Toda especulación mercantil que hago a
expensas de la vida de mis semejantes no es tráfico, es bandidaje y fratricidio
(…) ¿Por qué no deben las leyes detener la mano homicida del monopolista, del
mismo modo que lo hacen con el asesino ordinario? (M. Robespierre)
Ante el constante y creciente número de bancos
e instituciones financieras que fueron entrando en quiebra, el 25 de septiembre
de 2008 el gobierno de Estados Unidos aprobó un plan general de rescate a la
banca conocido como TARP (Troubled Asset Relief Programm). El plan se evaluaba
en la enorme suma de 700.000 millones de dólares. [1] El TARP fue aprobado, la banca fue rescatada generosamente, y
los mismos senadores que mayoritariamente votaron a favor, “se negaron a
continuación a votar un plan para extender los beneficios del subsidio de paro
de 800.000 norteamericanos sin trabajo”. [2]
La justificación del
rescate financiero fue que se necesitaba restablecer el flujo crediticio (que
con la crisis bancaria se había cortado abruptamente), paso imprescindible para
lograr la recuperación económica. Como es sabido, los bancos no dieron entonces
ni dan ahora crédito. Al contrario, restringieron severamente todas las líneas
crediticias a empresas y particulares. Además, los bancos
prestaron a los gobiernos grandes cantidades, aunque a costa de imponer sus
condiciones que básicamente pueden resumirse así: recortar el gasto social,
abaratar el despido y rebajar los salarios. Los banqueros son
hoy más fuertes que antes de la gran crisis económica.
El que fue inspector general del TARP hasta febrero de 2011, Neil M. Barofsky, escribió en el New York
Times en fecha no muy lejana, el 29 de marzo de 2011, “Los grandes bancos
son un 20% más grandes que antes de la crisis y controlan una parte de nuestra
economía mayor que nunca. Asumen de forma razonable que el gobierno los
rescatará de nuevo si fuera necesario.” [3]
El economista Michael Hudson lo dejó dicho de forma contundente hace poco
más de dos años: “para que pueda gobernar el capital
financiero primero deben saquearse a fondo las economías.” [4] Y bien es verdad que los gobernantes se han esmerado en ello en
los últimos tiempos. El empobrecimiento general de la población no rica es una
constante en muchos lugares del mundo. Las economías están saqueadas y el
capital financiero está gobernando.
Los capitales especulativos abandonaron
provisionalmente los mercados financieros y centraron a continuación su
atención en los productos alimenticios y en el petróleo. Para ellos la crisis
era simplemente una coyuntura que aconsejaba un cambio de instrumento para
seguir ganando dinero. [5] Hay
especuladores que invierten para que suban los precios de determinados
alimentos, aunque ello provoque la muerte por hambre o la subalimentación de
decenas de millones de personas. Son negocios, no mala intención. [6] Susan George escribía muy
recientemente: ”el acaparamiento de tierras está arrebatando decenas de
millones de hectáreas a quienes tradicionalmente las han trabajado, poniéndolas
a disposición de las multinacionales, con destino a la exportación. El agua es
vista como un producto capitalista perfecto puesto que es indispensable, no
puede ser sustituido y su mercado crece a medida que crece la población.” [7]
De ahí que no a todo el mundo le
haya ido mal la crisis. Son muy informativas las cifras que ofrece el World Ultra Wealth Report 2011.[8] Este
informe designa como Ultra High Net Worth Individuals (UHNWI), es decir, individuos con altísimo
valor neto, a los que tienen activos superiores a los 30 millones de dólares.
Pero entre esos activos no se contabilizan la primera residencia, los bienes
consumibles, los bienes coleccionables y los bienes de consumo duradero. Es
decir, se trata de evaluar en estos informes lo que estos ricos tienen como
efectivo y en activos fácil y rápidamente convertibles en líquido. Queda claro
que se trata de personas con una riqueza real muy superior a los 30 millones de
dólares. Los 30 millones de dólares que definen a un UHNWI son pues de bienes
inmediatamente convertibles en efectivo. Según este informe, en el 2011, había
en todo el mundo 185.795 UHNWI con una riqueza global (recuérdese la
definición) de 25 billones (trillions en
el inglés de EEUU) de dólares. De los 185.795 en todo el mundo, 57.860 estaban
en Estados Unidos y 54.325 en Europa. En el año 2009, según el informe anual de
Merrill-Lynch, [9] los UHNWI eran un
grupo formado por 93.100 personas con una riqueza conjunta de 13,8 billones de
dólares. En dos años pues se han multiplicado por dos tanto los afortunados
UHNWI, como sus riquezas acumuladas. Cabe mencionar que 25 billones de dólares
es una cantidad muy superior al PIB de la Unión Europea de los 27. Y esta
inmensa fortuna solamente está concentrada por 185.795 personas, es decir, el
0,002% de toda la humanidad.
En el Reino de
España, según el citado informe de World
Ultra Wealth Report 2011, había en el año 2011, 1.875
UHNWI, es decir, un 0,004% de la población. En Europa solamente hay más UHNWI
en Alemania, Reino Unido, Suiza, Francia e Italia. Debe recordarse que la participación
de los salarios en el PIB ha sido menguante en el Reino de España desde el año
1981 (73%) al 2012 (57,3%). La Comisión Europea calcula que para 2013 la
participación será del 56,3%. Con las contrareformas contra el estado de
bienestar puestas en marcha desde mayo del 2010 por el gobierno del PSOE y
continuadas con fervor por el gobierno del PP, la pérdida de los salarios en el
peso del PIB será cada vez más acentuada. Los salarios
reales ya cayeron desde 1994 al 2006, casi un 6%.
Por otra parte, y como ya es de conocimiento común,
distintos indicadores sobre el empleo ofrecen un panorama desolador. La tasa de
paro ha crecido del 8,3% en el 2006 al 22,8% en el 2011. Y sigue creciendo. La
tasa de paro juvenil ha crecido del 17,8% en el 2006 al 48,6% en el 2011. Y
sigue creciendo. El porcentaje de parados que llevan más de un año buscando
empleo ha pasado en el mismo período del 25% al 50%. Y sigue creciendo. El
porcentaje de hogares con todos los activos en paro, también se ha multiplicado
por más de tres en este período: del 2,5% al 9,1%. Y sigue creciendo.
Nada más normal que la brecha entre
los ricos y los pobres en los países de la OCDE sea en estos momentos la más
grande en los últimos 30 años, según un reciente informe de esta organización.[10]
Notas:
[1] Para hacernos una idea
rápida de esta cantidad: representa aproximadamente la mitad de todo el PIB del
Reino de España del 2012.
[2] Josep Fontana, Por el bien del imperio. Una historia del
mundo desde 1945, Pasado y Presente, Barcelona, 2011, p. 939.
[3] Neil M. Barofsky, “Where the Bailout Went Wrong”, The New York Times, 29-3-2011.
[4] Michael Hudson, “The
People v. the Bankers”, Counterpunch.org,
11-5-2010 http://www.counterpunch.org/2010/05/11/the-people-v-the-bankers/
.
[5] Juan Hernández Vigueras, El casino que nos gobierna, Clave
intelectual, Madrid, 2012.
[6] Se hace difícil no
recordar el gran discurso de Robespierre ante la Convención el 2 de diciembre
de 1792 que encabeza este artículo. “Toda especulación mercantil que hago a
expensas de la vida de mis semejantes no es tráfico, es bandidaje y fratricidio
(…) ¿Por qué no deben las leyes detener la mano homicida del monopolista, del
mismo modo que lo hacen con el asesino ordinario?”, http://membres.multimania.fr/discours/subsistances.htm.
[7] Susan George, “Curbing the
Corporations: Who? How? When?”, en VVAA Transnational
Capital vs. People’s Resistance, junio 2012, http://www.alainet.org/publica/476-en.phtml
[8] Accesible, mediante
registro, en http://www.wealthx.com/articles/2011/wealth-x-world-ultra-wealth-report-2011
[9] Daniel Raventós, “Worldwide Concentration of Wealth”, Counterpunch.org, 29-5-2010, http://www.counterpunch.org/2010/10/29/worldwide-concentration-of-wealth/
[10] OCDE, “Divided We Stand: Why Inequality Keeps Rising”, 2001, http://www.oecd.org/document/51/0,3746,en_2649_33933_49147827_1_1_1_1,00.html.
Daniel Raventós es profesor de la Facultad de Economía y
Empresa de la Universidad de Barcelona, miembro del Comité de Redacción de sinpermiso y presidente de la Red Renta Básica. Es miembro del comité
científico de ATTAC. Su último libro, coeditado con David Casassas, es La renta básica
en la era de las grandes desigualdades (Montesinos, 2011).
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