Pudiera parecer que la
problemática de los paraísos fiscales es un fenómeno apartado de la existencia
real de las personas, más allá de alguna que otra anécdota cada cierto tiempo.
La mayoría de la ciudadanía
ignora la funcionalidad de los paraísos fiscales y las consecuencias que se
derivan de su simple existencia, lo que contrasta con la importancia vital que
tienen sobre el nivel y calidad de vida de las sociedades modernas.
1. Crisis financiera.
Los paraísos fiscales han jugado un papel clave en la gestación y gravedad de la crisis financiera
reciente. Su existencia ha servido para distribuir los llamados “activos tóxicos”
por todo el sistema financiero, haciendo que el contagio de las pérdidas fuera
mucho más severo y rápido de lo normal. Pero también sirvió para que los bancos
pudieran esquivar las regulaciones bancarias propias de los países “normales”,
ya que utilizaron sus fondos de inversión en los paraísos fiscales para poder
titulizar sus hipotecas subprime y poder obtener así financiación para
continuar suscribiendo nuevas hipotecas.
Uno tras otro la mayoría de los
bancos que tuvieron que ser rescatados fueron revelando que tenían importantes
cantidades de dinero invertidas en paraísos fiscales (Vigueras, 2009), lo que
llevó a las autoridades a replantearse la regulación de los paraísos fiscales.
No obstante, a pesar de las declaraciones y como hemos podido ver en el segundo
epígrafe no ha habido grandes avances en la regulación o prohibición de
transacciones con los paraísos fiscales.
2. Competición fiscal.
Debido a que los capitales se mueven por el sistema
financiero intentando maximizar rentabilidades, los Estados temen gravar las
rentas provenientes del capital por si eso puede provocar una fuga inmediata,
de esos mismos capitales, hacia terceros países donde tales rentas no están
gravadas. Como consecuencia, los sistemas impositivos de los países se
distorsionan y acaban por hacer recaer la presión fiscal sobre los agentes que
no pueden eludir el pago de impuestos, es decir, normalmente las rentas
salariales de las clases medias y bajas. El Estado del Bienestar y las
políticas de redistribución, cuya fuente de financiación es fundamentalmente el
sistema impositivo estatal, acaba por ser financiado entonces por las clases
sociales que deberían ser, en el diseño original, las que menos tendrían que
contribuir a su sostenibilidad.
El resultado es que el Estado
ingresa mucho menos en concepto de impuestos y de esa forma no puede disponer
de herramientas para consolidar servicios públicos eficientes.
Muchos movimientos sociales y
organizaciones no gubernamentales buscan continuamente implantar algún tipo de
impuesto a las transacciones financieras.
Sin embargo, una estrategia más
directa y eficiente es acabar con los paraísos fiscales y coordinar las
políticas fiscales a nivel global para así permitir que los países en
desarrollo dispongan de ingresos propios.
3. Fondos de capital riesgo.
Todos los fondos de inversión colectiva invierten buscando revalorizar el capital invertido al inicio.
Los distintos fondos de inversión se diferencian en los mercados en los que
invierten, de modo que mientras algunos se especializan en la inversión de
derivados otros se especializan en la inversión en el mercado de acciones.
Los fondos de capital riesgo, que
como los hedge funds se ubican en paraísos fiscales y se gestionan desde
territorios distintos, compran empresas que o bien no cotizan en bolsa o bien
si cotizan son retiradas de la misma. Una vez en su propiedad las empresas son
reestructuradas a través de ajustes de personal, externalizaciones, disminución
de prestaciones sociales, deterioro de las condiciones laborales, etc. con el
fin de hacer a la empresa más rentable y atractiva para futuros compradores.
Una vez realizado el proceso, el
fondo de capital riesgo vende la empresa a terceros a un precio más alto y
obtiene de esa forma el beneficio económico.
4. Financiarización y bajo
crecimiento económico.
Como consecuencia de este nuevo
escenario financiero internacional, en el que debemos situar la existencia de
los paraísos fiscales, gran parte de la inversión que antes se destinaba a la
economía productiva ahora se destina a la inversión financiera, no creadora de
empleos ni de riqueza. Por eso algunos autores hablan de “punción financiera” y
de ralentización del crecimiento económico producido por las finanzas. Debido a
que a las empresas y bancos les resulta más rentable invertir en los mercados
financieros que en la economía real los niveles de inversión se reducen y de
esa forma también el crecimiento económico.
5. Desigualdad, democracia y
corrupción.
La ya citada competencia fiscal
producida por el nuevo contexto financiero y muy especialmente por la
existencia de los paraísos fiscales se suma al hecho objetivo de que quienes
más se benefician de la actividad financiera son precisamente las capas sociales más adineradas y que cuentan con los recursos
suficientes para participar en el juego financiero. Todo ello contribuye a que
la desigualdad de ingresos se esté disparando y a que los mecanismos de
redistribución del Estado pierdan eficacia.
Como ha ocurrido recientemente en
el caso de la crisis de deuda pública, finalmente son los agentes económicos
que operan en el mercado los que deciden las políticas económicas que deben
llevar a cabo los gobiernos a pesar de que la inmensa mayoría de la población
las rechaza.
Simultáneamente los paraísos
fiscales son usados como instrumentos para esconder y hacer más rentable la
corrupción política, degenerando así el sistema político. Todo ello no hace
sino deteriorar lenta pero muy profundamente el sistema democrático de los
países desarrollados y en desarrollo.
CONCLUSIONES.
Los paraísos fiscales no son un
fenómeno reciente, pero como tantos otros instrumentos financieros han vivido
una expansión desde los años ochenta y noventa. Cualquier entidad, ya sea un
banco, empresa transnacional o fondo de inversión invierte únicamente con el
objetivo de revalorizar lo invertido, es decir, de obtener tras la operación
una cantidad mayor de dinero que la que tenía antes de la misma. Por eso se dice que el criterio que utiliza
este sistema es el de la rentabilidad y no algún criterio social.
La desregulación generalizada que
llevó a cabo el neoliberalismo lo que hizo fue ampliar los espacios de negocio
de todos los agentes económicos, sumiendo a todos ellos a una competencia mucho
más intensa. Y la competencia se realiza siempre en la frontera de la
legalidad, razón por la cual siempre se promueve desplazar esa frontera un poco
más para poder seguir haciendo negocio.
Y eso es precisamente lo que
ocurre con los paraísos fiscales. En cuanto una entidad financiera los utiliza
y obtiene así mejores rentabilidades el resto tiene que hacer lo mismo si
quiere evitar ser eliminado del mercado por el competidor. No hablamos pues de
entidades malvadas o maliciosas sino sencillamente de la lógica del capital y
sus regulaciones.
El perjuicio que los paraísos
fiscales producen a la sociedad ha quedado en evidencia a lo largo de estas
páginas. Esto, sin embargo, contrasta con la actual configuración institucional
dominante. Hay que recordar que la Unión Europea en su Tratado de Lisboa prohíbe
explícitamente el establecimiento de restricciones a las transacciones
financieras con terceros países. Y que como detalladamente puede verse en
Vigueras (2009) las cumbres del G-20 y otras reuniones de los organismos
internacionales no han tenido un efecto real y palpable en la existencia de los
paraísos fiscales ya que, en última instancia, el contexto financiero sigue
siendo el mismo.
Alberto Garzón Espinosa
Economista. Consejo Científico de Attac España
(*)El presente texto es un extracto de
la parte final y conclusiones de un trabajo del Prof. Alberto Garzón Espinosa, de la Universidad Pablo
de Olavide, de Sevilla, titulado "PARAISOS
FISCALES EN LA
GLOBALIZACIÓN FINANCIERA" publicado en el número
de otoño, 26, de la revista Historia Actual Online y puede
ser descargado en su integridad en pdf.
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