viernes, 3 de abril de 2009

Comprender que el cubo está dentro de la pelota: el verdadero reto del G-20

Muchas de las reivindicaciones que ATTAC y otros movimientos sociales planteaban han sido escuchadas. En la cumbre de Londres de este 2 de abril se hablará de fijar impuestos sobre las transacciones financieras, de reformar las instituciones financieras internacionales y hasta de hacer desaparecer los paraísos fiscales. Ciertamente es un paso hacia delante, pero deberíamos estar muy lejos de quedarnos satisfechos.

En la cumbre se plantean como máximos lo que desde el movimiento altermundista consideramos como mínimos. Es una muy buena noticia que hayan entrado en la agenda política del G-20 temas que llevábamos tanto tiempo denunciando, como la opacidad de las finanzas. Pero, como comentaba con agudeza mi amigo Yves, ¿acaso convierte esto en legítima a una institución antidemocrática como el G-20?

Siendo conscientes como somos del carácter finito de los recursos de nuestro planeta, es el concepto de economía el que debe cambiar en su conjunto. Cualquier cumbre sobre temas económicos o financieros está hoy en día abocada al fracaso si no se abordan conjuntamente - y no de forma tangencial - también los temas ecológicos y sociales.

Economía y ecología son términos que comparten una misma raíz etimológica: oikos, que significa casa en griego. Combinado con nomos (ley), da lugar a la palabra economía y combinado con logos (razón) da lugar a ecología. La economía sería, por tanto, la ley que rige nuestra casa; mientras que la ecología sería la pura y simple lógica de la casa, su razón de ser. Como a cualquiera le resulta evidente, la ley no puede estar por encima de la razón; sino que, antes al contrario, toda ley debe estar sometida a las reglas de la razón.

De este modo, la economía sólo puede tener sentido contemplada dentro de los límites de la ecología, que son los límites marcados por la capacidad de carga del planeta Tierra. Desde este punto de vista, podemos imaginarnos a la ecología como una esfera transparente que tiene un tamaño determinado (por ejemplo, exactamente el de nuestro planeta) y a la economía como un cubo que reside dentro de la esfera. La esfera, ya lo hemos dicho, tiene un tamaño determinado y no crece ni puede crecer (los recursos naturales de nuestro planeta son finitos); pero el cubo de la economía sí que crece. El cubo crece cada vez más y más rápido, y lo hace a costa de reducir el tamaño que le separa de la esfera. El cubo de la economía crece cada vez más, pero la esfera de la ecología que lo contiene está siempre igual. El riesgo de que se produzca una colisión es evidente.

Cuando colisionen (y al ritmo que crece el cubo con toda probabilidad lo harán) seguramente la esfera no se pinche ni explote, pues es de material resistente; pero el cubo y todos los que lo han estado haciendo crecer (todos nosotros, unos más que otros) se verán obligados a cambiar de forma de vivir: habrá llegado el momento en que no se pueda crecer más y las consecuencias podrían ser devastadoras para una sociedad basada en el continuo crecimiento.

Esto puede ser, en definitiva, lo que nos pase si no cambiamos por completo nuestro modelo de consumir y de entender la economía. La economía va mucho más allá de números y porcentajes: la economía es el modo en el que las personas, de forma cooperativa, conseguimos satisfacer nuestras necesidades. Yo no soy economista, pero me di cuenta de que no hace falta serlo para hablar sobre ella cuando oí al profesor Juan Torres decir aquello de que “hay que saber un poquito de economía, aunque sólo sea para no ser engañado por los economistas”.

La cifra más recurrente para considerar que estamos en crisis es que el PIB (Producto Interior Bruto). Decimos o dicen que estamos en crisis porque el PIB está teniendo un crecimiento negativo; es decir, que es menor respecto al año pasado. El PIB es el indicador que utilizamos para medir el progreso de la economía de un país. Pero, ¿nos hemos parado a analizar qué se incluye dentro del famoso PIB?

Un bosque no cuenta en absoluto para el PIB. La sombra que dan sus árboles, el oxígeno que producen sus hojas, la biodiversidad que puede albergar…todo eso le trae sin cuidado al PIB. En cambio, si talamos ese magnífico bosque para hacer tablones de madera; entonces eso sí lo tiene en cuenta el PIB. Un bosque muerto, por tanto, sí hace crecer nuestra economía.

Otro ejemplo macabro: los accidentes de circulación, que tantas víctimas producen cada año en nuestro país, también hacen crecer la economía. Los accidentes dan faena al señor que conduce la grúa, quien, a su vez, deberá consumir gasolina; deberemos comprar nuevas piezas para la reparación, e incluso, con un poco de (mala) suerte quizá hasta nos tendremos que comprar otro coche. Con una situación como esta la economía está creciendo según el PIB. Si hay víctimas mortales o no, eso al PIB también le trae sin cuidado.

Las amas de casa podrían ser el ejemplo contrario. La sociedad ha podido llegar a ser lo que es (para bien o para mal) gracias al trabajo y a los cuidados que tantas y tantas mujeres han desempeñado en casa de forma anónima. Sin embargo, este trabajo doméstico no es tenido en cuenta por el PIB; de tal forma que su función es ignorada y confinada al ámbito privado, contribuyendo así a perpetuar el esquema patriarcal que marcadamente presenta la globalización neoliberal.

Hace tiempo que se dejó de tomar el PIB como referente para medir el bienestar de un Estado; desde la década de los noventa utilizamos un índice más fiable, el IDH (Índice de Desarrollo Humano), que tiene en cuentas factores como la salud o la educación y es que elaborado anualmente por el PNUD. Pero sin embargo todavía continuamos utilizando el PIB como un indicador válido para medir la salud de la economía de cada país. Con los ejemplos anteriores espero haber demostrado que esto no puede ser ya así, que la economía debe tener en cuenta muchos factores que hasta ahora venía externalizando.

En resumen, si queremos que el PIB sea un indicador del crecimiento económico válido para el siglo XXI debe incorporar algunos aspectos (como los trabajos realizados en el ámbito privado mayoritariamente por las mujeres, calidad del ambiente o la salud de las personas) y debe considerar negativos otros factores que hasta ahora considera positivos (como la destrucción del medioambiente o la precariedad laboral). Recientemente hemos podido leer que el Tribunal de Cuentas de la UE ha decidido que sus Estados miembros deberán incluir en su PIB el volumen de negocio de actividades ilícitas o alegales, tales como la prostitución, contrabando o el tráfico de drogas. No es, sin duda, este el camino a seguir, pero esto nos demuestra que el concepto que tenemos de PIB no es inamovible, sino que puede ser cambiado.

Un cambio radical en la concepción del PIB significará que el concepto de economía habrá cambiado en su conjunto y que podremos seguir creciendo (y salir así de la crisis), pero de una forma diferente, manteniendo el equilibrio con esa esfera transparente que es la tierra. Cuando los señores del G-20 comprendan que el cubo está dentro de la pelota, entonces podremos estar satisfechos.

José A. García - ATTAC País Valencià

1 comentario:

Sandra Castro dijo...

Hola José, los videos que te recomiendo a continuación facilitan una mejor comprensión no sólo de la crisis etc.Vía videos Google:Zeitgeist Addendum en español.2)historia del dinero,aunque narra en dibujos animados, vale verla.
Saludo2, Sandra Castro