Una de las dimensiones diferenciales de la actual crisis con respecto a las anteriores es la competición de los países desarrollados con los países emergentes Brasil, Rusia, India y China que representan, sólo ellos cuatro, más del 40% de la humanidad, por los recursos naturales del planeta. Sin ellos no hay mercado futuro para la producción y el consumo, pero con ellos no hay posibilidad de producir y consumir todos.
La necesidad de eliminar la especulación financiera puesta de manifiesto por la actual crisis financiera obliga a recuperar los valores éticos de la economía, y como decía Keynes “a dar a los motivos monetarios su verdadero valor”. La especulación financiera que aún se da sobre los bienes alimentarios, energéticos y monetarios está en la raíz de todas las crisis, y en el auge de los paraísos fiscales que garantiza la opacidad y encubrimiento de toda clase de operaciones delictivas. Eliminar esta especulación financiera supone reducir el crecimiento monetario, el PIB, aunque también hará recuperar la estabilidad financiera y aumentará la satisfacción de las necesidades humanas.
Vivimos un profundo cambio civilizatorio que provoca la inseguridad, la perdida de identidad y el atrincheramiento en las formas e instituciones del pasado. Los fundamentalistas del mercado están provocando deliberadamente la fragmentación de la humanidad para poder mantener el Poder. Impiden con ello la generación del “demos” de una única, aunque rica por su diversidad y colorido, humanidad que habita un único planeta y que debe gobernarse de forma unitaria. Un “demos” basado en los cimientos comunes y compartidos por las distintas culturas y civilizaciones del planeta Tierra.
Hoy ya esta claro que el crecimiento ilimitado es insostenible; que el Producto Interior Bruto (PIB) no es el indicador adecuado para que nos guíe en la salida racional de las actuales crisis, y que necesitamos de una nueva teoría económica que devuelva el sentido común a la humanidad. Volver a preguntarnos y respondernos qué mundo queremos para nuestros descendientes; qué producimos, con qué lo producimos, para qué y para quienes lo producimos; qué Poder con qué autoridad, reglas e instituciones; qué hay que mantener y qué hay que suprimir del mundo actual. Porque la alternativa que se le abre a la humanidad en este momento histórico de su devenir es seguir con el crecimiento que acaba con sus dos fuentes de riqueza, la humanidad y la naturaleza, o cambiar para sobrevivir.
Hemos entrado en la gran depresión económica en este principio de milenio de la mano del colapso de la burbuja financiera, histórica por su volumen e integración mundial; la lucha por el control de los recursos naturales; y el choque y ruptura de las estructuras internacionales de control por la emergencia de los nuevos actores internacionales que suponen los cuatro países del BRIC. Otro mundo mejor posible no se dará sin lucha, sin enfrentamiento entre el Norte y el Sur.
La Cumbre de Washington, fue un intento de implicar a los países emergentes (BRIC) en la defensa del sistema y la ideología del libre mercado recuperando el intercambio desigual y los desacreditados FMI, Banco Mundial y OMC. Ha sido un fracaso ya que a las presiones para que China revaluara el Yuan esta ha respondido devaluándolo; la OMC no ha logrado ni siquiera convocarse; y las ayudas a los sectores nacionales de cada país no son sino políticas proteccionistas de cada Estado nación en el sálvese quién pueda.
Son las sociedades las que tienen la fuerza, la capacidad y las necesidades. Liberando su iniciativa y creatividad, cambiando el uso y destino que se dan a los recursos disponibles y recuperando la razón y la ética se resolverán todos los problemas sin dificultad.
Fernando Moreno Bernal - ATTAC Cádiz
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