Warren Buffet es uno de los ricos más superricos
de EEUU y del mundo. Se caracteriza por ser inteligente, por conocer muy bien
la realidad que le rodea y por hablar muy claro, frecuentemente en contra de la
clase social a la que pertenece. Es, como The Wall Street Journal lo define, un
“traidor a su clase”. Entre sus declaraciones, la más citada por los no ricos
es aquella en la que indicó que, en contra de aquellos que creen que ya no hay
clases sociales en EEUU (y que, por lo tanto, asumen que el concepto de lucha
de clases es anticuado e irrelevante), la realidad que él conoce es que sí que
hay clases sociales y que también existe una lucha entre ellas en la que su
clase –los superricos– gana cada día a costa de los intereses de la mayoría de
la población, que consigue sus rentas a partir del trabajo en lugar del
capital.
Tal señor escribió recientemente un artículo en
The New York Times, Stop Coddling the Super-Rich (Basta de mimar a los
superricos, 15-08-11), en el que explicaba los impuestos que él paga
comparándolos con los que pagan los empleados de su compañía (él es un inversor
financiero). Señala que pagó este año en impuestos 6.938.744 dólares, lo cual,
señala, es una cifra más que respetable. Pero tal cantidad es menos del 17% de
sus ingresos anuales, un porcentaje mucho menor que el de sus empleados, cuyo
porcentaje varía desde el 33% al 41%, con un promedio (de los empleados de su
despacho) de un 36%. Considera, con razón, que ello no es justo. Y subraya que
los superricos no están contribuyendo al sacrificio general que el Gobierno
federal de EEUU está pidiendo de todos los ciudadanos para salir de la crisis.
A ninguno de los superricos se le ha pedido hasta recientemente que haga ningún
sacrificio, y ello a pesar de que –tal como señala Buffet– la crisis les ha ido
muy bien a los superricos.
¿Y cómo puede ser que paguen mucho menos en
impuestos que la clase trabajadora y que las clases medias? Buffet lo dice
claramente. La mayoría de su renta deriva de los beneficios que consigue de sus
inversiones (la mayoría inversiones financieras). Es decir, es dinero de lo que
antes se llamaba el capital financiero. Subraya Buffet que los impuestos sobre
las rentas del capital (como el Impuesto de Sociedades) gravan mucho menos que
las rentas del trabajo, lo cual le parece una profunda injusticia. Según él,
todas las rentas, tanto las derivadas del capital como las derivadas del
trabajo, deberían gravarse por igual, sin privilegios (como ocurre ahora) a las
rentas del capital, que se gravan mucho menos. En realidad, no sólo gravan
menos, sino que incluso han ido descendiendo más y más, bajo el argumento de
que disminuir tales impuestos al capital facilita la creación de puestos de
trabajo. La sabiduría convencional en el conocimiento económico –que, en
general, está sesgado a favor de las rentas del capital– promueve políticas que
favorecen estas últimas a costa de las rentas del trabajo, argumentando que es
necesario incentivarlas para conseguir más inversión y más empleo. Pero, como
Buffet señala en su artículo en The New York Times, los ingresos derivados del
capital han crecido astronómicamente para los superricos, a la vez que los
impuestos sobre tales rentas han ido disminuyendo y, sin embargo, la creación
de puestos de trabajo en EEUU ha sido menor que antes (de 1950 a 1980) cuando
las rentas del capital se gravaban mucho más que ahora.
En realidad, las políticas fiscales que definen
quién paga impuestos y en qué cantidad no vienen definidas por factores
económicos, sino por factores políticos, lo cual quiere decir por el poder e
influencia que distintos colectivos de personas tienen en nuestras sociedades
sobre las instituciones políticas (y mediáticas). Y de estos colectivos, los
ricos y superricos (lo que solía llamarse la clase capitalista o burguesa,
términos hoy abandonados por considerárseles anticuados) son los más
influyentes. El hecho de que no se hable de clases sociales y lucha de clases en
España se debe precisamente a su enorme poder sobre las instituciones políticas
y mediáticas. Como consecuencia, la versión convencional de la estructura
social de nuestros países afirma que las clases sociales básicamente han
desaparecido, puesto que la mayoría de ciudadanos pertenece a la clase media,
aceptando que por encima están los ricos –la clase alta– y por debajo los
pobres –la clase baja–. Por lo demás, hablar de clase capitalista o burguesía,
pequeña burguesía, clase media y clase trabajadora (la mayoría de la población)
se considera ser muy anticuado. Las ciencias sociales, sin embargo, son
ciencias. Y la clase social es una categoría científica. Y en ciencia no debe
confundirse antiguo con anticuado. La ley de la gravedad es muy antigua, pero no
es anticuada. Si lo duda, salte de un cuarto piso y lo verá. Y esto es lo que
está ocurriendo a gran parte de las izquierdas gobernantes. Están saltando del
cuarto piso y están cayendo en picado.
El famoso dicho del presidente Zapatero de que
“bajar impuestos es de izquierdas”, continuando unas políticas iniciadas en
España por el Partido Popular, ha favorecido enormemente a la clase capitalista
(es decir, aquel colectivo que deriva sus rentas del capital), que como bien
dice Buffet, existe. Y los datos de la Agencia Tributaria española así lo
documentan. Mientras que los ingresos al Estado derivados de la gravación a las
rentas del trabajo han ido aumentando desde 2006 (pasando de representar
430.428 millones de euros en 2006 a 494.431 millones de euros en 2010), las
derivadas del capital han descendido considerablemente, pasando de 75.027
millones de euros a 53.455 millones de euros, y ello en gran parte, como
consecuencia de las bajadas de impuestos, sobre todo a las rentas superiores y
del Impuesto de Sociedades. ¿Dónde está la versión española de Buffet?
Catedrático de Políticas Públicas de la Universitat Pompeu Fabra
Público
http://blogs.publico.es/dominiopublico/4024/%C2%BFexiste-lucha-de-clases/
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