El Fondo Monetario
Internacional (FMI) concluyó su reunión anual en Tokio sin la
fastuosidad y protocolo que le gusta cultivar. Quizás le invadió algo de
modestia. Tiene razón. La verdad es que el FMI no parece tener idea de
lo que sucede en la economía mundial.
recuperaciónpierde velocidad. Las nuevas estimaciones revisan a la baja el ritmo de crecimiento esperado de la economía mundial para el presente año a 3.3 por ciento (en julio pasado la proyección de los modelos del FMI era de 3.5 por ciento). La revisión puede parecer insignificante, pero esos mismos modelos indican hoy que la probabilidad de que el crecimiento de la economía mundial sea inferior a 2 por ciento es my alta. Según el FMI la economía mundial entra en su peor año desde 2009.
¿Por qué está revisando a la baja el FMI sus proyecciones? El análisis que presenta el FMI es superficial: la economía de Estados Unidos crece más lentamente, la Unión Europea sigue envuelta en su crisis monetaria y, finalmente, las economías emergentes ya han sido afectadas por la recesión mundial. Eso no es un análisis: es como el médico que informa al paciente que está mal porque tiene una enfermedad. El FMI ni explica por qué la crisis ha entrado en la fase actual, ni por qué de pronto se ha frenado la
recuperación. Para Olivier Blanchard, economista en jefe del FMI, la interrupción de la recuperación se debe a la incertidumbre. Quizás podía haber señalado que más bien se trata de la ignorancia, la suya y la de los economistas que en coro claman por una mayor austeridad fiscal.
En su análisis de las Perspectivas de la Economía Mundial 2012 el FMI ha confesado haberse equivocado en un aspecto fundamental de política económica (el informe se encuentra disponible en imf.org). En un recuadro del documento, el Fondo se pregunta ¿Estamos subestimando los multiplicadores fiscales a corto plazo? Su respuesta es que, en efecto, los analistas del instituto subestimaron brutalmente el impacto de la política de austeridad fiscal sobre la actividad económica. En el pasado reciente, los modelos del instituto partían del supuesto de que un recorte fiscal equivalente al uno por ciento del PIB provocaría una reducción en la actividad económica de 0.5 por ciento (esto quiere decir que el multiplicador fiscal era equivalente a 0.5).
Pero ahora el FMI ha descubierto, con estudios sobre 28
economías, que la austeridad fiscal tiene repercusiones mucho más serias
y que el multiplicador es más importante: eso quiere decir que un
recorte de uno por ciento reduce la actividad económica hasta en 1.7 por
ciento. Es decir, con los nuevos datos es posible concluir que el
multiplicador fiscal es tres veces más grande que lo que pensaba el FMI.
En realidad, hay numerosos estudios que encuentran que el impacto del
recorte fiscal puede ser hasta diez veces mayor a lo que aceptaba el FMI
hace unos meses.
Las implicaciones de estos errores son graves. Como parte de la troika,
el FMI ha presionado durante los últimos tres años a los gobiernos
europeos para que apliquen medidas de austeridad fiscal Es lo mismo que
hizo con docenas de países subdesarrollados en las últimas décadas. En
especial, el FMI, al igual que el Banco central europeo (BCE) y la Unión
Europea, ha exhortado a los gobiernos de Grecia, España, Italia,
Portugal e Irlanda a adoptar programas de restricción fiscal con el
objeto de recuperar la confianza de los mercados financieros, pero esas
medidas sólo han profundizado la recesión.
La consolidación fiscal ha tenido crueles repercusiones sobre la vida
y la salud de millones de personas, así como sobre el medio ambiente.
Ni siquiera ha tenido como efecto la corrección de los desequilibrios
macroeconómicos que se supone deberían subsanar. La razón es que el
ajuste fiscal (a través de recortes en el gasto) tiene un efecto
recesivo en la economía mayor de lo estimado por el FMI, lo que termina
por frenar la recaudación, incrementar el déficit fiscal y por agravar
el coeficiente deuda/PIB. El resultado final es una mayor vulnerabilidad
en los dichosos mercados financieros.
Hace unas semanas el castigo sobre los bonos españoles e italianos se
redujo momentáneamente después de que el BCE anunciara una nueva fase
en su programa de compra de bonos en los mercados secundarios. Ahora el
economista en jefe Blanchard advierte que ese pequeño logro podría
revertirse si España e Italia no se someten a un plan de rescate que,
dicho sea de paso, conllevaría un castigo fiscal aún más severo. A pesar
de los informes y estudios del FMI, Blanchard sigue creyendo que la
austeridad fiscal es el camino a seguir.
Quizás al FMI le gusta pensar que ahora tiene una mayor pericia en el
manejo de la política económica. Pero como decía Oscar Wilde,
experienciaes el nombre que le damos a nuestros errores.
Alejandro Nadal
La Jornada
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