Hay muchas personas que se sorprenden cuando observan el cálculo que realicé
y que venía a mostrar la colosal cantidad de dinero que pagan Estados
como el español solamente en conceptos de intereses de deuda pública. La
sorpresa es, en cierto modo, comprensible, porque cuesta mucho creer
que el Estado esté pagando esas cantidades astronómicas por tener que
financiarse. Para arrojar más luz sobre el asunto y demostrar que en
absoluto se está exagerando, en este post plantearé el problema de los
intereses de deuda pública española desde una perspectiva más sencilla.
Cuando un Estado tiene más gastos que ingresos, necesita cubrir la diferencia (déficit)
de algún modo. Hasta mediados de la década de los 70, todos los Estados
occidentales solventaban este problema principalmente a través de la
creación de dinero oficial. Es decir, el dinero que necesitaban para
cubrir el déficit era emitido directamente por el banco central y
prestado al Estado (a este proceso se le denomina monetización de la deuda).
En el caso de España, el gobierno le pedía al Banco de España que
imprimiera dinero nuevo y se lo prestara, y lo hacía con tipos de
interés muy reducidos o nulos (de forma que salía barato financiarse).
Con el desmoronamiento del sistema de Bretton Woods y el ascenso de
la ideología neoliberal a mediados de la década de los 70, la mayoría de
los gobiernos capitalistas decidieron prohibir la monetización de la
deuda (1); es decir, prohibieron que los bancos centrales prestaran
dinero a los gobiernos. Su argumento era que al hacerlo se estaba
imprimiendo dinero nuevo sin ton ni son y que podía generar tensiones
inflacionistas. Pero este argumento carece totalmente de sentido si
tenemos en cuenta la solución que propusieron y que adoptaron casi todos
los países: en vez de que el banco central imprimiera dinero para
prestárselo a los gobiernos (con tipos de interés reducidos), el banco
central pasaría a imprimir dinero a los bancos privados (con tipos de
interés reducidos) para que éstos se lo prestaran a los gobiernos (a
tipos de interés más elevados). Es decir, que la nueva creación de
dinero se seguía produciendo (a través de préstamos del BCE o del
dinero-deuda creado por los bancos privados), con la única diferencia de
que antes de llegar a manos del gobierno pasa por las manos de los
bancos privados, otorgándoles la oportunidad de hacer un bonito y
rentable negocio. Antes, el banco central imprimía dinero y se lo
prestaba al gobierno a un precio barato; ahora, el banco central imprime
el mismo dinero (o más) y se lo presta a los bancos privados para que
éstos se lo presten a los gobiernos a un precio elevado. Si esto no es
una estafa en toda regla a los Estados –y por lo tanto a todos los
ciudadanos– por parte de la élite financiera, que baje Dios y lo vea.
Repasemos un poco el proceso de endeudamiento del Estado. Hoy día,
cuando el Estado necesita dinero no tiene más remedio que pedir dinero
prestado a los inversionistas privados al tipo de interés que le ofrezcan.
Ese tipo de interés será el coste que tendrá que asumir el Estado para
financiarse, y al mismo tiempo son las ganancias de los inversionistas
privados. Durante cada año, el Estado tiene que ir pagando intereses por
haberse endeudado. La cantidad que le prestaron (el principal) lo
devolverá cuando llegue la fecha acordada. Si, cuando llegue esa fecha,
el Estado no dispone de suficiente dinero, tendrá que pedir más dinero
prestado a otros inversionistas privados. Con el nuevo préstamo
cancelará el préstamo anterior, pero tendrá que seguir pagando intereses
(cuya cantidad se habrá incrementado). Entonces comprobamos que incluso
en el caso de que ese nuevo año el Estado ya no tenga déficit, el
montante de la deuda aumentará debido al pago continuo de intereses (que
se tienen que pagar cada año) (2). En otras palabras, los intereses de
la deuda pública no solo afectan a un año en concreto, sino que
afectarán a todos los años sucesivos siempre que el Estado mantenga o
aumente su nivel de deuda. Los intereses de deuda pública se van
acumulando y obligan a endeudarse cada vez en mayores cantidades. Es el
conocido “efecto de bola de nieve”, que se pretende reflejar a
continuación.
La zona azul representa la cantidad de dinero que debe el Estado (el
montante de deuda pública). La zona roja representa la cantidad de
intereses que tiene que pagar cada año. Si suponemos déficit nulo, y un
plazo de vencimiento de la deuda de un año, observamos el proceso
siguiente: los intereses pagados el año 1 se convierten en montante de
deuda el año 2; los intereses pagados el año 2 se convierten en montante
de deuda el año 3, y así sucesivamente. A la par, vemos que los
intereses van aumentando cada año, lo que otorga al proceso un carácter
de crecimiento exponencial (3). A la derecha del dibujo se ha comparado
el total de la deuda para el año 5 con la suma de los intereses pagados
los años anteriores. Se comprueba claramente que pasado un tiempo la
cantidad pagada en concepto de intereses es casi tan elevada como el
dinero que efectivamente se debe al final del periodo.
Ahora hagamos una prueba parecida con datos reales del Estado español, para el periodo 1989-2012.
Se puede intuir que: 1) la cantidad de intereses pagados (barra roja)
siempre va en aumento; y 2) el montante total de deuda prácticamente
aumenta cada año lo que se tiene que pagar de intereses (salvo los años
de burbuja inmobiliaria en los que el déficit y los intereses se
redujeron y salvo los últimos años en los que el déficit se ha disparado
debido a la crisis económica y a los recortes).
Si comparamos todo el dinero que ha pagado el Estado español en
concepto de intereses desde el año 1989 hasta la actualidad con el
dinero que actualmente debe, es más fácil constatar el enorme expolio al
que se ve sometido el Estado por tener que financiarse a través de
inversionistas privados:
El Estado español ha pagado en concepto de intereses durante ese
periodo el 66,46% de lo que hoy día debe. Pero enfoquémoslo ahora desde
otra perspectiva: desde 1989, el Estado español ha pagado sólo en concepto de intereses 4,3 veces lo que debía en 1989
(en 1989 debía 97,6 miles de millones de € y desde esa fecha hasta la
actualidad, solamente en concepto de intereses ha pagado 418,8 miles de
millones de euros). Así se observa claramente el perjuicio que supone a
largo plazo tener que pagar intereses elevados: que el montante de la
deuda aumenta exponencialmente. Algo que se podría evitar si el Banco
Central Europeo financiara directamente a los Estados.
Notas:
(1) Un estudio reciente del Fondo Monetario Internacional ha
revelado que en una tercera parte de una muestra de 152 países el banco
central todavía puede hacer préstamos al gobierno.
(2) Recordemos que, en el caso del Estado español, hubo años en los que presentó déficit simplemente por tener que pagar intereses de deuda pública.
(3) Siempre que el montante de la deuda pública no se vaya
reduciendo o los intereses a pagar sean menores, que es lo que sucedió
en los últimos años de crisis inmobiliaria para el caso español
(2005-2007).
Eduardo Garzón
Saque de Esquina
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