Uno de los problemas
más serios de la teoría económica es su incapacidad para tratar los
temas monetarios de manera coherente. Las consecuencias son graves: el
discurso de la teoría económica dominante ha arropado y cultivado una
idea completamente errónea sobre el funcionamiento de los bancos y la
creación monetaria.
No cabe duda que el sistema económico necesita reformas profundas.
Uno de los cambios fundamentales que urge introducir se sitúa en el
ámbito de la dimensión monetaria y financiera. Cierto, las alteraciones
en este terreno no serán suficientes para cancelar totalmente la
explotación pero sí son necesarias para iniciar el tránsito a una
sociedad más justa.
Quizás el obstáculo más serio es la vieja y equivocada idea de que el
sistema monetario actual es natural e inamovible. El sistema monetario
actual representa una de muchas posibilidades y, como podemos observar,
no sólo es ineficiente sino que conduce a una brutal injusticia social.
Para nadie debiera ser ya un secreto el que la creación monetaria
está hoy en manos de los bancos. Es falsa la idea de que tenemos un
banco central dotado del monopolio de creación monetaria. Si bien es
cierto que por ley el banco central es el único que emite billetes y
puede acuñar moneda, ese monto es una minúscula parte de la oferta
monetaria en una economía capitalista. Típicamente en la actualidad ese
dinero de ‘alto poder’ equivale a 5-7 por ciento del total de la oferta
monetaria en una economía. El resto del circulante utilizado en el
sistema de pagos es emitido por bancos privados (y algunas otras
entidades del sistema financiero no bancario). En síntesis, la función
de creación monetaria ha sido usurpada por los bancos privados.
El análisis de los agregados monetarios de cualquier economía
permitirá al lector comprobar lo anterior. En México el monto de
billetes y monedas en poder del público en octubre del presente año era
de unos 650 mil millones de pesos (mmdp). Las cuentas de cheques en
moneda nacional y extranjera en bancos residentes, así como los
depósitos en cuenta corriente y a la vista (en sociedades de ahorro y
préstamo) ascendían a 1.4 billones (castellanos) de pesos. La suma de
estas dos cifras nos da 2.05 billones de pesos y corresponde al agregado
monetario M1: las monedas y billetes emitidos por el Banco de México
son 31 por ciento de este agregado monetario.
Los activos financieros internos en poder de residentes alcanzan la
prodigiosa cifra de 6.5 billones de pesos. Y si sumamos esta cantidad a
nuestra M1 tenemos un nuevo agregado monetario llamado M2 con 8.5
billones. Aquí las monedas y billetes son 7 por ciento del total. Los
lectores pueden verificar todo esto en los cuadros sobre agregados
monetarios del portal del Banco de México (www.banxico.org.mx).
La operación de creación monetaria por los bancos privados
está marcada por dos características de gran importancia. El dinero nace
a través de un proceso de endeudamiento y es generado de la nada.
Cuando un banco privado genera dinero lo hace a través de un crédito
otorgado a una persona o una empresa. La creación monetaria implica una
deuda para quien recibe el crédito (y dicho crédito no está asociado a
un activo prexistente). El banco abre una cuenta para el prestatario y
le proporciona medios de pago (por ejemplo, una chequera o un plástico)
pero no le entrega una suma de billetes que hubiera tenido guardada en
sus bóvedas: esta creación monetaria por los bancos privados proviene de
la nada.
Ahora el receptor del crédito está obligado a generar recursos
monetarios para pagarle al banco el principal y los intereses. Por eso
se dice que la creación monetaria está asociada al endeudamiento. La
creación de dinero deuda es una característica fundamental de las
economías capitalistas de nuestros días. Y uno de los elementos
centrales de la reforma monetaria debe consistir en la eliminación del
componente de deuda en el nacimiento de este objeto social que es el
dinero. Se necesita un sistema monetario de dinero libre de deuda.
Para alcanzarlo es necesario deshacerse de varios mitos. Uno de ellos
consiste en pensar que lo que se necesita es anclar el dinero en un
referente físico como el oro o la plata. Eso no es ni necesario ni
suficiente. El patrón oro no impide la creación ex nihilo de
dinero-deuda por parte de los bancos, y tampoco previene la volatilidad o
las crisis como lo demuestra la historia económica.
Otro mito es la noción de que la intervención de una entidad pública
conduce irremediablemente al abuso y la inflación. La realidad es que el
sector bancario privado ha abusado de su poder de creación monetaria. Y
los episodios de inflación de activos, conocidos como burbujas,
constituyen el modus operandi del sector bancario privado.
Existen alternativas sociales a la creación de dinero-deuda. Los
sistemas políticos tradicionales han seguido el camino de la sumisión al
complejo bancario-financiero. Se requiere ahora rebasar esta visión
estrecha y recuperar el control popular sobre una de las principales
instituciones sociales.
Alejandro Nadal
La Jornada
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