Resulta paradójico –y al mismo tiempo aterrador– observar que en las
universidades las tasas de las matrículas cada vez son más caras
mientras los profesores trabajan más cobrando menos, en peores
condiciones y con peores medios; contemplar cómo determinados servicios
de salud empiezan a costar dinero mientras la atención sanitaria pierde
calidad y sus profesionales ven deteriorados su sueldo y sus condiciones
de trabajo; o constatar que ahora hay que pagar por las tasas
judiciales toda vez que los procedimientos en los tribunales siguen
siendo igual de lentos e ineficientes que antes. Uno no puede percibir
esta realidad sin que le surja la siguiente duda: “si cada vez se
recauda más pero no mejoran los servicios, ¿dónde va a parar ese
dinero?”.
La respuesta hay que encontrarla principalmente en nuestra reciente y
gran amiga Deuda. El Estado español, que comenzó a endeudarse tras el
estallido de la crisis económica para rescatar entidades financieras y
para compensar la caída de ingresos fiscales, tiene que ir devolviendo
ahora todo el dinero que tomó prestado. La cantidad que se compromete a
devolver cada vez es mayor debido al denominado “efecto de bola de
nieve”, por el cual el pago extra de intereses de la deuda del primer
año aumenta el tamaño de la deuda del siguiente año, y así
sucesivamente. Un dato para ejemplificar este fenómeno: desde el año
1989, el Estado español ha pagado sólo en concepto de intereses 4,3
veces lo que debía en 1989. Este año el Estado ha estimado que pagará en
concepto de intereses 38.590 millones de euros (3,86% del PIB), lo que
convierte esta partida presupuestaria en la segunda más elevada de
todas, por detrás únicamente de las pensiones. Si sumamos este pago de
intereses a la devolución de dinero que se cumple este año la cuantía
alcanza el 19% del PIB, lo que supone una cantidad absolutamente colosal
destinada simple y llanamente a pagar a los que prestaron dinero al
Estado en su día.
Pero, ¿quiénes son estos agentes que prestaron dinero al Estado y que
hoy día están recibiendo dinero gracias a las subidas de impuestos y
recortes de gasto público? Pues basta con acudir a los datos que ofrece
el Tesoro Público para constatar que la inmensa mayoría de ellos, el
76,03%, está formada por entidades financieras, tanto españolas (38,74%)
como extranjeras (37,29%). Solamente el 0,86% de todos los agentes que
han prestado dinero al Estado son personas particulares, y solamente el
2,45% son empresas no financieras. Otro 7,09% corresponde a fondos de
inversión y fondos de pensiones, que son instrumentos gestionados por
las instituciones financieras, por lo que éstas también acaban sacando
tajada con estas operaciones. Esto quiere decir que el Estado está
canalizando buena parte del dinero que recauda hacia entidades
financieras, por lo cual podemos hablar sin ningún problema de que se
trata de otra forma de dar ayudas a estas grandes empresas financieras.
Quien pensase que las ayudas a la banca habían terminado estaba muy
equivocado.
Estas instituciones financieras están haciendo negocio con la deuda
pública porque anteriormente prestaron dinero al Estado. Pero, ¿de dónde
sacan el dinero en la actualidad si supuestamente tienen enormes
problemas económicos? Pues fundamentalmente lo obtienen directamente del
Banco Central Europeo a un coste muy bajo. El mismo Banco Central
Europeo que no puede prestar dinero a los Estados porque lo tiene
prohibido en el artículo 123 del Tratado de Lisboa.
Así las cosas, nos encontramos con un panorama bastante peculiar. El
Banco Central Europeo dice dar dinero muy barato a los bancos españoles
para que éstos saneen sus cuentas y puedan dar créditos a familias y
empresas. Pero en vez de que esto suceda, los bancos prestan ese dinero
al Estado a un precio mucho más elevado, con lo cual obtienen beneficios
a través de esta operación. El Estado, para poder devolver poco a poco
todo el dinero que le están prestando y pagar los intereses asociados,
está aumentando impuestos y reduciendo gasto público. Nos encontramos,
de nuevo, frente a un mecanismo de ayuda a las instituciones financieras
que se materializa de forma que el coste recaiga sobre la mayoría de la
población. Una ayuda encubierta a la banca permitida y apoyada por las
instituciones de la Unión Europea y que puede ser calificada
perfectamente como una monumental estafa.
Eduardo Garzón
Saque de Esquina
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