El pasado 16 de febrero se cumplió el segundo aniversario de la votación
de la "Proposición de ley sobre la creación de un impuesto sobre las
operaciones de cambio de divisas, billetes de banco y monedas". Ocurrió
en la anterior legislatura, la novena, del Reino de España,
concretamente en la sesión 130 del pleno del Congreso de los diputados.
Se discutió y votó una concreción de la tasa Tobin que tanto ha
popularizado el ya veterano movimiento ATTAC. Esta proposición de ley
[1] fue presentada por el Grupo Parlamentario de Esquerra
Republicana-Izquierda Unida-Iniciativa per Catalunya Verds. Le dio su
apoyo el diputado representante del Grupo Vasco y la diputada del Bloque
Nacionalista Gallego integrada en el Grupo Mixto. En contra votó la
gran mayoría: los grupos parlamentarios Catalán, Popular y Socialista.
Leídas hoy, cómicas parecen las declaraciones en aquella sesión del
diputado del PP García-Legaz Ponce a la luz de las actuaciones del
gobierno de su partido resultante de las últimas elecciones al
parlamento español del pasado 20 de noviembre. Decía el hombre: "Esta
proposición trata de crear un nuevo impuesto en la economía española, y
por tanto les anuncio el voto contrario del Grupo Parlamentario
Popular." Lo cómico no era el voto contrario, sino ese "por tanto".
Recordaba muy recientemente Serge Halimi [2] que Sarkozy declaró en 1999: "El asunto de la tasa Tobin es absurdo (…). Cada vez que penalizamos la creación de riqueza en nuestro territorio, favoreceremos la creación de riqueza de los demás". Palabras casi idénticas se han venido repitiendo por parte de muchos políticos gobernantes o en la oposición de los más diversos Estados. Por su cargo actual como directora general del FMI, merecen apuntarse las que emitió Christine Lagarde en 2007, cuando era ministra de Economía y Finanzas del gobierno francés, al suprimir un impuesto bursátil: "Es una medida que contribuirá a reforzar el atractivo de París como plaza financiera". El mismo tema de fondo es expresado de formas muy diversas, pero la idea fundamental puede resumirse así: "si solamente lo hacemos nosotros, los países que no lo hagan se verán favorecidos". Algo muy parecido a lo que más de 10 años después recitaba el citado parlamentario del PP: "Este impuesto además sería profundamente nocivo para la economía española. Sería un impuesto que provocaría deslocalización financiera, ya que al aplicarse exclusivamente en el territorio español es evidente que todas esas operaciones se producirían en el extranjero" [3]. El diputado del PP se había permitido en la misma intervención parlamentaria una buena dosis de indiscutible interés por los desfavorecidos del mundo actual al afirmar encendidamente: "Se trata de un impuesto contra el comercio mundial. Se trata de un impuesto contra el desarrollo porque grava todo tipo de operaciones de comercio exterior. Es un impuesto antisocial. Es un impuesto nocivo para los países en desarrollo; es la antiayuda al desarrollo." A lo cómico añadió el esperpento.
Obsérvese que esta misma cantinela del "yo no lo hago porque si otros no lo hacen nos veremos perjudicados (o ellos favorecidos)" es la misma que anima a la perniciosa carrera de la competición fiscal, es decir, la carrera en que nos encontramos desde hace algunas décadas (si bien el ritmo de la marcha se ha intensificado desde la crisis económica) y consiste en la presión, chantaje o coacción ejercida por las grandes empresas y la banca a los gobiernos para conseguir la rebaja y hasta la supresión de los impuestos. Una situación en la que unos poderes privados imponen su voluntad, sin el menor control democrático, a parlamentos que han sido al menos elegidos mediante el sufragio universal. Y los gobiernos no parecen muy predispuestos a resistirse a esta imposición. Hasta parece que les gusta. Sabido es.
A principios de enero del presente año, el presidente del gobierno español Mariano Rajoy declaró que era favorable a "la tasa sobre las transacciones financieras". No se trata de un cambio de posición (sic) aislado, por supuesto. Rajoy no diría algo de esta envergadura por su cuenta y riesgo. Antes lo han manifestado, entre otros, el ya citado Sarkozy. Y el anterior presidente del FMI, Dominique Strauss-Kahn, que en octubre de 2009 anunció que deberían gravarse las transacciones financieras especulativas.
Parece muy lejano el famoso editorial que Ignacio Ramonet escribió a finales de 1997, "Desarmar a los mercados". Finalizaba con estas palabras: "¿Por qué no crear (a escala planetaria) la Organización no Gubernamental Acción por una tasa Tobin de ayuda a los ciudadanos (ATTAC)? En coordinación con sindicatos y asociaciones con finalidades culturales, sociales o ecológicas, podría funcionar como un formidable grupo de presión cívica ante los gobiernos para impulsarles a reclamar finalmente la puesta en marcha efectiva de este impuesto mundial por la solidaridad." Hace más de 14 años de la publicación de estas palabras. Se atribuye a Schopenhauer esta sentencia: "Toda nueva verdad pasa por tres etapas. Primero se la ridiculiza. Segundo, genera una violenta oposición. Tercero, resulta aceptada como si fuera algo evidente". Con la tasa Tobin podríamos pensar que algo así está ocurriendo. Creo que tal suposición sería un error. Si bien ahora la tasa Tobin ya no es ridiculizada, ni sufre una violenta oposición, nada invita a pensar razonablemente que se trata de una medida "evidente". Ni Rajoy, ni Sarkozy, ni Strauss-Kahn, ni Lagarde se han convertido en partidarios de un "impuesto mundial por la solidaridad". Sensato es suponer que los mismos que han dado todo tipo de ayudas, beneficios y prebendas a los que han causado la actual crisis económica, y mediante la cual siguen beneficiándose generosamente estos causantes, están lejos de pretender poner dificultades a la especulación. Los mismos que siguen atacando las conquistas que el movimiento obrero arrancó después de la Segunda Guerra Mundial principalmente en Europa (uno de los ataques más recientes en el Reino de España es la contrarreforma laboral realizada por el gobierno actual), difícilmente tendrán en la cabeza algo semejante a los objetivos que ha defendido, entre otros movimientos y sectores sociales, ATTAC. Lejos queda para ellos el "impuesto mundial por la solidaridad".
Joan Herrera, el diputado que defendió en el Parlamento español el 16 de febrero de 2010 la "Proposición de ley sobre la creación de un impuesto sobre las operaciones de cambio de divisas, billetes de banco y monedas" dijo: "Los bancos, las grandes entidades financieras a nivel internacional —ustedes lo saben— han sido los máximos receptores de la ayuda pública. No lo han sido los parados ni las paradas, no lo han sido los pensionistas, no lo han sido las personas que padecen un desahucio. Y la pregunta es: ¿Este Parlamento va a ser incapaz de aprobar una medida y un marco legal sobre el que transitar? ¿Vamos a continuar sonriendo de forma complaciente a las entidades financieras sin aprobar medida alguna?" Efectivamente, no solamente se ha sido complaciente con las entidades financieras sino que se ha facilitado el acceso al control directo de algunos gobiernos europeos a algunos dirigentes de la banca. Algo que en febrero de 2010, hace solamente dos años, cuando se realizó el mencionado debate parlamentario sobre la tasa Tobin, nadie podía llegar a imaginar que así ocurriría. Pero es que hay circunstancias en las que los acontecimientos suceden muy deprisa. Tres meses después de este debate parlamentario de la tasa Tobin, el anterior gobierno del PSOE [4] inició la contrarreforma [5] que el PP se está esforzando con evidente convicción en radicalizar para beneficio de los grandes ricos del Reino de España. Después de la reforma laboral [6] ya se han escuchado voces que animan al gobierno a atacar, limitar, regular (las palabras no deberían confundir a nadie) el derecho de huelga. Lucha de clases desde arriba clara, abierta y sin concesiones.
Recordaba muy recientemente Serge Halimi [2] que Sarkozy declaró en 1999: "El asunto de la tasa Tobin es absurdo (…). Cada vez que penalizamos la creación de riqueza en nuestro territorio, favoreceremos la creación de riqueza de los demás". Palabras casi idénticas se han venido repitiendo por parte de muchos políticos gobernantes o en la oposición de los más diversos Estados. Por su cargo actual como directora general del FMI, merecen apuntarse las que emitió Christine Lagarde en 2007, cuando era ministra de Economía y Finanzas del gobierno francés, al suprimir un impuesto bursátil: "Es una medida que contribuirá a reforzar el atractivo de París como plaza financiera". El mismo tema de fondo es expresado de formas muy diversas, pero la idea fundamental puede resumirse así: "si solamente lo hacemos nosotros, los países que no lo hagan se verán favorecidos". Algo muy parecido a lo que más de 10 años después recitaba el citado parlamentario del PP: "Este impuesto además sería profundamente nocivo para la economía española. Sería un impuesto que provocaría deslocalización financiera, ya que al aplicarse exclusivamente en el territorio español es evidente que todas esas operaciones se producirían en el extranjero" [3]. El diputado del PP se había permitido en la misma intervención parlamentaria una buena dosis de indiscutible interés por los desfavorecidos del mundo actual al afirmar encendidamente: "Se trata de un impuesto contra el comercio mundial. Se trata de un impuesto contra el desarrollo porque grava todo tipo de operaciones de comercio exterior. Es un impuesto antisocial. Es un impuesto nocivo para los países en desarrollo; es la antiayuda al desarrollo." A lo cómico añadió el esperpento.
Obsérvese que esta misma cantinela del "yo no lo hago porque si otros no lo hacen nos veremos perjudicados (o ellos favorecidos)" es la misma que anima a la perniciosa carrera de la competición fiscal, es decir, la carrera en que nos encontramos desde hace algunas décadas (si bien el ritmo de la marcha se ha intensificado desde la crisis económica) y consiste en la presión, chantaje o coacción ejercida por las grandes empresas y la banca a los gobiernos para conseguir la rebaja y hasta la supresión de los impuestos. Una situación en la que unos poderes privados imponen su voluntad, sin el menor control democrático, a parlamentos que han sido al menos elegidos mediante el sufragio universal. Y los gobiernos no parecen muy predispuestos a resistirse a esta imposición. Hasta parece que les gusta. Sabido es.
A principios de enero del presente año, el presidente del gobierno español Mariano Rajoy declaró que era favorable a "la tasa sobre las transacciones financieras". No se trata de un cambio de posición (sic) aislado, por supuesto. Rajoy no diría algo de esta envergadura por su cuenta y riesgo. Antes lo han manifestado, entre otros, el ya citado Sarkozy. Y el anterior presidente del FMI, Dominique Strauss-Kahn, que en octubre de 2009 anunció que deberían gravarse las transacciones financieras especulativas.
Parece muy lejano el famoso editorial que Ignacio Ramonet escribió a finales de 1997, "Desarmar a los mercados". Finalizaba con estas palabras: "¿Por qué no crear (a escala planetaria) la Organización no Gubernamental Acción por una tasa Tobin de ayuda a los ciudadanos (ATTAC)? En coordinación con sindicatos y asociaciones con finalidades culturales, sociales o ecológicas, podría funcionar como un formidable grupo de presión cívica ante los gobiernos para impulsarles a reclamar finalmente la puesta en marcha efectiva de este impuesto mundial por la solidaridad." Hace más de 14 años de la publicación de estas palabras. Se atribuye a Schopenhauer esta sentencia: "Toda nueva verdad pasa por tres etapas. Primero se la ridiculiza. Segundo, genera una violenta oposición. Tercero, resulta aceptada como si fuera algo evidente". Con la tasa Tobin podríamos pensar que algo así está ocurriendo. Creo que tal suposición sería un error. Si bien ahora la tasa Tobin ya no es ridiculizada, ni sufre una violenta oposición, nada invita a pensar razonablemente que se trata de una medida "evidente". Ni Rajoy, ni Sarkozy, ni Strauss-Kahn, ni Lagarde se han convertido en partidarios de un "impuesto mundial por la solidaridad". Sensato es suponer que los mismos que han dado todo tipo de ayudas, beneficios y prebendas a los que han causado la actual crisis económica, y mediante la cual siguen beneficiándose generosamente estos causantes, están lejos de pretender poner dificultades a la especulación. Los mismos que siguen atacando las conquistas que el movimiento obrero arrancó después de la Segunda Guerra Mundial principalmente en Europa (uno de los ataques más recientes en el Reino de España es la contrarreforma laboral realizada por el gobierno actual), difícilmente tendrán en la cabeza algo semejante a los objetivos que ha defendido, entre otros movimientos y sectores sociales, ATTAC. Lejos queda para ellos el "impuesto mundial por la solidaridad".
Joan Herrera, el diputado que defendió en el Parlamento español el 16 de febrero de 2010 la "Proposición de ley sobre la creación de un impuesto sobre las operaciones de cambio de divisas, billetes de banco y monedas" dijo: "Los bancos, las grandes entidades financieras a nivel internacional —ustedes lo saben— han sido los máximos receptores de la ayuda pública. No lo han sido los parados ni las paradas, no lo han sido los pensionistas, no lo han sido las personas que padecen un desahucio. Y la pregunta es: ¿Este Parlamento va a ser incapaz de aprobar una medida y un marco legal sobre el que transitar? ¿Vamos a continuar sonriendo de forma complaciente a las entidades financieras sin aprobar medida alguna?" Efectivamente, no solamente se ha sido complaciente con las entidades financieras sino que se ha facilitado el acceso al control directo de algunos gobiernos europeos a algunos dirigentes de la banca. Algo que en febrero de 2010, hace solamente dos años, cuando se realizó el mencionado debate parlamentario sobre la tasa Tobin, nadie podía llegar a imaginar que así ocurriría. Pero es que hay circunstancias en las que los acontecimientos suceden muy deprisa. Tres meses después de este debate parlamentario de la tasa Tobin, el anterior gobierno del PSOE [4] inició la contrarreforma [5] que el PP se está esforzando con evidente convicción en radicalizar para beneficio de los grandes ricos del Reino de España. Después de la reforma laboral [6] ya se han escuchado voces que animan al gobierno a atacar, limitar, regular (las palabras no deberían confundir a nadie) el derecho de huelga. Lucha de clases desde arriba clara, abierta y sin concesiones.
Notas:
[1] El contenido completo de esta proposición de ley puede leerse en http://www.congreso.es/public_oficiales/L9/CONG/BOCG/B/B_078-01.PDF
[2] "Después de Tobin", Le Monde Diplomatique en español, núm. 196, p. 28.
[3] Diario de sesiones del Congreso de los diputados, 16/02/2010, página 18.
[4] Cuando se lee lo que el representante del grupo parlamentario del PSOE, Lasarte Iribarren, dijo en la reiterada sesión parlamentaria del 16 de febrero de 2010, a la luz de las medidas posteriores puestas en práctica pocas semanas después por el gobierno de su partido, por otros gobiernos y por los organismos internacionales, se puede suponer que preferiría no haberlas dicho o que las hubiera dicho otro colega para evitar caer en el bochorno más espantoso: "existe una hoja de ruta de reformas del sistema financiero internacional desde el principio de cooperación entre los Estados y el liderazgo del G-20." Existe, sí, lo hemos visto.
[5] Véase para un análisis a fondo de las reformas iniciadas por el gobierno del PSOE en mayo de 2010: "La UE y Zapatero se superan, o cuando los locos son los lazarillos de los ciegos" que se publicó en Sin Permiso el 17 de mayo de aquel año firmado por A. Domènech, A. Nadal, G. Buster y D. Raventós.
[6] Reforma que ha sido considerada por Juan Rosell el presidente de la patronal española, la CEOE, como "positiva, bien orientada y en la buena dirección" (El Economista, 16-2-12). Quizás sea útil recordar que hasta ahora ha habido 53 modificaciones del Estatuto de los Trabajadores que pronto cumplirá 32 años de existencia. En las anteriores 52, la patronal española siempre consideró que tales modificaciones eran muy insuficientes. Interesantemente, la 53 le resulta satisfactoria.
Daniel Raventós es profesor de la Facultad de Economía y Empresa de la Universidad de Barcelona, miembro del Comité de Redacción de sinpermiso y presidente de la Red Renta Básica. Es miembro del comité científico de ATTAC. Su último libro, coeditado con David Casassas, es La renta básica en la era de las grandes desigualdades (Montesinos, 2011).
[1] El contenido completo de esta proposición de ley puede leerse en http://www.congreso.es/public_oficiales/L9/CONG/BOCG/B/B_078-01.PDF
[2] "Después de Tobin", Le Monde Diplomatique en español, núm. 196, p. 28.
[3] Diario de sesiones del Congreso de los diputados, 16/02/2010, página 18.
[4] Cuando se lee lo que el representante del grupo parlamentario del PSOE, Lasarte Iribarren, dijo en la reiterada sesión parlamentaria del 16 de febrero de 2010, a la luz de las medidas posteriores puestas en práctica pocas semanas después por el gobierno de su partido, por otros gobiernos y por los organismos internacionales, se puede suponer que preferiría no haberlas dicho o que las hubiera dicho otro colega para evitar caer en el bochorno más espantoso: "existe una hoja de ruta de reformas del sistema financiero internacional desde el principio de cooperación entre los Estados y el liderazgo del G-20." Existe, sí, lo hemos visto.
[5] Véase para un análisis a fondo de las reformas iniciadas por el gobierno del PSOE en mayo de 2010: "La UE y Zapatero se superan, o cuando los locos son los lazarillos de los ciegos" que se publicó en Sin Permiso el 17 de mayo de aquel año firmado por A. Domènech, A. Nadal, G. Buster y D. Raventós.
[6] Reforma que ha sido considerada por Juan Rosell el presidente de la patronal española, la CEOE, como "positiva, bien orientada y en la buena dirección" (El Economista, 16-2-12). Quizás sea útil recordar que hasta ahora ha habido 53 modificaciones del Estatuto de los Trabajadores que pronto cumplirá 32 años de existencia. En las anteriores 52, la patronal española siempre consideró que tales modificaciones eran muy insuficientes. Interesantemente, la 53 le resulta satisfactoria.
Daniel Raventós es profesor de la Facultad de Economía y Empresa de la Universidad de Barcelona, miembro del Comité de Redacción de sinpermiso y presidente de la Red Renta Básica. Es miembro del comité científico de ATTAC. Su último libro, coeditado con David Casassas, es La renta básica en la era de las grandes desigualdades (Montesinos, 2011).
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