Durante siglos, el canario sirvió de instrumento para la
detección de gases venenosos en las minas de carbón, su canto era signo de vida
para los mineros. Hoy es solo una metáfora aplicada a menudo en el mundo
financiero como sinónimo de advertencia de peligro inminente.
Como el canario en la mina de carbón ha sido visto el
escándalo de las pérdidas de 2300 millones de dólares del banco JP Morgan Chase
– apenas comentado en los medios españoles - porque una vez más se ha puesto de
manifiesto la amenaza destructiva de los trader
o agentes-comisionistas con sus enormes operaciones especulativas de alto
riesgo. Y los riesgos corridos por este banco global, han podido poner en
peligro su misma estructura y el sistema mundial. Porque JP Morgan es un banco
de 2,5 billones (trillion) de dólares, en torno a un 20 % de la economía de los
EEUU (PIB). Y si cayera sería un shock para la economía mundial mayor que el
colapso de Lehman Brothers; y por tanto tendría que ser protegido por la
Reserva Federal. Es el típico ejemplo de banco “demasiado grande para dejarle
quebrar” (too big to fail). Es la dimensión a que aspira alcanzar cualquier
gran banco de modo que al representar un riesgo para todo el sistema tiene
garantizado su rescate por el Estado norteamericano o por los Estados más
afectados. Un problema serio que el G-20 renunció a resolver y que es una
amenaza permanente.
A los irritados accionistas reunidos en Tampa (Florida), Jamie Dimon, consejero delegado de JP Morgan
confesó que esas pérdidas eran el resultado de un “error mayúsculo” del banco. Otras
informaciones señalan que uno de sus veteranos expertos en la Oficina principal
de inversión en la City londinense habría “invertido” hasta 250,000 millones de
euros con las apuestas conocidas como derivados de crédito, los CDS, siguiendo
una “estrategia de protección”; es decir,
para “asegurarse” frente a los riesgos de pérdidas en sus operaciones especulativas
con bonos soberanos europeos y con bonos corporativos. El típico producto
financiero que está sirviendo a los especuladores para apostar por el rescate de
la economía española.
A JP Morgan se le atribuye la invención de los CDS, crédit default swaps, aprovechando el
hundimiento del Exxon Valdés, como relatamos en el libro El Casino que nos gobierna. Que ante todo son un instrumento para
diseminar el riesgo de las operaciones bancarias entre los demás operadores de
los mercados financieros; el fin último de estos falsos seguros de crédito. El
episodio citado, al parecer, muestra que la tarea encomendada a su oficina de
la City es asegurar los riesgos que corre JP Morgan en los mercados de los
bonos. Es decir, intervenir en un mercado parasitario en el que se vende o se
compra la probabilidad de que un bono soberano o de empresa vaya a perder el rating o su valor actual en el mercado.
Según se ha contado, dos hedge funds
o fondos especulativos, dos tiburones, tuvieron noticia de las operaciones de
JP Morgan y especularon a su vez en su contra obteniendo ganancias millonarias a
costa del primer banco estadounidense.
Un aspecto destacado en la prensa estadounidense, es que
Jamie Dimon, prototipo de la arrogancia de Wall Street, se ha venido destacando
por su combate abierto contra la reforma financiera de Obama. Una labor
ejercida con eficacia por los lobbys de Wall Street contra la pretensión de
limitar la dimensión de la especulación bancaria en los mercados financieros,
recogida de modo aguado en la Ley Dodd
-Frank del verano de 2010; y que hasta la fecha no ha logrado plasmarse en
normas reglamentarias, precisamente por la presión de estos lobbys. A pesar de
que esta propuesta tenía el patrocinio del veterano ex presidente de la Reserva
Federal Paul Volcker, que goza de un gran respeto y prestigio en los EEUU por
sus veinte años al frente de este Banco central; y al que acudió Obama en busca
de apoyo.
Para colmo, este escándalo ha sacado a la luz la imbricación
de la gran banca con las autoridades estadounidenses, porque Dimon es miembro
del consejo de la Reserva Federal de Nueva York, un organismo supervisor de las
actividades bancarias. Y ha motivado que varias voces se hayan alzado para
pedir su dimisión de tal cargo. Una petición reiterada en un largo comentario
del periódico digital The Huffington Post, Simon Johnson, profesor del MIT y ex
economista jefe del FMI, que días antes se refería los hechos reseñados con la
metáfora del canario en la mina en una entrevista de Common Dreams.org del 17
de mayo; en la que insistía en que la gente tiene que entender el vínculo entre
lo que hacen los bancos y los problemas de los déficit públicos, lamentándose
de que muchos ciudadanos ilustrados se empeñen en ver todo esto como muy
complicado y se desentiendan de los detalles, mientras juegan con nuestras
vidas cotidianas un puñado de poderosos banqueros que logran privatizar los
beneficios y socializar las pérdidas, sometiendo a los gobernantes a los
dictados de “los mercados”.-
Juan Hdez Vigueras
El Casino que nos gobierna
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