El gobierno ha subido recientemente el Impuesto sobre el Valor 
Añadido (IVA) a instancias de la troika y siguiendo las directrices 
clásicas de subir la tributación indirecta. Esta práctica, muy alabada 
por los liberales, tiene enormes consecuencias negativas sobre la 
capacidad adquisitiva de la población y sobre la redistribución de la 
renta. Voy a intentar exponerlo de forma sencilla en este post.
La dinámica capitalista es, por definición, generadora de 
desigualdad. Desde el punto de vista marxista esto es debido a la pauta 
de explotación en la distribución de la renta y desde el punto de vista 
más convencional porque la desigualdad es necesaria para avanzar 
económicamente. La tesis neoclásica –teoría económica que justifica las 
políticas neoliberales- entiende que esa desigualdad es necesaria y que 
la economía generará un “trickle down” o efecto goteo que hará que todos
 los ciudadanos se beneficien del proceso de crecimiento aunque exista 
desigualdad. No obstante, el Estado dispone de mecanismos para corregir 
la desigualdad creciente.
El principal mecanismo de este tipo es el sistema fiscal, que si está
 bien diseñado permite que se realice una redistribución de la renta 
desde las unidades económicas más ricas hacia las unidades económicas 
más pobres, a través de canales como los servicios públicos o las 
transferencias monetarias.
A partir del diseño del sistema fiscal el Estado obtiene ingresos con
 los que financiar sus políticas de redistribución de la renta, y de 
todos ellos los más importantes son los impuestos y las cotizaciones 
sociales. En 2011 ambos conceptos sumaron el 88’3% de los ingresos 
totales del Estado, pero en 2012 y como consecuencia de la caída en los 
impuestos el total sumado es de 77’8%. La caída en los impuestos 
prevista en los Presupuestos Generales de 2012 es del 17%, aunque 
seguramente sea mucho mayor, lo cual es debido a la crisis económica y 
el efecto que genera en los distintos impuestos.
Los impuestos también pueden diseñarse de diferentes formas, con 
efectos fiscales y redistributivos muy distintos en función de dicho 
diseño. Los impuestos pueden clasificarse en dos tipos, directos e 
indirectos, y definirse por su efecto sobre la justicia fiscal a partir 
de tres tipos: progresivos, proporcionales y regresivos.
Los impuestos directos son aquellos que se aplican 
sobre la manifestación directa de la riqueza, es decir, sobre el ingreso
 recibido por el individuo o empresa y sobre el patrimonio que cada uno 
tiene (casas, viviendas, etc.). Los impuestos indirectos,
 en cambio, se aplican sobre la manifestación indirecta de la riqueza, 
como puede ser el consumo. Ejemplos de impuestos directos son el 
Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas (IRPF) y el Impuesto de 
Sociedades (IS), mientras que ejemplos de impuestos indirectos son el 
Impuesto sobre el Valor Añadido (IVA).
En términos de justicia fiscal es más justo subir los impuestos 
directos porque tienen en cuenta directamente la riqueza original y no 
su manifestación indirecta. Es decir, los impuestos indirectos se 
aplican a todas las personas por igual sin atender a que ganen más o 
menos (por ejemplo paga lo mismo en IVA sobre compresas la mujer rica 
que la mujer pobre).
Pero en la configuración y diseño de cada impuesto hay que tener en 
cuenta cómo se hace para determinar cuánto se paga. Si todos pagan el 
mismo porcentaje de impuestos se dice que es un tipo proporcional. Si 
todos pagáramos el 20% de nuestro salario, los ricos pagarían más que 
los pobres porque se les aplicaría el mismo porcentaje sobre una 
cantidad mayor. Sin embargo, no es un modelo justo y por esa razón no es
 el modelo vigente en España. No obstante, es el modelo preferido por 
los liberales y en los últimos años ha sido defendido por sectores 
importantes del PSOE (baste ver el artículo que escribió en 2006 el 
entonces ministro Miguel Sebastián [1]).
Afortunadamente la constitución española exige que los impuestos sean
 progresivos, es decir, que pague más quien más tiene pero no sólo en 
cantidades absolutas (como ocurre con el tipo proporcional) sino también
 en el porcentaje de gravamen aplicado. Para hacerlo se estructuran 
tramos de renta, de modo que por ejemplo de 0 a 20.000 euros en ingresos
 no se pagan impuestos, de 20.000 a 30.000 euros se paga un 15%, de 
30.000 a 40.000 un 20%, etc. Eso hace que en teoría los más ricos tienen
 que pagar un porcentaje de impuesto mayor (llamado tipo efectivo).
Si el sistema está bien diseñado y la cantidad de impuestos directos 
es mayor a la de indirectos y además son lo más proporcionales posibles,
 los mecanismos de redistribución de la renta del Estado pueden 
funcionar con éxito. Esto es así porque el Estado obtiene ingresos 
fundamentalmente debidos a los más ricos, y sin embargo utiliza esos 
ingresos para pagar servicios públicos de los que se benefician sobre 
todo los más pobres. Es una forma de hacer justicia a través de un 
sistema fiscal solidario.
Sin embargo y desgraciadamente en la práctica esto no funciona así. 
En las últimas décadas tanto el Partido Popular como el Partido 
Socialista han bajado los impuestos directos, reduciendo la fuerza 
solidaria del sistema e introduciendo debilidades graves que han hecho 
que el Estado esté subfinanciado. A los más ricos les interesa acabar 
con el sistema fiscal actual porque si lo consiguen no se verán 
obligados a pagar los servicios públicos a los más pobres, de modo que 
los partidos que han representado a los ricos han facilitado las 
llamadas rebajas fiscales (bajadas de impuestos a los más ricos, tanto 
individuos como empresas). El PSOE llegó a retirar el Impuesto de 
Patrimonio, asegurar que bajar impuestos era de izquierdas e incluso a 
pedir, como hemos señalado, que se instaurara un tipo proporcional en 
vez de mantener tipos progresivos.
Todo ello debilitó la eficacia del sistema fiscal, lo que se sumó a 
las enormes fallas que existían debido a los paraísos fiscales y el 
fraude fiscal. España es, de hecho, la décima potencia mundial en fraude
 fiscal, con una estimación de un 22’5% de economía sumergida[2].
 Se pierden, por la vía de la evasión fiscal, más de 100.000 millones de
 dólares en ingresos potenciales. Una cantidad muy superior a la que se 
exige como recortes en sanidad y educación. Además, según los técnicos 
de Hacienda las grandes empresas y las grandes fortunas son responsables
 de más del 70% del fraude fiscal, el cual cuantifican en 40.000 
millones de euros[3].
 A todo ello hay que sumarle las prácticas de elusión fiscal, es decir, 
de aquellas estrategias legales de planificación fiscal que se 
aprovechan de las diferencias en las legislaciones entre países para no 
pagar apenas impuestos[4]. Todo ello significa que, en la práctica, nuestro sistema fiscal es profundamente regresivo.
Es decir, que en la práctica y tanto por la acción como por la 
pasividad de los gobiernos españoles, nuestro sistema fiscal no corrige 
la desigualdad sino que de hecho la aumenta. Y desgraciadamente además 
de empobrecer a la mayoría de la población y deteriorar el crecimiento 
económico por la disminución de la demanda agregada, las últimas medidas
 del gobierno no hacen sino agudizar la desigualdad, con el agravante de
 que sigue vigente la amnistía fiscal a los grandes evasores.
[1]M. 
Sebastian (2007): “El tipo único es más justo y eficiente”, publicado en
 Diario El País, 3 de noviembre de 2007 y disponible en: http://elpais.com/diario/2007/11/03/opinion/1194044411_850215.html
[2]Tax Justice Network (2011): “The cost of tax abuse”, disponible en: http://www.tackletaxhavens.com/Cost_of_Tax_Abuse_TJN_Research_23rd_Nov_2011.pdf
[3] La
 Vanguardia (2011): “Técnicos de Hacienda calculan que las grandes 
empresas defraudan más de 42.700 millones al año”, disponible en http://www.lavanguardia.com/20110809/54198249312/tecnicos-de-hacienda-calculan-que-las-grandes-empresas-defraudan-mas-de-42-700-millones-al-ano.html
[4] Garzón, A. (2011): “Paraísos fiscales en la globalización financiera”, disponible en http://www.historia-actual.org/Publicaciones/index.php/haol/article/view/622/516
Alberto Garzón Espinosa
agarzon.net 
 

 
No hay comentarios:
Publicar un comentario