martes, 25 de febrero de 2014

La macroeconomía paradójica: "los de arriba" y "los de abajo"

De acuerdo con los vaticinios que formulan los tecnócratas "expertos" del sistema, tanto los autóctonos como aquellos que están adscritos a la máquina burocrática de la Unión Europea, la economía española ha entrado en una "nueva fase". ¿Significa eso que estamos saliendo de la crisis provocada por la dinámica inevitable del desarrollo capitalista, y cuyo detonante fueron las operaciones financieras fraudulentas de los bancos? O planteado de otro modo: ¿se iniciará a partir de ahora un proceso de recuperación económica en la vida de los asalariados españoles? La verdad es que no sucederá ni lo uno, ni lo otro. Toda argumentación que trate de expresar lo contrario es pura propaganda partidaria,  orientada no sólo a ocultar las razones de la crisis, sino también las oscuras perspectivas que se avecinan tanto para  los asalariados, los parados y los pensionistas españoles, como para las clases medias; es decir, para los pequeños empresarios, los pequeños comerciantes, los universitarios titulados, etcétera.

LA BATALLA DECISIVA CONTRA LOS SALARIOS
Este pronóstico no es el resultado de la elucubración delirante  emitida por los que la derecha denomina los "agoreros del desastre". Son los diagnósticos que realizan la propia Unión Europea, el Fondo Monetario Internacional (FMI) y los expertos de la Banca Morgan - el JP Morgan Chase Bank-, símbolo estadounidense del poder financiero. Todos ellos coinciden en sus predicciones en torno a cuál va a ser el ritmo de crecimiento de la economía española. Estas dos  entidades, cuyos análisis parten naturalmente  de visiones ideológicas capitalistas muy concretas, que responden a los intereses transnacionales que representan, mantienen que para que a medio plazo nuestras colosales cifras de paro puedan irse reduciendo, el actual gobierno y los sucesivos necesitarían implementar en el mercado laboral una serie de medidas "imprescindibles". En primer lugar, poner en marcha una nueva reforma laboral, que implante un "contrato único", que contemple  una baja  indemnización por despido. La Comisión Europea, por su parte, propone además que los salarios "sean más sensibles a las condiciones específicas de las empresas y de la economía en general, fundamentalmente suprimiendo las prórrogas legales de los convenios colectivos". Dicho en román paladino, que desaparezcan los propios convenios colectivos. 

      Resulta obvio aclarar que de aplicarse las  "recomendaciones" de estas instituciones foráneas - y se aplicarán -  éstas repercutirán de forma demoledora sobre la economía de todos aquellos españoles que dependen de un salario o han pasado a engrosar las filas del paro.

 Y  es que tanto la gran burguesía española como la internacional han orientado sus esfuerzos hacia una batalla encarnizada por lograr una reducción salarial que disminuya sensiblemente los costes de producción y centuplique sus beneficios. La confrontación está centrada, pues, en esos objetivos. En la medida en que las clases hegemónicas españolas vayan arrancando conquistas a los asalariados, las denominadas "cifras macroeconómicas" mejorarán, al tiempo que las condiciones laborales y salariales de los trabajadores empeoraran irremisiblemente. 

EL FUTURO  DE "LOS DE ABAJO", SEGÚN "LOS DE ARRIBA"
Pero aun cuando se produjera  esa catarsis de renuncias por parte de los asalariados españoles que exige la Unión Europea y el FMI, no se lograría  disminuir la  cifra de desempleados. De  acuerdo con los diagnósticos del Fondo Monetario, solo en el año 2025 el número de parados empezaría a recuperar levemente los niveles  que tenía en el 2007.Los economistas del sistema no han dudado en englobar a esta masa de desempleados, entre  cinco y seis millones de personas que engrosarán el ejército de parados durante los próximos años, bajo la significativa categoría de "paro estructural". Y ese descomunal "paro estructural" acompañará a la economía española a lo largo de todo el próximo decenio. Se trata de un hecho asumido en las organizaciones económicas internacionales, pero que los políticos y comentaristas españoles de los mass media ocultan deliberadamente.

 Resulta sorprendente que todavía existan sectores de la población española que continúen  aceptando  el reclamo   de los "brotes verdes", a pesar de que este señuelo se ha venido  utilizado, reiteradamente, durante los últimos ocho años. Desde el punto de vista humano puede resultar comprensible. Sin embargo, en el marco del sistema económico capitalista avivar esa esperanza equivale a alimentar una utopía. Por eso no debe extrañar que  el discurso oficial  -  tanto el social-liberal como el conservador - haya tratado y continúe tratando  de enmarañar con una fraseología críptica el horizonte real  que tienen ante sí  los que todavía perciben un salario y aquellos otros que ya han perdido hasta sus prestaciones sociales. 

LOS AUTÉNTICOS INDICADORES PARA "LOS DE ABAJO"
Los índices de crecimiento y los indicadores económicos, en definitiva, están reflejando exclusivamente como les va "a los de arriba". Esa es una de las razones por las que las empresas del Ibex 35 celebran alborozadas que sus beneficios hayan experimentado un crecimiento del 13% entre enero y septiembre del 2013. Igualmente, resulta comprensible que el banquero Emilio Botín declarara con júbilo que "estamos viviendo un momento fantástico para España, porque está llegando dinero de todas partes". Es obvio que el banquero multimillonario confunde interesadamente el concepto  "España" con sus propios intereses. La visión daltónica de las empresas del Ibex 35 y del Banco Santander acerca de la situación económica y de sus perspectivas es proyectada  posteriormente a través de sus propios  medios de comunicación, con la intención de que el conjunto de la  sociedad haga suyo el optimismo que solo a ellos les corresponde.

Los verdaderos indicadores para "los de abajo" hay que buscarlos no sólo en cómo les va en su vida cotidiana, sino también en las perspectivas que se dibujan para ellos en el horizonte de los próximos años. Y ahí sí que no hay lugar posible para el engaño ni para la ilusión.

Manuel Medina
Canarias Semanal
 

sábado, 22 de febrero de 2014

¿Hay razones confesables para tener dinero en paraísos fiscales?

Últimamente está muy de moda argumentar que se puede tener dinero en un paraíso fiscal y no infringir ningún tipo de ley tributaria. Esta afirmación en sí misma es una falsedad, teniendo en cuenta la propia definición de paraíso fiscal y las motivaciones habituales que llevan a tomar esta decisión.

Cuatro factores clave son los utilizados para determinar si una jurisdicción es un paraíso fiscal:

1- Si la jurisdicción no impone impuestos o éstos son sólo nominales. La OCDE reconoce que cada jurisdicción tiene derecho a determinar si impone impuestos directos. Si no hay impuestos directos pero sí indirectos, se utilizan los otros tres factores para determinar si una jurisdicción es un paraíso fiscal.

2- Si hay falta de transparencia. La opacidad informativa yo diría que es la característica principal de un paraíso fiscal, ya que es la que permite tener la confianza de no declarar sin ser descubierto.

3- Si las leyes o las prácticas administrativas no permiten el intercambio de información para propósitos fiscales con otros países en relación a contribuyentes que se benefician de los bajos impuestos.

4- Si se permite a los no residentes beneficiarse de rebajas impositivas, aún cuando no desarrollen efectivamente una actividad en el país.

Los motivos habituales para depositar dinero en un paraíso fiscal son lo siguientes:

A-Origen de dudosa legalidad del dinero en cuestión, por no decir que suele provenir de actos delictivos(corrupción,drogas, o economía sumergida). Incluso puede darse el caso que el dinero sea obtenido legalmente pero que se pretenda eludir la futura tributación en el país de origen.

B-Intención de eludir al fisco o pagar muchos menos impuestos sin la necesidad de residir en el propio paraíso fiscal. Normalmente el que acude a los paraísos fiscales lleva una importante cantidad de dinero; teniendo en cuenta el sistema fiscal español no tendría mucho sentido mandar a un paraíso fiscal menos 100.000€ , y menos aún si se ha obtenido de forma legal.

¿Qué impuestos se suelen tratar de eludir o rebajar en un paraíso fiscal? Fundamentalmente los directos: IRPF, donaciones y sucesiones, sociedades, patrimonio,etc.

¿A que a ninguno de ustedes se le ocurriría llevar 1000€ a un paraíso fiscal?

La pregunta que nos tienen que contestar los políticos de todos los países del mundo es cómo no son capaces de eliminar estos paraísos fiscales a sabiendas que suponen una pérdida importante de ingresos fiscales en todos los países. La respuesta me imagino que la conocen muchos de ustedes: lamentablemente los que gobiernan lo hacen en teoría para todos pero sobre todo para ellos.

Se dice que al menos una cuarta parte de la riqueza mundial está depositada o gestionada desde paraísos fiscales.

Si les dijera que a día de hoy Suiza la OCDE no le considera un paraíso fiscal seguro que muchos de ustedes se sorprendería, igual que me ha ocurrido a mí.

Los paraísos fiscales enumerados en la lista publicada por la OCDE el 2 de noviembre de 2011 son:
 Nauru
Niue, Nueva Zelanda

Territorios que se comprometen a mejorar la transparencia e intercambio de información:
 Andorra
 Anguila, Reino Unido
 Antigua y Barbuda
  Curazao, Países Bajos
  Aruba, Países Bajos
 Bahamas
 Baréin
 Belice
  Bermudas, Reino Unido
 Chipre
 Dominica
 Gibraltar, Reino Unido
 Granada
 Guernsey, Reino Unido
 Islas Cook, Nueva Zelanda
 Isla de Man, Reino Unido
 Islas Caimán, Reino Unido
 Islas Marshall
  Islas Turcas y Caicos, Reino Unido
Islas Vírgenes Británicas, Reino Unido
 Islas Vírgenes de los Estados Unidos, Estados Unidos
 Jersey, Reino Unido
 Liberia
 Liechtenstein
 Maldivas
 Malta
 Mauricio
 Mónaco
 Montserrat, Reino Unido
 Samoa
 San Cristóbal y Nieves
 San Marino
 San Vicente y las Granadinas
 Santa Lucía
 Seychelles
 Vanuatu
paraisos fiscales 2

¿El fraude fiscal y los paraísos fiscales están justificados por una fiscalidad voraz de los Estados?

¿Y al mismo tiempo son los políticos unos de los mejores clientes de los paraísos fiscales?

¿Cuántos partidos ponen como objetivo de sus programas electorales la eliminación de los paraísos fiscales?

Ni se nos pasa por la cabeza el escándalo que supondría conocer a todos aquellos que usan los paraísos fiscales. Sólo recibimos información de casos a cuenta gotas.
¿Tiene usted alguna razón confesable para tener dinero en un paraíso fiscal?

Ramon FD,
La Vanguardia.com

martes, 18 de febrero de 2014

La deuda pública ilegítima de España

La mayoría de los análisis que se han hecho a lo largo de la actual crisis sistémica sobre la economía española, además de ser incorrectos, están cargados de una profunda ideología. Ahora nos vuelven de nuevo a mentir, no hay ningún proceso de recuperación en ciernes, ni lo habrá, mientras no se reduzca de manera drástica, bien por reestructuración o bien por extinción, nuestro volumen de deuda total.

Tenemos un volumen de deuda privada y pública que no se va a poder pagar, salvo que se pretenda arruinar las expectativas de vida de los españoles –ya están en ello-. Lo que empezó siendo un problema de deuda privada ha acabado contaminando definitivamente a la deuda pública. Las dinámicas de ambas están fuera de control. Bajo este escenario, quien financió la mayoría de esta deuda, el sistema bancario, es insolvente.

En este contexto diversas voces urgen identificar qué parte de nuestra deuda pública es ilegítima, cómo y por qué se ha generado. Y una vez identificada, proponer como extinguirla.

¿Qué es la deuda ilegítima?
La deuda ilegítima sería aquella deuda contraída por un gobierno, creada y utilizada contra los intereses de los ciudadanos del país. Dicha deuda entonces no tendría por qué ser pagada. Legalmente el concepto es análogo a la nulidad de los contratos firmados bajo coacción.

Técnicamente se consideraría deuda ilegítima aquella deuda emitida por las administraciones públicas cuyos fondos se destinan no a sufragar gastos operativos corrientes o de capital, sino a ser nuevamente prestados a terceros.

Sin embargo, también debería incluirse dentro del concepto de deuda ilegítima toda aquella obra pública inútil, muy extendida en nuestro país por los distintos gobiernos de turno, y aquella cuyo coste final supere con creces lo recogido y asumido por las partes en los distintos concursos públicos. Estas últimas podrían considerarse personales, debiendo responder quienes las hayan contraído -bien sea el presidente del Gobierno o de una comunidad autónoma, el alcalde de turno, el gobernador del Banco Central…- y no el Estado en su conjunto y por tanto los ciudadanos.

Auditoría de la deuda
El objetivo sería calcular la parte de la deuda generada no con la finalidad de cubrir déficits públicos no financieros. El origen de esta conducta es que el Estado pide prestado para luego, a su vez, prestar a terceros y favorecer a intereses privados espurios al margen de la ciudadanía. Se trataría de repudiar todas aquellas deudas contraídas por las administraciones públicas a espaldas a sus ciudadanos, sin su consentimiento y con fines de enriquecimiento personal o de enriquecimiento corporativo. Estas deudas en última instancia conllevan un empeoramiento de los servicios públicos y el sometimiento de la ciudadanía a una represión social y política y, en definitiva, en contra de los intereses de los propios ciudadanos.

Los cálculos realizados en nuestro país para el periodo 2008-2013 se aproximarían a los 250.000 millones. No hubiese hecho falta implementar ningún recorte en sanidad, educación, o jubilación, ni haber sometido a la población española al mayor empobrecimiento de los últimos 40 años.

Sin embargo, no se preocupen, tal auditoría no se va a hacer. Los distintos lobbies oligopolistas beneficiados de estas prácticas –bancario, eléctrico, telecomunicaciones, constructor…- han actuado en connivencia con el aparato político, y ambos tendrían mucho que perder. Además controlan la inmensa mayoría de los medios de comunicación, salvo muy honrosas excepciones.

Deuda ilegítima e inseguridad jurídica
Desde diversas voces se considera que el mero hecho de plantear una auditoría de la deuda generaría inseguridad jurídica. Todo lo contrario: la inseguridad jurídica se deriva de la confusión de lo que son intereses públicos e intereses espurios privados.

En nuestro país la mayor parte de la deuda ilegítima se deriva de un acuerdo tácito entre el Banco Central, el Tesoro público y la banca privada. Según el mismo, esta última, la banca, insolvente y zombi, se rescata con dinero de los contribuyentes –FROB, EPAs, SAREB…-, y se financia a coste cero en el BCE, con colaterales cada día de peor calidad. A cambio presta al Estado porque es la única forma de que tiene de generar beneficios en un contexto de mora en máximos (13% del total de créditos según cifras oficiales, 23% mora real) y nula actividad crediticia al sector privado.

Si realmente queremos dejar atrás lo peor de la crisis será necesario, aunque no suficiente, un proceso de reestructuración de nuestra deuda. En primer lugar, habría que reducir el tamaño del sector bancario privado acorde a la economía real y a una valoración objetiva de los activos en balances. Los agujeros deberían ser asumidos por accionistas y bonistas. A su vez, tal como ya recomienda incluso el FMI, debería realizarse una quita a familias con el fin de evitar ejecuciones masivas de hipotecas. Finalmente, una vez hecha la auditoria de la deuda pública, la definida como ilegítima no debería pagarse. Pero no se preocupen, no se hará nada de esto, les es más rentable seguir exprimiendo a la ciudadanía. ¿Hasta cuándo?

Juan Laborda
Vozpópuli

sábado, 15 de febrero de 2014

Precariado

“Suponte que tú ofreces un empleo y sólo hay un tío que quiere trabajar: Tienes que pagarle lo que pida. Pero supón que haya cien hombres interesados en el empleo; que tengan hijos y estén hambrientos. Que por diez miserables centavos puedan comprar una caja de gachas para sus niños: Ofréceles cinco centavos y se matarán unos a otros por el trabajo”. Este fragmento de Las uvas de la ira, de John Steinbeck, simboliza la situación actual de muchos jóvenes europeos. Trabajar sin contrato ni prestaciones sociales, en empleos temporales e, incluso, sin cobrar. Un camino hacia la precariedad laboral, que resta calidad a la vida y lleva a la frustración.

Según el estudio Crisis y contrato social: Los jóvenes en la sociedad del futuro, cerca del 50% de los españoles entre 18 y 24 años aceptaría cualquier trabajo, en cualquier lugar, a pesar de que el sueldo fuera muy bajo. De hecho, un 85% de ellos considera muy probable tener que trabajar en lo que sea, así como depender económicamente de sus familias en un futuro próximo.

El miedo a la desocupación, condicionado por los elevados índices de paro, es evidente: los que tienen trabajo, temen perderlo. Aquellos que no lo tienen, temen no encontrarlo. Por eso muchos jóvenes aceptan empleos bajo condiciones indignas, y en ocasiones también ilegales. Se podía leer este anuncio en un portal de Internet: “Buscamos dependienta para trabajar 2 meses, no remunerados (de prueba)”. De lunes a sábado, 8 horas al día con horario partido. “Después de los dos meses, si se logra el nivel de ventas esperado, se la pagaría por día trabajado, cada vez que la llamemos para que venga”, aclaran en la oferta. Algunas empresas ven la crisis económica como una oportunidad y se aprovechan de la debilidad de las personas. Prometen un posterior contrato que nunca llega o atraen con el pretexto de mejorar el currículum.

Desde la Fundación de la Universidad Carlos III de Madrid aseguran que, con la crisis, han aumentado las peticiones de becarios por parte de las empresas. Así cubren puestos que antes ocupaban trabajadores en nómina. “Son incontables las empresas en las que becarios que trabajan por la voluntad sacan adelante múltiples tareas, mientras los jefes se refugian en sus peceras”, denuncia el profesor universitario César García. Los jóvenes que quieren trabajar, quieren que se valore su trabajo. Una cosa son las prácticas universitarias reguladas que, con independencia de la remuneración, tengan como objetivo ayudar a los estudiantes en su formación y ofrecerles experiencia. Y otra muy distinta son los contratos abusivos, que conviertan a los jóvenes con ganas o necesidad de trabajar en víctimas de la inseguridad laboral. Sin un empleo digno y de calidad, se fomenta la idea de fracaso y el sentimiento de apatía. Es necesario recuperar ese principio para salir de la recesión.

Explica Alberto González, gerente de conocimiento del grupo PRISA: “Desde antes del inicio de la crisis, las políticas sociales para paliar la pobreza no se estaban dirigiendo hacia el objetivo de erradicarla, sino al propósito mucho menos exigente de reducir el número de personas con derecho a prestaciones bajo esa condición. Es decir, ahorrar”. Con medidas de parche, preocupadas por cuadrar los balances, se marginan a los 980.000 menores de 25 años en paro -un 57% del total-. Pero el Gobierno de España mantiene su discurso: “Estamos creando puestos de trabajo”. Las estadísticas lo contradicen: Estamos a la cola de Europa.

Lo que caracteriza al precariado no es sólo su nivel salarial, sino la falta de apoyo comunitario en tiempos de necesidad. Es la opinión del economista británico Guy Standing, que analiza una nueva clase social mayoritaria expuesta a los caprichos del mercado.

Pero algunos jóvenes indignados no se conforman con salir del paro para entrar en la precariedad. “Trabajar gratis es un lujo que no me puedo permitir. Tengo dos carreras, tres idiomas, seis años de experiencia laboral y mucho sentido común que enciende la alarma al escuchar una oferta salarial que roza el mínimo obligatorio”, dice Elena. “Un sueldo que coarta mi libertad y me limita a un único estilo de vida: el de la supervivencia”.

Laura Zamarriego Maestre
Periodista
CCS (Centro de Colaboraciones Solidarias)

lunes, 10 de febrero de 2014

¡Ojo con los grandes bancos!

Los grandes bancos sistémicos globales constituyen de nuevo el principal riesgo para la economía mundial. A finales de 2012 la exposición en derivados de Deutsche Bank, el primero en el ranking, alcanzó los 55,6 billones de dólares –en términos europeos- y la de JP Morgan, medalla de plata, los 69,5 billones de dólares. Para que nos hagamos una idea de la magnitud del tamaño del riesgo asumido en los libros de derivados de ambos bancos, el PIB alemán se situó al cierre de 2013 alrededor de los 3,7 billones de dólares. La magnitud que ha alcanzado los libros de derivados de los bancos sistémicos, bajo la permisividad de los Bancos Centrales, se han convertido en auténticas armas de destrucción masiva. 

La mayor parte de estos derivados, tanto de JP Morgan como de Deutsche Bank, tienen que ver con posiciones en divisas y tipos de interés. Se trata de apuestas tremendamente peligrosas en el caso en que se produzcan fuertes fluctuaciones en los valores de las divisas y en los tipos de interés. Los países emergentes que no tienen control de capitales están experimentando estos días en sus carnes los ataques especulativos por parte de bancos cuyos países se encuentran en una situación económica mucho más delicada. Hay que crear cortinas de humo para distraer la atención.

La estructura de la inmensa mayoría de los grandes bancos sistémicos es tremendamente inestable. Los lobbies bancarios compraron y pagaron por eliminar todo tipo de regulación, desmantelando así casi todas las salvaguardas que los podrían haber protegido si las cosas vienen mal dadas. No nos engañemos, el tamaño del capital y reservas en relación con el volumen subyacente en sus posiciones de derivados es irrisorio, de manera que dichos bancos están en un riesgo estructural permanente de colapso.

La pregunta es obvia ¿por qué están así los principales bancos globales? ¿Cómo han llegado a esta situación? Las respuestas no pueden ser más desalentadoras. Los bancos se deshicieron de la seguridad y la solidez en favor del rendimiento, el beneficio y los bonus, especialmente para su gerencia. Volvió a funcionar la codicia y la avaricia.

Cuestionando la existencia de grandes bancos
Sin embargo este riesgo sistémico de los bancos no preocupa a los banqueros y sus voceros mediáticos y políticos. Al revés, es una forma de cimentar su control político y económico sobre la sociedad. Lo hemos experimentado en nuestras carnes cuando los indocumentados que nos gobiernan afirman sin sonrojarse que aquí no se ha rescatado a banqueros sino a los depositantes. La tesis central de los grandes bancos y quienes los apoyan es que el sistema financiero no sólo es justo y adecuado para el desarrollo de la economía, sino que es esencial para nuestro bienestar. La gente, por lo tanto, debería dejar de quejarse e incluso, si hace falta, tendría que privarse de lo necesario para “este bien común”.

Por eso lo que más asusta a los bancos es cualquier crítica que vaya más allá de las reclamaciones de codicia, fraude o incompetencia, en concreto todas aquellas que cuestionen el sistema en sí mismo. Lo que los banqueros están comprometidos a proteger y a defender a toda costa es la “santidad y perfección” del sistema y su derecho a "autorregularse". Porque en última instancia es el sistema lo que les da su condición social y riqueza. Y es aquí donde son vulnerables.

Ya es hora de cuestionar no sólo la probidad u honradez, o incluso la solvencia de los grandes bancos mundiales, sino su fundación intelectual. La élite financiera ha pasado estos últimos años reescribiendo la historia para que la culpa de la actual crisis económica y bancaria no recayera sobre ellos. Han sido otros los culpables, braman en voz alta, la culpa es del pueblo y de naciones enteras que tomaron deudas que no podrían pagar.

Es hora de contraatacar y dejar claro que ha sido y es la forma en que los bancos desarrollaron sus actividades normales lo que causó la actual crisis sistémica en la que estamos inmersos. Tenemos que demostrar que esta crisis fue el resultado y la consecuencia de un sistema que es un completo fracaso a la hora de hacer lo que más les enorgullece, la gestión de riesgo.

El auténtico riesgo sistémico
En la actualidad solo hay un riesgo sistémico claro, la manera en que sigue desarrollando su actividad la banca mundial. Sigue existiendo un enorme agujero en la estructura de los diferentes reguladores, lo que ha impedido una rápida reestructuración de un sector financiero bancario insolvente. Los responsables políticos trataron de resolver la crisis sistémica mediante la legalización de un esquema Ponzi mundial. Deberíamos haber aprendido que los estándares de capital eran insuficientes y que había un agujero enorme en la estructura reguladora. En su lugar, se aplicó la noción equivocada de que algunas instituciones son simplemente demasiado grandes para quebrar.

Inevitablemente se ha creado una situación de asignación ineficiente, donde el capital imprudente sigue estando subsidiado, a un coste cada vez mayor, por parte del público. Mientras, los acreedores o tenedores de bonos salen ilesos, y parte del sistema financiero y bancario continúa dando bonus con la misma presteza que los primeros inversores de Bernie Madoff recibían sus rendimientos.

Como afirmaba Andrew Haldane, el otrora responsable del departamento de estabilidad financiera del Banco de Inglaterra, “…los bancos están en el negocio de riesgo, crean el riesgo, y luego sistemáticamente nos engañan e incluso entre ellos sobre lo que han creado…. En última instancia los bancos generan espejismos que parecen milagros”. El espejismo al que se refiere es la contribución de los bancos a nuestra seguridad y bienestar económico.

Juan Laborda
Vozpópuli