domingo, 19 de octubre de 2008

La idea de un tal Tobin

No sé yo si en esta casa vamos a acabar siendo magnates capitalistas, por más que bajen las bolsas y puedan comprarse holdings por cuatro chavos. Me parece que no tenemos madera para ser tiburones de las finanzas. Ojalá me equivoque y salgamos de pobres, pero no creo. Nos falla el instinto. Y eso que estudiamos, ojo, y nos leemos cada día las páginas económicas del diario. Quizá el problema es precisamente ése, la lectura.


Los activistas aprovechan para recordar que ya advirtieron de los disparates del sistema económico.


Porque leyendo, leyendo, me encontré el otro día con una cosa que llamaban la Tasa Tobin. Iba de un tipo apellidado Tobin que hace un montón de años, antes de que le dieran el Nobel de Economía, propuso que se aplicara un impuesto especial sobre las operaciones especulativas en los mercados de divisas. ¿Suena raro? Nada, muy sencillo. Supongamos que un magnate pone 100.000 millones sobre la mesa y apuesta a que una moneda se devaluará respecto a otra en un porcentaje pequeñísimo, pongamos un 1%. Basta con que todo el mercado sepa que existe todo ese dinero respaldando la apuesta, para que la moneda en cuestión, en efecto, baje un 1%. Y el magnate, sin hacer nada, puede sacarse mil kilitos en unas horas.

A lo que íbamos. Tobin pensó que podía aplicarse un mini-impuesto sobre esas operaciones. Me parece que también podría cargarse sobre otras especulaciones, en acciones, en bonos, etcétera. Tobin pensaba en una tasa máxima del 0,5%, pero se conformaba con un 0,1%. O sea, por cada mil euros, pagar uno. No es mucho, ¿no? La idea del economista consistía en hacer menos rentable la especulación a corto plazo, y evitar que algunos se lo llevaran crudo por la cara a costa de los demás. Pero la ONU calculó, hace ya casi 30 años, que con esa tasa se recaudarían anualmente, en todo el mundo, 700.000 millones de dólares. Ahora serían muchos más. Lo bastante como para garantizar agua potable a todas las personas del planeta. Y, con el paso de los años, para alfabetizar, para vacunar, para crear hospitales.

Lo raro es que ahora, cuando los bancos y los magnates están acojonados y dicen que sí a todo lo que mandan los gobiernos, sólo los movimientos contra la globalización sigan dando la matraca con la Tasa Tobin. Los gobiernos, calladitos y pendientes de que los bancos no se enfríen.

Los teóricos del capitalismo dicen que para cobrar la Tasa Tobin haría falta una burocracia tremenda (falso, bastaría con la que hay), que se frenaría el comercio (falso, sólo afectaría a los mercados financieros) y que, aunque funcionara, luego, cuando se diera dinero a los países pobres, estos países sufrirían inflación (falso, los maestros, las escuelas y las vacunas nunca han inflado nada). De verdad, que nos lo hemos estudiado. La Tasa Tobin es una buena idea.

Ya ven, en cuanto aprendemos un poquito de economía, nos pasamos al bando equivocado. Tenemos muy mal arreglo.

JOHANNES EISELE (REUTERS)



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