La desregulación ha promovido el egoísmo y el ansia de mayor enriquecimiento de los poderosos y de los Bancos y Entidades Financieras. Lo que unido a la fuerte crisis energética, alimentaría y ecológica, han generado la actual situación.
La Banca y otras entidades de crédito similares, han sido el vehículo de transmisión más efectivo y letal de esta tormenta económica y social. Las medidas consistentes en inyectar dinero en los mercados, es decir en los bancos en dificultades, por parte de Gobiernos y Bancos Centrales, se ha traducido en un traspaso de rentas sociales, pero no a las y los ciudadanos que las aportan, sino a los causantes de la crisis financiera, es decir, a los bancos. Se argumenta para justificarlo que con ello los entes financieros generarán inversión, gracias a una concesión de créditos que pueden acabar incrementando el consumo y por tanto el empleo. Esto es, mediante las transferencias de capital público a los bancos, pretendidamente se buscaría favorecer la colocación de los trabajadores en tiempo de crisis y desempleo.
Pero a los que inyectando liquidez tratan de salvar a la banca privada para convertirla en el motor económico de la salida de la crisis -en lugar de utilizar más sabiamente los fondos del Estado, incrementando el gasto público social directo y sin intermediarios, por ejemplo- habría que citarles a Stiglitz cuando afirma, ante los intentos de rescate seguidos por EEUU y algunos países de la UE, que se trata de una estrategia tan desatinada como realizar continuas transfusiones de sangre a un enfermo que padece una hemorragia interna, sin corregirla previamente. Resulta por ello indignante que la derecha española, proponga la reducción del gasto público y paralelamente que el dinero del Estado sea transferido a bancos y grandes patronales. Pero igual de trágico resulta que la izquierda institucional gobernante permita que esa derecha le imponga su agenda política o que los inspiradores de la acción gubernamental sean la banca y los que defienden las políticas neoliberales.
¿Qué papel está jugando la Banca Española en esta coyuntura? La Banca española, sólida en apariencia -pero sólo en apariencia pues debido a la gran opacidad de su gestión se desconoce su situación real-, sigue gestionando su negocio de una forma más que reprobable y extremamente conservadora. Sin querer reconocer que es la propia desconfianza interbancaria la que está poniendo en apuros sus balances, continúa castigando al pequeño demandante de créditos que se acerca a sus oficinas. Se vuelve a ver cómo bancos y cajas sólo consideran clientes dignos de crédito a los que poseen nóminas fijas y altas, y cómo se centran de nuevo en las operaciones de rutina, esto es, créditos a clientes preferentes y captación de ahorro.
Porque los Bancos y Cajas de Ahorro españoles están actualmente negando muchos créditos hipotecarios incluso a mileuristas que deseen adquirir una vivienda de VPO, o a pequeñas empresas, que son como se sabe las principales creadoras de empleo. Por imperativo de quienes gobiernan el mercado, la banca está marginando a multitud de pequeños empresarios y autónomos, que necesitan de los créditos para poder cumplir sus compromisos y seguir trabajando. Todos estos sectores son maltratados por la banca e ignoradas sus demandas, Y las Cajas de Ahorro, que pese a su comportamiento no son entidades privadas, hace años que emulan el proceder bancario, de manera que la principal inversión de las Cajas haya sido y sigue siendo el ladrillo y no el I+D+I o la pequeña industria.
Este análisis, breve pero real, conduce a plantear que en España hace falta un Sistema de Banca Pública, al objeto de cumplir los objetivos de apoyo crediticio a pequeñas empresas y a ciudadanas y ciudadanos de rentas medio-bajas y bajas. Lo que supondría volver a crear Entes Financieros Públicos como los que ya hubo hace años. En este sentido hay que hacer constar que las Comunidades Autónomas tienen un gran papel que cubrir, sin que por el momento estén siendo llamadas a participar en las soluciones a la crisis. Gran parte del gasto público español, depende de ellas así como de las Cajas de Ahorro sometidas a su control.
Attac quiere descalificar de forma explícita a la gran Banca como la que puede solventar una situación que ha contribuido a crear en gran parte. Baste recordar que todos los grandes bancos españoles poseen filiales en paraísos fiscales, hecho que les deslegitima para cualquier actuación ejemplarizante o de asesoramiento al Gobierno.
Attac reclama que a la hora de tomar soluciones no se opte por las fracasadas, es decir las recetas neoliberales, y que un Gobierno democrático ha de escuchar a más personas y actores políticos. No solo a Banqueros o al Partido de la derecha, en una búsqueda de la Gran Coalición.
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