Naturalmente esta crisis tiene conocidos y directos responsables. Los grandes gestores de las corporaciones financieras que se han dedicado a la especulación descontrolada, canalizando recursos desde la economía real a la financiera e “inventando” cada minuto nuevos productos financieros tan opacos como ficticios que han acabado explotando, creando la mayor crisis financiera y de liquidez desde la de 1929. Así, “vendiendo prosperidad”, han impulsado a las clases medias de los países desarrollados a un consumo febril, facilitándoles crédito, haciéndoles caer en un excesivo endeudamiento, que en momentos de crisis como el presente no han sido capaces de hacer frente. Falsa ilusión de “prosperidad” que contrasta dramáticamente con la tremenda pobreza que padecen demasiados países de la Tierra. A la vez, se están abriendo ventanas de esperanza, especialmente en países de América Latina, y aún en medio de contradicciones y dificultades, renace con fuerza un pensamiento liberador y solidario, dispuesto a estimular un movimiento mundial que apueste por la justicia social.
Esta crisis ha sido especialmente sangrante en el Estado Español. Sus efectos están siendo demoledores. La engañosa bonanza de un crecimiento basado en la especulación inmobiliaria, facilitada por una política urbanística que declaraba edificable cualquier metro cuadrado de nuestro suelo, incitó a los promotores a fabricar cientos de miles de viviendas -varias veces más de las necesarias- que, gracias a las facilidades crediticias imperantes -préstamos incluso por más importe que el de la tasación de los inmuebles hipotecados- se vendían todas a precios en permanente alza. Con márgenes comerciales que sobrepasaban el 150% de su coste -en ello estaba la precariedad laboral y bajos salarios que se pagaban-, además de garantizar el incremento espectacular de los beneficios empresariales, se consolidaba así un modelo intensivo en mano de obra poco cualificada que ofrecía cifras demasiado apetecibles para el gobierno de turno de un aumento casi constante del empleo. La concentración del ahorro en este modelo, olvidando apostar por innovadoras actividades industriales y de servicios avanzados de mayor valor añadido y una más profunda cualificación del empleo, ha sido determinante para que hoy estemos así: en una gran burbuja que nos ha explotado entre las manos.
ATTAC denuncia una vez más que han sido las ideas neoliberales las que han provocado esta situación. Lo peor ha sido que una parte importante de la izquierda en prácticamente toda Europa ha sucumbido ante este empuje neoliberal, olvidándose de poner en valor los principios que la han definido: la solidaridad, la igualdad y el reparto justo de la riqueza.
Los Estados han concedido grandísimas subvenciones a los bancos y a las grandes empresas transnacionales, y les han rebajado los impuestos al igual que a las grandes fortunas, pero también a sectores acomodados de las clases medias y la pequeña burguesía. Y son estos mismos sectores los que exigen y consiguen más rebajas de impuestos, afirmando que así se favorece el empleo, cuando en realidad el aumento del paro seguirá de forma “imparable”, al menos por ahora y mientras se sigan aplicando recetas neoliberales.
ATTAC quiere denunciar ante la ciudadanía la nula voluntad del Gobierno de España para avanzar en un sistema fiscal verdaderamente progresivo, donde el grueso de la recaudación impositiva provenga de las rentas del capital y el trabajo de las clases altas. Por el contrario, se sigue dando oxígeno a la actividad financiera y especulativa del gran capital y de los paraísos fiscales. Y como muestra el reciente anuncio de subida de impuestos, que no afectará a las SICAV (Sociedades Anónimas de Inversión de Capital Variable), que sólo tributan al 1%, y donde 440.000 accionistas muy ricos poseen un capital mobiliario de casi 25.000 millones de euros, el equivalente al que disponen 17 millones de hogares en España cuyos rendimientos de capital tributan al 18%.
ATTAC pide el fin de las privatizaciones de los Servicios de Interés General y del Sector Público, y reivindica los servicios públicos como una medida de fomento de empleo digno, pero también de mejora en las prestaciones básicas y de reactivación económica.
ATTAC cree imprescindible la creación de un sistema financiero con verdadera vocación de servicio público que reactive la economía productiva, apoye a la economía social y a las Pymes, garantizando las necesidades de las familias y las y los trabajadores, así como el control social y democrático del sistema financiero en su conjunto.
ATTAC cree imprescindible ya la implantación de la llamada Tasa Tobin, dado el carácter internacional de la crisis, y la adopción de medidas impositivas y reguladoras globales en el sentido de lo manifestado en la Asamblea del G-192 de la ONU, ante la ineficacia del G-20 y la insolvencia del G-8.
ATTAC denuncia las campañas contra los impuestos que predican la insolidaridad y exige del Gobierno de España, no solo que no ceda, sino que dialogue con amplios sectores sociales, sindicales y políticos comprometidos con avances sociales y redistributivos.
ATTAC pide a la ciudadanía que no se deje engañar por cantos de sirena de los que verdaderamente han creado esta crisis y la explosión del paro, y exija medidas que favorezcan los intereses populares y de las clases trabajadoras, mediante hechos que conduzcan a la justicia fiscal y de REPARTO justo de la riqueza.
Es la hora de movilizarnos y tomar el destino en nuestras manos. Es la hora de exigir a los Sindicatos que no defrauden a las y los trabajadores, en especial los parados y los precarios y precarias. Es la hora de frenar propuestas para salir de la crisis favoreciendo aun más a los poderosos y subvencionando a los causantes de la crisis, mientras se discuten políticas tendentes a apoyar a los parados y paradas excluidos, y tan solo se les conceden cicateras ayudas, tremendamente condicionadas.
Es la hora de no dejarse engañar y comenzar a reaccionar, en caso contrario las salidas a la crisis ni serán democráticas, ni ayudarán a construir un mundo más justo.
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