Las cifras de la EPA revelan dos hechos muy graves para el devenir de
la sociedad española. Por un lado, el ajuste de plantillas no ha
terminado y lo peor es que la crisis social está cada día más cerca.
Las principales cifras muestran que en el último año se han destruido
850.500 empleos, cebándose principalmente en hombres (569.000), a un
ritmo del 4,78% y con una ligera aceleración respecto al 4tr2011. Por
sectores destaca la destrucción en el sector servicios, a pesar de
incluir el trimestre la campaña de navidad, seguido por la construcción y
la industria. El número de parados creció el último trimestre de 2012
en más de 690.000 perdonas, un 13,1% mayor que en 2011, lo que equivale
a una tasa del 26,02% y una tasa de actividad del 59,8% y empleo del
55%.
La destrucción de empleo se ha centrado en el sector privado,
630.000, frente a 218.000 en el público, aunque en porcentaje la
reducción en el sector público fue mucho mayor. Junto a esto, destaca
también la fuerte reducción del empleo a tiempo completo, y de los
empleadores, lo cual también implica que la probabilidad del autoempleo
también se está dificultando por la tremenda caída de la actividad. Los
polos económicos más pujantes, Cataluña, Madrid y País Vasco es donde se
produce una mayor pérdida de activos, lo que claramente quiere decir
que la deslocalización de capital humano se deja notar allí donde se
concentra el capital humano más formado. Por el contrario, los activos
aumentan más en zonas más deprimidas, como Extremadura o Andalucía, se
eleva la población activa, ante la incapacidad en muchos casos para
poder deslocalizarse fuera de la propia Comunidad Autónoma o el propio
país.
El dato más dramático es que más de 1,8 mill de hogares tienen a
todos sus miembros en paro, lo que acrecienta la sensación y la
probabilidad de que la sociedad española pueda estallar ante el
crecimiento de la pobreza y la desigualdad social.
Con estos datos, las expectativas sobre una posible salida de la
crisis es una quimera. Si el Gobierno y el INE fuesen sensatos, deberían
revisar las cifras de crecimiento para este año, y publicar otras
acordes a la realidad económica, lo que supondría reconocer que el PIB
en 2012 habría caído cerca del 2% y que para 2013, por la propia inercia
del ciclo, esta caída podría acelerarse hasta el 2,5%, como así lo
contemplan algunos economistas fuera del círculo gubernamental y de los
medios de comunicación afines.
Esta realidad responde, como así lo hemos puesto de manifiesto, a un
shock de demanda fortísimo, con una reducción de la demanda efectiva
cercano al 4% y que hasta ahora parecía que, de forma ficticia, se
podría compensar con las exportaciones. Los datos de exportaciones de
noviembre de 2012 ya han puesto de manifiesto una sensible reducción,
cercana al 10% anual, lo que dejaría ya sin armas al ejecutivo, y
acercaría las cifras del PIB a la realidad económica del país.
En una economía basada en el consumo privado y en los servicios,
todas las medidas procíclicas tomadas por el ejecutivo, por imposición
de Bruselas y Washington, han surtido efecto. La reducción de salarios,
rentas, prestaciones públicas ha retraído el consumo y la inversión
privada. Si a esto unimos el brusco parón de la obra pública, tenemos el
coctel perfecto para una recesión muy prolongada, ante la ausencia de
una política de generación de actividad, un sector empresarial
raquítico, e hiperendedudado, sin margen de maniobra, máxime en un
contexto de restricción crediticia y pérdida de confianza en la economía
española.
La ligera relajación de las condiciones de financiación de la deuda
pública no deben esconder que la economía española no tiene palancas de
crecimiento, y solo un proceso de desendeudamiento masivo y rápido del
sector privado podría aliviar los balances de hogares y empresa, de cara
a poder iniciar, de nuevo su actividad de consumo e inversión. Con todo
esto, el umbral soportable por las familias está cada día más cercano
al abismo, y si nadie lo remedia, podríamos entrar en una espiral de
pobreza extrema, que conllevaría ciertas dosis de violencia nada
deseable. Ante un gobierno sin rumbo, una UE sin mecanismos ni
herramientas y una ideología dominante que ha hecho de la devaluación
interna y desigualdad creciente su única arma, nada se puede esperar,
salvo muchos lunes al sol.
Doctor en Ciencias Económicas por la Universidad Complutense de Madrid
Público.es
http://blogs.publico.es/otrasmiradas/514/la-salida-de-la-crisis-es-una-quimera/
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