El jueves de la pasada semana se produjeron dos acontecimientos que
pueden servir de resumen de los derroteros de la crisis que nos asola.
Al tiempo que el Gobierno de España, por boca de su ministro de
Economía, Luis de Guindos, flamante exLehman Brothers, anunciaba
una inyección de dinero público a la banca por un montante de 52.000
millones de euros, la Comisión Europea recomendaba a los ciudadanos
españoles que suscribieran planes de pensiones por si las arcas públicas
no pueden hacerse cargo de las mismas. El condicional sobra, pues al
paso que va el saqueo neoliberal --sí, sí, saqueo-- del dinero de todos,
no cabe duda de que no habrá dinero. La duda es si las empresas
encargadas de asumir esos planes de pensiones no se habrán ido al garete
fruto de la eficaz gestión del Lehman Brother de turno.
Como
decía el otro día, la ideología supone una visión deformada de la
realidad. El principio desde el que el gobierno español, --¡apoyado por
el PSOE!-- inyecta dinero a la banca es, entre otras cosas, altamente
ideológico. La teoría es: le damos dinero a la banca, que a su vez lo
utiliza para dar créditos a los particulares y así reactivamos la
economía. La práctica ya ha demostrado que las cosas no funcionan así,
que cuando la banca recibe dinero público lo utiliza para comprar deuda
pública a un alto interés y asegurarse unos retornos exponenciales, sin
invertir ese dinero en economía productiva, sino en pura y simple
especulación, consiguiendo, además, estrangular a los Estados que le
prestan el dinero, debido a los altos intereses que deben pagar por
colocar su deuda. Es decir, un suicidio como Estados. Siendo que la
realidad desdice a la ideología, lo suyo hubiera sido que el Gobierno, o
al menos el PSOE, hubieran buscado otra estrategia. Por ejemplo
vehicular ese crédito a los particulares a través de una banca pública,
lo que garantizaría que el dinero va a donde decide el gobierno y no a
otros cometidos.
Al mismo tiempo que regalamos a los bancos miles
de millones de euros y dólares en toda Europa y EEUU, se nos dice que
los Estados no tendrán capacidad para hacer frente a sus obligaciones en
el futuro y que hay que restringir sus prestaciones en el presente.
¿Cómo es que hay dinero para apuntalar negocios privados causantes de la
crisis, los bancos, y no hay dinero para afianzar los servicios
públicos? ¿O acaso de lo que se trata es de erosionar los servicios
públicos --pensiones, sanidad, educación-- para favorecer al negocio
privado? Un incierto negocio el privado, pues ya hemos visto como
aseguradoras y bancos se han ido por el agujero del retrete llevándose
con ellos esos fondos de pensiones tan seguros de los que ahora nos
hablan.
El neoliberalismo no funciona. Lo dicen los hechos.
Mientras los que nos gobiernan, y los que hacen como que se les oponen,
continúen funcionando bajo parámetros neoliberales, los efectos de la
crisis se continuarán profundizando. Estamos ante un proceso de saqueo
del Estado por parte del interés privado, pues en el neoliberalismo, las
empresas se embolsan las ganancias pero socializan las pérdidas. De las
pérdidas nos tenemos que hacer cargo todos, de los beneficios, solo los
privilegiados. ¿Es este el libre mercado del que se llenan la boca? ¿O
estamos en aquel paréntesis que pidió ese otro gran empresario, Díaz Ferrán, para que el dinero público sacara del atolladero a la iniciativa privada?
En realidad, el neoliberalismo no es sino la teorización del saqueo de
lo público por los intereses privados. Podríamos decir, parafraseando a Proudhon,
que el neoliberalismo es un robo. Ahora ya sin ningún pudor, los
centros de poder económico se encargan de poner sus piezas en la
dirección de los Estados. Buena parte de las responsabilidades
económicas del actual gobierno del PP son ejercidas por personas que
proceden de agencias de calificación o grandes empresas internacionales,
las mismas que están apostando por hundir países para aumentar sus
beneficios. El caso más relevante, el del ministro De Guindos,
quien, tras su exitosa gestión en Lehman Brothers, es recompensado con
la máxima responsabilidad de la economía española. Es como si a un
entrenador que ha hecho descender a su equipo a segunda división se le
nombrara seleccionador nacional. En realidad, es mucho más grave: es
colocar a la zorra a vigilar el corral. De ahí la extrema coherencia de
los mensajes que se dan en Madrid y Bruselas, pues tanto la inyección de
dinero a la banca como la sugerencia de suscribir planes de pensiones:
ambas tienen un mismo beneficiario, la banca. Una banca que, en
realidad, no es la solución, sino el problema.
Cuando se argumenta que no hay alternativas, simplemente se está faltando a la verdad. Les recomiendo el magnífico libro de Vicenç Navarro, Juan Torres y Alberto Garzón titulado, precisamente, Hay alternativas,
y que, saliéndose de la teología neoliberal de nuestros gobiernos, el
actual sacando pecho y el anterior de manera vergonzante, propone
encarar el futuro reactivando el papel del Estado y favoreciendo el
control democrático sobre la economía. Porque una cosa es que nos
quieran imponer sus políticas, otra que nos hagan comulgar con ruedas de
molino. No nos caigamos del guindo.
Juan Manuel Aragués , Profesor de Filosofía.Universidad de Zaragoza
El Periódico de Aragón.
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