Unos 58.900 millones de euros fluyeron en 2011 desde los países en
que se generaron a lugares con menor carga fiscal y mayores beneficios
tributarios. Se trata de una práctica habitual en la economía mundial
que supone el desangramiento de las cuentas de muchos países. En
ocasiones este dinero proviene de mafias o narcotráfico, pero en la
mayor parte de los emisores son empresas multinacionales.
Propietarios de grandes sumas de dinero buscan un recoveco en el
sistema financiero mundial, en donde poder atenerse a régimen tributario
más favorable a sus intereses que el de sus países de origen. En 2009,
en la reunión del G-20 celebrada en Londres, el ex-presidente francés
Nicolás Sarkozy anunció “el fin de la era del secreto bancario”.
En 2011 se acordó facilitar el intercambio de información tributaria y
luchar contra estos limbos financieros. Sin embargo, la solución a la
fuga de capitales evadidos aún está por llegar. La suma de dinero
enviada a paraísos fiscales fue más de 10 veces superior a la del año
anterior, según datos de Eurostat, la oficina estadística de la Unión
Europea.
La evasión de capitales y su fuga a paraísos fiscales supone una
sangría para el país de origen, pero castiga de forma más dura a
aquellos que más necesitan esos recursos. Esta fuga impide el
crecimiento de los países empobrecidos, lastra su economía y castiga a
sus habitantes. Según Integridad Financiera Global, la mayor parte de
estos fondos proceden de Asia (44,9%) y África (22,3%). América Latina
es otra de las zonas más castigadas por el flujo de capitales evadidos.
Ascendió a unos 46 mil millones de dólares anuales en México, 17 mil
millones en Venezuela y de 10 mil millones en Argentina entre los años
año 2000 y 2009. Se trata de países donde, en muchas ocasiones, grandes
multinacionales buscan el máximo beneficio a cualquier precio. La
emisión de facturas falsas o las transacciones entre empresas
pertenecientes al mismo grupo son algunas de las prácticas más comunes.
Una investigación llevada a cabo por Action Aid desveló que la
empresa Mopani Cooper Mine evitó pagar al gobierno de Zambia 174
millones de dólares, mediante la venta -a un precio muy por debajo del
precio de mercado- cobre extraído en el país a una compañía de su mismo
grupo en Suiza.
Sin embargo no se trata de un problema exclusivo de los países del Sur. El periodista francés Xavier Heral desvela en su libro La gran evasión: el verdadero escándalo de los paraísos fiscales
que este tipo de prácticas no sólo afectan a países en desarrollo. En
Francia, por ejemplo, sólo 4 de cada 40 grandes empresas cumplen con el
pago de 33% de las ganancias corporativas. En Europa, donde varios
países ya han recibido rescates económicos, eso fondos ayudarían a
paliar los efectos de la crisis económica. Supondrían un gran alivio
para las arcas de muchos gobiernos que han aplicado políticas de
recortes y para sus ciudadanos, forzados a apretarse cada vez más el
cinturón.
Las Organizaciones No Gubernamentales para el Desarrollo reciben con
esperanza las medidas que persiguen la desaparición de los paraísos
fiscales, pero insisten en que se debe ejercer más presión para que
cambien las políticas financieras. Además se han de emprender una serie
de medidas que ataquen el problema en su raíz.
“Los datos demuestran que se trata de una tendencia creciente pero
que no varía con la expansión o contracción de una economía: es de
carácter estructural”, asegura el economista argentino Jorge Gaggero. La
existencia de paraísos fiscales impide una regulación financiera
efectiva, lastra la economía de muchos países e impide frenar y
controlar la inestabilidad de los mercados. Es urgente la puesta en
marcha de medidas que acaben con estos limbos financieros para un
funcionamiento más justo y ético de la economía mundial.
Javier Fernández Díaz
Periodista
Periodista
CCS (Centro de Colaboraciones Solidarias)
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