martes, 25 de octubre de 2011

Monedas sociales. Una herramienta de intercambios no capitalistas

El 15M abrió nuevas puertas en el imaginario colectivo y en las formas de entender la política y la economía. Pero, además de exigir cambios a la economía hegemónica actual, ¿cuál debería ser la economía del 15M? En las plazas se habló de los bancos de tiempo, de la banca ética, las redes de intercambio, o de una economía más utópica, sin dinero. También pensamos formas de economía colectivizada y de donación. Las Monedas Sociales y los modelos de ecoxarxes (eco redes) desarrollados en Cataluña desde 2009 mejoran y sistematizan algunas de estas propuestas.

La moneda social, también llamada local, alternativa o complementaria, es una herramienta que nos permite registrar los intercambios en una región para crear con ellos un sistema económico alternativo permanente, y prescindir gradualmente del euro. Pueden construirla, sin que para ello sea necesario ganar previamente una revolución y desde el día a día de una población rural o un barrio, individuos de todas las edades y colores. Posibilita, además, aprendizajes necesarios para crear un mundo mejor, como la cooperación, la confianza o el despertar de nuestros talentos.

Este tipo de monedas crean un nuevo eslabón económico a escala humana y biorregional, una construcción paralela a la que se está llevando a cabo en las plazas. Si las asambleas ciudadanas constituyen nuevos mecanismos políticos de democracia directa, las redes de intercambio con moneda social son espacios de democracia directa en lo económico. No son la única respuesta, ni la más importante, pero sin ellas difícilmente podremos lograr cambios sustanciales, al estar trabajando con el euro, una herramienta básica del mundo que queremos cambiar.

Una de las dudas más frecuentes es si no se está volviendo a hacer lo mismo que con otras monedas. La respuesta es claramente no: la moneda social es muy diferente al dinero que conocemos pues no tiene intereses, se emite localmente, y se crea en cada nueva transacción. No es escasa, no sirve de nada acumular ya que no hay intereses, y no tiene ningún sentido prestarla porque se puede acceder a ella fácilmente.

¿Cómo se crea y cómo funciona esta moneda?

Todos comenzamos con cero ecos. Al hacer un intercambio, quien recibe el producto o servicio contrae una deuda, que puede saldar con cualquier otro usuario de la red. En esto consiste el trueque multirrecíproco, distinto del trueque directo o clásico antiguo.

Si yo recibo una clase de yoga, por ejemplo, quien me la ofrece cobra 10 ecos, y mi cuenta baja a -10 ecos. En ese momento estamos creando diez nuevas unidades monetarias en el sistema. Si alguien acumula moneda social, al no haber intereses, no gana nada, y deja de percibir bienes y servicios a cambio de los que ya ha ofrecido. Quienes necesitan moneda social no pueden endeudarse como ocurre con los euros: basta con que ofrezcan cualquier bien o servicio a la red para poder participar en los intercambios. Las transacciones se registran en una herramienta virtual de origen sudafricano, el Community Exchange System (CES), que es transparente para todos los participantes en la red.

Los consumidores también pueden comprar ecos con euros; con este cambio de moneda, obtienen ecos (en proporción uno a uno) con los que pueden adquirir productos y servicios de la red, y la red recibe euros, que destina a la compra de productos que aún no se consiguen con moneda social. Cuando esos ecos vuelven a la ecoxarxa se eliminan, ya que no es emisión de moneda sino sólo un cambio.

Las monedas sociales son la pieza que podría servir de nexo entre las experiencias de economía social

Pensar que puede convertirse en una moneda como el euro es como pensar que la agroecología pueda convertirse en una corporación como Monsanto, o el software libre en Microsoft. Es imposible, ya que parten de presupuestos opuestos e irreconciliables. Además, es una herramienta necesaria para un proceso de transición del mundo en el que hoy vivimos hacia sociedades utópicas en las que no haya registro monetario.

¿Qué ventajas tiene una moneda social?

Estas monedas generan impactos positivos en la región en que se usan en muchos niveles distintos: se facilita una mayor proximidad entre los vecinos, se redescubren talentos y riquezas locales, se recuperan los tejidos sociales y formas ancestrales de autoayuda, aumenta la capacidad adquisitiva de las familias, y surgen nuevas oportunidades laborales cooperativas.

Nos permiten entender de una manera simple, pacífica y concreta, que el dinero puede ser ampliamente redefinido. Y así, desde la simplicidad, la ecología, la relocalización económica y la cooperación, se desenmascara y se construye una alternativa a una de las mayores formas de opresión jamás inventada: el dinero corporativo y con intereses, partícula fundamental, y a la vez profundamente desconocida, de nuestras sociedades.

Las monedas sociales, en cambio, son la pieza que podría servir de nexo entre las experiencias de economía social –cooperativas de trabajo y de consumo, redes de consumo responsable, centros culturales alternativos, institutos ecológicos, ecoaldeas, etc.– permitiendo que trabajen de una manera mucho más coordinada y eficiente entre sí. Construyendo lo que algunos autores denominan mercado social, pasando de una iniciativa local a una propuesta sistémica.

Abren, así, un nuevo espacio de experimentación social colectiva muy amplio, en un terreno poco explorado aún, con muchas similitudes con el software libre, creando de forma gradual propuestas lo suficientemente consolidadas como para que se puedan plantear como modelos alternativos, construidos por activistas, pero no sólo para activistas. Hoy, cuando la economía capitalista se colapsa, y cuando en las calles hay un claro clamor por un cambio profundo, imaginar un nuevo dinero y una nueva economía es posible y urgente.

ALGUNOS DATOS PARA ENTENDER LAS MONEDAS SOCIALES

Historia de las monedas sociales

Las monedas sociales han surgido siempre en momentos de crisis del capitalismo, como sucedió en los años ‘20 y ‘30 en Alemania y Estados Unidos. Las redes de intercambio modernas comenzaron en los años 80 en Vancouver, Canadá, con los Local Exchange Trade Systems (LETS). Todos los usuarios comienzan en una cuenta con cero, y se suma o se resta moneda social en función de los intercambios. Más tarde comenzó el modelo de las “Ithaca Hours”, con un billete físico, que se extendió rápidamente por toda América Latina, especialmente en Argentina. En Europa, además de las ecoxarxes catalanas, hemos visto aparecer las Regio en Alemania, y muchas monedas en las llamadas “transition towns” o ciudades de transición.

El modelo de las ecoxarxes

Desde que en enero del 2009 comenzó la Ecoxarxa del Montseny cerca de Barcelona, este modelo de redes de trueque se ha extendido por Catalunya, y encontramos ya 15 redes que trabajan conjuntamente -desde su autonomía biorregional- con la Cooperativa Integral Catalana. La mayor innovación de este modelo es que pone en común una red de trueque con moneda social que sigue diversos modelos distintos, con una cooperativa de consumo. Al aceptar el uso parcial de euros, se pueden comprar bienes básicos a productores. De este modo se puede resolver colectivamente la economía familiar y depender menos del capitalismo de manera gradual.

Diferencias con los bancos de tiempo

En muchas plazas se habló de crear bancos de tiempo. Es una opción, pero las monedas sociales suponen, con el mismo esfuerzo, una construcción mucho más profunda, amplia y coherente con los principios del 15M.

En muchos casos, como en Barcelona, los bancos de tiempo son apoyados por las administraciones publicas, porque por un lado reducen los costes de gastos públicos en atención ciudadana, y por el otro vehiculan el descontento ciudadano hacia el euro por una senda menos radical que la creación de una moneda del pueblo.

Didac Sánchez-Costa (Ecoxarxa Montseny i Anoia)
Diagonal

No hay comentarios: