2007-2012: 6 años en que los bancos se tambalearon.
Desde
2007-2008, los grandes bancos centrales (BCE, Banco de Inglaterra, Fed
en los Estados Unidos, Banco de Suiza) dan prioridad absoluta a intentar
evitar el hundimiento del sistema bancario privado. Contrariamente al
discurso dominante, el riesgo principal que amenaza a los bancos no es
la suspensión de pagos de la deuda soberana[1]
por parte de los Estados. Ninguna de las quiebras bancarias desde 2007
ha sido provocada por tal falta de pago. Ninguno de los rescates
bancarios organizados por los Estados fue necesario debido a una
suspensión de pago de parte de un Estado sobreendeudado.
Lo
que amenaza a los bancos desde 2007 es la cantidad de deudas privadas
que los bancos han acumulado progresivamente a partir de las grandes
desregulaciones que comenzaron a finales de los años 70 y que
concluyeron en el transcurso de los años 90. Los balances de los bancos
privados están cargados de activos[2]
dudosos: estos comprenden desde activos tóxicos que son verdaderas
bombas de relojería, a activos no líquidos (es decir que no pueden ser
vendidos o traspasados en los mercados financieros), pasando por los
activos cuyo valor está completamente sobrevalorado en los balances
bancarios.
Las
ventas y las depreciaciones de activos que los bancos han registrado
hasta el momento en sus cuentas para reducir el peso de estos activos
tóxicos no bastan. Un número significativo de ellos dependen de la
financiación a corto plazo (proporcionada o garantizada por los poderes
públicos con el dinero de los contribuyentes) para mantenerse a flote[3] y para hacer frente a las deudas en sí mismas a corto plazo. Esto ha puesto al banco franco-belga Dexia, en realidad un hedge fund de grandes dimensiones, tres veces al borde de la quiebra en 4 años: octubre 2008, octubre 2011[4] y octubre 2012[5].
En el transcurso del episodio más reciente, a inicios de noviembre del
2012, los Estados francés y belga han aportado una ayuda de 5.500
millones de euros (de los cuales 53 % a cargo de Bélgica) para
recapitalizar Dexia SA, institución financiera moribunda, cuyos fondos
propios se han desvanecido. Según el diario belga Le Soir: « Los
recursos propios de matriz de Dexia han pasado de 19.200 millones a
2.700 millones de euros entre finales de 2010 y finales de 2011. Y a
nivel del grupo, los fondos propios totales se han vuelto negativos
(-2.300 millones de euros a 30 de junio de 2012) »[6]. A finales del 2011 sus deudas exigibles de forma inmediata se elevaban a 413.000 millones de euros, y los
importes debidos por contratos de derivados a 461.000 millones de
euros. La suma de estos dos importes representaba ¡más de 2,5 veces el
PIB de Bélgica! A pesar de ello, los dirigentes de Dexia, el viceprimer
ministro belga Didier Reynders y los medios de comunicación dominantes
pretendían aún hacernos creer que el problema de Dexia SA había sido
provocado en gran medida por la crisis de deuda soberana en el sur de la
zona euro. La realidad era que la posición acreedora de Dexia SA con
Grecia no superaba los 2.000 millones de euros en octubre de 2011, es
decir unas 200 veces menos que las deudas a pagar de forma inmediata en
ese momento. En octubre de 2012, la acción Dexia valía unos 0,18 euros,
unas 100 veces menos que en septiembre del 2008. A pesar de ello, los
Estados francés y belga han decidido una vez más resucitar esta sociedad
quebrada haciendo aumentar de golpe la deuda pública de su país. En
España, la
casi quiebra de Bankia también ha sido causada por prácticas
financieras dudosas, y no por riesgo de impago por parte de un Estado. Desde el 2008 el mismo escenario se ha repetido una treintena de veces en Europa y Estados Unidos: cada vez máslos poderes públicos se han puesto (y continúan haciéndolo) al servicio de los bancos privados financiando sus rescates con fondos públicos.
Vuelta al inicio de la crisis en 2007
La
suma gigantesca de deudas privadas comenzó a derrumbarse con el
estallido de la burbuja especulativa en el sector inmobiliario de
Estados Unidos (seguido de situaciones parecidas en Irlanda, el Reino
Unido, España,…). La burbuja inmobiliaria estalló en los Estados Unidos
cuando los precios de las viviendas construidas en cantidades
exageradas empezaron a caer al no encontrarse compradores para estas
viviendas.
Las explicaciones simplistas o
directamente falsas de la crisis que estalló en los Estados Unidos en
2007, con un enorme efecto de contagio hacia Europa occidental
principalmente, han prevalecido en las interpretaciones dadas por los
medios de comunicación dominantes. Regularmente en 2007 y durante buena
parte de 2008, se explicó a la opinión pública que la crisis se inició
en los Estados Unidos porque los pobres se habían endeudado demasiado
para adquirir casas que después no podrían pagar. El comportamiento
irracional de los pobres fue señalado con el dedo como el origen de la
crisis. A partir de fines de septiembre del 2008, después de la quiebra
de Lehman Brothers, el discurso dominante cambió y comenzó a señalar a
las ovejas negras que, en el seno del mundo de las finanzas, habían
pervertido el funcionamiento virtuoso del capitalismo. Pero, ni mucho
menos las mentiras o las manipulaciones dejaron de circular. Se pasó de
los pobres, responsables de la crisis, a las manzanas podridas presentes
en la clase capitalista: Bernard Madoff, que había montado una estafa
de 50.000 millones de dólares o Richard Fuld, el jefe de Lehman
Brother.
Los
inicios de la crisis se remontan al 2006, en el que el precio de las
viviendas se derrumbó en los Estados Unidos debido al exceso en la
construcción, que fue provocado a su vez por la burbuja especulativa que
al inflar el precio de los inmuebles había conducido al sector
inmobiliario a aumentar exageradamente su actividad en comparación con
la demanda solvente. Fue esta caída del precio de los bienes inmuebles
la que condujo al aumento del número de familias incapaces de pagar sus
mensualidades de créditos hipotecarios subprimes. De hecho en los
Estados Unidos las familias tienen la posibilidad y la costumbre de,
cuando los precios de los bienes inmuebles están a la alza, refinanciar
su préstamo hipotecario al cabo de 2 o 3 años a fin de obtener
condiciones más favorables (esto sucedió aun cuando en el sector de los
préstamos subprimes la tasa de los 2 o 3 primeros años era baja y
fija, alrededor del 3%, antes de subir vertiginosamente y de volverse
variable al 3° o 4° año). Visto que los precios de los bienes inmuebles
comenzaron a bajar desde 2006, las familias que habían recurrido a los
préstamos subprimes ya no estuvieron en medida de refinanciar
favorablemente su crédito hipotecario, los impagos comenzaron a
multiplicarse desde inicios de 2007, lo que provocó la quiebra de 84
sociedades de crédito hipotecario en los Estados Unidos entre enero y
agosto de 2007.
Como
ocurre a menudo, la crisis se explicó de manera simplista con el
estallido de una burbuja especulativa, pero la causa real hay que
buscarla a la vez en el sector de la producción y en la especulación.
Por supuesto, el hecho de que una burbuja especulativa haya sido creada y
terminara por estallar no hace sino que multiplicar los efectos de la
crisis que se inició en la producción. Todo el sistema de los préstamos subprimes
y los productos estructurados creados desde mediados de los años 90 se
vino abajo, lo que tuvo terribles repercusiones sobre la producción en
diferentes sectores de la economía real. Acto seguido, las políticas de
austeridad amplificaron el fenómeno desembocando en el periodo
recesivo-depresivo prolongado en el cual la economía de los países más
industrializados se encuentra estancada.
El
impacto de la crisis inmobiliaria en los Estados Unidos y de la crisis
bancaria que la remplazó tuvo un enorme efecto de contagio internacional
ya que numerosos bancos europeos habían invertido masivamente en los
productos estructurados y derivados estadounidenses. Desde los años 90,
el crecimiento en los Estados Unidos y en varias economías europeas
estuvo sostenido por una hipertrofia del sector financiero privado y por
un aumento incomparable de las deudas privadas: deudas de las familias[7],
deudas de las empresas financieras y no financieras. En cambio, las
deudas públicas tuvieron tendencia a bajar entre la segunda mitad de los
años 1990 y los años 2007-2008.
Hipertrofia
pues del sector financiero privado. El volumen de los activos de los
bancos privados europeos en relación al producto interior bruto se infló
de manera extraordinaria a partir de los años 90 para alcanzar en 2011[8]
3,5 veces el PIB de los 27 países miembros de la Unión Europea. En
Irlanda, en 2011, los activos de los bancos representaban 8 veces el
producto interior bruto del país.
Las deudas de los bancos privados[9]
de la zona euro representan igualmente 3,5 veces el PIB de la zona. Las
deudas del sector financiero británico alcanzan cifras récord en
proporción al PIB: 11 veces superiores, mientras que la deuda pública
representa alrededor del 80% del PIB.
La deuda bruta de los Estados de la zona euro representaba 86% del PIB de los 17 países miembros en 2011[10].
La deuda pública griega representaba 162% del PIB griego en 2011
mientras que las deudas de su sector financiero representan 311% del
PIB, es decir el doble. La deuda pública española alcanzaba 62% del PIB
en 2011 mientras que las deudas del sector financiero alcanzaban 203%,
es decir el triple de la deuda pública.
Un poco de historia: el establecimiento de una regulación financiera estricta como consecuencia de la crisis de los años 1930
El
crack de Wall Street en octubre de 1929, la enorme crisis bancaria de
1933 y el periodo prolongado de crisis económica en los Estados Unidos y
en Europa de los años 1930 condujeron al presidente Franklin Roosevelt,
y más tarde a Europa, a regular fuertemente el sector financiero a fin
de evitar la repetición de graves crisis bursátiles y bancarias.
Consecuencia: en el transcurso de los treinta años que siguieron la
segunda guerra mundial el número de crisis bancarias ha sido mínima. Es
lo que muestran dos economistas neoliberales norteamericanos, Carmen M. Reinhart y Kenneth S. Rogoff, en un libro publicado en 2009 y titulado Esta vez es distinto: Ocho siglos de necedad financiera. Kenneth
Rogoff fue economista jefe del FMI y Carmen Reinhart, profesora de
universidad, es consejera del FMI y del Banco Mundial. Según estos dos
economistas,que son de todo salvo favorables a una puesta en tela de
juicio del capitalismo, la cantidad muy reducida de crisis bancarias se
explica principalmente « por la represión de los mercados financieros
internos (en diversos grados), y luego por un recurso masivo a los
controles de capitales durante muchos años después de la segunda guerra
mundial »[11].
Una
de las medidas duras adoptadas por Roosevelt y los gobiernos de Europa
(en particular bajo la presión de las movilizaciones populares en Europa
después de la Liberación) consistió en limitar y regular estrictamente
el uso que los bancos podían hacer del dinero del público. Este
principio de protección de los depósitos dio lugar a la separación entre
bancos de depósitos y bancos de inversión cuya ley americana, llamada Glass Steagall Act, constituyó la forma más conocida, aunque fue igualmente aplicada con ciertas variantes en los países europeos.
Con esta separación, sólo los bancos comerciales podían recibir los depósitos del público,
que gozaban de una garantía del Estado. Paralelamente a esto, su campo
de actividades fue reducido a los préstamos a particulares y a empresas,
excluyendo la emisión de títulos, de acciones y de cualquier otro tipo
de instrumento financiero. Los bancos de inversión debían, por su parte,
captar sus recursos en los mercados financieros a fin de poder emitir
títulos, acciones y cualquier otro instrumento financiero.
La desregulación financiera y el giro neoliberal
El
giro neoliberal de finales de los años 70 puso en tela de juicio estas
regulaciones. Al cabo de una veintena de años, la desregulación bancaria
y financiera había sido consumada en términos generales. Como señalan
Kenneth Rogoff y Carmen Reinhart, las crisis bancarias y bursátiles se
han multiplicado a partir de los años 80, tomando formas cada vez más
agudas.
En
el modelo tradicional heredado del periodo prolongado de regulación,
los bancos evalúan y corren el riesgo, es decir, ellos analizan las
solicitudes de crédito, deciden o no si satisfacerlas, y, una vez los
préstamos son concedidos, los mantienen en su balance hasta su
vencimiento (se habla aquí del modelo originate and hold, « conceder y mantener »).
Aprovechando
el profundo movimiento de desregulación que ellos mismos provocaron,
los bancos abandonaron el modelo « conceder y mantener » para aumentar
el rendimiento respecto a sus fondos propios. Para ello, los bancos
inventaron nuevos procedimientos, en particular la titularización, que
consiste en transformar los créditos bancarios en títulos financieros.
El objetivo perseguido era simple: quitar de sus cuentas los créditos y
riesgos correspondientes. Transformaron estos créditos en títulos bajo
la forma de productos financieros estructurados, que vendieron a otros
bancos e instituciones financieras privadas. Se habla aquí de un nuevo
modelo bancario llamado originate to distribute, « conceder para traspasar », llamado igualmente originate repackage and sell,
« conceder, empaquetar y vender ». Para el banco, la ventaja es doble:
disminuye su riesgo al sacar del activo de su balance los créditos que
ha concedido y dispone además de medios suplementarios para especular.
La
desregulación permitió al sector financiero privado y en particular a
los bancos abusar de la llamada estrategia del apalancamiento. Xavier
Dupret describe claramente el fenómeno: « El mundo bancario se ha
endeudado mucho, estos últimos años, por medio de lo que se llama el
efecto apalancamiento. El efecto apalancamiento consiste en recurrir al
endeudamiento para aumentar la rentabilidad de los recursos propios. Y
para que éste funcione, es necesario que la tasa de rentabilidad del
proyecto seleccionado sea superior al tipo de interés a abonar por la
suma tomada en préstamo. El apalancamiento se ha vuelto cada vez más
importante con el tiempo, lo que evidentemente no deja de plantear
problemas. Así, en la primavera de 2008, los bancos de inversión de Wall
Street tenían un apalancamiento que oscilaba entre 25 y 45 (por un
dólar de fondos propios habían tomado prestado entre 25 y 45 dólares).
Por ejemplo, Merrill Lynch tenía un apalancamiento de 40 veces sus
recursos propios. Esta situación era obviamente explosiva ya que una
institución que tiene un ratio de apalancamiento de 40 a 1 ve
desaparecer sus fondos propios con una bajada del 2,5% (es decir 1/40)
del valor de los activos adquiridos. »[12]
Gracias
a la desregulación los bancos han podido desarrollar actividades que
implican volúmenes gigantescos de financiación (y por lo tanto de
deudas) sin asumirlos en sus balances contables. El endeudamiento fuera
de balance llegó a tal punto que en 2011 el volumen de las actividades
en cuestión sobrepasaba 67 billones de dólares (67,000,000,000,000$, lo
que equivale aproximadamente a la suma de los PIB de todos los países
del planeta): este es el llamado sector bancario en la sombra, el shadow banking[13]. Cuando
la actividad fuera de balance desemboca en pérdidas masivas, ello
repercute tarde o temprano en la salud de los bancos que la han
iniciado. Son los grandes bancos los que dominan de muy lejos esta
actividad oculta. La amenaza de la quiebra conduce a los Estados a
prestarles auxilio, en particular recapitalizándolos. Mientras que los
balances oficiales de los bancos registraron una reducción de volumen
desde el inicio de la crisis en 2007-2008, el volumen fuera de balance,
el shadow banking, no siguió la misma evolución. Después de
haber disminuido entre 2008 y 2010 volvió en 2011-2012 al nivel de
2006-2007, lo que constituye un síntoma claro de la peligrosidad de la
situación de las finanzas privadas mundiales. En consecuencia, el
alcance de la acción de las instituciones públicas nacionales e
internacionales, que están a cargo, usando su vocabulario, de conducir
las finanzas a comportamientos más responsables, es muy limitado. Los
reguladores no tienen siquiera los medios para conocer las actividades
reales de los bancos que se supone deben controlar.
El
Consejo de Estabilidad Financiera (FSB), el órgano erigido por el foro
del G20 a cargo de la estabilidad financiera mundial, ha revelado las
cifras de 2011. « El tamaño del ‘shadow banking’, que escapa a toda
regulación, es de 67 billones de dólares según su informe que incluye a
25 países (90% de los activos financieros mundiales). Se trata de 5 a 6
billones más que en 2010. Este sector ‘paralelo’ representa él solo la
mitad del tamaño de los activos totales de los bancos. En relación al
Producto Interior Bruto del país, la banca oculta prospera en
Hong-Kong (520%), en los Países Bajos (490%), en el Reino Unido (370%),
en Singapur (260%) y en Suiza (210%). Pero, en términos absolutos, los
Estados Unidos permanecen en primera posición puesto que allí este
sector paralelo representa 23 billones de activos en 2011, seguido por
la zona euro (22 billones) y el Reino Unido (9 billones). »[14]
Una
gran parte de las transacciones financieras escapa totalmente al
control oficial. Como se ha dicho anteriormente, el volumen de la
actividad bancaria oculta representa ¡la mitad del volumen de los activos totales de los bancos! También hay que medir el mercado “over the counter”
(OTC) – es decir sin control por parte de las autoridades de los
mercados – de los productos financieros derivados. El volumen de los
productos derivados ha crecido de manera exponencial entre los años 1990
y los años 2007-2008. Si bien ha declinado un poco a inicios de la
crisis, el valor hipotético de los contratos de derivados en el mercado
OTC alcanzó en 2011 la astronómica suma de 650 billones de dólares
(650,000,000,000,000 $), es decir unas 10 veces el PIB mundial. El
volumen del 2° semestre de 2007 es superado y el del primer semestre de
2008 está a la vista… Los swaps sobre tipos de interés representan 74%
del total mientras que los derivados en el mercado de divisas
representan 8%, los Credit default swaps (CDS) 5%, los derivados sobre
las acciones 1%, distribuyéndose el resto en una multitud de productos.
Desde 2008, los rescates bancarios no han desembocado en comportamientos más responsables
La
crisis financiera de 2007 ha visto a los bancos, a pesar de ser
culpables de maniobras reprobables y haber asumido riesgos
inimaginables, ser favorecidos de inyecciones masivas de fondos a través
de numerosos y costosos planes de rescate. En un estudio muy
documentado[15], dos investigadores se han propuesto verificar « si
las operaciones de rescates públicos fueron seguidas de una mayor
reducción de riesgos en los nuevos préstamos concedidos por los bancos
ayudados en relación a los que no lo han sido ». Para hacer esto,
los autores analizaron el balance y los préstamos sindicados (se trata
de los créditos concedidos a una empresa por varios bancos) otorgados
por 87 grandes bancos comerciales internacionales. Los autores han
revelado que « les bancos que recibieron ayuda siguieron firmando préstamos sindicados riesgosos » observando que « los
préstamos sindicados de los bancos que recibieron una ayuda para salir a
flote luego, eran más arriesgados antes de la crisis, que los de las
instituciones que no recibieron ayuda ». Lejos de constituir un
remedio y una protección eficaz contra los extravíos de los bancos, los
planes de rescate de los Estados han constituido, por contra, un potente
incitador para proseguir e incluso intensificar sus prácticas
culpables. En efecto, « la perspectiva de un apoyo del Estado puede acarrear una riesgo moral (moral hazard) y conducir a los bancos a tomar mayores riesgos »[16].
En
suma, una grave crisis de deudas privadas provocada por las maniobras
irresponsables de los grandes bancos ha empujado enseguida a los
dirigentes estadounidenses y europeos a ir en su ayuda usando fondos
públicos. La música lancinante de la crisis de las deudas soberanas pudo
ser entonces entonada para imponer sacrificios brutales a los pueblos.
La desregulación financiera de los años 90 ha sido el humus fértil para
esta crisis con consecuencias sociales dramáticas. Mientras no pongan en
jaque mate a las finanzas internacionales, los pueblos estarán en sus
manos. Este combate debe intensificarse lo antes posible.
- Eric Toussaint, Universidad de Lieja, es presidente del CADTM Bélgica (Comité por la anulación de la deuda del Tercer Mundo, www.cadtm.org) y miembro del Consejo Científico de ATTAC France. Ha escrito junto con Damien Millet, AAA. Audit Annulation Autre politique, Seuil, Paris, 2012.
El
autor agradece a Patrick Saurin, Daniel Munevar, Damien Millet y
Virginie de Romanet por la ayuda que le han brindado en la elaboración
de este artículo.
Traducido por Inés Hidalgo, Sergi Cutillas y Itziar Giménez. Revisión final por Stéphanie Jacquemont.
[1] La deuda soberana es la deuda de un Estado y de los organismos públicos que dependen de él.
[2] En general, el término « activo » hace referencia a un bien que posee un valor realizable, o que puede generar ingresos. En el caso contrario, se habla de « pasivo »,es
decir la parte del balance compuesto de recursos de los que dispone una
empresa (capitales propios aportados por los socios, provisiones por
riesgos y cargas, deudas). Véase: http://www.banque-info.com/lexique-bancaire/a/
[3]
Numerosos bancos dependen de un financiamiento a corto plazo ya que
encuentran enormes dificultades para pedir préstamos en el sector
privado a un costo sostenible (es decir el más bajo posible) en
particular, bajo la forma de emisión de títulos de deuda. Como lo
veremos más adelante, la decisión del BCE de prestar un poco más de 1
billón de euros (1,000,000,000,000 €) a una tasa de interés del 1% por
un periodo de 3 años a más de 800 bancos europeos constituyó una tabla
de salvación para un gran número de ellos. Luego, gracias a estos
préstamos del BCE, los más sólidos de entre ellos, tuvieron nuevamente
la posibilidad de emitir títulos de deuda para financiarse. Ello no
habría sido el caso si el BCE no hubiera actuado de prestamista en
última instancia y esto por 3 años.
[4]
Sobre el episodio de octubre de 2011, véase Eric Toussaint, Crash de
Dexia, “¿Ya está en camino un efecto dominó en la UE?”, 7 de octubre de
2011, http://cadtm.org/Ya-esta-en-camino-un-efecto-domino
[5]
Sobre el episodio de octubre de 2012 que desembocó en un nuevo
salvataje bajo la forma de una recapitalización, véase Eric Toussaint,
« Fallait-il à nouveau injecter de l’argent dans Dexia ? », Le Soir, 2 de noviembre de 2012, http://cadtm.org/Fallait-il-a-nouveau-injecter-de-l;
véase igualmente: CADTM, « Pour sortir du piège des recapitalisations à
répétition, le CADTM demande l’annulation des garanties de l’Etat belge
aux créanciers du groupe Dexia », 31 de octubre de 2012, http://cadtm.org/Pour-sortir-du-piege-des;
CADTM, « Pourquoi le CADTM introduit avec ATTAC un recours en
annulation de l’arrêté royal octroyant une garantie de 54 milliards
d’euros (avec en sus les intérêts et accessoires) à Dexia SA et Dexia
Crédit Local SA », 22 de diciembre de 2011, http://cadtm.org/Pourquoi-le-CADTM-introduit-avec
[6] Pierre-Henri Thomas, Bernard Demonty, Le Soir, 31 de octubre de 2012, pág. 19, http://archives.lesoir.be/dexia-sera-recapitalise-pour-le-7-novembre-en_t-20121031-025GAM.html?firstHit=40&by=20&when=-1&sort=datedesc&pos=43&all=1309626&nav=1
[7]
Las deudas de las familias incluyen las deudas que los estudiantes
americanos han contraído para sufragar sus estudios. Las deudas de los
estudiantes en los Estados Unidos alcanzan el importe colosal de 1
billón de dólares (1,000,000,000 $), es decir más que el total de
las deudas externas públicas de América Latina (460 mil millones de
dólares), del África (263 mil millones) y del Asia del Sur (205 mil
millones). Véase para el importe de las deudas de estos « continentes »:
Damien Millet, Daniel Munevar, Eric Toussaint, Les Chiffres de la dette 2012, cuadro 7, pág. 9. Se puede descargar de: http://cadtm.org/Les-Chiffres-de-la-dette-2012
[8] Véase Damien Millet, Daniel Munevar, Eric Toussaint, Les Chiffres de la dette 2012, cuadro 30, p. 23. Este cuadro se basa en los datos de la Federación Europea del Sector Bancario, http://www.ebf-fbe.eu/index.php?page=statistics. Véase igualmente Martin Wolf, « Liikanen is at least a step forward for EU banks », Financial Times, 5 de octubre de 2012, pág. 9.
[9]
Las deudas de los bancos no deben confundirse con sus activos, forman
parte de su « pasivo ». Véase más arriba la nota de pie de página sobre
« Activo » y « Pasivo » de los bancos.
[10] Véase Damien Millet, Daniel Munevar, Eric Toussaint, Les Chiffres de la dette 2012, cuadro 24, pág. 18. Este cuadro utiliza la base de datos de investigación de Morgan Stanley, así como http://www.ecb.int/stats/money/aggregates/bsheets/html/outstanding_amounts_index.en.html y
[11] Carmen M. Reinhart, Kenneth S. Rogoff, Esta vez es distinto: ocho siglos de necedad financiera, Fondo de Cultura Económica de España, S. L., 2011
[12]Xavier Dupret, « Et si nous laissions les banques faire faillite ? », 22 de agosto de 2012, http://www.gresea.be/spip.php?article1048
[13] Véase Daniel Munevar, “El Sistema Bancario en las Sombras: Cuales son los riesgos?”, 23 de febrero de 2012, http://cadtm.org/El-Sistema-Bancario-en-las-Sombras Vease también: Tracy Alloway, “Traditional lenders shiver as shadow banking grows”, Financial Times, 28 de diciembre de 2011
[14]
Véase Richard Hiault, « Le monde bancaire « parallèle » pèse 67.000
milliards de dollars », Les Echos, 18 de noviembre de 2012, http://www.lesechos.fr/entreprises-secteurs/finance-marches/actu/0202393973644-le-monde-bancaire-parallele-pese-67-000-milliards-de-dollars-511912.php
[15] Michel Brei y Blaise Gadanecz, “Have bailouts made banks’loan book safer ?”, Bis Quaterly Review, september 2012, pp. 61-72. Las citaciones de este párrafo provienen de este artículo.
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