El neoliberalismo pretende que subir impuestos es malo, porque reduce la
demanda y tampoco es bueno aumentar impuestos a los ricos. Dicen. Pero ambos
mitos son falsos. Los ricos pagan pocos impuestos y aún quieren pagar menos.
"Individuos con altísimo valor neto” son quienes poseen activos
superiores a 30 millones de dólares. Según Dean Baker, hay 187.380 de ellos en
el mundo y que tengan más de un millón y menos de 30, unos cuantos millones.
¿Cuán llenas no estarían las arcas públicas si los ricos, más ricos y muy ricos
del mundo pagaran lo que han de pagar?
Pero Margaret Thatcher y Ronald Reagan establecieron la bajada de
impuestos a ricos, muy ricos y obscenamente ricos. Incluso presuntos
progresistas (el PSOE en España) pretendieron que bajar impuestos era de
izquierdas. Atraer dinero devino obsesión de gobiernos, que compiten en rebajar
impuestos a los ricos. La crisis ha puesto algo en cuestión esa tendencia, pero
poco.
Tras la II Guerra Mundial, el tipo máximo del impuesto sobre la renta en
Reino Unido era 95% y, en 1979, aún era 83%. En Estados Unidos, durante
veinticinco años hubo un impuesto del 91% para las rentas más altas. En esos
años el déficit de Estados Unidos nunca sobrepasó el 3% del PIB. ¿Se imaginan?
Pero hoy, los sistemas fiscales favorecen a los ricos y muy ricos. Dogma de fe.
Por eso, en los treinta países más desarrollados de la OCDE, el impuesto sobre
la renta de personas físicas no trata igual los beneficios del capital que los
salarios. Las rentas del capital tributan bastante menos; trabajar y producir
paga más impuestos que especular en Bolsa. Sin contar las excepciones,
deducciones fiscales y subvenciones estatales que reducen aún más los impuestos
a pagar por los ricos (personas y empresas). Y el fraude fiscal.
En España, ese fraude ronda 60.000 millones de euros, de los que casi
tres cuartas partes son por evasión de impuestos de grandes empresas, grandes
fortunas y bancos. Según técnicos de Hacienda, de recuperarse solo la mitad del
fraude fiscal, España tendría un PIB superior al de Italia e igual al de Reino
Unido. En Italia se pierden anualmente 152.000 millones de dólares por evasión
de impuestos. Hace unos meses, la policía fiscal italiana irrumpió en centros
de vacaciones de lujo para buscar pruebas de evasión fiscal. Descubrieron más
de cuarenta automóviles de super-lujo de más de 250.000 dólares de precio,
propiedad de sujetos que declaraban ingresos inferiores a 25.000 dólares
anuales.
Herramientas para pagar menos impuestos son las sociedades de inversión
de capital variable (Sicav) que en España solo pagan un 1% por ganancia de
valor. Luego hay fundaciones, utilizadas para ocultar grandes fortunas, que
pueden constituirse en paraísos fiscales sin pagar y garantizando el anonimato
de sus propietarios. Las sociedades patrimoniales, por su parte, sirven para no
pagar impuestos de plusvalía por revalorización de inmuebles. Fingir otra
residencia también permite evadir impuestos: se simula vivir en otro país con
impuestos bajos y no se pagan en el propio; famosos deportistas y estrellas del
espectáculo utilizan ese tipo de fraude.
Pero nada sería posible sin paraísos fiscales: finalmente el dinero
evadido se oculta y blanquea en ellos. Y no hay que viajar al Caribe. En
España, Luis Pardo, fiscal anti-corrupción, denunciaba que hay paraísos
fiscales en el paseo de la Castellana, porque los grandes bancos tienen sus
sedes en esa amplia avenida de Madrid y desde ellas sus clientes ricos pueden
desviar dinero a los estados de cartón-piedra que son los paraísos fiscales,
donde no hay impuestos y se ocultan, mueven y blanquean libre e impunemente
capitales y beneficios en el más absoluto anonimato.
Lo cierto es que los brutales recortes de gasto público obligatorios en
Europa por imposición del FMI, Banco Central Europeo y Comisión Europea son
consecuencia de que los ricos paguen menos o defrauden desde hace décadas. En
Alemania, las bajadas tributarias a quienes más tienen, iniciadas por el
gobierno Schroeder y continuadas por Merkel, significan una reducción anual de
75.000 millones de euros en los ingresos estatales.
El verdadero problema es que quienes más tienen pagan pocos impuestos. O
ninguno. Legalmente (por la servidumbre de los gobiernos) o defraudando. Y,
mientras los ricos no paguen los impuestos que deben y haya fraude fiscal, no
habrá suficiente dinero público, los estados necesitarán endeudarse, pero la
impuesta austeridad fiscal conducirá al desastre. Es imprescindible luchar
contra el fraude de grandes fortunas, grandes empresas y contra los paraísos
fiscales.
Xavier Caño Tamayo. Periodista y escritor
Adital
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