Los grandes bancos sistémicos globales constituyen de
nuevo el principal riesgo para la economía mundial. A finales de 2012
la exposición en derivados de Deutsche Bank, el primero en el ranking, alcanzó los 55,6 billones de dólares –en términos europeos- y la de JP Morgan,
medalla de plata, los 69,5 billones de dólares. Para que nos hagamos
una idea de la magnitud del tamaño del riesgo asumido en los libros de
derivados de ambos bancos, el PIB alemán se situó al cierre de 2013
alrededor de los 3,7 billones de dólares. La magnitud que ha alcanzado
los libros de derivados de los bancos sistémicos, bajo la permisividad
de los Bancos Centrales, se han convertido en auténticas armas de destrucción masiva.
La mayor parte de estos derivados, tanto de JP Morgan como de Deutsche Bank,
tienen que ver con posiciones en divisas y tipos de interés. Se trata
de apuestas tremendamente peligrosas en el caso en que se produzcan
fuertes fluctuaciones en los valores de las divisas y en los tipos de
interés. Los países emergentes que no tienen control de capitales están
experimentando estos días en sus carnes los ataques especulativos por
parte de bancos cuyos países se encuentran en una situación económica
mucho más delicada. Hay que crear cortinas de humo para distraer la
atención.
La estructura de la inmensa mayoría de los grandes bancos sistémicos
es tremendamente inestable. Los lobbies bancarios compraron y pagaron
por eliminar todo tipo de regulación, desmantelando así casi todas las
salvaguardas que los podrían haber protegido si las cosas vienen mal
dadas. No nos engañemos, el tamaño del capital y reservas en relación
con el volumen subyacente en sus posiciones de derivados es irrisorio,
de manera que dichos bancos están en un riesgo estructural permanente de
colapso.
La pregunta es obvia ¿por qué están así los principales bancos
globales? ¿Cómo han llegado a esta situación? Las respuestas no pueden
ser más desalentadoras. Los bancos se deshicieron de la seguridad y la
solidez en favor del rendimiento, el beneficio y los bonus,
especialmente para su gerencia. Volvió a funcionar la codicia y la
avaricia.
Cuestionando la existencia de grandes bancos
Sin embargo este riesgo sistémico de los bancos no preocupa a los
banqueros y sus voceros mediáticos y políticos. Al revés, es una forma
de cimentar su control político y económico sobre la sociedad. Lo hemos
experimentado en nuestras carnes cuando los indocumentados que nos
gobiernan afirman sin sonrojarse que aquí no se ha rescatado a banqueros
sino a los depositantes. La tesis central de los grandes bancos y
quienes los apoyan es que el sistema financiero no sólo es justo y
adecuado para el desarrollo de la economía, sino que es esencial para
nuestro bienestar. La gente, por lo tanto, debería dejar de quejarse e
incluso, si hace falta, tendría que privarse de lo necesario para “este
bien común”.
Por eso lo que más asusta a los bancos es cualquier crítica que vaya
más allá de las reclamaciones de codicia, fraude o incompetencia, en
concreto todas aquellas que cuestionen el sistema en sí mismo. Lo que los banqueros están comprometidos a proteger y a defender a toda costa es la “santidad y perfección” del sistema y su derecho a "autorregularse". Porque en última instancia es el sistema lo que les da su condición social y riqueza. Y es aquí donde son vulnerables.
Ya es hora de cuestionar no sólo la probidad u honradez, o incluso la solvencia de los grandes bancos
mundiales, sino su fundación intelectual. La élite financiera ha pasado
estos últimos años reescribiendo la historia para que la culpa de la
actual crisis económica y bancaria no recayera sobre ellos. Han sido
otros los culpables, braman en voz alta, la culpa es del pueblo y de
naciones enteras que tomaron deudas que no podrían pagar.
Es hora de contraatacar y dejar claro que ha sido y es la forma en
que los bancos desarrollaron sus actividades normales lo que causó la
actual crisis sistémica en la que estamos inmersos. Tenemos que
demostrar que esta crisis fue el resultado y la consecuencia de un
sistema que es un completo fracaso a la hora de hacer lo que más les enorgullece, la gestión de riesgo.
El auténtico riesgo sistémico
En la actualidad solo hay un riesgo sistémico claro, la manera en que sigue desarrollando su actividad la banca mundial.
Sigue existiendo un enorme agujero en la estructura de los diferentes
reguladores, lo que ha impedido una rápida reestructuración de un sector
financiero bancario insolvente. Los responsables políticos trataron de
resolver la crisis sistémica mediante la legalización de un esquema Ponzi mundial.
Deberíamos haber aprendido que los estándares de capital eran
insuficientes y que había un agujero enorme en la estructura reguladora.
En su lugar, se aplicó la noción equivocada de que algunas
instituciones son simplemente demasiado grandes para quebrar.
Inevitablemente se ha creado una situación de asignación ineficiente,
donde el capital imprudente sigue estando subsidiado, a un coste cada
vez mayor, por parte del público. Mientras, los acreedores o tenedores
de bonos salen ilesos, y parte del sistema financiero y bancario
continúa dando bonus con la misma presteza que los primeros inversores
de Bernie Madoff recibían sus rendimientos.
Como afirmaba Andrew Haldane, el otrora responsable
del departamento de estabilidad financiera del Banco de Inglaterra,
“…los bancos están en el negocio de riesgo, crean el riesgo, y luego
sistemáticamente nos engañan e incluso entre ellos sobre lo que han
creado…. En última instancia los bancos generan espejismos que parecen
milagros”. El espejismo al que se refiere es la contribución de los
bancos a nuestra seguridad y bienestar económico.
Juan Laborda
Vozpópuli
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