viernes, 30 de septiembre de 2011

Paraíso para Infamous

La evasión de impuestos a nivel mundial en paraísos fiscales supera los 200 billones (no los ‘billion’ americanos) de dólares, repartidos entre más de 3 millones de sociedades, fundaciones, o particulares, según cálculos de la ONG Tax Justice Network. Esta cantidad de dinero cubriría de forma sobrada el objetivo de la ONU de reducir la pobreza a la mitad para el año 2015. 

Suiza ha bloqueado las cuentas de los dictadores que depositaban en sus bancos las fortunas robadas en sus países de origen. También ha restituido parte de esos fondos a los estados de los que fueron extraídos. Es un paso adelante. El estado suizo ha tomado la iniciativa, pero en el mundo operan con total impunidad y sin ningún escrúpulo más de 70 paraísos fiscales, en los que se mueve la cuarta parte del PIB mundial. 

Gibraltar tiene una extensión de 4,5 kilómetros cuadrados y una población de 30.000 habitantes. El número de empresas y sociedades en su territorio es de más de 28.000. Casi una por persona. Sólo en Luxemburgo, las entidades bancarias manejan activos que superan el PIB de muchos Estados. Liechtenstein tiene el doble de empresas que de habitantes. Ejemplos similares se podrían encontrar en Mónaco, Jamaica, o en las Islas Salomón. 

Atendiendo a su definición académica de los paraísos fiscales son “aquellos territorios o estados caracterizados por la escasa o nula tributación a que someten a determinadas personas o entidades que, en estas jurisdicciones encuentran cobertura y amparo”. Ellos mismos se autocalifican como países de ‘baja tributación’ o de ‘tributación privilegiada’. En realidad son túneles de lavado del dinero de mafias, dictadores y /> Traficantes de armas, drogas o personas, mercenarios de guerra, políticos corruptos, o grandes multinacionales son los visitantes más frecuentes de este tipo de países. La corriente de dinero que circula por sus bancos se estima en números de diez cifras. Esto reduce el dinero ingresado por los Estados mediante impuestos y que es destinado a la educación, la sanidad o la seguridad pública. 

También las figuras públicas y los famosos eligen paraísos fiscales. Es el caso del ex campeón del mundo de automovilismo, Fernando Alonso, que asegura haberse traslado a Suiza para evitar “el acoso de la prensa”. Su predecesor Michael Shumacher y su sucesor Lewis Hamilton tampoco van muy atrasados ​​en esta faceta. Steffi Graff y Boris Becker no son ajenos a esta moda. Bono, el caritativo cantante de U2 tributa sus ingresos en un paraíso fiscal holandés. Hasta hace poco el Banco Santander ofrecía a sus clientes con grandes fortunas la posibilidad de desplazarse su dinero en estos paraísos. 

Los delincuentes de cuello blanco acumulan sus fortunas en paraísos fiscales por insignificante cobro de impuestos, y sobre todo, por el secreto bancario, que impide que se descubra a los titulares de las cuentas. El cliente tiene el anonimato y la confidencialidad, tanto de su nombre y los movimientos que realice en su cuenta bancaria, como el origen de sus caudales. En todos ellos hay una restrictiva norma que impide el levantamiento del secreto bancario. 

Las grandes multinacionales se valen de la más sofisticada ingeniería financiera para hacer su evasiones fiscales. Las principales asesorías, como Deloitte o Ernst & Young, donde llegaron a trabajar actuales figuras de la política, son una parte más del engranaje de la corrupción legal. 

¿Qué pasaría si todas las personas que pagan impuestos trasladasen sus ahorros a estos “Bancos Offshore”? El brasileño Emir Sader afirmaba que la globalización liberal requiere a los paraísos fiscales como la institución familiar tradicional a los prostíbulos, como compensación al matrimonio indisoluble, y como vía de escape de las necesidades no atendidas por la esposa. Quizás el problema no radique entonces en los paraísos fiscales, sino en el sistema económico que les permite. 

Iván González Alonso
Periodista

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