“En este creciente auge del
simulacro sobre lo real, fundamental para las nuevas formas de ejercer y
legitimar el poder, juega un papel clave la industria de la comunicación,
‘Public Relations’… Una actividad que se especializa en la “ingeniería del
consenso” como forma de ampliar mercados y crear un clima político-social
propicio a la expansión de las grandes empresas, al tiempo que se ayuda también
a desactivar y vencer las resistencias. Una actividad de promover el ‘Business
as Usual’ muy amplia que va desde el fomento del patrocinio, la filantropía
corporativa, la promoción de grandes eventos y la proyección de marcas hasta la
llamada responsabilidad social y ambiental corporativa.”
Ramón Fernández Durán
“El capital trata de apropiarse
de los movimientos ecologistas razonables, para reconvertirlos en domesticados
capitalismos verdes o formas de negocio con el agotamiento del planeta.”
Pedro A. Prieto
Las citas precedentes
proporcionan algunas claves para situar el contexto en el que opera el poder de
las grandes empresas en la actualidad. Un poder que se muestra con el propósito
de hacer más negocios y, simultáneamente, eliminar las resistencias. Están
intentando la cuadratura del círculo: ser, a la vez, saqueadoras y benefactoras
de sus damnificados.
Si las multinacionales (J.P.
Morgan, Nestlé, Wal-Mart, Monsanto, etc.) tratan de gobernar el mundo es por su
necesidad intrínseca de obtener ganancias a interés compuesto, o en progresión
geométrica. Desde hace unas décadas han agotado la capacidad autorregenerativa
del planeta, se encuentran con un “mundo lleno”, por lo que ahora más que nunca
han de ir a la búsqueda de todo lo explotable. En estas circunstancias, actúan
por desposesión de los últimos vestigios de autonomía de los pueblos: los
bienes y usos comunes, los inmateriales, la vida y la dignidad de las gentes.
Buen ejemplo de todo esto que
decimos, no es solo la profunda crisis mencionada, sino las nuevas formas con
las que este capitalismo senil se reviste para poder caer, subrepticiamente,
como un enjambre de langostas en la última frontera del beneficio.
El caso de las semillas de los
cultivos es una buena muestra de la necesaria rapacidad del sistema. Lo resume
muy bien Silvia Pérez-Vitoria cuando dice que: “entre el 60% y el 80% de la
población agrícola del mundo vive en unidades de producción de pequeño tamaño
(…). Es a estos campesinos que las multinacionales quieren robarles las plantas
susceptibles de ser patentadas”.1
El sistema necesita con urgencia,
además de su plan A (seguir con los negocios como lo hace habitualmente:
business as usual), un plan B (la conquista del alma de las gentes y de las
resistencias sociales2). Pues tampoco es tan poderoso como aparece a primera
vista, porque si lo fuera no tendría necesidad de invertir tantos millones de
dólares en Responsabilidad Social Corporativa (RSC), lavado verde, lobbying,
publicidad y clientelismo a través de ONGs leales a sus intereses3.
El plan B del gran capital
Se puede resumir diciendo que es
“la suma de maniobras destinadas a ganar consenso, legalizar estas formas de
enriquecerse, lograr obediencia y/o complicidad, publicitar sus objetivos como
si fueran idénticos a los de la sociedad y desacreditar las alternativas como
si fueran ´ataques´”4. En una palabra, buscar legitimidad.
Destacan por su especial
relevancia dos maneras de llevar a cabo este segundo plan: una, la denominada
“Responsabilidad Social Corporativa”, y otra, la que tiene por objeto la
cooptación de los movimientos sociales de resistencia y ONGs alternativas. “Sin
lugar a dudas que estos planes B empresariales, abonados por técnicos,
intelectuales y ciertas ONGs son el mayor desafío a vencer por parte de la
resistencia civil.”5 En general, podemos decir que el capital trata de
apropiarse de los movimientos ecologistas razonables, para reconvertirlos en
unos agentes domesticados del capitalismo verde.
Unas notas sobre la Responsabilidad Social Corporativa (RSC)
La mejor definición de lo que
pretende esta RSC la dio Ban Ki-Moon, en 20086. Dijo: “tenemos que pasar de la
responsabilidad de los negocios al negocio de la responsabilidad”. Para las
empresas, en el orden capitalista, se trata de eso y solo de eso. Si alguien
quiere llamarse a ilusiones socializantes o de sostenibilidad, las
declaraciones del director de Responsabilidad Social Corporativa de Mapfre7 son
más que persuasivas: “en el fondo buena parte de lo que se oye en RSC tiene su
raíz en ese propósito cosmético que siempre nos acompaña en la empresa”, y es
que por más vueltas que se le dé, en una sistema capitalista la única
responsabilidad social de las empresas consiste en incrementar sus beneficios,
como sostenía el representante de la economía neoliberal Milton Friedman.
No lo pueden evitar: “Si una gran
empresa que cotiza en bolsa no logra cumplir con la fórmula de un rápido
crecimiento y beneficios a corto plazo, sus directores se verán expuestos a ser
despedidos directamente, o incluso a posibles acciones legales (…) ni los
banqueros ni los inversores juzgan el rendimiento empresarial según el grado de
contribución al bien público. Estos son fundamentalmente amorales”.8
Para concluir con la RSC y “no caer en moralina,
admitamos que el objetivo lógico y común de todo negocio es el lucro… las
empresas son empresas y no ONGs; y esto va 2
de ganar dinero”9. Quien así se
sinceraba era el director de Reputación e Identidad Corporativa de Telefónica,
empresa que ha tardado bien poco en poner en funcionamiento esta lógica con el
reciente anuncio de despidos masivos de varios miles de trabajadores, a la vez
que incrementa sustancialmente los sueldos de sus directivos en varios cientos
de millones de euros, días después de haber declarado los mayores beneficios de
su historia.
A por los movimientos sociales de resistencia
Dos fundaciones muy activas en
este capítulo nos sirven para ilustrar cómo opera el gran capital en este
apartado de su plan B. Se trata de las llamadas AVINA y Ashoka, que tienen su
espacio de operaciones preferente en España y Latinoamérica. No son las únicas.
Estas dos entidades, aparecidas
en 1994 y 1981 respectivamente, están íntimamente relacionadas entre sí. En
1993, Stephan Schmidheiny, fundador de AVINA, y Bill Drayton, fundador de
Ashoka, percibieron que tenían visiones muy afines sobre cómo contribuir a un
cambio profundo en el mundo y, a través de los años, AVINA y Ashoka han
identificado y promovido múltiples formas de colaboración local y global.
También Ashoka es financiada por AVINA: por ejemplo, hasta 2007 le ha pagado a
más de 400 emprendedores sociales. Según Drayton, “Ashoka no tiene un
coemprendedor o aliado más cercano o duradero que AVINA para apoyar el vuelo de
las más poderosas y nuevas ideas y sus promotores”.
Ambas fundaciones están
inequívocamente vinculadas al gran capital. En el caso de AVINA, el fundador
único ya citado es el magnate del amianto, una de las mayores fortunas del
mundo, amasadas con el negocio del mineral asesino a costa de la salud y de la
vida de cientos de miles de personas en todo el planeta. El pasado 13 de febrero,
Schmidheiny fue condenado a 16 de años de cárcel por un tribunal de Turín por
los delitos de “desastre ambiental doloso permanente” y “por omisión de medidas
de seguridad “ en el trabajo, provocados por una fábrica de amianto de su
propiedad instalada en el pueblo de Casale Monferrato, a causa de la cual ya
han muerto más de dos mil personas y han enfermado cerca de mil. Además,
Schmidheiny ha sido directivo de Nestlé, de la Unión de Bancos Suizos, y de ABS Brown, entre
otras multinacionales. Del mismo modo, el actual presidente de AVINA procede de
la multinacional química DuPont.
En el caso de Ashoka, la
fundación en España está presidida por un exdirectivo de la banca JP Morgan10,
la empresa más poderosa del mundo según la lista Forbes, y otros fundadores han
estado vinculados a la consultora McKinsey&Co., o a General Electric.
Estas fundaciones del gran
capital entran en los movimientos sociales y ONGs con una filosofía definida y
que no engaña a nadie. Se trata de considerar “a los mercados como los canales
legítimos para el cambio social”11. Por eso AVINA se define como “una fundación
que se asocia con líderes de la sociedad civil y del empresariado de América
Latina en sus iniciativas por el desarrollo sostenible”12. En el caso de
Ashoka, el objetivo es más claro si cabe. Según declara María Zapata, su
directora en España: “para las empresas, el mercado potencial que ofrece la
población que está viviendo con menos de dos dólares al día, la base de la
pirámide, es de 4 billones de dólares (…).Los emprendedores sociales trabajan
con esas poblaciones y su labor es acercar a las multinacionales hasta ellas,
mientras salvaguardan los intereses de éstas”.13 3
Para eso financian y se alían a
líderes de los movimientos sociales, incluso a los anticapitalistas, para que
legitimen desde dentro el sistema empresarial realmente existente, y para
moldear los límites de esa disidencia.
En efecto, AVINA cuenta entre sus
socios destacados al argentino Gustavo Grobocopatel14 considerado el empresario
número uno y referente indiscutido a nivel mundial en el terreno de la soja
transgénica. Cultiva más de 280.000 hectáreas.
Ya sabemos que el cultivo de la
soja “es el monocultivo de la década, el cultivo que más tierras deforesta, que
más bosques tala, que más asesinatos y esclavitud produce, que más fumigaciones
provoca, y finalmente que más pobreza genera”, según el Informe del Worldwatch
Institute de 201115.
Claro, que en Latinoamérica,
lugar privilegiado de sus actuaciones, ya se han percatado de la naturaleza de
estas fundaciones. En la pasada reunión de Cancún sobre cambio climático
(diciembre de 2010), el Grupo de Reflexión Rural argentino (GRR) ha detectado
la infiltración de AVINA en los distintos movimientos alternativos que han
acudido a la contracumbre y denuncian que: “Las grandes corporaciones y las
fundaciones que las acompañan, han estado trabajando sigilosamente para
escurrirse entre los espacios alternativos. La fundación AVINA, del millonario
suizo Stephan Schmidheiny, de larga y siniestra trayectoria en nuestra América
Mestiza, por comprar voluntades detrás de proyectos supuestamente beneficiosos
para nuestros pueblos y comunidades, ofreció una dádiva económica para la
organización de Klimaforum 10. (…) Fundaciones como AVINA y Ashoka son el
enemigo de la Tierra
Madre y de las poblaciones oprimidas”16.
El caso del AGRA y los transgénicos
Con este ejemplo es como mejor se
puede ver el modo en que opera el lobby capitalista en los movimientos
sociales.
Según denuncian Gustavo Duch y
Fernando Fernández, conocidos activistas agroecológicos, “en estos momentos
existen una serie de programas para desarrollar una segunda vuelta a la Revolución Verde,
ahora en África. Encabezado por un grupo de grandes corporaciones y fundaciones
como Gates o Rockefeller, se propagan una serie de proyectos que favorecerán la
instalación de dichas empresas en África, donde podrán ampliar sus negocios y
su mercado, desplazando los sistemas públicos nacionales (…). La participación
de fundaciones solidarias como Gates no deja de ser preocupante y
distorsionadora. Sólo en el mes de septiembre del 2010, Gates ha donado 8
millones de dólares para favorecer la entrada de Cargill y su soja en África; y
ha invertido 23.1 millones de dólares en Monsanto” 17. A este proyecto se le ha
bautizado con el nombre de AGRA.
Por si hubiese dudas sobre las
intenciones de esta fundación, la Vía Campesina, el movimiento alternativo más
prestigioso del mundo, advertía que: “desde 2006 la Fundación Bill y
Melinda Gates ha colaborado con la Fundación Rockefeller,
entusiasta promotora de cultivos transgénicos para los pobres del mundo, para
implementar la Alianza
para una Revolución Verde en África (AGRA), la cual está abriendo el continente
a la semilla transgénica y a sustancias químicas vendidas por Monsanto, Dupont
y Syngenta. La fundación ha dado $456 millones a AGRA, y en 2006 contrató a
Robert Horsch, quien fue ejecutivo de Monsanto por 25 años, para trabajar 4
en el proyecto. En Kenya
alrededor de 70% de los que reciben fondos de AGRA trabajan directamente con
Monsanto, casi el 80% del financiamiento de Gates en el país tiene que ver con
biotecnología, y sobre $100 millones en donaciones se han dado a organizaciones
kenianas conectadas a Monsanto. En 2008 un 30% de los fondos de la Fundación para
desarrollo agrícola fueron a promover variedades de semilla transgénica. (…) En
agosto de 2010 el fideicomiso de la Fundación Bill y Melinda Gates, anunció que había
comprado 500 mil acciones de Monsanto, valoradas en un poco más de $23
millones”18.
De Kenya procede, precisamente,
uno de los últimos “fichajes” de Ashoka en 2009. Se trata de la científica
keniana Florence Wanbugu, vinculada a la biotecnología y a Monsanto, y con muy
buenas relaciones en España.
El círculo continúa con el
anuncio de que Ashoka recibe en 2009 una donación de la fundación Bill y
Melinda Gates19 de 11,3 millones de dólares: “Estos fondos permitirán a Ashoka
elegir a más de 90 emprendedores sociales que difundirán prometedoras
innovaciones para ayudar a salir de la pobreza a pequeños agricultores y
comunidades rurales en África subsahariana e India”.
Pero hay más. También casi los
mismos actores, Gates, Rockefeller y Monsanto, junto a Syngenta, el Gobierno
Noruego y otros gobiernos han creado en 2008 lo que se ha dado en llamar “La
bóveda de semillas del fin del mundo”, que es un gran banco de semillas y
recursos fitogenéticos instalado en el Ártico, en una isla del archipiélago
Svalbard. La “bóveda” tiene capacidad para almacenar 4,5 millones de muestras
de diferentes semillas, cada muestra tiene un promedio de 500 semillas. Guardan
más de siete mil especies de plantas que históricamente han sido usadas en la
dieta humana.
El círculo se cierra con el lobby oculto: los “disidentes”
seleccionados y asociados
AVINA y Ashoka, en los diez años
que llevan operando en España han logrado introducirse de alguna forma en más
de diez organizaciones que pueden considerarse alternativas. En unos casos
seleccionando a líderes o emprendedores, en otros aportando financiación y
asesoramiento. Son entidades de prestigio que cubren los rubros del agua, el
medioambiente, la paz, el mundo rural, las universidades paralelas, los
sistemas financieros éticos, las semillas, el mar, etc., y contando con líderes
conocidos.
Estas fundaciones del gran
capital llevan a cabo la selección de sus colaboradores con todo rigor, de
manera que la decisión final suele venir de sus sedes centrales, en América.
Saben bien con quién se alían. No en vano, Ashoka presume de que tiene como
aliados estratégicos a la mencionada McKinsey, empresa líder mundial de
consultoría de gestión, a Hill & Knowlton, unas de las principales en
relaciones públicas y Latham & Watkins20, con 2.000 abogados en todo el
mundo. La selección está asegurada. Por si acaso, firman contratos que
comprometen a los elegidos a dejar su imagen para promoción de las
filantrópicas y, como dice su directora en España María Calvo, “una vez que el
emprendedor social es seleccionado, pertenece a la Red Ashoka de por
vida”.
Algunas de estas organizaciones o
sus líderes, que comparten la condición de socios o aliados de las fundaciones
mencionadas, tienen una posición de liderazgo explícita contra los cultivos
transgénicos. Por tanto, a veces cumplen con su función de portavoces de
asociaciones que luchan contra este tipo de cultivos (especialmente en España,
que es donde estos cultivos han prosperado más en toda Europa), y otras se ven
obligados a mantener un prudente silencio, ante programas tan agresivos como el
AGRA, en el que 90 correligionarios suyos de Ashoka tratan de implementar en
África los transgénicos, con apoyo de la Fundación Bill y
Melinda Gates-Monsanto, como hemos visto más arriba. El plus de legitimidad que
los “disidentes” controlados ofrecen a las fundaciones del gran capital es
impagable.
En nuestro entorno más cercano se
ha venido produciendo también un fenómeno similar que es necesario subrayar
para conocimiento general y que, desde hace tiempo, se lleva denunciando.
Afortunadamente, tras un esfuerzo importante, las cosas parece que van
cambiando en la buena dirección, y se comienza a lograr que aquellos que han
mantenido relaciones estables con fundaciones como AVINA y Ashoka reconsideren su
actuación. En esa buena dirección van, por ejemplo, algunas dimisiones de sus
cargos en los movimientos sociales de líderes que, a la vez, eran socios de
AVINA o Ashoka, así como las declaraciones de denuncia contra dichas
fundaciones manifestadas por las organizaciones ecologistas a las que dichos
líderes pertenecían. En este sentido apunta la declaración del pasado 8 de
febrero de la
Plataforma Rural (entidad que integra unas decenas de
organizaciones) contra los transgénicos. En dicho documento se denuncia que “en
África, Monsanto se ha aliado recientemente con la Fundación Gates, la Fundación Rockefeller
y otras entidades como la
Fundación Ashoka, para promover los transgénicos en el marco
de la ´Alianza para una Revolución Verde en Africa´. Aunque disfrazado de
verde, se trata de un intento asesino de introducir en este continente semillas
comerciales (y posteriormente transgénicas) y todo el paquete de insumos
agroquímicos, despojando a los pequeños campesinos de sus semillas
tradicionales y condenándoles al hambre y la miseria”.
Una consideración final
En los casos de dimisión
mencionados, así como en otros, nos gustaría insistir en lo siguiente: no
estamos cuestionando la buena fe subjetiva con que esas personas puedan haber
actuado, sino el problema político objetivo que suponen esas estrategias del
gran capital para penetrar en los movimientos sociales alternativos. Es cierto
que cualquiera de nosotros y nosotras podemos ser víctimas de engaños: a veces
damos pasos arriesgados sin llegar a ver cuáles pueden ser las consecuencias, o
sin mala intención tomamos atajos que acaban llevando a lugares problemáticos.
Y puede resultar subjetivamente muy difícil desandar lo andado, sobre todo
cuando está en juego lo que estimamos que es nuestra propia identidad, la
consideración que merecemos a la gente cercana o el prestigio ante otros
círculos más alejados. Pero hay que evitar confundir las dificultades
personales que entraña reconocer errores, con los intereses de los proyectos
colectivos. Resultaría difícil de entender que, una vez advertidos de la
situación, nos empeñáramos en negar la realidad y siguiéramos sin corregir el
rumbo ni aclarar las circunstancias y responsabilidades. En tal caso,
estaríamos haciendo un flaco favor a los movimientos sociales al debilitar sus
fuerzas para resistir al “lobby oculto” arriba mencionado.
Notas y referencias
1 Pérez-Vitoria, S. (2010): El retorno de los campesinos.
Una oportunidad para nuestra supervivencia, Barcelona, Icaria, p.103.
2 “Toda la vida está siendo afectada por la lógica del
capital… la conquista del alma se ha ido produciendo casi sin resistencias y
sin darnos cuenta. Las estructuras del poder han logrado reducir nuestras
cabezas”, en: Fernández Durán, R. (2010): La tercera Piel, sociedad de la
imagen y conquista del alma. Disponible en:
http://www.rebelion.org/docs/88672.pdf , p. 26. Acceso el 7 de octubre de 2011.
3 Dimitriu, A. ( 2008): “Bulimia energética,
agrocombustibles y territorio: la privatización de la política y las políticas
del silencio”, Revista Theomai, nº 18, 2º semestre, p. 93.
4 Galafassi, G. y A. Dimitriu, (2007): “El Plan “B” de los
capitales mineros”, Revista Theomai, nº15, primer semestre, p. 1.
5 Ibídem, p. 8.
6 Discurso del secretario general de la ONU en el Foro del Sector
Privado para los Objetivos del Desarrollo del Milenio de NNUU, N. York,
28.09.2008
7Juan José Almagro, en la presentación de las jornadas “La
gestión de la RSE
y la creación de valor sostenible”, El Nuevo Lunes – Mapfre, Madrid, 16 de
junio de 2008.
8 Mander, J. (ed.), (2008): Manifiesto sobre transiciones
económicas globales. Cerrando el grifo para el futuro, Málaga, Ediciones del
Genal, p.27.
9 Hernández, J. y Ramiro P. (eds.) (2009): El negocio de la
responsabilidad. Crítica de la responsabilidad Social Corporativa de las
empresas transnacionales, Barcelona, Icaria, p.63.
10 Presidente: Don Carl F. Munana,.BOE núm. 25 . Sábado 25
octubre 2003.
11 Sustainnability Global Compact y UNEP (2005): “Las ONGs
del siglo XXI. En el mercado para el cambio”. Disponible en:
http://www.ecodes.org/documentos/archivo/Espanol_ONG.pdf . Acceso el 7 de
octubre de 2011, p.3.
12 AVINA, “Informe anual 2000. Mensaje del Presidente” p.
14. Disponible en: www.avina.net/esp/Multimedios/pdfs/164.pdf Acceso el 26 de
enero de 2012
13 Entrevista a María Zapata en la revista digital Quo.es,
9.06.2011. http://www.quo.es/ciencia/hombre/maria_zapata_ashoka_espana
14
http://www.noalamina.org/mineria-informacion-general/general/modelo-neocolonial-acaparamiento-de-tierra-monocultivos-y-exclusion-social
visitida el 5 de marzo de 2012
15 Fernández, F. y Duch, G. (2011), en: Worldwatch
Institute, (2011): La situación del mundo. Innovaciones para alimentar el planeta,
Barcelona, Icaria, p.350.
16:GRR (2010): “Los diferentes espacios de resistencias en la COP 16 de Cancún. Documento
del GRR en la cumbre del cambio climático de Méjico”, 15.12.10, disponible en:
http://www.ecoportal.net/Eco-Noticias/Los_diferentes_espacios_de_resistencia_en_la_COP_16_de_Cancun._Documento_del_GRR_en_Mejico_en_la_Cumbre_de_Cambio_Climatico.
. Acceso el 7 de octubre de 2011.
17 Duch, G. y Fernández, F. (2010): “La agroindustria bajo
sospecha”, consultada en http://www.fespinal.com/espinal/llib/es171.pdf , p.15.
Acceso 7.10.2001.
18 Vía Campesina (2010): “La "filantropía"
realmente existente. Denuncia de la compra de acciones de Monsanto por parte de
la Fundación Bill
y Melinda Gates”, comunicado de prensa, Rebelión, 16.09.10.
19 elEconomista.es (27.01.2009),” Fundación Bill &
Melinda Gates dona 11.3 millones de euros a Ashoka para proyectos de desarrollo
rural en África e India”, disponible en:
http://ecodiario.eleconomista.es/sociedad/noticias/996231/01/09/Fundacion-Bill-Melinda-Gates-dona-113-millones-de-euros-a-Ashoka-para-proyectos-de-desarrollo-rural-en-Africa-e-India.html
. Acceso el 7 de octubre de 2011.
20 Página web disponible en:
http://www.ashoka.es/nuestros-socios . Acceso el 7 de octubre de 2011.
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