Asistimos al constante sacrificio, ante la pira encendida por los
mercados de nuestras políticas sociales que tanto costó conseguir, al
gradual e imparable deterioro del Estado de bienestar por las medidas de
ajuste y austeridad presupuestaria que imponen los gobiernos, que cada
vez exigen más sacrificios y recortes a los derechos laborales y
sociales de los trabajadores.
Mientras, la banca privada y sus intereses campan sin freno en medio
de la profunda crisis que sufrimos. Tal vez por ello, hoy más que nunca
añoramos la falta de una potente banca pública estatal, aquella que,
lamentablemente, fue desmantelada en España por sucesivos procesos
privatizadores más que discutibles creando así un vacío que, en las
circunstancias actuales, resulta imposible de cubrir por el ICO. Por
ello, recuperar la banca pública es una exigencia común de la izquierda,
de asociaciones como ATTAC, del Movimiento 15-M y de otros colectivos
sociales.
Sin embargo, la cuestión de la banca pública no es un tema reciente
ya que aparece con frecuencia en el pensamiento del socialismo utópico
del XIX. Este era el caso de Louis Blanc, que consideraba que el Estado debía de ser "el banquero de los pobres" o de Proudhon,
que defendía la necesidad de crear un gran banco nacional donde el
crédito, concedido a un interés muy bajo, estuviese al alcance de todos y
cuyo capital procediese de un impuesto sobre la propiedad. Por su
parte, también en el Manifiesto Comunista de 1848 se propugna la
centralización del crédito por parte del Estado con un banco nacional.
Volviendo al presente, las autoridades políticas, en vez de impulsar
una banca pública que, con el respaldo del BCE, ayudase a acabar con la
sequía crediticia y la consiguiente recesión económica, optaron por la
recapitalización de la banca privada, la misma que, con sus prácticas
especulativas, ha llevado a la actual crisis global, desarrollando unas
acciones de tan negativos efectos sociales que las economistas Lourdes Benería y Carmen Sarasola
califican de "crímenes económicos contra la humanidad". Además, la
recapitalización de la banca, que ha supuesto para las arcas de EEUU y
Europa la inyección de 5 billones de euros de dinero público en ayudas
directas y garantías, no ha servido para reactivar el motor crediticio
en una situación de depresión económica, sino únicamente para salvar a
los banqueros, tal y como denunciaba el premio Nobel de Economía Joseph Stiglitz.
En las circunstancias actuales, recuperar la banca pública tendría un
triple efecto positivo ya que supondría una alternativa efectiva frente
a la tempestad neoliberal, evitaría los costes y el empeoramiento de
las condiciones de vida de las clases trabajadoras y de los pequeños y
medianos empresarios y, también, ayudaría a resolver los problemas de
financiación que ahogan a los consumidores y empresas, favoreciendo así
la recuperación de la demanda, la actividad económica y el empleo. Y
permitiría aliviar el drama de los desahucios facilitando una medida tan
razonable como la dación en pago.
EL RESURGIR de la banca pública lo hallamos hasta en EEUU, en donde
estos tiempos de crisis, ha adquirido cierta notoriedad el ejemplo del
Banco Estatal de Dakota del Norte. Este banco público, financiado
exclusivamente con impuestos y tasas estatales, ofrece créditos en
condiciones muy favorables y tiene prohibido invertir en actividades
especulativas razón por la cual evitó las hipotecas basura en su
práctica bancaria. El modelo del BND definido por Eric Hardmeyer, su presidente, como "catalizador del crecimiento" ha hecho que Dakota del Norte tenga el menor índice de desempleo de EEUU.
En el caso de España, a partir de la revitalización democrática que
supuso para nuestra sociedad el 15-M, ha ido amentando la exigencia
cívica a favor de una banca pública que se caracterice por una gestión
plenamente transparente y democrática, que rechace las prácticas
especulativas y que invierta por medio de actividades éticas y
sostenibles en beneficio de los ciudadanos y las empresas.
LOS ECONOMISTAS Vicenç Navarro, Juan Torres y Alberto Garzón, autores del libro Hay alternativas. Propuestas para crear empleo y bienestar social en España,
plantean una profunda reforma del sistema financiero español que
pasaría por la nacionalización de las cajas de ahorros así como por la
creación de una banca pública para que ambas sean un contrapeso a la
banca comercial privada y frenen así sus excesos y sus interferencias en
la política económica nacional, propuestas coincidentes con las
demandas del 15-M y que suponen cambios sustanciales en los sistemas de
propiedad, de gobierno y funciones de las entidades bancarias. En esta
misma línea, como señalaba Ellen Brown, presidenta del
Public Banking Institute, "los bancos públicos son una solución no sólo
viable en tiempo de crisis, sino económicamente sostenible porque operan
de forma transparente" y, además, no buscan "maximizar los beneficios a
corto plazo con aventuras especulativas". Por ello, recuperar la banca
pública en España no es una utopía, es una necesidad para impedir que la
privada y los intereses que la mueven sigan saqueando despiadadamente
vidas y haciendas. Eso tiene que terminar por la salud democrática, la
cohesión y la recuperación económica de nuestra sociedad.
José Ramón Villanueva
Fundación Bernardo Aladrén-UGT Aragón
El Periódico de Aragón
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