Cuando un país vende productos a otro país (exporta), registra una
entrada de dinero. Cuando compra productos a otro país (importa),
registra una salida de dinero. Si las exportaciones son superiores a las
importaciones, entrará al país más dinero del que saldrá, y por lo
tanto mejorará la situación económica del país en cuestión. Ésta es una
de las estrategias más utilizadas para aumentar la renta nacional (PIB)
de una economía.
En términos macroeconómicos se visualiza a través de la siguiente
identidad: Y ≡ C + I + X – M; donde Y es la renta nacional, C es el
consumo, I la inversión, X las exportaciones y M las importaciones. Como
podemos ver, las exportaciones (X) aparecen con signo positivo, por lo
que un aumento de las mismas aumentará la renta nacional (Y). En cambio,
un aumento de las importaciones (M) reducirá la renta nacional porque
aparece en la identidad con signo negativo.
Una estrategia para lograr que aumenten las importaciones y
disminuyan las importaciones (y por lo tanto que aumente la renta
nacional) consiste en devaluar la moneda nacional. Normalmente nos
explican que si nuestra moneda pierde valor, los productos que vendemos
al exterior también lo perderán, por lo que a los compradores
extranjeros les saldrá más barato adquirir nuestros productos y nuestras
exportaciones aumentarán. Y al mismo tiempo, si nuestra moneda pierde
valor nos resultará más caro comprar productos en el exterior, por lo
que nuestras importaciones disminuirán. Sin embargo, estas causalidades
que se presentan como verdaderos automatismos, distan mucho de serlo. La
devaluación de la moneda no conduce inevitablemente ni automáticamente a
un aumento de las exportaciones o a una disminución de las
importaciones, y mucho menos con la misma intensidad con la que la
moneda pierde valor. Para ilustrar el asunto se propone un ejemplo
sencillo.
Imaginemos que una empresa residente en el Reino Unido comercia con
una empresa ubicada en Estados Unidos. La moneda del primer país es la
libra esterlina, y la del segundo es el dólar. Comencemos pensando que
el tipo de cambio es unitario, es decir, que 1 dólar se puede cambiar
por 1 libra esterlina. Por lo tanto, si la empresa británica quiere
comprar –por ejemplo– un paquete de sillas que cuesta 100 dólares a la
empresa estadounidense, necesitará gastar 100 libras. Ahora supongamos
que Estados Unidos entra en una recesión y necesita estimular su
crecimiento económico, y para ello decide emplear la estrategia
comentada de devaluar su moneda (para aumentar sus exportaciones y a la
vez reducir sus importaciones). Así las cosas, el gobierno
estadounidense devalúa el dólar hasta el nivel en el que se puede
cambiar 1 libra esterlina por 2 dólares; es decir, reduce el valor del
dólar a la mitad.
En la nueva situación, si la empresa del Reino Unido quiere comprar
el mismo paquete de sillas que cuesta 100 dólares, tan sólo tendrá que
emplear 50 libras (ya que 1 libra se cambia por 2 dólares). Nos
encontramos con que a la empresa británica le resulta el doble de barato
comprar productos y servicios a empresas estadounidenses. Pero si la
cantidad de sillas que se compran no varía, la empresa estadounidense no
aumentará sus ingresos, porque la cantidad de dólares que ingresa será
la misma que antes (100 dólares). Entonces, ¿de qué forma la devaluación
puede aumentar las exportaciones?
Pues fundamentalmente a través de dos vías:
1) La primera vía es que a la empresa británica que comerciaba
con la estadounidense puede que ahora le interese comprar mayor cantidad
de sillas debido a su reducido precio. Por ejemplo, la empresa
británica puede comprar dos paquetes de sillas por el mismo precio que
pagaba en la anterior situación. En este caso, la empresa del Reino
Unido comprará dos paquetes de sillas pagando 100 libras (lo que pagaba
antes), y la empresa de EEUU recibirá 200 dólares (el doble de lo que
ganaba antes). La empresa estadounidense aumentaría así sus
exportaciones, y la renta nacional se incrementaría. Ahora bien, cabe
resaltar que esta situación sólo tendría lugar si a la empresa británica
le resultase útil comprar más sillas, puesto que puede ocurrir que no
necesite más sillas de las que compraba antes (porque luego no
consiguiese darles un uso útil –venderlas, por ejemplo). Para saber si
con la devaluación de la moneda se venderían o no más bienes y servicios
que antes, habría que analizar la elasticidad demanda-precio de las
mercancías susceptibles de exportación. Es decir, habría que analizar si
los productos que se venden al exterior serían más demandados en el
caso de que bajara su precio (productos elásticos). Las sillas no son un
producto que, al bajar su precio, demanden en mayor cuantía (no son un
producto elástico). Un consumidor compra las sillas que necesite, y no
tiene sentido que compre más de la cuenta por muy barato que sea su
precio. En cambio, no ocurre así con otros productos como las prendas de
ropa o los libros, por poner dos ejemplos. Un consumidor podría comprar
muchas más unidades de libros o de camisetas si encontrara estos
productos más baratos, porque sí tiene sentido que los acumule (no como
en el caso de las sillas). En esta ocasión, un abaratamiento de este
tipo de productos a través de la devaluación de la moneda sí aumentaría
la cantidad de exportaciones.
2) La segunda vía es que otras empresas (británicas o no)
interesadas en la importación de sillas pero que nunca han comprado
sillas estadounidenses pasen a comprar por primera vez sillas a las
empresas de EEUU. El motivo es que ahora importar sillas a empresas de
EUU es el doble de barato que antes, por lo que algunas empresas podrían
dejar de comprar sillas a otros países diferentes de EEUU y pasar a
comprárselas a empresas de este país (porque les sale más barato que
comprárselas a otra empresa no estadounidense). Se generaría una nueva
actividad comercial para las empresas estadounidenses, porque venderían
sillas a empresas con las que antes no negociaban. El resultado es que
las exportaciones crecerían, y con ellas la renta nacional. Obviamente
también puede ocurrir que a pesar de que el precio de las sillas se
reduzca, a muchas empresas no les merezca la pena empezar a comerciar
con esta empresa estadounidense.
Así las cosas, hemos visto que ninguna de las dos vías es automática
ni perfectamente flexible. En el primer caso, la devaluación de la
moneda sólo aumentará las exportaciones en la medida en que el país en
cuestión exporte productos elásticos (que se demanden más si baja su
precio). En el segundo caso, la devaluación de la moneda sólo aumentará
las exportaciones en la medida en que a una empresa extranjera –que
nunca ha hecho negocios con el país que devalúa la moneda– le sea
rentable iniciar acuerdos comerciales.
Y sabemos que cualquier país exporta muchos productos que son
bastante inelásticos (como las sillas) y que por lo tanto una
devaluación de su moneda no implicará un aumento en la misma proporción
de exportaciones. Al mismo tiempo, sabemos que a lo largo y ancho del
mundo hay otras muchas empresas que venden productos muy baratos (como
las situadas en el sudeste asiático), y que aunque un país desarrollado
devalúe su moneda puede que no llegue a poder vender sus productos más
baratos que en el caso de esos países competidores.
Es decir, aunque lo intuitivo y a lo que nos tienen acostumbrados sea
pensar que una devaluación de la moneda conduce a un aumento de las
exportaciones, lo cierto es que ese efecto ni es automático, ni se
produce en la misma proporción que la devaluación (una devaluación del
25% de la moneda no conduce a un aumento de las exportaciones del 25%,
como algunos pueden pensar).
En cambio, el efecto del descenso de las importaciones causado por la
devaluación de la moneda nacional es más simple. Una vez devaluada la
moneda, toda empresa o consumidor que quisiera importar mercancías del
exterior se encontraría con que le resulta más caro hacerlo. Es de
esperar, por tanto, que las importaciones se reduzcan, aunque también
hay que tener en cuenta que en este sentido influyen también los
productos inelásticos. Por ejemplo, si el país que ha devaluado la
moneda necesita irremediablemente importar petróleo para que su economía
siga en marcha (producto inelástico), las importaciones de petróleo no
se reducirán en absoluto, y la estrategia de devaluación no serviría
para este cometido. De hecho, la devaluación de la moneda jugaría muy en
contra de la balanza comercial del país, provocándole nuevos problemas a
su economía.
En definitivas cuentas, un buen analista de los fenómenos económicos
debe abandonar los automatismos a los que desgraciadamente nos tienen
acostumbrados y dejar de considerar, en este caso, que la devaluación de
la moneda conduce inexorablemente y en la misma medida a un aumento de
las exportaciones y a una reducción de las importaciones. La realidad
económica es mucho más compleja que eso, y olvidarlo puede pasar factura
a la hora de diseñar ciertas estrategias de política económica.
Eduardo Grazón
Saque de Esquina
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