ello también las dos recientes guerras del golfo ilustran ejemplarmente este fenómeno.

Con las políticas liberales nunca han aparecido mercados equilibrados y perfectos sino más concentrados y oligárquicos, porque sencillamente se ha buscado desde siempre hacer dominante la ley de la selva, la norma de no tener norma, la legalización de la posibilidad de que los poderosos machaquen a los desfavorecidos.

Las continuas medidas privatizadoras y desreguladoras llevadas a cabo por gobiernos liberales han permitido a unas pocas pero grandes corporaciones alcanzar un poder extraordinario que supera en muchos casos al de los propios Estados. Hacen y deshacen a su antojo, sin apenas responsabilidades, y en sus manos queda el devenir de la economía mundial y de las millones de personas que la integran. Y todo en nombre de la libertad de elección, de la que solo los poderos gozan en sentido pleno.

Y precisamente por el carácter contradictorio de este sistema y de esta ideología dominante el resultado final siempre es el mismo: dramáticas crisis que arrasan con la exigua riqueza de los más desfavorecidos, el desempleo de la mayor parte de la población pero nunca de los responsables últimos de las crisis, y la acentuación de la pobreza, la desigualdad y el hambre en todo el mundo. La Gran Depresión que siguió al crack del 29 en Estados Unidos y la actual crisis económica, ya denominada por algunos como la Gran Recesión, son ejemplos claros de todo esto, pero no los únicos.

Desde que el neoliberalismo volvió a reorientar la economía mundial se han sucedido graves crisis a lo largo de todo el mundo: la crisis asiática, la crisis de las puntocom en EEUU, las crisis latinoamericanas que culminaron con el hundimiento de la economía Argentina… El liberalismo está en el origen de las más grandes sacudidas que ha sufrido la economía mundial. Nada como las políticas liberales para favorecer el beneficio pero nada tampoco como el liberalismo para provocar después crisis gigantescas.

Pero la vigencia del liberalismo a pesar de sus constantes fracasos es también algo sobre lo que conviene reflexionar.

Es la muestra de que la derecha sabe perfectamente lo que hay que hacer para poder gobernar en su interés: generar pensamiento, lograr la hegemonía ideológica y convicción social, civilizar a partir de sus principios morales.

Es verdad que, basado en la mentira y en la tergiversación de los hechos sociales, el liberalismo tiene esa enorme capacidad de regeneración y de legitimación gracias a los medios que ponen a su servicio los poderosos. Las miles de instituciones privadas, fundaciones y otras organizaciones que el neoliberalismo ha articulado mundialmente en torno a unas cuantas sencillas ideas han servido para que los poderosos pudieran dotarse de discursos legitimados socialmente con los cuales acrecentar su poder y dinero. Y con ellos la derecha ha aplastado sutilmente a toda la oposición.

Y eso es lo que debería servirnos de lección. Frente a esa dominación ideológica, la izquierda necesita despertar y comenzar a recuperar el espacio social del pensamiento y de los principios morales que guían la acción social que ha cedido a la derecha en las últimas décadas. Una tarea que tiene que comenzar por la denuncia sistemática de las falsedades del pensamiento liberal.

Es urgente que la izquierda dedique su tiempo y esfuerzo a desvelar las mentiras y falacias que componen el ideario liberal y explicar paralelamente a los ciudadanos los fenómenos sociales de forma clara y precisa, partiendo de conceptos elementales y bajando a la realidad.

De lo contrario, la salida a esta crisis, como en otras ocasiones, tomará será una vuelta de tuerca más, donde de nuevo los salarios serán los que padecerán las consecuencias y con ellos todos los trabajadores que necesitan de ellos en todo el mundo para subsistir.

Las gentes necesitadas, los desposeídos, las personas humildes, los trabajadores, las mujeres y los hombres de todo el mundo necesitan alternativas que pongan en pie un nuevo tipo de relaciones sociales y respuestas distintas, más justas e igualitarias, a los problemas que ha creado la dominación de los grandes capitalistas y financieros.

Pero nada de eso podrá alcanzarse sin el pensamiento, sin la reflexión constante, sin la inteligencia colectiva de partidos, sindicatos, organizaciones, movimientos y personas de todas las corrientes de izquierdas. De un pensamiento del que ha de nacer la denuncia, la movilización y la acción. Todo lo demás, es hoy día accesorio. Y la unidad de todas las izquierdas en ese objetivo un presupuesto esencial para poder avanzar.

Juan Torres López y Alberto Garzón Espinosa - Altereconomía

miércoles, 20 de mayo de 2009

La muerte y los impuestos: el verdadero coste de la evasión fiscal

Introducción

En un momento de fuertes caídas en las bolsas y temor a una debacle económica global, la economía mundial se encuentra sumida en la incertidumbre y el nerviosismo. ¿Quebrarán más bancos? ¿Se colapsará definitivamente el mercado inmobiliario? ¿Cuánto durará la crisis?

Sin embargo, en los países más pobres la gente no se preocupa de si podrá pagar la hipoteca… sino sobre su supervivencia. ¿Cuál será el impacto de la crisis en las economías en desarrollo? ¿Se seguirá negando a los pobres la esperanza de una vida mejor, o al menos más larga?

Es preciso recordar que los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM), fijados por la Organización de las Naciones Unidas (ONU), aspiran a reducir a la mitad la pobreza mundial en 2015. ¿De dónde saldrá ahora el dinero para lograr este objetivo?

InspirAction ha llegado a la conclusión de que el dinero necesario ya está disponible: sólo hace falta que quienes lo poseen paguen sus impuestos. Este informe expone el escándalo de un sistema fiscal mundial que permite a los más ricos del mundo eludir sus responsabilidades, mientras condena a los más pobres a un desarrollo raquítico, incluso a la muerte prematura.

Esta situación es responsabilidad de las personas más ricas, así como de los gobiernos (incluido el de España) que han permitido que se produzca y se perpetúe este expolio. Pero sobre todo es culpa de las corporaciones multinacionales, que dedican su poder a eludir el pago de impuestos, con efectos devastadores para millones de seres humanos en los países en desarrollo.

La situación es crítica. La evasión fiscal habrá provocado la muerte de 5,6 millones de niños en los países en desarrollo entre 2000 y 2015. Son 1.000 niños al día. La mitad ya han muerto.

Este asunto no es nuevo. Todos hemos oído hablar de famosos y empresas que ocultan sus beneficios en paraísos fiscales. De tramas de corrupción formadas por empresas que falsifican facturas y manipulan sus cuentas para no declarar los beneficios.

Pero apenas hemos arañado la superficie de un colosal negocio internacional creado para maximizar la “eficiencia fiscal” o, más bien, para negar a los gobiernos sus ingresos legítimos. Para las empresas y los países ricos, este sistema es una forma de aumentar sus ingresos y mejorar su competitividad en el mercado global. Para los países en desarrollo, la evasión fiscal supone condenar a la pobreza y a la muerte prematura a millones de seres humanos. Este informe analiza cómo se produce este horrendo crimen.

¿Qué es la evasión fiscal?

Es importante aclarar de qué estamos hablando. En primer lugar, en España y en otros países desarrollados, muchas personas realizan algún tipo de “planificación fiscal” que les permite obtener deducciones en sus impuestos o eludir el pago de determinadas tasas (como el Impuesto de Sucesiones) mediante los mecanismos contemplados por la ley. Esta actividad es legítima, porque se enmarca dentro de las intenciones y el espíritu de la legislación existente.

En segundo lugar, existe una vasta zona gris de “evasión legal de impuestos” que también está dentro de los límites de la ley, aunque tiene una legitimidad dudosa. En el mundo de las grandes empresas, esta evasión fiscal legal incluye a menudo usar paraísos fiscales para esconder y multiplicar los beneficios. Esta práctica se vuelve progresivamente más agresiva a medida que el sector financiero idea instrumentos más ingeniosos y complejos, con el propósito de eludir las regulaciones de los estados. Un indicador de la gran importancia de esta actividad es este asombroso dato: el 50% del comercio mundial se realiza a través de paraísos fiscales.

En tercer lugar, el secretismo que rodea a este sistema más o menos legal también puede encubrir una serie de actividades de individuos y de empresas que son claramente ilegales y que se conocen como “evasión fiscal”. Nuestros datos contemplan sólo dos de las formas más comunes de evasión fiscal por parte de las empresas. La primera es la denominada “alteración de los precios”, en la que diferentes filiales de una multinacional venden bienes o servicios a otras filiales a precios manipulados. Puede intuirse el verdadero alcance de esta práctica al constatar que el 60% del comercio mundial se realiza actualmente entre las corporaciones globales y sus filiales. El otro sistema, conocido como las “facturas falsas”, es cuando se realizan transacciones similares entre empresas que no están relacionadas accionarialmente.

Calculamos que sólo estas dos actividades provocan que los países en desarrollo pierdan cada año cerca de 130.000 millones de euros, en impuestos que dejan de cobrar a las empresas que operan en su territorio. Esta cifra es muy superior al presupuesto global que los países ricos destinan a la ayuda al desarrollo (aproximadamente 83.000 millones de euros en 2007).

Si los países en desarrollo pudieran contar con todo ese dinero que dejan de recaudar a las empresas, podrían transformar las vidas y las expectativas de millones de personas pobres. Por ejemplo, si se hubiera invertido una cantidad similar en los sistemas sanitarios de estos países desde el año 2000, cada año se habrían salvado las vidas de 350.000 niños menores de cinco años. El Banco Mundial estima que alcanzar los Objetivos del Milenio de la ONU costaría entre 30.000 y 50.000 millones de euros, asumiendo que mejoren las políticas y las instituciones de los países en desarrollo. Si se pagaran los impuestos que se evaden, habría dinero de sobras.

Entre el 2000, cuando se establecieron los Objetivos del Milenio, y el 2015, cuando se supone que se habrán alcanzado, la cantidad de dinero escamoteada mediante estos dos sistemas ascenderá a casi 2 billones de euros. Si tenemos en cuenta otras formas agresivas de evasión fiscal y de comercio abusivo, las pérdidas totales multiplicarán varias veces esta cantidad.

¿Por qué es bueno pagar impuestos?

Está claro que a nadie le gusta pagar impuestos. Por lo tanto, es razonable que tanto las empresas como las personas procuren pagar los mínimos impuestos posibles. Lo que no es aceptable es cuando estas prácticas vulneran la ley y sirven para obtener grandes ganancias sin dar ninguna contraprestación a los países y personas que hacen posibles estos beneficios.

Básicamente, el hecho de pagar impuestos genera los siguientes efectos positivos:

• Redistribución de la riqueza: los impuestos permiten que la riqueza generada en el país beneficie a toda la población, lo cual aumenta la cohesión social.

• Servicios públicos: el estado necesita los impuestos para financiar los sistemas de salud, educación, seguridad social e infraestructuras, que son básicos en cualquier país.

• Compensaciones: en ocasiones, los impuestos sirven para contrarrestar los efectos perniciosos que producen algunas actividades económicas.

• Representación: las personas que pagan impuestos se sienten más comprometidas y son más exigentes con los gobiernos que los recaudan, lo cual mejora la salud democrática.

No es ninguna casualidad que la mayoría de los países que atesoran grandes riquezas minerales o energéticas tengan regímenes corruptos y tiránicos: es más fácil manipular a un país cuando no existe una democracia sólida, un control parlamentario efectivo y una sociedad civil informada y fuerte. Cuando los países que descubren grandes riquezas tienen regimenes políticos avanzados, los efectos de la explotación son radicalmente diferentes a los de los países en desarrollo. Por ejemplo, Noruega financia las pensiones de jubilación de toda su población con los ingresos que obtiene por la extracción de petróleo en el Mar del Norte. Alaska reparte dividendos sobre la explotación de gas y petróleo que sirven para atraer y asentar a la población en grandes áreas despobladas. ¿Por qué los países en desarrollo no pueden hacer lo mismo?

La esclavitud económica....

Un informe de InspirAction
Mayo del 2008 / actualizado en abril del 2009

Dispone del INFORME COMPLETO en www.redjusticiafiscal.org

martes, 12 de mayo de 2009

La conferencia del G-192

Los días 1, 2 y 3 del mes de junio próximo, en Nueva York, la Asamblea General de las Naciones Unidas, que integra a 192 países de todo el mundo, celebrará una ” Conferencia al más alto nivel sobre la crisis financiera y económica y su impacto sobre el desarrollo”. Su principal objetivo es deliberar sobre la crisis financiera y económica, buscando soluciones que tengan en cuenta no sólo los intereses de los países ricos y / o grandes, sino también los intereses de los países pobres y pequeños. Las prioridades del encuentro serán, por consiguiente, afrontar los problemas que afectan a las personas más pobres en los países del Sur y del Norte y adoptar las medidas necesarias en el sistema financiero internacional que permitan prevenir o mitigar futuras crisis.

El documento de trabajo con el que se pretende cerrar la cumbre es, por ahora, un borrador de Declaración Final que asigna a la Asamblea General un papel capital como marco para coordinar y regular el nuevo sistema financiero y económico mundial. Especial relieve tiene, sobre todo, la propuesta de crear un Consejo Económico Mundial - una especie de Organización Mundial de la Salud de la economía -, vinculado a la ONU, con la misión de coordinar y conciliar los intereses de las distintas economías del planeta.

En suma, como se deduce de la información disponible, la ONU ha estado, por esta vez, a la altura de las circunstancias. ¿Pero podía, acaso, permanecer de brazos cruzados cuando la crisis arroja al desempleo y a la pobreza a millones de personas en todo el mundo? ¿Podía contemplar con indiferencia como el compromiso adquirido de alcanzar en el año 2015 los Objetivos de Desarrollo del Milenio se convertía simplemente en papel mojado? Habría incurrido en una falta imperdonable frente a los 172 países que no forman parte del G-20 o a los 185 que tampoco están en el G-7.

En definitiva, la Conferencia de junio de la Asamblea General de las Naciones Unidas, o del G-192, como también se podría llamar, es un acontecimiento de singular importancia, insuficientemente destacado y valorado por los medios de comunicación occidentales, cuestión que, por si sola, ya merecería alguna consideración. Sin embargo, su éxito o su fracaso serán, en realidad, el del conjunto de la comunidad internacional. De ahí que los insidiosos esfuerzos de algunos países ricos y / o poderosos por minimizar o ningunear (evitando, por ejemplo, la presencia de los Jefes de Estado y de Gobierno) el papel de la Asamblea General de la ONU en beneficio del G-7 que, por cierto, no se ha disuelto, o del G-20, puedan constituir una irresponsabilidad histórica de imposible justificación. Esperemos que no suceda así.

Francisco Morote - ATTAC Canarias

lunes, 11 de mayo de 2009

Mapa del poder en el Fondo Monetario Internacional

Mapa del poder en el FMI

La lista de miembros es, por cierto, curiosa. La encabeza, sí, la mayor economía nacional -Estados Unidos- con 16,8% del voto, pese a su condición de deudor consuetudinario y responsable de la actual crisis sistémica. Siguen la segunda, Japón, con 6% (pero siempre acompaña a Washington) y la tercera, Alemania (5,9%).

También por razones “históricas”, Francia (4,9%) y Gran Bretaña (4,8%) retienen los puestos cuarto y quinto. En el caso inglés, se trata de una economía en achique cuya moneda (la libra) ya no es divisa. Justo detrás, surgen los “votos inflados”. Así, Bélgica ostenta 5,1% pero representa a Austria, República Checa, Bielorrusia, Hungría, Turquía y otros), en tanto Holanda incluye Bulgaria, Rumania, Bosnia-Hersegovina, Armenia, Chipre, etc.).

La octava, España, abarca México –segunda economía latinoamericana-, Venezuela y toda Centroamérica. Italia (4,1%) contiene a Portugal, Grecia, Albania, Timor oriental y dos insignificancias (Malta, San Marino). Tras la solitaria China (3,7%), con un producto bruto interno superior al de Japón o la Eurozona, sigue Canadá. Su 3,6% comprende Irlanda, Belice, Jamaica, Santo Domingo y varios “off shores” poco presentables.

La nómina de votos inflados incluye también a Tailandia (su 3,5% abarca Singapur, nada menos), Surcorea, Suecia, Egipto –arrastra casi todo el bloque árabe-, Sierra Leona (un increíble 3% que engloba parte del África subsahariana), Saudiarabia (3,2% sin acompañantes) y Rusia (2,7%, como Suiza, pero ésta engancha Polonia, las repúblicas centroasiáticas, etc.). El 2,4% iraní incorpora Afganistán, Pakistán, Marruecos, Argelia y Túnez. Brasil (2,4%) abarca sus vecinos al oeste y el noroeste. India (3,3%) absorbe Bangladesh, Ceilán y Nepal, mientras Argentina (2%) incorpora el cono sur.

Al final, todo un chiste: la mínima Rwanda (1,3%) arrastra veintitrés países africanos, algunos de ellos bastante grandes. Como insisten Beijing, Brasilia o Vietnam, este perfil subraya los defectos de una burocracia que tiene una extraña visión del mapamundi económico. Igual sucede con el Banco Mundial. Otro detalle: Suiza forma parte del anterior, pero no de la ONU.

Fuente: Mercado

Los paraísos fiscales, en el BOE

En plena crisis económica y financiera, los políticos se han sentido obligados a gesticular de cara a la galería y a mostrarse enérgicos en el anuncio de estrictas y severas medidas contra los paraísos fiscales. Incapaces de encontrar soluciones a la recesión más importante desde la gran depresión del 29, los líderes del G-20 consideraron conveniente la amenaza y el ataque más furibundos dirigidos a un chivo expiatorio que, de pronto, asumía las culpas de una catástrofe causada por otros. Se ha desencadenado, pues, una auténtica ofensiva de cruzada o de guerra santa contra los paraísos fiscales que, en realidad, es una manifestación evidente de hipocresía y cinismo.

Lo primero que hay que decir es que esos santuarios, refugios o escondites -que esto es lo que significa tax haven, no confundir con tax heaven, que sí podría traducirse como cielo o paraíso- fueron creados y han sobrevivido gracias a la iniciativa, el apoyo o la tolerancia de los países grandes. Los piratas y contrabandistas siempre han existido, pero sus actividades quedaban fuera de la ley. En cambio, los refugios fiscales tienen la base de un Estado pequeño o grande. De Mónaco, Somerset Maugham dijo que era un lugar soleado para personas sombrías. Sin embargo, a la hora de la verdad, las grandes potencias han utilizado siempre los santuarios como válvula de seguridad y como instrumento para sus empresas.

Si dejamos de lado el dinero del crimen organizado (narcotráfico, prostitución, corrupción política, terrorismo, etcétera) que hay que perseguir y erradicar, veremos que el secreto bancario y la evasión tributaria se aplican incluso en los países que ahora reclaman su persecución. En Londres, por ejemplo, los non dom, o sea, los depositantes de grandes fortunas, quedan eximidos de declarar y tributar por su dinero. Existen también islas-refugio en territorio británico, como Guernsey, Jersey, Man o las del Caribe, con miles de sociedades domiciliadas. En la lista de paraísos de la OCDE figuran países miembros de la UE, verbigracia, Luxemburgo, Bélgica y Austria. No constan, a pesar de que también lo son, Delaware, en EEUU, y Hong Kong y Macao en China. Singapur ya representa la mitad del volumen de banca privada y gestión de patrimonios de Suiza. Queda, pues, claro que todo este estado de cosas respondía a una voluntad generalizada de tolerar permisivamente unas prácticas que se condenaban de cara al exterior y con la boca pequeña, mientras se sucumbía a la tentación de hacer exactamente lo mismo dentro del territorio propio, o sea, onshore.

La versión más perversa de este replanteamiento es la que cada vez más se aplica en España y que consiste en situar los santuarios en el BOE (Boletín Oficial del Estado). Como consecuencia de ello, este es el país desarrollado donde los ricos pagan menos impuestos y más fácilmente pueden eludirlos legalmente gracias a unos refugios tributarios creados por los gobiernos socialistas y populares a favor de los beatos poseedores. Todas las llamadas a la solidaridad, a la justicia, a la redistribución de la riqueza o a la progresividad de los impuestos han acabado en un sistema en el que las rentas del capital tributan un 18%, mucho menos que el IRPF que grava las rentas de los asalariados. Los beneficios de las empresas pagan tipos 30 veces más altos que los de las inversiones en valores mobiliarios. Los partícipes de un Sicav sociedades de inversión de los grandes patrimonios no pagan prácticamente nada, y el conjunto del régimen tributario está lleno de tarifas reducidas, bonificaciones o exenciones para determinados colectivos privilegiados o grupos de presión que consiguen siempre que los poderes públicos les hagan el traje a medida.

Vean, si no, el tratamiento de preferencia que reciben los socios del Instituto de la Empresa Familiar y, por contraposición, cómo los residentes en Madrid, la Comunidad Valenciana, Euskadi, Navarra y otras autonomías no pagan el impuesto de sucesiones, mientras que a los catalanes se les aplica con todo el rigor, igual que el céntimo sanitario que se les carga sobre el precio de la gasolina.

¿Es normal que los autores del pelotazo de Airtel, adjudicada por el ministro Borrell y después vendida con unas plusvalías astronómicas, no coticen si se reinvierten en una nueva operación especulativa? ¿O que Juan Abelló pueda pagar impuestos mediante la entrega de una obra de arte cada año, mientras los asalariados, en lugar de un dalí o un tàpies, tienen que pagar en dinero. O que en plena crisis, y mientras los obreros tienen que apretarse el cinturón, el Gobierno de Zapatero decrete que los banqueros y sus familias sic pueden declarar como ganancias del capital las retribuciones que se autoadjudican y que para el común de los mortales tributan en concepto, más caro, claro, de IRPF. En fin, que aquí seguimos cometiendo el pecado contra el Espíritu Santo que es “defraudar al obrero en su jornal”. Y que si es verdad, y no cinismo, que el Gobierno quiere luchar contra los refugios fiscales y hacer justicia, pues que empiece suprimiendo las normas en las que se ocultan los ricos aquí en nuestro país, en lugar de escudarse en un pretendido combate contra los paraísos extranjeros a fin de que todo siga igual, dado que, al fin y al cabo, el dinero es un ave migratoria.

Francesc Sanuy - El Periódico de Catalunya

sábado, 9 de mayo de 2009

Attac- TV. Entrevista a Juan Hernández Vigueras


Attac-TV
Entrevista a Juan Hernández Vigueras
http://www.vimeo.com/4489913

Entrevista de AttacTV a Juan Hernández Vigueras en donde realiza una valoración general sobre la cumbre del G20 en Londres, en Abril de 2009.

lunes, 4 de mayo de 2009

El renacer del FMI

Entre las muchas contradicciones que están aflorando con esta crisis económica no es la menor la de que salgan fortalecidas instituciones como el Fondo Monetario Internacional (FMI), principal valedor de los postulados que han conducido a la economía mundial al colapso en que se encuentra.

En realidad, a partir de 1971, año en que EEUU abolió unilateralmente la convertibilidad del dólar con el oro y con ello se desmoronó el Sistema Monetario Internacional creado en Bretton Woods, el Fondo perdió su razón de ser. Pero las instituciones internacionales se asemejan al camaleón, tienen una capacidad increíble para trasformarse y el FMI supo adaptarse a las nuevas circunstancias. Se convirtió en el ariete de los países ricos, especialmente de EEUU, para imponer sus políticas a los pobres.

En todos estos años de neoliberalismo rabioso, pobre del país que reclamase la ayuda del Fondo. Este ciertamente le echaba una mano, pero al cuello. Los préstamos se concedían con la condición de implementar tales medidas de ajuste que empobrecían a la mayoría de la población hasta niveles insoportables. No es de extrañar que las operaciones financieras con el FMI fuesen acompañadas siempre de toda clase de protestas y revueltas sociales, así como que en América Latina se acuñase el término “tumulto-fondo”. Se daba la paradoja de que los recursos que se proporcionaban a los países en condiciones tan onerosas, en muchos casos apenas pasaban por sus manos, pues iban directamente a cancelar deudas contraídas por mandatarios corruptos con acreedores internacionales que se habían aprovechado de la inmoralidad reinante.

Al tiempo que los países subdesarrollados iban abjurando del neoliberalismo económico y se hacían conscientes de las perniciosas consecuencias que para ellos había tenido su aplicación, fueron renegando del Fondo y de sus “caritativos” préstamos, de manera que poco a poco este se fue quedando sin clientes y, lo que es peor, sin presupuesto. Tras la devolución de los préstamos de Brasil y Argentina, tan sólo Turquía continuaba ligada financieramente con el FMI. Y este organismo, que tantas reconversiones laborales había aconsejado, se vio obligado a hacer la suya propia: casi una quinta parte de la plantilla, aunque, eso sí, en condiciones muy distintas de las que recomendaba a los países visitados. Las indemnizaciones de sus funcionarios no las encontraba altas, seis mensualidades, pero de honorarios cuantiosos, tal como son en los organismos internacionales.

Cuando se pensaba que el FMI era ya una institución amortizada, he aquí que al G-20 se le ocurre encargarle vigilar y regular el futuro sistema financiero internacional –precisamente a un organismo que se había caracterizado por la defensa de la desregulación de los mercados–, y se le dota de fondos adicionales para que contrate de nuevo funcionarios y preste a aquellos países económicamente débiles, cuyos Estados carecen de recursos para realizar un política expansiva, totalmente contraria a las medidas que esta institución siempre había aconsejado. ¿Será capaz de reconvertirse? Lo dudo.

Juan Francisco Martín Seco es Economista

Fuente: Público