La Encuesta de Población Activa del primer trimestre de 2013 ha
revelado que el desempleo afecta a 6.202.700 de personas, lo que supone
una tasa de paro del 27,16%. Esta tasa de desempleo no ha dejado de
aumentar desde junio de 2007. Sin embargo, su ritmo de crecimiento no ha
sido siempre el mismo: podemos distinguir tres etapas claramente
diferenciadas que quedan expuestas en el siguiente gráfico.
Pese a llevar meses mostrando signos de debilidad, el sector
inmobiliario no colapsó totalmente hasta la primavera de 2008, cuando el
pinchazo de la burbuja inmobiliaria fue tal que la inmensa mayoría de
empresas relacionadas con el sector se vieron gravemente afectadas.
Constructoras, promotoras e inmobiliarias detuvieron drásticamente su
actividad, dejando a muchísimos trabajadores en la calle y por lo tanto
empujando notablemente al alza la tasa de desempleo. Desde una tasa del
9,3% en marzo de 2008 se pasó en tan sólo un año a una del 17,4%. El
sobredimensionado sector de la construcción se contrajo brutalmente en
esos 12 meses, dejando sin trabajo a tantos profesionales (albañiles,
arquitectos, aparejadores, ingenieros, electricistas, fontaneros, etc)
que habían vivido de él durante los años anteriores. Es la etapa
reflejada en el gráfico entre las dos primeras líneas verticales: el
crack inmobiliario.
La siguiente etapa queda comprendida entre la segunda y tercera línea
vertical del gráfico, y coincide con un crecimiento de la tasa de
desempleo bastante más lento. El sector nuclear de la construcción ya
había colapsado y no podía arrojar al desempleo a muchos más
trabajadores. Sin embargo, es durante esta época cuando la industria
relacionada con la actividad de la construcción y la inmobiliaria
comienza a verse perjudicada. Los sectores de los muebles, de la
instalación de equipos de acondicionamiento y de electrodomésticos, de
la decoración, de las agencias inmobiliarias, etc, comienzan a no
encontrar clientes y se ven obligados a reducir su tamaño de actividad,
para lo cual terminan expulsando a muchos de sus trabajadores. A su vez,
otros sectores económicos comienzan a encontrar problemas de
financiación debido al cierre del grifo de los bancos y problemas de
ventas causados por la caída del consumo debido a su vez a las malas
expectativas económicas. Las quiebras de empresas pertenecientes a
diferentes sectores empiezan a cobrar importancia, y el desempleo
continúa su crecimiento. Sin embargo, este ascenso fue contenido gracias
a los planes de impulso a la economía que realizó el gobierno durante
esta época. Como resultado, el paro creció pero a un ritmo más moderado
que durante los primeros meses de crisis: partiendo de un 17,4% de
desempleo en marzo de 2008, la tasa presentó un nivel del 20,9% en mayo
de 2011.
A partir de junio de 2011 la cosa cambia. El gobierno de Zapatero decide endurecer la reforma laboral permitiendo
que las empresas puedan despedir cómodamente a sus trabajadores en el
caso de que presenten pérdidas transitorias (y no permanentes, como
hasta entonces ocurría). La reforma laboral del gobierno de Rajoy en
febrero de 2012 no hará sino continuar la senda marcada y facilitar a
las empresas el despido de trabajadores. Esta legislación laboral que
persigue la expulsión de los empleados para que las empresas sufran el
menor coste posible, asociada a los importantes recortes de gasto
público que deterioran la demanda efectiva (inversión y consumo), a un
aumento de los impuestos regresivos (como el IVA o los impuestos especiales), a la inexistencia de planes de estímulo económico, y al permanente cierre de crédito de los bancos,
no hace sino incrementar el ritmo al que aumenta la tasa de desempleo.
Desde una tasa del 20,9% en mayo de 2011, nos encontramos con un nivel
del 27,2% en abril de 2013.
Queda claro, por lo tanto, que si hoy día aumenta a un ritmo tan
elevado el desempleo no se debe a la crisis inmobiliaria (cuyos sectores
no pueden expulsar a muchos más trabajadores porque ya no les quedan),
ni siquiera a la deficiente estructura productiva de la economía
española, sino que los motivos hay que encontrarlos en una legislación
laboral extremadamente beligerante con los trabajadores, en unas
instituciones financieras zombies que necesitan ser rescatadas pero que
no conceden apenas créditos, y a una política económica de recortes y
aumento de impuestos regresivos que no hace sino empeorar el consumo
privado y las posibilidades de inversión. Así lo refleja un informe del Banco Central Europeo sobre las pequeñas y medianas empresas (PYMES), las cuales suponen un 63,9% de todos los puestos de trabajo españoles.
Este estudio refleja que el principal problema de las pequeñas y
medianas empresas es encontrar clientes, que es consecuencia de la caída
del consumo privado y del gasto público. El segundo problema es
encontrar financiación debido a que los bancos se niegan rotundamente a
ofrecer créditos a la mayoría de las empresas. El tercer problema, de
una importancia mucho menor que los dos anteriores, es la necesidad de
competir con otras empresas rivales. El cuarto problema en importancia
es el debido a los costes laborales y de producción, entre los que
destaca el salario y al que paradójicamente el stablishment europeo y
español trata de responsabilizar como gran obstáculo para superar la
crisis.
La mayoría de empresas españolas seguirán cerrando y/o expulsando a
sus trabajadores (y por lo tanto el desempleo seguirá aumentando)
mientras sus principales problemas no sean resueltos. Recordemos que en
este último año las familias y empresas en quiebra han aumentado un 27%
respecto a 2011. Y pese a lo que se nos suele decir a través de los
medios de comunicación, el problema no es que los trabajadores cobren
mucho o que no trabajen suficiente (de hecho los costes salariales caen en picado,
especialmente en el último trimestre de 2012); el problema reside en
que hoy día las empresas no encuentran clientes ni financiación para
proseguir sus actividades. Y ello no se resuelve aprobando feroces
reformas laborales ni ayudando a los bancos sin imponerles condiciones,
ni recortando en gasto público o aumentando impuestos regresivos, sino
precisamente haciendo todo lo contrario. Mientras no se realice un
completo viraje en las políticas económicas del gobierno,
desgraciadamente seguiremos viendo empresas y familias quebrar y por lo
tanto el desempleo aumentar.
Eduardo Garzón
Saque de Esquina
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