viernes, 31 de agosto de 2012

España se ve asediada por los peligros financieros y se acerca a un rescate total

prima de riesgo al 30 de agosto

El pozo sin fondo de la banca española junto al desempleo, la recesión y la fuga masiva de capitales, tienen nuevamente a España en el corazón del huracán financiero y en el eje de una espiral fuera de control. El costo de la prima de riesgo ha vuelto a escalar al 6,59 por ciento ubicándose en un nivel que es insostenible y que indica claramente que el Banco Central Europeo tiene los días contados para intervenir con una artillería convincente si le interesa salvaguardar la moneda única. Pero las tensiones y discrepancias entre los líderes de la UE han hecho su agosto y nuevamente termina un mes sin que se pueda marcar un punto de inflexión en la crisis: se sigue cuesta abajo y aún no se toca fondo.

La crisis ha sobrepasado los más oscuros diagnósticos y España comienza a seguir el mismo derrotero de Grecia ante la incapacidad de sus gobernantes de contener la pandemia. Parte del problema pasa por obedecer ciegamente a la Troika, que es la que al parecer toma las decisiones. Y aunque llevamos harto tiempo diciendo que las políticas de la Troika son una receta directa al fracaso por ser el resumidero de toda la ideología neoliberal que, primero, creó las condiciones para que esta crisis se desarrollara sin obstáculos de ninguna índole y, después, negó su existencia en los años iniciales de su desarrollo, es lo que sigue imperando en Europa.

En esta línea, España ha tomado el mismo camino de Grecia y comienza a tener cerrado su acceso al crédito y los mecanismos de financiamiento. Ese mismo crédito que en los años de la euforia llegaba con total abundancia y generosidad para inflar la desmedida burbuja inmobiliaria y promover el derroche privado. Una burbuja hinchada por los vacíos del euro en el período de la bonanza financiera como analizamos en ¿Qué provocó la crisis del euro?... Esos años del dinero fácil promovidos por los bancos alemanes y franceses son hoy cosa del pasado. La “era de la confianza” se ha desvanecido y se hace palpable que los hechos van a ir de mal en peor, justamente por el cambio de giro de los flujos financieros. La fuga de depósitos en marcha, junto a la bancarrota de varias Comunidades Autónomas acechadas por la insolvencia, ponen al gobierno entre la espada y la pared cerrando el círculo en torno al destino del euro. 

Como advertimos hace más de año y medio, la batalla por el destino del euro se desarrollará en España y eso es lo que está ocurriendo ahora. La artillería del BCE ha privilegiado los intereses de la banca (que es totalmente improductiva en tiempos de crisis), olvidando los intereses de la economía real. Este error ha amplificado la tragedia dado que sólo ha significado acumular más deuda. Y lejos de estimular la economía con el dinero recibido, la banca sólo ha procedido a limpiar la oscuridad de sus balances en el fatigoso proceso de desapalancamiento financiero. Esta tesitura está explicada con detalle en el articulo La propuesta de Richard Koo para la recesión de balance española, que da cuenta por qué la política monetaria no funciona cuando el sistema financiero ha abusado de un largo y excesivo apalancamiento

La crisis de la deuda y la posibilidad de un quiebre en la eurozona se siguen profundizando y todo indica que no habrá una salida fácil ni en el corto ni en el mediano plazo. Los datos del Indice Markit para las ventas al detalle entregados ayer dan cuenta del deterioro que vive la demanda y el consumo producto del alto desempleo y de los planes de austeridad implantado por las autoridades. Hasta la fortaleza de Alemania está siendo perforada con varios datos negativos que demuestran estos signos de contagio. Por un lado el desempleo ha aumentado por quinto mes consecutivo (aunque todavía se encuentra en un nivel bajo la media de la UE), mientras las exportaciones sufren un fuerte retroceso por la caída del comercio mundial que también afecta a China, Estados Unidos y Japón. 

Marco Antonio Moreno
El Blog Salmón

BFA: el banco malo de Bankia. Análisis

En el meollo de esta crisis está BFA-Bankia, cuarto banco del país en términos de capitalización bursátil, con 10 millones de clientes y alrededor de 380.000 accionistas. Bankia representa el 10% del sistema financiero español. Sin duda es el banco más expuesto a los créditos inmobiliarios de alto riesgo, por lo que está considerado como un banco “sistémico”: su quiebra podría arrastrar al conjunto del sector bancario y seguidamente, a toda la economía del país.

Bankia, o más exactamente BFA-Bankia, nació a finales de 2010 y es el fruto de un inteligente conglomerado que permite aislar los activos inmobiliarios problemáticos de las siete cajas de ahorros reagrupadas en el seno de su matriz BFA (Banco Financiero y de Ahorros).

Ésta, ayudada por el Estado, opera como el “banco malo” de Bankia. El Estado avala la montaña de activos inmobiliarios dudosos reunidos en BFA mientras que su filial Bankia, desembarazada de tan pesada carga, intenta atraer capital de pequeños inversores para su salida a bolsa.

El objetivo está claro: transferir los riesgos resultantes de la burbuja inmobiliaria, del sector privado al público. Contribuyentes, clientela perjudicada y pequeño accionariado en riesgo a causa de las recomendaciones irresponsables de la banca, quedarán directamente afectados; pero aún más ampliamente, la población española en su conjunto sufrirá de nuevo el lastre de una deuda privada devenida pública.

Se trata de nuevo de una excelente oportunidad para los banqueros,-responsables de inversiones de alto riesgo que han desembocado en pérdidas astronómicas-, de salvar sus apuestas indecentes.

Los sucesivos gobiernos de Zapatero y de Rajoy escogen socorrerles  desembarazándoles del riesgo insostenible derivado de la burbuja inmobiliaria e inyectando dinero cargado directamente a los presupuestos del Estado, en detrimento de sectores vitales como la protección social, la educación, la sanidad o aún la lucha contra los incendios. Dado que el Estado se endeuda para sanear la banca, los recortes presupuestarios que afectan al estado del bienestar son decretados ineludibles para lograr reducir el déficit ocasionado.

He aquí la trampa que queremos denunciar. BFA-Bankia, que ha sido criticada además por contar entre sus directivos [1] con antiguos miembros activos del Partido Popular, sobre todo de la antigua Caja Madrid,-  actualmente integrada en BFA-, representa un caso de escuela que mezcla políticos y banqueros al servicio de las finanzas.

BFA, el “banco malo” de Bankia
A raíz del estallido de la burbuja inmobiliaria, la reestructuración del sector bancario ha provocado que el número de cajas de ahorro pase de 45 a una quincena desde principios de 2011. En consecuencia, además de  los cierres de sucursales y los consiguientes despidos, el capital ha quedado concentrado en las manos de enormes entidades consideradas “too big to fail” (“demasiado grandes para caer”). Sólo dos pequeñas cajas escapan a la fusión: Caixa Ontinyent y Caixa Pollença.

BFA (Banco Financiero y de Ahorros) nace el 3 de diciembre de 2010 y comienza a operar en enero de 2011. Esta nueva entidad es el fruto de la fusión de siete cajas de ahorro regionales, minadas por una burbuja inmobiliaria que no acaba de desvelar la profundidad de la crisis: se trata de Caja Madrid y Bancaja que detentan la mayoría del accionariado (52,06% y 37,70% respectivamente), a las que se incorporan Caja de Canarias (2,45%), Caja de Ávila (2,33%), Caixa Laietana (2,11%), Caja Segovia (2,01%) et Caja Rioja (1,34%). Más allá del Banco de España y los altos responsables de Bankia, el Gobierno socio-liberal de Zapatero tiene la responsabilidad de haber autorizado y alentado tal fusión.
A final de 2010, el FROB (Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria) [2], el fondo público de ayuda al sector, otorga un préstamo de 4.465 millones de euros a BFA, la matriz de Bankia, y abre así la vía a la nacionalización de la banca. Esta operación tenía como objetivo sanear las cuentas de las cajas de ahorros reagrupadas en el seno de la nueva entidad. Pero ello se revelará insuficiente.

Señalemos además que BFA posee participaciones en Concesiones Aeroportuarias (7,86%), Deoleo (9,63%), Desarrollos de Palma (10,38%), Ejido Desarrollos Urbanos (7,34%) Grupo Inmobiliario Ferrocarril (10,17%), Haciendas Marqués de la Concordia (8,47%), IAG (12%) Mercavalor, Sociedad de Valores y Bolsa (10,48%), NH Hoteles (9,22%), Numzaan (7,41%), Mapfre (15%) e Iberdrola (5,27%).[3]

La exposición de los acreedores, principalmente en el sector bancario español, acumulaba a fines de 2011, según declaraciones del Banco de España, entre 176.000 y 184.000 millones de euros de activos inmobiliarios problemáticos. BFA, que a juzgar por sus propias cuentas, es la más expuesta al sector inmobiliario, a la altura de 37.500 millones de euros a finales de 2011, de los que 31.798 millones son activos inmobiliarios problemáticos (créditos con riesgo de no ser reembolsados), cierra su primer año de ejercicio con las mayores pérdidas de la historia de la banca española.

Tras haber declarado beneficios de 309 millones de euros en 2011 bajo la gestión de Rodrigo Rato, BFA anuncia un saldo negativo de 439 millones, antes de reconocer finalmente,-ya tras la marcha del ex dirigente del FMI-, haber acumulado 3.318 millones de euros en pérdidas durante 2011. Si añadimos las pérdidas ocasionadas por la depreciación de los títulos en bolsa, esta suma sobrepasaría los 7.263 millones de euros.
[4] El shock es tanto más importante cuanto que Zapatero y el Banco de España habían incitado vivamente a numerosas empresas del IBEX 35 a comprar sus acciones, con una inversión próxima a los 3.000 millones de euros.[5]

Esta gestión desastrosa del banco, no impidió a su presidente director, Rodrigo Rato, embolsarse 2,34 millones de euros de salario fijo, ni a Francisco Verdú, su consejero delegado, de ser remunerado con 1,57 millones en 2011.[6] (Por haber llegado durante el año, no percibe la totalidad de su retribución anual de 2,26 millones). Jose Luis Olivas, vicepresidente de Bankia antes de dimitir y aún hoy presidente de Bancaja, ha recibido 1,62 millones de euros en 2011.

Finalmente, José Manuel Fernández Noriella, que reemplazó a Olivas, ha cobrado 725.000 euros ese mismo año 2011. Esto no son más que remuneraciones fijas, en las que no se incluyen por tanto las posibles remuneraciones variables o aquellas percibidas como administradores de otras empresas.

Por tanto, se distribuyeron sumas colosales antes de que la banca solicitara fondos públicos para ponerse a flote. En febrero de 2012, una nueva ley[7] limita a 600.000 euros de remuneración fija los salarios de los directivos de entidades que hayan recibido dinero del Estado. Una medida insuficiente y muy tardía si consideramos que los miembros del consejo de administración de BFA, que recibió 4.465 millones de ayudas públicas a través del FROB, se repartieron entre enero y noviembre de 2011, más de 9 millones de euros.[8]

Es necesario privatizar las pérdidas urgentemente, haciendo pagar a los responsables que tanto se aprovecharon y no socializarlas como hace el gobierno; es más que hora de poner el sector bancario bajo control público sin que por ello el Estado deba asumir el coste de la operación. Son los grandes accionistas quienes deben asumir los gastos  y los directivos deben ser perseguidos por la justicia a fin de determinar sus responsabilidades en la debacle.

Rodrigo Rato se provee de un paracaídas dorado antes del crash de Bankia
Bankia sale a bolsa el 20 de julio de 2011. Rodrigo Rato, exministro de economía y vicepresidente económico de Jose María Aznar cuando se producía el crecimiento de la burbuja inmobiliaria, antiguo director del FMI y presidente de Bankia, toca la campana con orgullo a la apertura de la Bolsa ese día. La acción vale 3,75 euros y todo iba bien en el mundo de las finanzas desregularizadas que goza de un nuevo producto sobre el que apostar.

El 7 de mayo de 2012, la acción se cambia a 2,37 euros (o sea un hundimiento del 37% en diez meses) y, como en el FMI en 2007, Rodrigo Rato presenta su dimisión antes de finalizar su mandato. Será reemplazado dos días después (el 9 de mayo) por José Ignacio Goirigolzarri con el consejo del propio Rato, que lo señala como “la mejor persona en este momento para dirigir este proyecto”.

Arturo Fernández, vicepresidente de la CEOE (Confederación Española de Organizaciones Empresionales) y consejero de Bankia, afirmaba a su vez que “el trabajo de Rato ha sido ejemplar”.[9]

El escándalo Goirigolzarri
Antes de retomar el control de Bankia, José Ignacio Goirigolzarri ha ocupado, entre otros, el puesto de vicepresidente de Repsol (abril 2002-abril 2003) y Telefónica (abril 2000-abril 2003) ocupando asiento en el consejo de administración hasta 2003, prosiguiendo su larga carrera de 30 años en el seno del segundo banco español, BBVA, donde percibía cerca de 4,6 millones de euros al año (salario fijo y remuneración variable).

Ha sido también consejero de BBVA-Bancomer (México), Citi Bank (China) y de CIFH (Hong Kong) durante este periodo. En septiembre de 2009, en pleno debate internacional sobre la limitación de salarios y bonus, deja su puesto en el BBVA con una jubilación anticipada cercana a los 3 millones de euros brutos al año. Mientras la crisis se extendía violentamente por Europa, ¡cobra de golpe 68,7 millones de euros![10]

A pesar del escándalo ocasionado, nada cambia en el seno de la banca: dos años después, en 2011, Francisco González, presidente de BBVA y Ángel Cano, consejero delegado, perciben una remuneración total de 4,9 millones de euros y 3,6 millones respectivamente. Ese año, el comité de dirección recibió en total 9,35 millones de euros de remuneración fija y 14,2 millones de remuneración variable.[11]

Nacionalización del banco malo
Nada más llegar a Bankia, Goirigolzarri propone la toma de control de BFA por el Estado. El gobierno responde rápidamente que aportará el capital necesario para el saneamiento y controlará así el 100% de BFA. El Estado se convierte el accionista mayoritario de esta entidad, que detentaba entonces más del 45% de participación en Bankia y desde el mismo momento entra en el capital de las sociedades de las que BFA es también accionista.

Así, algunos días después de la dimisión de Rodrigo Rato, el FROB decide transformar los 4.400 millones de euros inyectados a finales de 2010 bajo la forma de participaciones preferentes convertibles a 5 años en simples acciones. En efecto, como nos explica Mikel Barba: “Estas participaciones están sujetas al pago de intereses y deben ser recompradas por la entidad en un período de cinco años. En caso de que la entidad no pueda devolver el dinero aportado en cinco años, las participaciones se convierten en capital con lo cual el Estado pasa a ser propietario de una parte -o de la totalidad- de la sociedad. (…) El FROB reconoce que no va a recuperar en un plazo de cinco años el dinero que colocó en las preferentes de BFA, por lo que decide convertirlas en capital. Pasa de ser un acreedor de la empresa a ser el propietario”. [12]

El 25 de mayo, después de que la agencia de calificación Standard & Poor´s anunciara la degradación de la nota de Bankia y otros cuatro bancos españoles a rango de inversión especulativa, la cotización de los títulos de Bankia fue suspendida mientras su consejo de administración trata de determinar el montante de la nueva ayuda requerida.

BFA-Bankia, que había recibido ya 4.400 millones de euros en dinero público del FROB, solicita finalmente 19.000 millones de euros suplementarios al Estado. Ello marca de hecho, la más grande operación de salvamento del sector financiero de la historia española.

La nacionalización de la banca al borde de la quiebra viene así a sumarse a la larga lista de aquellas ya realizadas desde el inicio de la crisis, tanto en España (Catalunya Caixa, NovaGalicia Caixa, Banco de Valencia, sin contar las otras entidades que habían percibido inyecciones de dinero, como Caja Castilla la Mancha, Cajasur, o la CAM), como en el extranjero. A título de ejemplo, la banca franco-belga-luxemburguesa Dexia ha sido rescatada de la quiebra en dos ocasiones y la operación ha costado 18.000 millones de euros a los contribuyentes. [13]

Mariano Rajoy ha asegurado que el salvamento de Bankia no tendría ningún impacto sobre el déficit público del país, que se había comprometido a reducir del 8,9% al 5,3% del PIB este año 2012. [14] Sin embargo nada es menos seguro que esto y durante los primeros cinco meses del año 2012 (de enero a mayo), el déficit del Estado ha alcanzado ya el 3,4%, con un aumento del 30,6% en relación al mismo periodo del año anterior. Durante ese tiempo, prosigue el hundimiento de los títulos de Bankia.

El 20 de junio de 2012, la cotización alcanza los 80 céntimos de euro, o sea una pérdida del 80% desde su salida a bolsa. Igualmente, el anuncio del eurogrupo el 9 de junio de 2012 de una inyección que podría alcanzar los 100.000 millones de euros,- muy por encima de los 37.000 millones estimados necesarios por el FMI,[15] o de los 62.000 millones de las consultoras Oliver Wyman y Roland Berger-, no ha beneficiado a Bankia, que es la única entidad financiera del Ibex 35 que ha registrado una caída de su capitalización bursátil desde esta fecha hasta el 30 de junio.

Los títulos han perdido 9,80% durante este corto periodo, mientras los demás bancos registraban ganancias tras la euforia provocada por el anuncio del rescate.[16] El 17 de julio, los títulos caían a 0,59 euros, su mínimo, antes de remontar en agosto ante la proximidad de una inyección inminente de capital europeo, del que Bankia sería el primer beneficiario. La salida a bolsa es un fiasco soportado por los pequeños inversores que ven sus depósitos reducidos a nada, mientras los grandes inversores, bien informados, huían de la debacle.

En un texto escrito en 2010[17], David Hall afirmaba que la crisis financiera y económica es el resultado de préstamos insostenibles y de la creación de formas complejas de deuda por los bancos. Desde la quiebra en septiembre de 2008 de Lehman Brothers, los Estados Unidos y otros gobiernos decidieron, tras decenios de privatizaciones, salvar los bancos nacionalizándolos o inyectando capital para recuperar su solvencia.

No nos engañemos, el Estado queda en general fuera de la gestión, que se mantiene en manos de banqueros. No se trata de una debilidad del capitalismo, sino al contrario de una maniobra para reforzarlo socializando las pérdidas, antes de volver a privatizar el establecimiento, viable de nuevo gracias al saneamiento. El FMI describe esto como “una transferencia de riesgo sin precedentes del sector privado al público".

*Jérôme Duval es miembro del Comité para la Anulación de la Deuda del Tercer Mundo (CADTM). Texto traducido por Mireya Royo.
Diagonal

jueves, 30 de agosto de 2012

Por qué los salarios son tan bajos en España

Una de las características del mercado de trabajo español, acentuada durante la crisis actual, es el bajo nivel de los salarios de la gran mayoría de las personas que están trabajando. Y otra característica que complementa la anterior, es la gran dispersión salarial existente entre la población asalariada, es decir, la elevada distancia que hay entre los salarios de los mejor pagados y los peor pagados. Veamos los datos.

Según el Instituto Nacional de Estadística (en su sección “asalariados y percepciones salariales por tramos”), alrededor de 7,8 millones de personas recibieron menos de 1.000 euros al mes en el año 2010. Son los llamados mileuristas. Representan el 43% de todos los asalariados y reciben el 13% de todo el dinero que el país se gasta en salarios (lo que se llama masa salarial). En el otro polo, nos encontramos con los mejor pagados, que ingresan más de 4.000 euros al mes y que representan el 7% de todos los asalariados y reciben el 25% de la masa salarial. En otras palabras, este grupo minoritario recibe un cuarto de todos los salarios. Dentro de los asalariados hay pues unas enormes diferencias. El 43% recibe sólo el 13% de todo el dinero que se gasta en salarios y el 7% percibe el 25% ¡Una gran diferencia!

¿A qué se debe tal polarización salarial?
La respuesta tradicional que da la sabiduría convencional que se reproduce en la mayoría de medios de información del país, incluidos los medios económicos, es que tales diferencias de salarios se deben a las diferencias en productividad. A mayor productividad mayor salario. En esta explicación, la productividad es la variable que determina el nivel salarial. Pero lo que se olvida en esta explicación es que la causalidad va también en sentido opuesto. Es decir, los salarios determinan también la productividad. Y no me estoy refiriendo sólo al hecho bien documentado de que a mayor salario y mayor satisfacción del trabajador hay mayor productividad, sino a otro hecho (también bien documentado) que muestra que si al empresario se le imposibilita pagar salarios bajos, éste invertirá para aumentar la productividad del puesto de trabajo, a fin de que con un número menor de trabajadores se consiga la faena que harían muchos más trabajadores mal pagados. Cuando un empresario paga bajos salarios, consigue baja productividad. Y esto es lo que ocurre en España.

Un caso claro de este hecho lo encontramos en las labores agrícolas como la vendimia. Si el dueño de una viña tiene muchos candidatos para un puesto de trabajo es probable que pague muy poco al trabajador. Si en cambio, por ley, el empresario tuviera que pagar salarios altos, invertiría para que la productividad aumentara y así necesitar menos trabajadores. Pero esto no ocurre en España. El salario mínimo interprofesional español es de los más bajos de la Unión Europea. Una manera de comparar el salario mínimo entre países es ver lo que tal salario mínimo representa de la renta nacional definida por el PIB per cápita. Pues bien, según los datos de Eurostat, el salario mínimo español representa el 39% del PIB per cápita en España, uno de los más bajos de la UE, junto con Estonia, entre otros. En Francia es el 54,% en Bélgica el 52%, en Inglaterra el 49%, en Holanda un 48%, y así un largo etcétera. Si el salario mínimo español aumentara para homologarse al de los países con un nivel de desarrollo económico similar al nuestro, se forzaría al mundo empresarial a invertir para aumentar la productividad.

La productividad no es la única que determina el nivel salarial
El nivel salarial no depende sólo del nivel de productividad, lo cual se ve con toda claridad cuando comparamos salarios entre varios países en sectores de semejante productividad, tales como la industria manufacturera. El PIB per cápita de España es un 16% más bajo que el de Alemania (este porcentaje es la diferencia entre el PIB per cápita de 2010 español y el alemán, en unidades de paridad de poder adquisitivo, en términos porcentuales respecto al alemán). En cambio, el coste por hora de la mano de obra en la manufactura es un 30% inferior en España que en Alemania. Tal diferencial no puede explicarse por el diferencial en productividad, semejante en el sector manufacturero. Una situación similar ocurre en la comparación con Francia, donde el PIB per cápita español es sólo un 7% inferior, mientras que el coste por hora de la mano de obra es un 27% menor. Tales diferencias no pueden atribuirse a diferencias en productividad (ver el trabajo de Enrique Negueruela “Un nuevo papel en Europa para los países del sur”).

Otros factores además de la productividad determinan el nivel salarial
La causa mayor del bajo nivel salarial para grandes sectores de la población es la debilidad del mundo del trabajo frente al mundo empresarial que se basa en dos hechos. Uno es el elevadísimo desempleo que España siempre ha tenido. El desempleo debilita al mundo del trabajo. Crea inseguridad y miedo. Y los trabajadores aceptan salarios bajos y condiciones de trabajo peores. De ahí que haya una política del empresariado español para facilitar el despido y aumentar el desempleo, debilitando así el mundo del trabajo. Las reformas laborales de los gobiernos recientes (y muy acentuadas en el actual) han tenido tal objetivo, como lo muestran el aumento del desempleo y la bajada de salarios producidas cada vez que se ha llevado a cabo una reforma laboral.

La otra causa de la debilidad del mundo del trabajo es la escasez de puestos de trabajo. El porcentaje de la población que trabaja ha sido históricamente bajo y ello se debe, en gran parte, no a aspectos culturales que constantemente se utilizan como justificación, sino a la escasísima oferta de puestos de trabajo. Hasta 2007 la tasa de actividad de España, que refleja el porcentaje de la población en edad de trabajar que está en el mercado de trabajo, ya sea empleada o desempleada, había estado por debajo de la UE15 (en 1992 la tasa de actividad en España era del 58% frente al 67% de la UE15 en promedio, es decir, casi diez puntos porcentuales por debajo). A partir de este año la población activa en proporción al total de la población en edad de trabajar es superior en España que en la UE15 en promedio, llegando a situarse en 2011 en el 74% en España frente al 73% en la UE15. Sin embargo, la tasa de empleo (que es la tasa de actividad menos el desempleo), que refleja las personas que tienen trabajo respecto al total de las que están en edad de trabajar, que desde 2005 se mantuvo en el promedio de los países de la UE15, en España disminuyó. Así, en 2011, mientras que en España sólo el 58% de los que estaban en edad de trabajar tenían un empleo, en la UE fueron el 66%. Es decir, aunque en España ha aumentado el porcentaje de gente que quiere trabajar, el porcentaje de los que consiguen un empleo ha disminuido, aumentando el diferencial con los países de la UE15. Este es un problema grave de la economía española que raramente aparece en los medios.

El escaso desarrollo del estado del bienestar en España
Y una de las razones de esta escasez de puestos de trabajo es el escaso desarrollo de los servicios públicos del estado del bienestar. Sólo un adulto de cada diez trabaja en España en tales servicios (como sanidad, educación, escuelas de infancia, servicios domiciliarios o servicios sociales, entre otros). En Suecia es uno de cada cuatro. Si este porcentaje se aplicara a España, nuestro país tendría cinco millones más de trabajadores (eliminando, por cierto, el desempleo). Es más, la eliminación de tal desempleo, permitiría la mayor integración de la mujer en el mercado de trabajo. El trabajo crea la demanda para más puestos de trabajo. Y ahí está el mayor punto débil de la estrategia que se está siguiendo con los recortes de empleo público del gobierno actual. La destrucción de empleo empobrece al país. Se debería crear empleo para que se estableciera la necesidad de tener más empleo. Más empleo quiere decir más riqueza y más demanda, lo cual crea mayor necesidad de empleo. Ahora bien, que haya mucho empleo quiere decir que aumenta el poder del mundo del trabajo que no es lo que desea el mundo empresarial, quien ha estado ganando en su conflicto con el mundo del trabajo. Y los datos así lo muestran. España es uno de los países de la UE que tiene una mayor participación del excedente empresarial (que incluye beneficios empresariales) en la distribución de la renta. En 2007 fue el 41,9%, habiendo sido también el país de la UE15 que tuvo mayor crecimiento de tal excedente empresarial en el periodo 2007-2009, hecho que contrasta con la mayoría de países de la UE donde dicho porcentaje bajó durante este periodo. Es lo que solía llamarse lucha de clases, que la gana, en bases diarias, la gran patronal a costa del mundo del trabajo. Es en los países nórdicos de Europa, donde el mundo del trabajo ha sido fuerte, donde el porcentaje de la población adulta trabajando en los servicios del estado del bienestar es más elevado, con mayores tasas de ocupación y con menor desempleo. Es en países como Grecia y España, donde el mundo del trabajo es débil, en los que tenemos un porcentaje menor de personas trabajando en su estado del bienestar, menos gente trabajando y mayor desempleo. La tasa de paro es un indicador político que define las relaciones de poder de clase en un país. La transición inmodélica de la dictadura a la democracia en España, perpetuó el enorme poder de las fuerzas conservadoras, lo cual explica que España haya tenido siempre en su periodo post transición un elevado desempleo y que ahora se esté acentuando con la crisis. La causa determinante del paro y de los bajos salarios es política más que económica o financiera. Así de claro.
 
Vicenç Navarro
Catedrático de Políticas Públicas en la Universidad Pompeu Fabra, y Profesor de Public Policy en The Johns Hopkins University 
Público.es
 

martes, 28 de agosto de 2012

Escándalos bancarios, un cuento de nunca acabar

No pasa una semana sin que surja un escándalo relacionado con los bancos. El último fue el del banco británico Standard Chartered, acusado por el departamento de finanzas del estado de Nueva York del lavado de 250.000 millones de dólares para potencial apoyo a actividades terroristas.

Hasta ahora, el Standard Chartered era considerado uno de los bancos más limpios, pero el 14 de agosto accedió a pagar una gigantesca multa de 340 millones de dólares para frenar la acción judicial.

Estamos ahora entrando en otro nivel de la serie incesante de escándalos bancarios, ya que comienza a afectar directamente a algunos de los más poderosos financieros del mundo, no solamente a sus propios bancos.

Al exministro de Economía de España y ex director gerente del Fondo Monetario Internacional, Rodrigo Rato, se lo responsabiliza por la desestabilización del sistema bancario español, ha sido cuestionado en una audiencia parlamentaria, y se suceden públicos llamamientos para su enjuiciamiento.

Y, algo impensable hasta hace poco, la oficina del defensor del Pueblo Europeo (ombudsman) ha anunciado que iniciará una investigación acerca de la afiliación del presidente del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi, al llamado Grupo de los 30, por ser “incompatible con la independencia, reputación e integridad del BCE”.

Draghi fue vicepresidente de Goldman Sachs, el mayor banco de inversiones del mundo, y se acusa al Grupo de los 30 (organización privada de altos funcionarios, financieros, ejecutivos de corporaciones y académicos), de reunir a personalidades influyentes para orientar decisiones en las áreas de economía, finanzas y política internacionales.

Acusaciones semejantes han sido formuladas durante años contra la Comisión Trilateral, el Grupo Bilderberg y el Foro Económico Mundial. La diferencia es que el Grupo de los 30 se ocupa específicamente de finanzas.

Por su parte, la organización no gubernamental Corporate Europe Observatory, señala el caso de otro exejecutivo de Goldman Sachs: Mario Monti, primer ministro de Italia, consejero internacional de ese banco de inversiones entre 2005 y 2011.

Que todo esto tenga algún resultado, es muy dudoso. Los lazos entre las finanzas, las corporaciones y la política son tan estrechos que solo una verdadera revolución podría desanudarlos.

El ejemplo más patente del camino que se está siguiendo lo vemos en Estados Unidos, donde el costo de la campaña presidencial probablemente superará la asombrosa suma de 2.000 millones de dólares. Esto se debe en gran parte al fallo de 2010 de la conservadora Corte Suprema, que extendió el derecho a la libertad de expresión de las personas a las corporaciones.

Por lo tanto, las corporaciones ya no están sujetas a limitaciones en sus donaciones a las campañas electorales.

El dinero proveniente de donaciones secretas aumentó de uno por ciento en 2006 a 44 por ciento en 2010. Este año, 26 multimillonarios donaron 61 millones de dólares a los Comités de Acción Política. El valor del patrimonio de esos 26 magnates es igual al valor conjunto de los ingresos promedio de 50 millones de estadounidenses.

Es democrática la proporción entre la libertad de palabra de 26 multimillonarios y de 50 millones de ciudadanos “normales”?

Está clarísimo que el candidato republicano Mitt Romney, que junto con su compañero de fórmula Paul Ryan ocupa la derecha del escenario político estadounidense, dispone de más fondos para su campaña electoral que su rival, el presidente Barack Obama, gracias a los aportes de las corporaciones y en especial de los bancos.

Al parecer, algunas personas están empezando a darse cuenta de la gravedad de la situación y de su insostenibilidad.

Causó una gran sorpresa que Sanford Weill (un banquero, financiero y filántropo estadounidense) declarara públicamente que “lo que probablemente deberíamos hacer es separar los bancos de inversión de los bancos de depósito. Los bancos no deben hacer operaciones que puedan poner en riesgo el dinero de los contribuyentes, ni debe haber bancos que sean demasiado grandes como para quebrar”.

Weill, expresidente del Citigroup, exhibi durante años una placa en su despacho que decía El destructor de Glass-Steagall”. La ley Glass-Steagall, aprobada por el parlamento estadounidense en 1933 tras la Gran Depresión de 1929, estableció una separación estricta entre los bancos de depósito (o comerciales) y los bancos de inversiones.

De este modo se protegió el dinero de los clientes de los bancos comerciales, ya que la ley dispuso que no podía volver a ser utilizado para actividades especulativas, que quedaron reservadas para los bancos de inversiones, por su cuenta y riesgo.

La ley Glass-Steagall fue derogada por el gobierno de Bill Clinton en 1999 para agradar a Wall Street.

Desde entonces, John S. Reed, el cofundador de Citigroup, ha pedido perdón por haber creado este gigante devastador que, para impedir su quiebra, tuvo que ser socorrido por miles de millones de dólares de préstamos gubernamentales, es decir dinero de los contribuyentes.

Otros dos ex directores ejecutivos de bancos de inversión, Philip Purcell, de Morgan Stanley, y David Romansky, de Merrill Lynch, quienes jugaron papeles destacados en la revocación de la ley Glass-Steagall, han expresado semejantes remordimientos.

Es una pena que Weill y sus amigos ya no estén en el poder.

Hasta una módica medida, como un impuesto simbólico a las transacciones financieras, la llamada Tasa Tobin, es rechazada por el mundo de las finanzas, pese a que la respaldan personalidades tan respetables como la canciller alemana Angela Merkel, el expresidente francés Nicolas Sarkozy y su sucesor, François Hollande.

Roberto Savio
Periodista, fundador y presidente emérito de la agencia de noticias IPS (Inter Press Service) y editor de Other News. Italia
IPS noticias

¿Crisis económica europea y mundial?

Así juegan con la idea del miedo
El miedo a la crisis. El miedo a la incertidumbre. El miedo al futuro incierto. Y así reparten el miedo que hoy lo ocupan como instrumento de dominación y de sumisión. Esto lo hemos visto demasiadas veces. Lo utilizó la derecha con la campaña del terror en la campaña presidencial de 1970 cuando resultó ganador Salvador Allende. Lo utilizaron antes, durante y después del derrocamiento del Presidente. Esta cantinflera que ocupa la derecha y el empresariado mundial ya lo estamos viendo nuevamente.

Para aclarar a algunos desmemoriados les recuerdo que siempre han existido las mal llamadas crisis. Hay algunas que van y otras que vienen. La crisis asiática y la sub prime en EE.UU. y la de Portugal, la de Grecia y la de España, y la que viene y las que vendrán. Las que suman hasta hoy la no despreciable cifra de más de 280 crisis desde la gran depresión y también desde que el capitalismo financiero, con sede en la Bolsa de Wall Street de Nueva York, comenzó a imponer sus políticas neoliberales a nivel mundial.

Existen varias hipótesis sobre el origen de estas crisis, entre ellas la que sostiene que éstas corresponden a ciclos inevitables de un modelo económico irreal basado en la especulación financiera, el narcotráfico y una variada gama de negocios ilícitos y muy turbios que poco tienen que ver con las leyes que rigen las economías reales. En todas ellas existe un denominador común que es la corrupción de la clase política que gobierna. Otros dicen que es la ley de oferta y la demanda cuyo dogma es el mercado, ya sea la economía planificada o una mezcla de ambas.

Lo que es claro, sea cual sea su origen, ya sean producidas por el cansancio del modelo, otras provocadas a propósito o simplemente por la propia ineficacia de los gerentes planificadores que todo lo saben. Estas son manipuladas de tal forma que en los hechos no hacen otra cosa que fortalecer la hegemonía global del capital financiero en desmedro de la ciudadanía y del tambaleante capitalismo a medias, no tan extremo (aún vigente en países como China, Rusia y Brasil).

Es así como para superar estas crisis o esto miedos, se impulsan desde los países, presionados por los banqueros y las grandes empresas multinacionales, procesos de privatización de todo lo que puede considerarse fuente de lucro y concentración de capital. Todo se vuelve mercancía, la salud, la educación, los servicios de utilidad pública, el agua. Se refunda el Estado poniéndolo al servicio exclusivo del capital financiero y la democracia no vuelve a ser ni la sombra de lo que era. Es decir que estas crisis, que son de una pequeña élite o pandilla mundial de especuladores, mafiosos e ineptos ricachones dueños del dinero, de los grandes medios de comunicación y la tecnología, se vuelven contra nosotros. Es decir se vuelve en contra del resto de la población mundial que aun sigue creyendo en el miedo a una catástrofe financiera y económica.

En el fondo de las llamadas “CRISIS”, en los hechos, aparece la artimaña que usa el capitalismo para reacomodarse y profundizar el modelo de dominación. De ir generando a través de los mecanismos que impone para la resolución de cada una de ellas mayor concentración de la propiedad y de los recursos del Estado. Cada una de estas crisis es una ocasión más para apropiarse a como dé lugar de los recursos naturales y el fruto del trabajo de todos los habitantes del planeta, ya sea por las “buenas” utilizándolas como subterfugio o ya sea por medio de guerras y golpes de Estado en nombre de la supuesta defensa de la democracia y la lucha contra el terrorismo. O por el menos, pero oculta trama, de comprar y corromper a los políticos (que no se demoran mucho en ser cooptados). Y la última, de mantener a una población en silencio frente a la coyuntura política en nombre del miedo.

Estas formas de salidas a las crisis son posibles por el control que ejercen sobre los países, especialmente sobre los Estados Unidos, el capitalismo financiero. Así como también de la apropiación de los medios de comunicación y de la clase política mundial, amparados en la ventaja de contar con el monopolio de las armas y la falta de una alternativa popular y democrática.

Los resultados de estas llamadas crisis han sido hasta hoy y siempre los mismos: los ricos se hacen más ricos (y cada día son menos), y los pobres más pobres (y cada día somos más). Así el planeta continúa su acelerado deterioro y la democracia se va quedando en los huesos o la penumbra. Y aquí me quiero explayar un poco más sobre esto; la democracia no es aquel ejercicio cívico de ir a votar cada cuatro años, sino todo lo contrario y en esto los jóvenes demostraron su valía; la democracia es participación, debate continuo, movilización ciudadana, opiniones diversas, y por sobre todo respeto a la opinión contraria.

EL FIN DEL ESTADO DE BIENESTAR EN EL PRIMER MUNDO
Si algo caracterizó hasta hace muy poco tiempo atrás a los países europeos y del primer mundo fue una cierta equidad en la repartición de la riqueza. Cuestión que permitía a sus ciudadanos gozar de un relativo bienestar. Esto fue posible gracias a la existencia de un Estado regulador y redistribuidor de la riqueza, la que en gran medida se obtenía del comercio desigual con el tercer mundo (entre ellos los países sudamericanos) y la apropiación de sus recursos naturales y la propiedad de la tecnología. Una concepción del Estado el que aun siendo capitalista, aseguraba al ciudadano del primer mundo ciertas cuestiones básicas como salud, educación, etc., al que se le denominó “Estado de bienestar”.

Todo esto ha comenzado a desaparecer y muy pronto se extinguirá producto de las llamadas políticas de recortes o de austeridad, supuestamente necesarias para superar la crisis. Las que se aplican contra los trabajadores y la población en general para desviar recursos hacia la banca privada y para la transformación del “Estado de bienestar” por uno de nuevo cuño orientado a favorecer exclusivamente al capital financiero. Del mismo modo ocurre con la apropiación de la riqueza del tercer mundo la que hoy se destina sin más a engrosar las arcas de la banca y las corporaciones transnacionales (En el caso de Chile esto último lo hemos visto con el desvío de fondos de Enersis y las AFPs para cancelar la deuda de los bancos españoles).

Es así como los propios ciudadanos del primer mundo están viendo día a día como se deteriora su calidad de vida, disminuyen sus ingresos y la pérdida paulatina, pero a este paso inevitable, de la gran mayoría de los beneficios alcanzados por las reivindicaciones de los años anteriores.

Después de esta crisis y otras que vendrán será aún más difícil distinguir entre un pobre europeo o un norteamericano de un pobre del tercer mundo, como tampoco será posible distinguir entre los ricos de los países centrales y los ricos del tercer mundo. De continuar en esta dinámica, en unos años más ya no seremos sólo los africanos, los latinoamericanos, los vapuleados tercermundistas los que habremos de sufrir las penurias inherentes al subdesarrollo, sino también los ciudadanos de lo que hoy se conoce como el mundo desarrollado. Con esta nueva política todos quedaremos nivelados: unos muy arriba, otros muy abajo y al centro una pequeña franja de la sociedad constituida por aquellos y aquellas que cuenten con la suerte de quedar entre los elegidos para administrar el modelo. Como los nuevos gerentes o como empresario de segunda supeditado al capital financiero, profesional de elite, político institucional, militar o juez de alta jerarquía.

Este es el futuro que nos ofrece el capitalismo financiero norteamericano y judío, crisis y más crisis en las que ellos se enriquecen, los recursos naturales se agotan, el planeta se extingue y la gran mayoría de la población se pauperiza a niveles extremos.

Todo esto en el contexto de un mundo que disponiendo de todas las bases tecnológicas y materiales para resolver los problemas que aquejan a la humanidad, éstos, lejos de resolverse, se agudizan y amplían a todos los habitantes del mundo, producto de la voracidad del capitalismo.

NO TODO ESTÁ DICHO NI PERDIDO
No obstante no está todo dicho; la emergencia en la economía mundial de otros actores con economías fuertes como la de Brasil, India, Rusia y China que abogan por un capitalismo de corte neo keynesiano y la multipolaridad. También se le suman los gobiernos progresistas de Latinoamérica y de otras latitudes. Esto países presionan y de una forma u otra y resisten la voracidad del capitalismo y no aceptan su hegemonía. Como tampoco aceptan la imposición de la crisis y a sangre y fuego de las políticas impulsadas por el FMI y sus acólitos, abogando por formas capitalistas más equilibradas.

No obstante lo anterior, los unos y los otros representan fórmulas agotadas que no apuntan a la solución del tema central y es que jamás al capitalismo le ha interesado resolver la explotación del trabajo asalariado, las sociedades divididas en clases, la intolerancia étnica, religiosa y cultural, la reorientación del desarrollo tecnológico, la sobrevivencia del planeta y la humanidad. Como tampoco aseguran la superación de la democracia representativa la que no garantiza la auténtica participación democrática que hoy reclaman los ciudadanos del mundo.

Como me dijo un gran amigo: “Es mas fácil pedirle a un muerto que se levante a que la burguesía y el capitalismo sean justos”.

LOS NUEVOS AIRES QUE SOPLAN EN EL MUNDO
La superación definitiva de lo anteriormente señalado no podemos esperarla de ninguno de aquellos actores que propugnan variaciones sobre el mismo tema, es decir de la clase política actual que gobierna. La verdadera solución debe salir de la propia gente, de aquellos que con su trabajo generan la riqueza, el conocimiento, la ciencia y la tecnología.

Así lo están entendiendo amplios sectores de la ciudadanía, los que en diversas latitudes del orbe se organizan, salen a las calles a expresar su descontento y sobre todo, en una primera instancia, a resistir las políticas que intenta imponer el capital financiero a nivel global. La verdadera crisis del capitalismo será cuando éste, cuando amagado por las grandes mayorías, ya no pueda reinventarse para prolongar su agonía, ni con falsas crisis y soluciones de parche, ni con guerras y golpes de Estado, ni con corrupción, ni con todo su poder nuclear. Para terminar y para ser más claros, la crisis del capital será posible cuando la ciudadanía definitivamente pierda el miedo.

Hugo Farías Moya
El  Ciudadano. Chile

Desconfíe de la confianza (...de los mercados)

Vivimos en un modelo económico dirigido por el mandato de acumular incesantemente capital. El beneficio es el motor del sistema económico y, desde ahí, del ritmo de la producción y la reproducción social. Podemos discutir si, en la actual fase histórica, el que ese beneficio se obtenga cada vez más a partir de la captación de la riqueza ya producida en vez de a través de la producción de riqueza nueva convierte a este sistema en algo cualitativamente distinto de lo que hemos venido conociendo como “capitalismo”. Quizá sea algo pronto para iniciar esta discusión que, por otra parte, nos devolvería a las viejas discusiones sobre el comienzo del capitalismo: ¿comenzó en el siglo XVI con el auge del capital comercial o en el XIX con el despegue del capital industrial? Pero lo que no podemos discutir es que el beneficio sigue mandando e imponiendo sus imperativos al cuerpo social. Pues bien, esta obviedad, esta tontería, se pasa por alto en un 90% de los análisis sobre la crisis actual. Evidentemente, lo pasan por alto casi todos los análisis mainstream basados en la economía ortodoxa, ese arte de camuflar el beneficio, pero también no pocos análisis críticos. La crisis del euro es, sobre todo, un modelo de acumulación, autodestructivo y nihilista, que opera en un entorno económico similar a un juego de suma cero en el que la única manera de cumplir con el mandato de beneficio acrecentado es imponer una violencia cada vez mayor a la población. 

La forma más habitual de no ver los imperativos del proceso de acumulación, de no ver el mandato de acumular, es describir la crisis actual como una “crisis de confianza”, con sus variantes “nerviosismo de los mercados”, etc. etc. De alguna manera, hablando así se acepta que el dinero, la inversión, se retrae y sufre un fuerte estrés por no poder cumplir su “vocación social”, que es dirigirse hacia el sistema productivo generando riqueza y empleo. Los problemas son externos a las finanzas, se sitúan en algún otro punto del sistema social: familias, empresas y, ahora mismo, el Estado. Desde este punto de vista, la crisis es un impasse económico en el que el dinero se retrae a la espera de que las instancias sociales culpables corrijan su comportamiento para que los mercados financieros puedan cumplir con su función social sin destruir riqueza. Por supuesto, el factor que se escamotea es que los agentes financieros no cumplen función social alguna si esta no les revierte los niveles de beneficio que ellos demandan. De hecho, cuando Keynes ponía la “confianza” en el centro de su teoría macroeconómica, no se refería al inasible y pringoso estado psicológico de “los inversores” con que se nos martillea diariamente, sino a, precisamente, la previsión de beneficios que podía ofrecer una inversión.

Por lo demás, es evidente que en los mercados de bonos soberanos, o en los cortos pero lucrativos ciclos ascendentes de la bolsa, el dinero, lejos de estar embalsamado o atesorado, se mueve al ritmo de la maximización de la rentabilidad. Eso sí, con ciertos riesgos, lógicos si se entiende que la realización completa de esos beneficios depende de que la mayoría de la población sea incapaz de pelear por recursos que hasta hace bien poco le pertenecían. En todo caso, los estados nacionales dirigidos por la UE intentan minimizar al máximo esos riesgos generando entornos políticos y económicos en los que, efectivamente, la población tenga la menor capacidad posible de pelear por esos recursos. Resumiendo, los agentes capitalistas saben perfectamente que fuera de esos nichos de beneficio financiero que son los mercados de deuda, en lo que de manera algo ingenua llamamos la economía real, no hay ningún proceso económico que pueda generar los niveles de beneficio que necesitan para no incurrir en una guerra abierta entre ellos. De hecho, lo llevan sabiendo desde hace décadas y, por eso, han ido meticulosamente captando la riqueza que producimos entre todos y convirtiéndola en activos financieros controlados por los mercados, que solo han vuelto hacia nosotros convertidos en deuda/beneficio.

En este discurso de la “crisis de confianza”, hegemónico en los medios mainstream, se utilizan la racionalizaciones y el lenguaje que utilizan los propios agentes financieros, y sus delegados políticos, para describirse a sí mismos. Es una situación de la que la etnología sabe bastante, una confusión entre el enfoque emic –el discurso que el nativo tiene acerca de sí mismo y de las relaciones sociales de la tribu– con el enfoque etic –la visión que el observador externo tiene acerca de la conducta del nativo y de las relaciones sociales en la tribu–. Aceptar el enfoque emic, la jerga de la “crisis de confianza” y, más grave, utilizarla en el discurso, genera una percepción tan políticamente distorsionada como si los nacidos en Madrid y Barcelona declaráramos ser nuer o mohicanos altamente agobiados por un inminente ritual de circuncisión. Por supuesto, esto no quita para que muchos agentes financieros prefirieran formar beneficios en un entorno económico menos agónico, en el que la oposición entre sus intereses y los de la gran mayoría de la sociedad estuviera mediada por un modelo productivo con apariencia de fuerza progresiva en lugar de opuestos los unos frente a los otros de una manera tan desnuda y brutal como lo están ahora mismo. Pero tienen poco que hacer, es la situación en la que les pone su modelo de obtener beneficios y, de paso, en la que, como objetos de depredación, se nos ha puesto a nosotros. Y sin lugar a dudas, por ahora nosotros, un nosotros muy amplio, nos llevamos la peor parte. También en el discurso, o ellos o nosotros. 
  
Perla Primicias
Ladinamo.org

martes, 21 de agosto de 2012

Transición endeudada en España

La estrategia es recurrente: la crisis justifica tomar medidas urgentes. Las medidas urgentes son necesarias pero no necesariamente deben ser las que se están tomando. En España, la opción hegemónica desde el estallido de una crisis pseudo paranormal (presentada como meteorológica, anónima y sin progenitores) ha sido endeudarse públicamente. Más concretamente, la maniobra elegida ha sido una política de reestructuración de la deuda, diseñando vasos comunicantes entre la deuda pública y un selecto sector privado. En estos años, el importe global de la deuda en España ha aumentado de 352,4% del PIB en 2008 a 395,7% en 2011. Detrás de cada gran número, siempre hay mucha letra pequeña. Desmenuzar un poco esta grandilocuente magnitud permitirá esclarecer ciertos matices que ayuden a entender qué transición se está llevando a cabo.

Por mucho que se diga, el caso en España no es el griego. En 2007, España sólo tenía deuda pública del 36% del PIB; en Grecia, este importe ascendía al 165% del PIB para ese mismo año. El gran problema de la economía española era la deuda, la deuda privada. Desde 2001 a 2008, la deuda privada pasó del 100% al 200% del PIB. El boom español se basaba en la industria del crédito. Otros países como Estados Unidos, adicto a la crédito-política, necesitó 22 años (1984 a 2006) para un crecimiento tan exponencial del endeudamiento privado. La cuestión, per se, no es el volumen de la deuda privada, sino el “para qué” de ese alto nivel de endeudamiento. Esa elevadísima deuda privada no estuvo en ningún momento conectada con la economía real, y mucho menos, con las necesidades reales de las grandes mayorías. Era una deuda privada no democratizada: a) solo una cuarta parte era deuda de las familias, y el resto, deuda empresarial, y b) el 95% de toda la deuda privada empresarial pertenece al 0,153% de las empresas españolas. El otro matiz a destacar es lo que sucede en términos de deudas en el sector financiero: la deuda bancaria es aproximadamente 1,4 billones de euros (un tercio del total de la deuda). Lo peor es que este escalofriante dato está acompañado de un alto valor en activos tóxicos (equivalente al 18% del PIB). Esto es, tienen altas deudas sin tener activos que la sostengan. Esto solo puede explicarse por otra cifra: el 60% de las operaciones del sector financiero español en estos años eran destinadas a la construcción y promoción inmobiliaria. Esta es la base del régimen de acumulación de la deuda (privada) en España en los últimos años para garantizar una hiper concentración de altos beneficios en manos de una gran minoría. Esta estructura de la deuda ha permitido que, por ejemplo, entre 1999 y 2006, las empresas españolas hayan aumentado sus beneficios netos en un 73% (más del doble que la media de la UE).

Después del 2008, la deuda ha cambiado su composición, pero no por azar, sino como consecuencia de asumir un modelo económico pensado para un crecimiento enriquecedor de la minoría. Ahora, la deuda tiene una notable cuota pública, entorno al 72% del PIB en 2011, aunque está todavía por debajo de la deuda pública de Estados Unidos, de Japón, o de la media de la UE. Este incremento de deuda pública en España obedece a una estructura económica generadora de beneficios empresariales, con salarios-empleos altamente dependientes de una riqueza ficticia, sin base productiva y mal distribuida, y financiada con mucho crédito. Cuando este crédito no tiene base económica real, se agota el tramposo circulo virtuoso. Y comienzan las soluciones urgentes ¿Cuáles? Flexibilidad laboral y rigidez de dividendos. En otras palabras, desempleo y caída de salarios para mantener constante la tasa de ganancia. Esto y no la mal llamada crisis es lo que ocasiona que el desempleo haya pasado del 9% en 2007 al 24,63% en 2012. Una primera razón del incremento de la deuda pública procede del financiamiento de un déficit ocasionado en parte por la prestación de desempleo. El problema no es el derecho a la prestación sino el desempleo como primera medida de ajuste laboral para mantener beneficios. Además, caen los ingresos públicos tributarios por la reducción en la actividad de la magra economía real, y porque muchos impuestos sobre los beneficios fueron reducidos en los años de vacas gordas. Por otra parte, la política pública ha destinado hasta el momento 100.000 millones de euros al sector financiero para desintoxicar sus balances. Esto es, 10% del PIB para sanear balances privados a costa de más deuda pública. El circulo es mucho más vicioso porque a medida que eso sucede se comienza a pagar intereses de la deuda contraída. Por ejemplo, durante el 2010, la Administración Central acudió a los mercados en 52 ocasiones, para pedir prestados 208.624 millones de euros; de esta cantidad, más del 50% se destinaron a amortizar deuda. Desenlace: desde 2007 hasta la actualidad, la deuda pública se ha duplicado.

Esta es el leitmotiv de la nueva transición en marcha, pactada por la minoría, una transición endeudada socialmente con el pueblo y deudora con el capital. Los poderes económicos europeos y mundiales, usando un instrumental bipartidista en democracia aparente, diseñan una transición en aras de una suerte de desamortización española del siglo XXI que reordene la concentración de la riqueza y reconfigure públicamente la base de acumulación de la deuda total. Esta será la política económica de los próximos años si no lo evita otra transición, otro gran pacto de las mayorías a favor del desendeudamiento social sin pagar deuda ilegitima. Está en manos de la otra transición que la ilegitimidad se convierta en ilegalidad si así se decide políticamente. Hace mucho, en 1953, Alemania negoció en Londres una quita y moratoria del pago de la deuda externa. Hace poco, en 2007, el nuevo gobierno de Ecuador decidió políticamente auditar la deuda contraída por la vieja casta política. Declaró ilegitima gran parte de la misma. Dijo que no lo pagaría. Frente a la amenaza no creíble de los acreedores, la decisión política fue no pagar. Otro desenlace es posible: los acreedores debieron pensar que “mejor algo que nada” y aceptaron el 30% del valor total. Ecuador ha preferido optar por el desendeudamiento social.

Alfredo Serrano
Doctor en Economía, Coordinador América Latina Fundación CEPS
Público.es
http://blogs.publico.es/dominiopublico/5693/transicion-endeudada-en-espana/

lunes, 20 de agosto de 2012

Seis cosas que debe usted saber acerca de los 21 billones de dólares que las personas más ricas del mundo esconden en paraísos fiscales

Veintiún billones, con b, de dólares. He aquí lo que las personas más ricas del mundo esconden en paraísos fiscales internacionales. Aunque, la cantidad real podría sea mayor –podría llegar a los 32 billones– dado que, por supuesto, es casi imposible conocerla con exactitud. 

Al mismo tiempo que los gobiernos recortan el gasto público y despiden a los trabajadores, en aras de una mayor “austeridad” obligada por la desaceleración de la economía, los superricos –menos de 10 millones de personas– han escondido lejos del alcance del recaudador de impuestos una cantidad igual a las economías japonesa y estadounidense juntas . Se afirma en un nuevo informe de Tax Justice Network 1 (Red para la justicia tributaria) cuyas conclusiones son impactantes. Los ingresos fiscales perdidos gracias a los refugios fiscales extraterritoriales – offshore –, señala el informe, “son lo suficientemente grandes como para marcar una diferencia significativa en todas nuestras medidas convencionales de la desigualdad. Dado que la mayor parte de la riqueza financiera desaparecida pertenece a una pequeña élite, el efecto es asombroso.” 

James S. Henry, ex economista jefe en McKinsey & Co., autor del libro The Blood Bankers (Los banqueros ensangrentados) así como de artículos en publicaciones como The Nation y The New York Times, buscó su información en el Banco de Pagos Internacionales, el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial, las Naciones Unidas, bancos centrales y analistas del sector privado, y descubrió los contornos de la gigantesca reserva de dinero que flota en ese lugar nebuloso conocido como offshore . (Y eso que sólo se ha ocupado del dinero en efectivo: el informe deja de lado cosas como bienes raíces, yates, obras de arte y otras formas de riqueza que los superricos esconden, libres de impuestos, en los paraísos fiscales extraterritoriales.) Henry se refiere a éstos como un “agujero negro” en la economía mundial y señala que, “a pesar de tener mucho cuidado de quedarse corto, por prudencia, los resultados son asombrosos.” 

Hay una gran cantidad de información que analizar en este informe, por lo que nos hemos limitado aquí a seis cosas que debe usted saber sobre el dinero que los más ricos del mundo esconden al resto de nosotros. 

1. Les presentamos al Top 0,001%
“Según nuestras estimaciones, al menos un tercio de toda la riqueza financiera privada, y casi la mitad de toda la riqueza offshore, es ahora propiedad de las 91.000 personas más ricas del mundo: sólo un 0,001% de la población mundial”, dice el informe. Estos 91.000 que forman el vértice de la pirámide tienen alrededor de 9,8 billones de dólares del total estimado en este informe, y menos de diez millones de personas detentan todo el montón de dinero en efectivo. 

¿Quiénes son esas personas? Sabemos que son los más ricos, pero ¿qué más sabemos de ellos? El informe menciona a “especuladores inmobiliarios chinos y magnates del software de Silicon Valley, con edades en torno a la treintena de años”, y luego están aquellos cuya riqueza proviene del petróleo y el tráfico de drogas. No menciona, pero podría, a los candidatos presidenciales de Estados Unidos. Por ejemplo, a Mitt Romney que recibió fuertes críticas por tener dinero guardado en una cuenta bancaria en Suiza y en inversiones ubicadas en las Islas Caimán, según el sitio web Politifact 2

Los narcotraficantes tienen necesidad, por supuesto, de ocultar sus ganancias ilícitas, pero muchos de los otros superricos pretenden simplemente evitar el pago de impuestos, para lo cual construyen complicadas redes de empresas e inversiones sólo para deducir un poco más de la factura fiscal que pagan en su país de origen. Todo sirve.

2. ¿Dónde está el dinero? Difícil saberlo
Offshore , según Henry, no es ya un lugar físico, aunque haya bastantes lugares, como Singapur y Suiza, señala, que todavía se especializan en proporcionar “residencias físicas seguras y fiscalmente interesantes” a los ricos del mundo. 

Pero en estos tiempos que corren, la riqueza offshore es virtual. Henry lo describe como algo nominal, hiperportátil, multijurisdiccional, a menudo lugar temporal de redes de entidades y arreglos legales o cuasi legales. Una empresa puede estar situada en una jurisdicción, ser propiedad de un fideicomiso ubicado en otro lugar y estar administrada por fideicomisarios de un tercer lugar. “En última instancia, por lo tanto, el término offshore se refiere a un conjunto de capacidades” y no tanto a uno o varios lugares. 

También es importante, señala el informe, distinguir entre los “paraísos intermedios” –lugares en los que piensa la mayoría de la gente cuando habla de paraísos fiscales, como las islas Caimán de Mitt Romney, las Bermudas o Suiza– y los “paraísos de destino”, que incluyen los EE.UU., el Reino Unido e incluso Alemania. Estos destinos son deseables ya que proporcionan “mercados de valores relativamente eficientes y regulados, bancos respaldados por grandes poblaciones de contribuyentes, y compañías de seguros. Además de códigos jurídicos desarrollados, abogados competentes, poder judicial independiente y Estado de derecho.” 

Así pues, los mismos que escapan al pago de impuestos barajando su dinero por diferentes lugares, se aprovechan de los servicios financiados por los contribuyentes para hacerlo. Y aquí, en EE.UU., algunos estados han comenzado, desde la década de 1990, a ofrecer entidades jurídicas a bajo costo “cuyos niveles de confidencialidad, protección frente a los acreedores y ventajas fiscales rivalizan con los de los tradicionales paraísos fiscales secretos del mundo.” Añada a esto el porcentaje cada vez menor de los impuestos que pagan los ricos y las empresas estadounidenses y verán que estamos empezando a tener un aspecto muy atractivo para aquellos que buscan escamotear su dinero.

3. Grandes bancos rescatados dirigen este negocio
¿Pero, quién facilita este proceso? Algunos nombres familiares salen rápidamente a la superficie cuando se escarba en los datos: Goldman Sachs, UBS y Credit Suisse son los tres primeros, y el Bank of America, Wells Fargo y JP Morgan Chase están en el Top 10 . Según señala el informe, “Ahora podemos añadir algo más a su lista de distinciones: son los actores principales de los refugios fiscales de todo el mundo y herramientas clave del injusto sistema tributario global.” 

A finales de 2010, los mayores 50 bancos privados gestionaban alrededor de 12,1 billones de dólares en “activos transfronterizos” invertidos por sus clientes. Es más del doble de la cifra de 2005, y representa una tasa media de crecimiento anual superior al 16 por ciento. 

“Desde bancos a empresas contables y abogados corporativos, algunas de las mayores empresas del mundo son parte de la trama de evasión fiscal global”, escribe en The Guardian la investigadora financiera (y ex trader de Goldman Sachs) Lydia Prieg. “Estas empresas no son personas jurídicas a las que podamos llamar la atención para que paguen su parte justa; su razón de ser consiste en maximizar sus ganancias y las de sus clientes.” 

“Hasta finales de la década de 2000”, señala Henry, “la sabiduría convencional entre los capitalistas evasores era ‘¿Qué hay más seguro que los bancos suizos, estadounidenses o británicos etiquetados como “demasiado grande para quebrar?”’ Sin los rescates que acompañan a la crisis financiera de 2008 –añade– muchos de los bancos que están escondiendo dinero en efectivo para los ultra ricos ya no existirían. “Dar por sentado el apoyo de los gobiernos es precisamente la razón principal por la que los superricos hacen sus negocios con los bancos de mayor tamaño.” 

4. La desigualdad es peor de lo que creíamos
Con toda esta riqueza oculta en todo el mundo, imposible de contar y de hacer tributar –señala Tax Justice Network–, no cabe duda de que estamos subestimando la desigualdad de ingresos y riqueza realmente existente. Stewart Lansley, autor de The Cost of Inequality (El costo de la desigualdad), aseguró a Heather Stewart, de The Guardian: “No hay absolutamente ninguna duda de que las estadísticas sobre la renta y la riqueza de los de arriba disminuyen la magnitud del problema”. 

Al calcular el coeficiente Gini, que mide la desigualdad en una sociedad, dijo, “No se recogen los multimillonarios y billonarios, e incluso cuando se hace, no es adecuadamente”. 

Este es un asunto tan importante que Tax Justice Network incluyó un segundo informe, al mismo tiempo que el de Henry, titulado “Inequality: You don’t know the half of it” 3 (Desigualdad: no conoce usted ni la mitad). El informe detalla todos los problemas de la forma en que ahora calculamos la desigualdad; a menudo parecen ser, en esencia, que no tenemos una medida exacta de la verdadera riqueza de los super ricos. Los datos sobre ingresos fiscales están disponibles, pero si en realidad hay billones escondidos por todo el mundo en los paraísos fiscales, ¿cómo calcular los ingresos reales de los más ricos del mundo? 

La desigualdad se ha disparado en todo el mundo, según los cálculos comúnmente utilizados. Si el 1 por ciento superior de la población de EE.UU. no sólo es dueño de un 35,6 por ciento de la riqueza, por ejemplo, sino que también tiene un paquete de dinero mucho mayor escondido en algún lugar, ¿qué significado tiene esto para nosotros? No olvidemos, señala el informe, que “la desigualdad es una opción política.” Es decir, nosotros decidimos qué hacer como sociedad basándonos en el monto de desigualdad que consideramos tolerable o justo. Si ese monto es mucho mayor de lo que pensamos, ¿de qué modo sesga nuestras prioridades?” Muchos estadounidenses ya de por sí están mal informados acerca de nuestro nivel de desigualdad, pero este informe confirma que incluso los supuestos expertos están subestimando en mucho el problema.

5. Los países “endeudados” no deben, en realidad, nada
El informe de Henry destaca un subgrupo de 139 países, de ingresos bajos o medios ingresos, y destaca que según la mayoría de los cálculos, dichos 139 países tenían en conjunto una deuda superior a 4 billones de dólares a finales de 2010. Pero si se toma en cuenta todo el dinero que se atesora offshore , los países en realidad tendrían una deuda negativa de 10 billones de dólares, o como Henry escribe: “Una vez tomados en consideración estos activos ocultos y los ingresos que generan, muchos antiguos países “deudores” resultan ser, de hecho, países ricos. Pero el problema es que su riqueza está depositada offshore , en manos de sus propias élites y sus banqueros privados.” 

Henry señala además que los países en desarrollo en su conjunto resultan ser acreedores del mundo desarrollado, en lugar de deudores, y lo han sido durante más de una década. “Esto significa que se trata realmente un problema de justicia tributaria, no simplemente de “deuda.” 

Pero esas deudas, como hemos señalado, recaen en los hombros de los trabajadores de esos, que no pueden disfrutar de las ventajas de los sofisticados paraísos fiscales. 

Y esto, por supuesto, no es sólo un problema del mundo en desarrollo. Hoy día, señala Henry, el mundo desarrollado tiene su propia crisis de la deuda (véanse los problemas actuales de la zona euro). El economista francés Thomas Piketty señala, “la riqueza depositada en paraísos fiscales es probablemente de un monto suficiente como para convertir a Europa en un acreedor neto muy grande con respecto al resto del mundo.”

6. ¿Cuánto estamos perdiendo?
He ahí el meollo del asunto, ¿no es así? Es imposible saber a ciencia cierta, por supuesto, debido a que las cifras son sólo estimaciones, pero Henry calcula que si estos 21 billones de dólares no declarados obtuvieran una tasa de rendimiento del 3 por ciento y los ingresos se gravaran a un 30 por ciento, por sí solos generarían ingresos fiscales de alrededor de 190.000 millones de dólares. Si la cantidad total de dinero colocada en paraísos fiscales fuera cercana a la estimación más alta, es decir a 32 billones de dólares, se obtendrían cerca de 280.000 millones, que es aproximadamente el doble del monto que los países de la OCDE gastan en ayuda al desarrollo. En otras palabras, un montón de dinero. Y eso teniendo en cuenta que un rendimiento del 3 por ciento es un cálculo muy prudente. 

Estamos hablando únicamente de impuestos sobre la renta: los impuestos sobre las plusvalías, impuestos a la herencia y otros aportarían aún más. 

Por eso Henry afirma que, a fin de cuentas, podríamos tomar este asunto como una buena noticia. “El mundo acaba de localizar un montón enorme de riqueza financiera que podría utilizarse para contribuir a la solución de los problemas mundiales más acuciantes”, escribe. “Tenemos la oportunidad de pensar no sólo acerca de cómo prevenir algunos de los abusos que han conducido a esta situación, sino también de pensar en la mejor manera de hacer uso de los ingresos actualmente no tributables que genera.”

1 James S. Henry, The Price of Offshore Revisited , 2012
3 http://taxjustice.blogspot.be/2012/07/inequality-you-dont-know-half-of-it.html

Sarah Jaffe
alternet.org
Traducido para Rebelión por S. Seguí
http://www.rebelion.org/noticias/economia/2012/8/seis-cosas-que-debe-usted-saber-acerca-de-los-21-billones-de-dolares-que-las-154781
 

viernes, 17 de agosto de 2012

“La economía como elemento de la teología política”

El título de esta contribución puede parecer a algunos extraño, pues no creo que la palabra "teología" se haya unido con frecuencia a la palabra economía en el marco de estas charlas, para otros puede resultar incluso irritante, pues "con la que está cayendo" resulta casi una provocación dedicarse a estas abstracciones. Sin embargo, la crítica de la economía que hoy proponemos tiene mucho que ver con formas de crítica práctica del orden existente como la que han protagonizado Juan Manuel Sánchez Gordillo y otros compañeros del SAT en estos últimos días y con todas las demás formas de apropiación de los comunes por parte de la multitud que se han sucedido últimamente. La crítica de la economía capitalista es efectivamente una crítica de la propiedad, no sólo de la propiedad privada, sino de la propiedad en general, incluida la propiedad pública estatal. Ahora bien, una crítica general de la propiedad en el marco de nuestra civilización es algo sencillamente inadmisible. El capitalismo se basa en el individualismo posesivo, es un orden social basado en la existencia de individuos aislados que sólo se relacionan entre ellos a través del intercambio de propiedades. En ese tipo de sociedad el individuo lleva, según sostenía Marx, sus relaciones sociales "en el bolsillo" pues sus relaciones con los demás siempre están mediadas por ese instrumento del intercambio por excelencia que es el dinero.  Vivimos en una sociedad que el poder existente intenta constituir como una sociedad de individuos aislados y propietarios. En este tipo de sociedad basada en la propiedad  muchos consideran "una barbaridad" que un grupo de personas expropie alimentos en los supermercados para entregárselos a personas necesitadas. Es también esta sociedad la que nos hace ver como una evidencia incontrovertible que "hay que pagar sus deudas", por mucho que ello suponga la pérdida de la libertad, la hacienda y la dignidad. Una sociedad de individuos aislados es una sociedad basada en el intercambio, en la cancelación de toda deuda mediante la entrega de un equivalente. Ahora bien, es eso realmente una sociedad? Cuando se salda una deuda, se acabó toda obligación hacia el otro, en último término, se acabó el vínculo social. En cierto modo, una sociedad de mercado es lo contrario de una sociedad.

En este tipo de sociedad, a todos nos parece evidente que existe una esfera económica, incluso que la economía es la instancia que determina el conjunto de la vida social. Esta concepción suele incluso -erróneamente- asociarse al marxismo, ignorando que la obra de Marx es una crítica de la economía política y no una versión mejorada de esta. La ideología dominante del capitalismo queda excelentemente expresada en la famosa frase del presidente Clinton con la que pretendió justificar el abandono de su política social: "It"s economy, stupid!" (¡Es la economía, estúpidos!).

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Sin embargo, la idea de una economía en el sentido moderno, como instancia auto-regulada de la vida social diferenciada de la política o de la ideología, sólo aparece muy tardíamente, en el siglo XVIII. La mayoría de los periodos históricos anteriores nunca pensaron la economía en este sentido. El propio término "economía" tiene una historia peculiar: en la Grecia antigua se refiere a la gestión de la casa y de la familia como unidad de producción y de consumo, pero también en todos sus demás aspectos como la buena gestión de los esclavos, los niños, las mujeres etc. A diferencia de la economía actual que tiene una dimensión social, la economía antigua es una realidad privada. La economía no es un elemento ni un objeto de la política, sino la base que permite a un individuo ser ciudadano. La política no trata de cuestiones "económicas", pues estas son exclusivamente privadas: la expresión "economía política" en la Grecia antigua, habría sido percibida como intrínsecamente contradictoria.  Este significado del término "economía" desaparece junto con el régimen social de la ciudad antigua, pero permanece como término técnico de la teología. La economía, en este sentido, guarda relación con el misterio de la salvación: su momento central es la encarnación de Dios en el hombre que es Jesucristo y que Gregorio de Nisa presenta como un auténtico ardid de pescador: "la divinidad, a fin de ofrecer una presa fácil a quien buscaba su ventaja en el rescate que exigía a cambio de nosotros, se escondió en el envoltorio de nuestra naturaleza de modo que, tal como ocurre con los peces voraces, el anzuelo de la divinidad fuese tragado junto con la carne que servía de cebo; de este modo, al ir a establecerse la vida en la muerte y al ir la luz a brillar en las tinieblas, desaparezca lo que se considera opuesto a la vida y a la luz" (Gr. de Nisa, Discurso catequético, XXIV, SC 453). La economía es la progresiva revelación de Dios en la historia de la humanidad, revelación a la que se opone la presencia en el mundo del mal y del pecado. Como afirma Juan Crisóstomo "el diablo pone un empeño encarnizado en destruir esta fe entre los hombres, pues sabe que si dstruye la fe en la economía, la mayoría de las realidades que nos conciernen desaparecerá" (Juan Cris. Sobre la Igualdad del Padre y del Hijo). Hay una economía de Dios que nada tiene que ver con la gestión de una hacienda privada, sino con el gobierno del universo y de los hombres orientado a la realización de un plan de salvación. La economía divina no es un gobierno directo mediante una revelación de la voluntad y de la ley del creador que actuaría como soberano del universo, sino un gobierno indirecto que se apoya en el deseo y las pasiones de los hombres y se sirve incluso del mal como medio de realización de la salvación en un mundo dominado por el pecado. Los padres de la Iglesia que desarrollaron esta teoría de la economía se refirieron con cierta frecuencia a la acción de Dios como a la de "una mano invisible" que consigue sus objetivos por vías indirectas y secretas en un mundo donde los hombres, movidos por su deseo y sus pasiones, creen ser enteramente libres y artífices de su destino. Así, Agustín de Hipona afirmará en la Ciudad de Dios (XII, 23) que "La mano de Dios es la potencia de Dios capaz de realizar lo visible de una forma invisible." La economía ha pervivido en la teología bajo el nombre de teodicea o justificación de Dios: gracias al concepto de economía era posible explicar a la vez la omnipotencia divina y la existencia necesaria del mal, pues el mal se presentaba como un instrumento de la salvación.
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Esta concepción resucitará en el siglo XVIII en un contexto que no se presenta ya como teológico. Se trata del momento en que el Estado absolutista se ve ante la necesidad de tomar en consideración las nuevas realidades de una sociedad comercial desplegada en su territorio. Ante la complejidad de una población que ya no está mayoritariamente sometida al orden feudal y, cada vez más se ve integrada en relaciones mercantiles, se plantea el problema de su gobierno. Dos modelos contrapuestos se propusieron como solución: o bien un desarrollo ilimitado del poder legal del soberano, que gobernaría la complejidad mediante una gran profusión de normas y de procedimientos destinados a hacerlas cumplir, o bien un gobierno indirecto de esta nueva realidad basado en el conocimiento de sus mecanismos de funcionamiento, en el desarrollo de un saber sobre la población, sus deseos, sus ambiciones y el modo en que estos se materializan en relación con la riqueza, su producción y su distribución y reparto. Ante el gobernante absolutista se presentan, pues, dos modelos: por un lado, el Estado policial (Polizeistaat) y la ciencia que lo acompaña, la "Polizeiwissenschaft" o ciencia de la policía, por otro, un modelo basado en el conocimiento por parte del soberano de las leyes de la economía y la consiguiente restricción de su acción de gobierno directo. Para los fisiócratas, los primeros economistas políticos, la economía se presenta como un "gobierno natural", un gobierno de la naturaleza contrapuesto al gobierno legal del soberano y al que el propio soberano debe plegarse. Por otra parte, el soberano que conoce estas leyes puede y debe legislar para imponer su respeto. El despotismo del monarca absoluto se convierte en un despotismo basado en la "verdad", en la "evidencia". La economía es la base de un despotismo donde el poder se oculta y se presenta a sí mismo como un saber. Lo que cabe destacar aquí es que el término "despotismo" que adquirirá posteriormente una connotación negativa es reivindicado por estos autores en un sentido positivo. Su modelo es China, la sociedad de mercado que, en el siglo XVIII había conocido una "revolución industriosa", una revolución industrial de base familiar y comunitaria sin expropiación masiva de los trabajadores. Quesnay, el fundador de la escuela fisiocrática escribirá un elogio del Despotismo de China caracterizando el gobierno de ese país como un gobierno moral basado en la "ley natural".

La expresión "mano invisible" aparece en el liberalismo clásico en la obra de Adam Smith para quien el bien moral se abre paso a través de las pasiones humanas. Como afirma en su Teoría de los sentiemientos morales: "una mano invisible parece forzar a los ricos a concurrir a la misma distribución de las cosas necesarias para la vida que habría tenido lugar si la tierra hubiera sido entregada en la misma proporción a todos sus habitantes; de este modo, sin tener intención de hacerlo, sin saberlo siquiera, el rico sirve al interés social y a la multiplicación de la especie humana" (Teoría de los sentimientos morales). Esta temática regeresará en la Riqueza de las naciones: "No esperamos obtener nuestra cena merced a la benevolencia del carnicero, del tendero o del panadero, sino del cuidado que prestan a sus propios intereses. No nos  dirigimos a su humanidad, sino a su egoismo, y nunca les hablamos de nuestras necesidades, sino siempre de su beneficio." Podemos hoy apreciar en qué medida este planteamiento resulta perfectamente utópico cuando se nos dice que un aumento del beneficio del capital financiero a costa de las necesidades materiales de la mayoría social redundará en interés del conjunto de la sociedad....
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Esta idea de una realidad económica "natural" que se impone a la decisión política y que el gobernante debe hacer respetar sobrevive en el liberalismo. El liberalismo, a través de las distintas teorías de la autorregulación y de la mano invisible, nos presenta la economía como un poder natural que prima sobre el poder legal. Del mismo modo que el poder soberano de Dios quedaba, en los Padres de la Iglesia, invisibilizado en favor de un proceso complejo regido de manera indirecta, el poder del monarca absolutista también desaparece en parte en favor de una economía que se gobierna a sí misma y que determina los límites y el contenido de la acción legislativa del soberano. El poder soberano queda así reducido, en teoría, a un papel mínimo, de mero vigilante de un proceso que no requiere de su intervención. Sin embargo, el mercado generalizado, aquél en el que no sólo se intercambian mercancías materiales sino también esa mercancía muy peculiar que es la capacidad física e intelectual humana de trabajar, la fuerza de trabajo, ha requerido y requiere a diario una constante intervención del poder soberano que garantice la reproducción de las condiciones de existencia de este mercado: 1) disponibilidad de capitales libres, 2) trabajadores libres (expropiados), 3) condiciones de libertad y seguridad jurídicas (libertad, igualdad, propiedad).


La aparente "naturalidad" de las relaciones económicas es así el resultado de una creación permanente de sus condiciones de existencia por el poder estatal. Estado y mercado no se oponen, como sostiene la corriente aún mayoritaria del pensamiento de la izquierda, sino que constituyen el par complementario de la dominación política moderna. El Estado constituye y reproduce, en último término mediante la violencia, las condiciones de funcionamiento del mercado como institución central de la "autorregulación" de la economía. El Estado crea y reproduce violentamente la existencia de trabajadores libres y de capitales con libertad de circulación. En el primer caso, mantiene mediante un entramado legal y represivo la separación de los trabajadores respecto de los medios de producción, en otros términos, su separación respecto de los comunes productivos. En el segundo caso, permite la convertibilidad del dinero en cualquier tipo de mercancía, incluida la mercancía fuerza de trabajo que permite producir valor añadido, plusvalía. Gracias a esta libre convertibilidad del dinero en mercancías diversas combinadas entre sí como componentes del capital, es posible que las condiciones de trabajo y de existencia de los trabajadores se les lleguen a presentar a estos como una realidad enteramente exterior que los domina. La autorreproducción del capital es así la base de la concepción de una esfera económica que se autorregula y determina las demás instancias de la vida social.
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Una crítica coherente del capitalismo no puede consistir en una defensa del Estado frente al mercado, sino en la afirmación de lo que tanto el mercado como el Estado ignoran y procuran liquidar: la esfera de los comunes o, en otros términos, de una relación social permanente que no se reduzca al intercambio. Los comunes productivos son todos aquellos recursos necesarios para la reproducción de la vida humana y de sus condiciones que se encuentran disponibles para todos: el lenguaje, la capacidad comunicativa y afectiva, el conocimiento, pero también los recursos naturales como el agua, el aire, la tierra, el mar. Se trata de realidades esenciales para la producción material e inmaterial que no pueden sin deterioro ser objeto de propiedad. La propiedad es un ius utendi atque abutendi, un derecho exclusivo de usar y abusar, un derecho por consiguiente de destruir la cosa y de privar a otros de su acceso a ella. Si se someten a derechos de propiedad los comunes, estos se atrofian. Su uso colectivo basado en el libre acceso no sólo permite impedir esta posible destrucción, sino incluso aumentarlos y desarrollarlos. Nada aumenta más el conocimiento que el libre acceso a este por parte del mayor número y nada ha destruido más eficazmente los entornos naturales que su conversión en propiedad privada.  Y es que los comunes no nos pertenecen: el libre acceso a ellos se basa más bien en el hecho de que pertenecemos a los comunes, que la vida humana existe en un marco social y natural mínimo del que no puede separarse. Los comunes como tales están más allá de la propiedad, pero no sólo de la privada, sino también de la pública. Hoy, los Estados que deberían tutelar bienes comunes como la salud y la educación, la comunicación y el transporte, tratan a estos como una propiedad privada. Esto se debe a que la propiedad pública estatal también es una forma de expropiación de los comunes por la cual lo que es de todos se presenta como algo que no es de nadie. La propiedad pública estatal puede impedir el acceso a los comunes tanto como cualquier propiedad privada; puede incluso convertirse en un medio de expropiación de los comunes. Es lo que se vio en los labores del capitalismo con la desamortización de las tierras "baldías" o comunales o lo que hace pocos años se pudo presenciar en la liquidación del socialismo yugoslavo cuando los Estados tuvieron que nacionalizar los bienes de las cooperativas autogestionadas para privatizarlos inmediatamente después.
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La economía que se nos presenta como una fuerza gigantesca y ajena, como un límite permanente a nuestra libertad no es la única posible: es posible pensar y practicar una economía en la cual la dimensión colectiva no nos sea algo ajeno en manos de un patrón privado o de un Estado, sino aquello que constituye la condición indispensable de nuestra capacidad de producir. Es necesario pensar una nueva economía libre de las raíces teológicas de la disciplina e integrada en la historia real para salir de la conjunción poder soberano/economía, en otras palabras, del laberinto liberal en el que la izquierda está presa. Todo esto requiere toda una serie de cambios muy profundos, un auténtico proceso constituyente capaz de crear auténticas instituciones de lo común y una democracia que no se presente como un modo de organización de un poder separado, de un poder de Estado.
John Brown
Iohannes Maurus

Domingos de economía en El Retiro (12 de agosto)
Vídeo completo de la intervención: http://vimeo.com/47463282