La prima de riesgo es un término que ha ido cobrando un protagonismo
crucial durante los últimos años (podríamos decir meses), a pesar de que
antes de la irrupción de la crisis era algo que tan solo conocían las
personas relacionadas con el mercado de deuda pública. Hoy día todo el
mundo ha oído hablar de la prima de riesgo, aunque no sea plenamente
consciente de lo que significa (para entender en qué consiste y cómo se
calcula, leer este post).
Simplificando, podríamos decir que la prima de riesgo indica cuánto le
cuesta al estado en cuestión financiarse en el mercado de deuda pública.
Cuanto más alto sea su valor, más difícil le resultará financiarse.
Ésa es la lectura objetiva de la prima de riesgo. Es un hecho, y es
irrefutable. Sin embargo, los dirigentes políticos y económicos añaden a
esta interpretación una serie de apreciaciones que responden más a una
dimensión subjetiva que a una objetiva. Tan subjetivas son estas
apreciaciones agregadas, que en este post se tratará de demostrar que
tales afirmaciones no son tan ciertas como se dice y que no se
corresponden con la realidad. Vamos a verlo.
A través de los medios de comunicación convencionales escuchamos a
políticos, economistas, y otros expertos hablar de la prima de riesgo
como si fuera un indicador que refleja la salud presupuestaria del país.
Se nos dice abiertamente que cuanto peor lo esté haciendo un país en
materia fiscal o presupuestaria, mayor será su prima de riesgo. En otras
palabras: nos dicen que cuanto mayor déficit o deuda pública presente
un país, más elevada será su prima de riesgo (o al menos más
probabilidades tendrá de ser elevada o de aumentar). De esta apreciación
subjetiva se deduce que la única forma de que disminuya la prima de
riesgo es reducir el déficit y la deuda pública a través de recortes en
el presupuesto estatal, ya sea aumentando los impuestos (por cierto, los
impuestos que más perjudican a los que menos recursos tienen) o
reduciendo los gastos públicos.
Lo que se tratará de hacer en este post y en el siguiente es refutar
ambos alegatos: tanto la interpretación subjetiva como la conclusión que
se deriva de la misma. La afirmación en cuestión es la siguiente:
“cuanto mayor déficit o deuda pública presente un país, más elevada será
su prima de riesgo”. La conclusión asociada es: “el valor de la prima
de riesgo disminuirá si se reduce el déficit y la deuda pública a través
de recortes en el presupuesto”. En este post contrastaremos la primera
proposición, y en el siguiente haremos lo propio con la segunda (a pesar
de que si constatásemos que la primera es falsa, obviamente la segunda
también lo será, ya que se deduce de la primera).
En la siguiente tabla se muestra el nivel de déficit y de deuda
pública para una serie de países de la Unión Europea ordenados en
función de su prima de riesgo (1), con objeto de verificar la relación
de dichos indicadores.
Fuente: Oficina estadística de la Comisión Europea (EUROSTAT) y
datosmacro.com. Valores de déficit y deuda pública en porcentaje sobre
el PIB.
Un vistazo rápido nos permitiría ver que el país que lidera el
ranking de prima de riesgo y con diferencia (Grecia) posee la mayor
deuda pública y presenta el segundo peor déficit de la tabla (y también
de toda la Unión Europea de los 29). Los siguientes tres países que
siguen a Grecia en el ranking de prima de riesgo (Portugal, Irlanda y
España) también presentan elevados valores de déficit y de deuda
pública, aunque en el caso de Italia el déficit no es muy elevado si lo
comparamos con su prima de riesgo, y lo mismo ocurre para España si
atendemos a su deuda pública (notablemente reducida en relación a su
desorbitada prima de riesgo). En cualquier caso, la sorpresa viene con
el siguiente país del ranking: Hungría. Este país presenta una prima de
riesgo muy crecida y sin embargo sus cuentas públicas presentan
superávit (el segundo más alto de toda la Unión Europea de los 29, solo
por detrás de Noruega) y una deuda pública que, sin ser muy estrecha, se
sitúa en un valor por debajo de nueve países europeos (entre los que
están Francia, Bélgica y Reino Unido). La supuesta relación entre prima
de riesgo e imperfecciones en política presupuestaria parece no
cumplirse en absoluto en el caso de Hungría. Otros países que nos pueden
sorprender son Polonia y República Checa: ambos tienen una prima de
riesgo superior al nivel que se considera estable, y sin embargo tanto
sus déficits como sus cantidades de deuda pública son reducidos. En el
otro extremo de la tabla encontramos situaciones inversas: estados como
los de Países Bajos o Reino Unido muestran una prima de riesgo
verdaderamente sana, a pesar de tener elevados déficits y elevados
montantes de deuda pública.
Quizás una mejor forma de poner a prueba esta relación es comparando
unos países con otros. Por ejemplo: Irlanda presenta indicadores
presupuestarios mucho más preocupantes que los de España, y sin embargo
sus primas de riesgo apenas se distancian en 100 puntos básicos.
Portugal, que presenta una prima de riesgo muy superior a la de
Irlanda a pesar de mostrar niveles de déficits y deuda pública más
sanos.
Este mismo resultado se aprecia si comparamos Portugal con Italia.
Más llamativa es la comparación entre Reino Unido y España: con un
déficit similar, la prima de riesgo española es infinitamente superior a
la británica a pesar de que la deuda pública española es notablemente
inferior.
Muy similar a este caso es el que se observa entre Polonia y Países Bajos,
o Hungría y Reino Unido,
o República Checa y Países Bajos.
En fin, a pesar de que la supuesta relación entre prima de riesgo y
deficientes niveles presupuestarios se cumple para muchos estados,
podemos comprobar que no ocurre así para la totalidad de los países y
que además existen grandes disparidades entre unos países y otros. Todo
ello nos invita a concluir que ni esta relación se cumple siempre, ni se
cumple en la misma proporción para todos los países. Por decirlo de
otra manera: los niveles de déficit y deuda pública no necesariamente
determinan el nivel de la prima de riesgo, ni lo determinan de la misma
forma para todos los países. De aquí se deduce que existen otros
factores que también influyen en las oscilaciones de la prima de riesgo.
Entre ellos destaca fundamentalmente lo que en economía se llaman
“ataques especulativos autogenerados”. Estos ataques consisten en la
afluencia de operaciones especulativas (llevadas a cabo por los
inversores financieros), las cuales siempre se dirigen allí donde más
dinero se puede ganar. Cuando existen dudas sobre la solidez económica o
financiera de un país (ya sea por un elevado déficit o porque se
difunde la idea de que el país es corrupto, o por cualquier otro motivo
que ponga en duda su credibilidad), estos especuladores atacarán en
manada porque podrán encender la mecha que supone esa falta de confianza
y generar cuantiosos beneficios a través de sus operaciones. Como
contrapartida, la confianza del país se verá mermada y la prima de
riesgo aumentará (para comprender el poder que pueden alcanzar los
especuladores mediante sus actividades financieras y cómo pueden poner
de rodillas a un país entero leer este post).
En el punto de mira de estos ataques especulativos autogenerados se
han situado principalmente los países del sur (España, Grecia, Portugal,
Italia…). En ocasiones por presentar un elevado nivel de déficit o de
deuda, en otros casos por protagonizar casos de corrupción, o por ser la
diana de críticas muy variadas (a menudo mal fundamentadas). Es decir,
los especuladores han aprovechado los puntos débiles de algunas
economías para atacarlas y así obtener jugosos beneficios, provocando a
su vez un deterioro en la confianza de estos países y consecuentemente
una escalada en sus niveles de prima de riesgo. Por esto podemos
entender por qué los Países Bajos o Reino Unido, por ejemplo, tienen una
prima de riesgo muy reducida a pesar de tener elevados niveles de
déficit y deuda pública: la opinión generalizada que se tiene de estos
países es que son económicamente sólidos y por lo tanto muy difíciles de
atacar a través de operaciones financieras.
A pesar de su importancia, los ataques especulativos autogenerados
apenas son tratados en el discurso difundido a través de los medios de
comunicación. Se intenta ocultar este tipo de factores para resaltar
intencionadamente la responsabilidad de los niveles de déficit y deuda
pública en la evolución de la prima de riesgo, con el objetivo de que
los países castigados por la prima de riesgo adopten las medidas
pertinentes para mejorar sus cuentas públicas a través de dolorosos
recortes (asunto que trataremos en el próximo post).
Concluyendo. La prima de riesgo no aumenta porque lo haga el déficit o
la deuda pública. La prima de riesgo aumenta porque se ha deteriorado
la confianza del país en cuestión y los especuladores financieros han
aprovechado la situación para atacar al país mediante distintas
operaciones financieras y así obtener beneficios. Puede ocurrir que un
elevado déficit o montante de deuda pública sea utilizado para mermar la
confianza de un país, pero en absoluto esa relación es determinante. Un
país puede presentarse muy sólido económicamente y evitar los ataques
especulativos aún presentando niveles preocupantes de déficit y deuda. Y
esto es algo que hay que tener muy en cuenta para evitar ser engañados
por los mensajes que una y otra vez nos lanzan para que demonicemos el
déficit y la deuda pública y terminemos creyendo que los recortes
presupuestarios son la solución al problema.
Notas.
(1) Los valores de déficit y deuda pública son los presentados a
final de 2011 (en porcentaje sobre el PIB). Los de la prima de riesgo
son los del 22 de julio de 2012.
Eduardo Garzón
Saque de Esquina
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