En un post de hace tres años que pasó bastante inadvertido hablé de los sofismas de los mercados eficientes,
donde cuestionaba los fundamentos de la llamada “competencia perfecta”
que da curso a los mercados perfectos y eficientes que defiende la
economía neoclásica. Hay que recordar que la economía neoclásica
sostiene que los mercados siempre logran el equilibrio a través del mecanismo de precios, y que el desempleo es solo temporal (ver ¿Qué dice la teoría económica sobre el desempleo?.
Para los neoclásicos el mercado del trabajo es igual al mercado de
las papas. Y como parten del supuesto de que la información que manejan
oferentes y demandantes es perfecta y completa, el mercado del trabajo,
para los clásicos, está siempre en equilibrio. Si se produce algún
desequilibrio en el mercado del trabajo, el ajuste es automático por la
vía de un cambio en el precio el salario. Al haber mucha gente que desea
trabajar (oferta de trabajo) y pocas empresas que necesiten
trabajadores (demanda de trabajo), el precio del salario necesariamente
debe caer para llegar al nuevo equilibrio de pleno empleo con un salario
más bajo. La mejor refutación de esta teoría la da la persistencia del
desempleo en varios países del mundo, particularmente en España como nos
indica Onésimo.
Los autos usados de Akerloff
El supuesto de la información perfecta que está detrás de todos los
modelos neoclásicos, justificó la indiscriminada expansión del comercio
internacional que dio como gran ganador a China, dado que en este país
se instalaron las empresas líderes de los países desarrollados
aprovechando la obra de mano barata. Esta migración de empresas hacia
el gigante asiático demostró que hay asimetrías en la información y que los mercados no son tan perfectos como se quiere hacer creer.
El hecho de que exista el uso de informaciòn privilegiada ofrece
grandes ventajas a quienes están en la toma de decisiones. Esto es lo
que se conoce como asimetrías de mercado.
Una muestra de estas asimetrías de mercado lo da el caso de George
Akerloff, quien en 1970 publicó un trabajo sobre el mercado de los autos
usados. En su investigación, Akerloff explica cómo la información
desigual de la que disponen compradores y vendedores de autos usados,
genera una situación en la cual el mercado no funciona y se requieren incentivos adicionales.
Para comprender esto, Akerloff se pregunta ¿qué tipo de automóvil
esperaría conseguir una persona cuando compra un coche usado?, o ¿quien
tiene más incentivo para vender su automóvil, aquel que tiene uno bueno o
aquel que tiene uno malo? El problema es que al mercado de autos usados
también llegan aquellos que desean vender su auto de buena calidad y en
buen estado. Para superar este impasse se requieren
instrumentos adicionales como garantías o incentivos que aseguren al
comprador que el vehículo no fallará a la salida de la tienda.
Este texto de Akerloff fue rechazado por varias publicaciones especializadas de economía como el American Economic Review, el Journal of Political Economy y el Review of Economy Studies, por considerarlo un tema trivial, vago e irrelevante, hasta que, cuatro años más tarde, fue publicado por el Quaterly Journal of Economics.
Según el propio Akerloff, los editores temían que el argumento de la
información asimetrica tuviera un impacto negativo sobre la rigurosidad
de la ciencia económica, una disciplina que ya había alcanzado el nivel
de Premio Nobel. Por cierto, treinta años más tarde, el año 2000,
Akerloff recibió el Premio Nobel por este trabajo, junto a Joseph
Stiglitz y Michael Spence, otro par de economistas alejados de la
ortodoxia neoclásica.
¿A qué viene hablar de las asimetrías e imperfecciones del mercado?
Muy simple: nuestro mundo moderno ha sido dominado por la hegemonía
neoclásica que indica que los mercados son perfectos, que la información
es perfecta, y que todo lo puede resolver el mercado. Prueba de ello
son los ajustes a la baja en los salarios que están
promoviendo varios gobiernos europeos, como Grecia y España, esperando
que con esto el mercado del trabajo alcance su equilibrio de pleno
empleo. Pero además, para plantear que en la economía existen numerosos
problemas de información e intereses ocultos que generan abiertos
beneficios a quienes manejan el mundo. Evidentemente, el mundo es manejado por quienes tienen el poder económico y por la información privilegiada que les permite reproducir ese poder económico y obtener aun mayores ventajas.
¿Qué tienen en común los autos usados con el sistema financiero?
Ahora que sabemos que los vendedores tienen mucha más información
que los compradores, veremos cómo el uso de la información asimétrica ha
conducido al fracaso del mercado y a su poderoso núcleo: el sistema
financiero.
Desde mediados de los años 90, la desregulación financiera condujo a
un aumento general en el nivel de riesgo asumido por los prestamistas
hipotecarios y los bancos de inversión. Las asimetrías de información
entre compradores y vendedores de Wall Street, obligaron a generar
nuevos incentivos y a crear nuevos mercados con complejos instrumentos
que permitían a los bancos apostar en contra de esos mismos activos.
Volviendo a los autos usados, esto sería equivalente a una póliza de
seguro tomada por el vendedor del auto usado, donde el beneficiario
sería el vendedor, y no el accidentado. Este tipo de productos se
detallan en el post Como un monstruo a lo Frankenstein, los engendros financieros de los CDS están fuera de control.
Si existiera información perfecta en el sistema financiero, habría
sido imposible un descalabro como el del año 2008. El sistema financiero
no solo operaba vendiendo autos de mala calidad (las hipotecas
subprime), sino que además conseguía que un importante taller mecánico
(las agencias de calificación) acreditaran la buena calidad del vehículo
y le dieran una potente “triple A” (esa que hoy se le quita a los
países europeos); tomando además una póliza de seguro donde el
beneficiado de última instancia en caso de accidente…¡era el banco!
Desde mediados de los años 90, con la caída del bloque soviético, el
muro de Berlín y la llegada del “fin de la historia”, la innovación
financiera dio lugar a un incremento sin precedentes en la
disponibilidad de préstamos a bajo interés y la creación de dinero desde
la nada. Millones de personas de escasos ingresos creyeron ser
beneficiadas al optar a créditos que antes tenían vedados y que
validaban ese dinero creado desde la nada. La banca había encontrado la
milagrosa fórmula de hacer esto posible: con los derivados de deuda
colateralizada (CDO), paquetes de centenares
de hipotecas (o autos usados) que eran vendidos como deuda de alta
calidad (tenían “triple A”)... Bueno, el resto de la historia es bien
conocido, y cuelgo aquí la película Inside Job que habla, en forma
brillante, de estos temas:
Así como la existencia de información imperfecta en el mercado de
los autos usados conduce a una asignación de recursos hacia los autos de
mala calidad por la vía del engaño, así también la información
imperfecta en los mercados financieros ha provocado el colapso de la
economía real y productiva. Tras décadas de cuidar con celo las
políticas monetarias y el control de precios, estas acciones no han
hecho más que hundir a la economía real y sumergirla en el profundo
letargo que puede incubar una década perdida. Y todo por creer en los
“mercados perfectos”.
Marco Antonio Moreno
El Blog Salmón
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