Así juegan con la idea del miedo
El miedo a la crisis. El miedo a la
incertidumbre. El miedo al futuro incierto. Y así reparten el miedo que
hoy lo ocupan como instrumento de dominación y de sumisión. Esto lo
hemos visto demasiadas veces. Lo utilizó la derecha con la campaña del
terror en la campaña presidencial de 1970 cuando resultó ganador Salvador Allende.
Lo utilizaron antes, durante y después del derrocamiento del
Presidente. Esta cantinflera que ocupa la derecha y el empresariado
mundial ya lo estamos viendo nuevamente.
Para aclarar a algunos desmemoriados les
recuerdo que siempre han existido las mal llamadas crisis. Hay algunas
que van y otras que vienen. La crisis asiática y la sub prime en EE.UU. y la de Portugal, la de Grecia y la de España,
y la que viene y las que vendrán. Las que suman hasta hoy la no
despreciable cifra de más de 280 crisis desde la gran depresión y
también desde que el capitalismo financiero, con sede en la Bolsa de Wall Street de Nueva York, comenzó a imponer sus políticas neoliberales a nivel mundial.
Existen varias hipótesis sobre el origen
de estas crisis, entre ellas la que sostiene que éstas corresponden a
ciclos inevitables de un modelo económico irreal basado en la
especulación financiera, el narcotráfico y una variada gama de negocios
ilícitos y muy turbios que poco tienen que ver con las leyes que rigen
las economías reales. En todas ellas existe un denominador común que es
la corrupción de la clase política que gobierna. Otros dicen que es la
ley de oferta y la demanda cuyo dogma es el mercado, ya sea la economía
planificada o una mezcla de ambas.
Lo que es claro, sea cual sea su origen,
ya sean producidas por el cansancio del modelo, otras provocadas a
propósito o simplemente por la propia ineficacia de los gerentes
planificadores que todo lo saben. Estas son manipuladas de tal forma que
en los hechos no hacen otra cosa que fortalecer la hegemonía global del
capital financiero en desmedro de la ciudadanía y del tambaleante
capitalismo a medias, no tan extremo (aún vigente en países como China, Rusia y Brasil).
Es así como para superar estas crisis o
esto miedos, se impulsan desde los países, presionados por los banqueros
y las grandes empresas multinacionales, procesos de privatización de
todo lo que puede considerarse fuente de lucro y concentración de
capital. Todo se vuelve mercancía, la salud, la educación, los servicios
de utilidad pública, el agua. Se refunda el Estado poniéndolo al
servicio exclusivo del capital financiero y la democracia no vuelve a
ser ni la sombra de lo que era. Es decir que estas crisis, que son de
una pequeña élite o pandilla mundial de especuladores, mafiosos e
ineptos ricachones dueños del dinero, de los grandes medios de
comunicación y la tecnología, se vuelven contra nosotros. Es decir se
vuelve en contra del resto de la población mundial que aun sigue
creyendo en el miedo a una catástrofe financiera y económica.
En el fondo de las llamadas “CRISIS”, en
los hechos, aparece la artimaña que usa el capitalismo para
reacomodarse y profundizar el modelo de dominación. De ir generando a
través de los mecanismos que impone para la resolución de cada una de
ellas mayor concentración de la propiedad y de los recursos del Estado.
Cada una de estas crisis es una ocasión más para apropiarse a como dé
lugar de los recursos naturales y el fruto del trabajo de todos los
habitantes del planeta, ya sea por las “buenas” utilizándolas como
subterfugio o ya sea por medio de guerras y golpes de Estado en nombre
de la supuesta defensa de la democracia y la lucha contra el terrorismo.
O por el menos, pero oculta trama, de comprar y corromper a los
políticos (que no se demoran mucho en ser cooptados). Y la última, de
mantener a una población en silencio frente a la coyuntura política en
nombre del miedo.
Estas formas de salidas a las crisis son posibles por el control que ejercen sobre los países, especialmente sobre los Estados Unidos,
el capitalismo financiero. Así como también de la apropiación de los
medios de comunicación y de la clase política mundial, amparados en la
ventaja de contar con el monopolio de las armas y la falta de una
alternativa popular y democrática.
Los resultados de estas llamadas crisis
han sido hasta hoy y siempre los mismos: los ricos se hacen más ricos (y
cada día son menos), y los pobres más pobres (y cada día somos más).
Así el planeta continúa su acelerado deterioro y la democracia se va
quedando en los huesos o la penumbra. Y aquí me quiero explayar un poco
más sobre esto; la democracia no es aquel ejercicio cívico de ir a votar
cada cuatro años, sino todo lo contrario y en esto los jóvenes
demostraron su valía; la democracia es participación, debate continuo,
movilización ciudadana, opiniones diversas, y por sobre todo respeto a
la opinión contraria.
EL FIN DEL ESTADO DE BIENESTAR EN EL PRIMER MUNDO
Si algo caracterizó hasta hace muy poco
tiempo atrás a los países europeos y del primer mundo fue una cierta
equidad en la repartición de la riqueza. Cuestión que permitía a sus
ciudadanos gozar de un relativo bienestar. Esto fue posible gracias a la
existencia de un Estado regulador y redistribuidor de la riqueza, la
que en gran medida se obtenía del comercio desigual con el tercer mundo
(entre ellos los países sudamericanos) y la apropiación de sus recursos
naturales y la propiedad de la tecnología. Una concepción del Estado el
que aun siendo capitalista, aseguraba al ciudadano del primer mundo
ciertas cuestiones básicas como salud, educación, etc., al que se le
denominó “Estado de bienestar”.
Todo esto ha comenzado a desaparecer y
muy pronto se extinguirá producto de las llamadas políticas de recortes o
de austeridad, supuestamente necesarias para superar la crisis. Las que
se aplican contra los trabajadores y la población en general para
desviar recursos hacia la banca privada y para la transformación del
“Estado de bienestar” por uno de nuevo cuño orientado a favorecer
exclusivamente al capital financiero. Del mismo modo ocurre con la
apropiación de la riqueza del tercer mundo la que hoy se destina sin más
a engrosar las arcas de la banca y las corporaciones transnacionales
(En el caso de Chile esto último lo hemos visto con el desvío de fondos de Enersis y las AFPs para cancelar la deuda de los bancos españoles).
Es así como los propios ciudadanos del
primer mundo están viendo día a día como se deteriora su calidad de
vida, disminuyen sus ingresos y la pérdida paulatina, pero a este paso
inevitable, de la gran mayoría de los beneficios alcanzados por las
reivindicaciones de los años anteriores.
Después de esta crisis y otras que
vendrán será aún más difícil distinguir entre un pobre europeo o un
norteamericano de un pobre del tercer mundo, como tampoco será posible
distinguir entre los ricos de los países centrales y los ricos del
tercer mundo. De continuar en esta dinámica, en unos años más ya no
seremos sólo los africanos, los latinoamericanos, los vapuleados
tercermundistas los que habremos de sufrir las penurias inherentes al
subdesarrollo, sino también los ciudadanos de lo que hoy se conoce como
el mundo desarrollado. Con esta nueva política todos quedaremos
nivelados: unos muy arriba, otros muy abajo y al centro una pequeña
franja de la sociedad constituida por aquellos y aquellas que cuenten
con la suerte de quedar entre los elegidos para administrar el modelo.
Como los nuevos gerentes o como empresario de segunda supeditado al
capital financiero, profesional de elite, político institucional,
militar o juez de alta jerarquía.
Este es el futuro que nos ofrece el
capitalismo financiero norteamericano y judío, crisis y más crisis en
las que ellos se enriquecen, los recursos naturales se agotan, el
planeta se extingue y la gran mayoría de la población se pauperiza a
niveles extremos.
Todo esto en el contexto de un mundo que
disponiendo de todas las bases tecnológicas y materiales para resolver
los problemas que aquejan a la humanidad, éstos, lejos de resolverse, se
agudizan y amplían a todos los habitantes del mundo, producto de la
voracidad del capitalismo.
NO TODO ESTÁ DICHO NI PERDIDO
No obstante no está todo dicho; la emergencia en la economía mundial de otros actores con economías fuertes como la de Brasil, India,
Rusia y China que abogan por un capitalismo de corte neo keynesiano y
la multipolaridad. También se le suman los gobiernos progresistas de Latinoamérica
y de otras latitudes. Esto países presionan y de una forma u otra y
resisten la voracidad del capitalismo y no aceptan su hegemonía. Como
tampoco aceptan la imposición de la crisis y a sangre y fuego de las
políticas impulsadas por el FMI y sus acólitos, abogando por formas capitalistas más equilibradas.
No obstante lo anterior, los unos y los
otros representan fórmulas agotadas que no apuntan a la solución del
tema central y es que jamás al capitalismo le ha interesado resolver la
explotación del trabajo asalariado, las sociedades divididas en clases,
la intolerancia étnica, religiosa y cultural, la reorientación del
desarrollo tecnológico, la sobrevivencia del planeta y la humanidad.
Como tampoco aseguran la superación de la democracia representativa la
que no garantiza la auténtica participación democrática que hoy reclaman
los ciudadanos del mundo.
Como me dijo un gran amigo: “Es mas fácil pedirle a un muerto que se levante a que la burguesía y el capitalismo sean justos”.
LOS NUEVOS AIRES QUE SOPLAN EN EL MUNDO
La superación definitiva de lo
anteriormente señalado no podemos esperarla de ninguno de aquellos
actores que propugnan variaciones sobre el mismo tema, es decir de la
clase política actual que gobierna. La verdadera solución debe salir de
la propia gente, de aquellos que con su trabajo generan la riqueza, el
conocimiento, la ciencia y la tecnología.
Así lo están entendiendo amplios
sectores de la ciudadanía, los que en diversas latitudes del orbe se
organizan, salen a las calles a expresar su descontento y sobre todo, en
una primera instancia, a resistir las políticas que intenta imponer el
capital financiero a nivel global. La verdadera crisis del capitalismo
será cuando éste, cuando amagado por las grandes mayorías, ya no pueda
reinventarse para prolongar su agonía, ni con falsas crisis y soluciones
de parche, ni con guerras y golpes de Estado, ni con corrupción, ni con
todo su poder nuclear. Para terminar y para ser más claros, la crisis
del capital será posible cuando la ciudadanía definitivamente pierda el
miedo.
Hugo Farías Moya
El Ciudadano. Chile
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