Quizá pueda ser un poco redundante. Pero a veces tengo la sensación
de que en la rutina del día a día bajamos la cabeza, escuchamos decir
que el déficit es de 6% del PIB, que si hay desvío, que si el desvío
hace que alcance hasta el 8,2%, que si ya no son 16.000 los millones que
hay que recortar sino 38.000, que si antes era el PSOE el que recortaba
y el PP el que protestaba, que si ahora recorta el PP y se queja el
PSOE... perdemos la perspectiva histórica del fenómeno.
Ese
gráfico es como un mapa que nos explica de dónde venimos y a dónde
vamos, pero no nos dice claramente quiénes somos. ¿Por qué elegir el
gráfico del déficit público para insistir en lo que ocurre?. Seguramente
porque el déficit (y la deuda) se ha convertido en la coartada para
profundizar en un viejo anhelo del ser humano invadido por el virus del
egoísmo: tener más.
En la campaña electoral los dos grandes
partidos hablaron poco para sí mismos. Alguno decía algo sin decir nada y
el otro preguntaba algo a quien sabía que ganaría sin responder. El que
preguntaba inquiría por recortes concretos (la prestación de
desempleo). Ninguno tuvo mucha intención de hablar de este gráfico
demoníaco. A las campañas electorales de los dos grandes partidos habría
que reconocerles el mérito de no mancharse con la cruda realidad a la
que nos arrastran sus planteamientos.
Podríamos preguntarnos si
el déficit es malo. ¿Lo es?. Normalmente lo será, pero si se usa
inteligentemente, moderadamente y durante un tiempo determinado puede
ser bueno. Por ejemplo es bueno si una familia durante unos meses gasta
más y se endeuda para cambiar las ruedas al tractor de su granja o para
arreglar una fuga de agua del pozo con el que riegan en su huerta o si
un estado gasta durante unos años más de lo que ingresa para mejorar las
carreteras en las que hay demasiados accidentes. Si el déficit de un
estado se usa para hacer aeropuertos sin aviones o trenes sin viajeros o
carreteras para ahorrar diez minutos en un trayecto de una hora... el
déficit no parece muy inteligente, aunque algún listo haya salido
ganando. Tampoco es bueno el déficit crónico en el que un estado no
puede sostener el gasto corriente reducido al mínimo. En esos casos
habría que preguntarse si presta demasidos servicios (como piensan los
partidarios de las tijeras) o si se ingresa menos de lo debido (como
pensamos los que vemos que en una sociedad con déficit público y recorte
del gasto, hay una gran desigualdad en crecimiento).
Los
partidos que nos gobiernan alternantemente en el gobierno respondieron
hace tiempo que el déficit es malo malísimo, siempre. Respondieron que
no nos podemos permitir el derecho a la educación, a la salud, a la
seguridad social o a la ayuda para el acceso a la vivienda, a la
cultura, ... En sus palabras ustedes no escucharán esas respuestas
(menos en el PSOE, que sigue manteniendo discursos del PSOE de los años
treinta, mientras gobierna como el PP, a veces sin matices). Por eso en
la campaña electoral no hablan de eso.
La respuesta empezó cuando
el pueblo bajó los brazos alzados durante la Transición exigiendo
democracia y justicia social. Llegó al mismo tiempo que en otros países,
con un proyecto de insolidaridad entre las clases sociales. Programas
de reforma laboral contribuyente a la pérdida de peso de los salarios en
el reparto de la renta. Programas de rebaja de impuestos, sobre todo de
deterioro de la progresividad. Ni salarios ni impuestos (que eran vías
de renta en el modelo anterior).
El Tratado de Maastricht fue
para Europa la constitucionalización de esa nueva sociedad en
construcción. El Pacto de Estabilidad y Crecimiento de 1997 su
reglamento. Los estados que habían iniciado ya las reformas laborales y
las reformas fiscales se comprometen a controlar su déficit, su deuda y
su inflación.
El gráfico se inicia en 1995, en pleno proceso de
disciplina. Un simpatizantes del PP diría que el gráfico demuestra que
el PP sanea las cuentas. En cambio, un militante del PSOE nos expondrá
la lista de recortes que se hizo en aquellos años o nos recordaría que
se puso allí la primera piedra del modelo económico basado en la burbuja
financiera y el ladrillo. Al simpatizante del PP habría que recordarle
que esa década se hizo el mayor esfuerzo privatizador de este país,
iniciado por Felipe González e incardinado en ese plan de reducir el
déficit y la deuda. Habría que decirle que el simpatizante PSOE tiene
razón, porque el PSOE de la oposición busca su retorno al poder hace un
buen análisis; aunque en el gobierno desvía su comportamiento de su
discurso.
Se ve como el modelo se agota en los años en los que
Zapatero presumía de ser el Presidente del Gobierno de una economía que
jugaba la Champion League. Eso años el simpatizante del PSOE se llenaba
de orgullo porque en la abundancia Zapatero había sido capaz de buscar
calderilla para hacer política social. Cuando sobra, ser generoso es
fácil. El simpatizante del PP tenía que buscarse otros temas de
oposición porque, aunque bajo la superficie se estaba formando una
tempestad, se veían las consecuencias de los gobiernos bien hechos de la
época de Aznar.
Pero se rompe la racha de los doce años. Ya
Zapatero no tiene conejos dentro de la chistera para entretener y ganar
el aplauso de parte de sus incondicionales. Su simpatizante tristemente
entonaba un "lo hace pero no quiere". Por su puesto, para ese
simpatizante la culpa era del diseñador del modelo (negando ahora la
autoría), los malvados mercados (con los que Zapatero se reunía en
Moncloa para que le trazaran el camino) o la peversa Merkel. El
simpatizante del PP se hinchaba como un pavo real mientras nos explicaba
que siempre pasa lo mismo, que el PSOE siempre estropea los
crecimientos y que tienen ellos que regresar a reorientarlo.
Ahora llega el turno de los recortes del PP y la condena del PSOE de los recortes calcados.
Ni
unos ni otros han hecho el esfuerzo de establecer una fiscalidad con la
que igualar y mejorar la financiación de los servicios públicos. Al
contrario. Sus reformas fiscales han ido en el sentido contrario. Con
parte del insuficiente dinero (recuerden que se calcula que la economía
sumergida es del 24% y que la fiscalidad de la economía emergida es 8%
menor a la media de la Unión Europea) además se permiten esas
inversiones sin sentido, esas ayudas a los concesionarios de coches para
que no bajen sus ventas, esas ayudas (FAAF y FROB) a los bancos, esas
subvenciones y publicidades a los medios afines, ... Mientras tanto, la
sociedad cada vez más polarizada... Barrios marginales en los que se
agravan situaciones de pobreza, marginalidad, delincuencia, ...
Residenciales de ricos con sus piscinitas, sus pistas de tenis, sus
vallas y sus muros, sus alarmas, ...
Volvamos al gráfico. Termina
en 2010. Para 2011 había que subir la barra negativa hasta 6. Estos
partidos son tan malos que ni siquiera saben jugar el rol que han
elegido. Su Estado, sus Comunidades Autónomas, su Seguridad Social va a
dejar según sus cuentas la cifra en 8%. Hay que bajar a 4,4. Les hablo
más del futuro, después de hablarles tanto del pasado. Para 2013, hay
que bajar hasta el 3%. ¿Eso qué significa?. Ya ustedes saben. Pero no
respiren todavía. Los dos partidos pactaron una reforma constitucional.
En el proceso hablaron de un pacto para una Ley Orgánica de contención
del déficit (Por ahí están Merkel y Sarkozy hablando de una nuevo pacto
porque el Pacto del Euro de 2011 se les queda pequeño). En esa Ley
Orgánica habían acordado bajar del 3% al 0,45%. ¿Pensaban que todo
terminaría en 2013?.
¿Un modelo económico que milagrosamente cree
más actividad y vuelva a aumentar asombrosamente los ingresos?. No se
ve. Sólo se ve un regreso al modelo anterior, sobre tierra quemada.
Mientras
tanto... Vuelvo a decir que el problema no es el gobierno, sino el
régimen. La tijeras que hoy cortan fueron afiladas con rebajas fiscales y
pérdidas de progresividad, privatizaciones, reformas laborales,
dispendios, ... Al mismo tiempo que cortan las afilan más todavía.
Samuel García Arencebía
sagara1977.wordpress.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario