miércoles, 24 de diciembre de 2008

El gobernador del Banco de España defiende el casino financiero

“No debe impedirse la inversión en alto riesgo de los ricos”. Con ese titular la agudeza periodística resume una de las afirmaciones más graves del gobernador del Banco de España en una autocalificada primera entrevista concedida a El País (21/12/2008), una exclusiva del grupo mediático al que estuvo vinculado el entrevistado en su etapa en el banquillo. Unas manifestaciones que, con la que está cayendo, no pueden pasarse por alto.

El gobernador enfatiza su reconocimiento de lo que ya es obvio, que estamos en “la crisis financiera más importante desde la gran depresión. Como crisis económica aún no es la más importante, pero financiera, sí; no ha habido nada parecido. Lo que estamos viviendo es de dimensiones históricas, con características globales, porque nadie se ha librado de ella”. E incluso admite sus efectos perversos que hacen que “la desconfianza es total” aunque no se adentra en las causas ni saca ninguna consecuencia práctica ni teórica que le concierna por su cargo, porque es un “espectador”.

Luego, con el proceder propio de los altos funcionarios y de los tecnócratas, el entrevistado manifiesta que “permitir la inversión en alto riesgo a grandes patrimonios no es perjudicial para el funcionamiento del sistema; el problema surge cuando se deja entrar al inversor que no está informado. Habría que impedir que el inversor normal pueda ser atrapado en este tipo de tramas; pero ¿se debe impedir que las grandes fortunas puedan invertir en productos de alto riesgo?”, se pregunta a sí mismo. Y le inquiere el periodista: “¿Usted que piensa?”. Y el gobernador contesta “Que no. Hay que proteger a quien no puede protegerse por sí mismo. Prohibir las inversiones de alto riesgo bajaría el potencial de la economía mundial”.

Si tenemos en cuenta que este gobernador del Banco central español no esta hablando de arriesgadas inversiones en I+D+I, ni en transporte intergaláctico u otras inversiones productivas de resultados muy aleatorios, sino que lo afirma para las inversiones financieras por no decir especulativas, resulta revelador su querencia por la economía del casino financiero que es la que ha generado la crisis económica que padecemos y que desde Attac hemos venido denunciando hace ya casi una década. Algo más que un problema de “cultura financiera” y de iniciados.

Vale que defienda la libertad en los juegos de azar y de los casinos prohibidos en otro tiempo; pero resulta muy inquietante que un gobernador de Banco central defienda la libertad absoluta y el descontrol de los mercados financieros. Porque esa libertad financiera para jugarse los cuartos puede aceptarse para la ruleta, el póker y los casinos recreativos o de lujo, donde por cuantiosas que puedan resultar las pérdidas del jugador carecerán de repercusión en el sistema económico.

Pero representa una amenaza social esa defensa que hace el gobernador del casino financiero, cuando sigue vigente un modelo en el que la actividad del casino está tan imbricada con el sistema financiero que rige la economía real que, como demuestra la experiencia que atravesamos, las pérdidas en ese juego financiero globalizado se están traduciendo en falta de créditos a las empresas y a los particulares y contaminando con incertidumbre todo la economía real. Mientras, ese modelo global sitúa a los gobiernos en la impotencia frente al predominio de la banca y los operadores financieros.

¿Cómo se pueden sostener tales afirmaciones cuando los ahorradores españoles, pequeños y grandes, que invirtieron en valores cotizados en bolsa, de empresas que siguen siendo rentables como lo eran antes, han perdido un 40 o un 50 % de sus ahorros desde que estalló la crisis de las subprimes?

Más aún, con suficiencia sostiene el gobernador en la referida entrevista que “aquí tenemos 150 bancos, casi 50 cajas de ahorros y 85 cooperativas de crédito y no ha habido ningún problema”. O lo que es lo mismo, nos está diciendo que no es un problema que el gobierno español haya tenido que dedicar un buen número de millones de dinero público a comprarle activos a la banca, que haya decretado un aval para su endeudamiento y que a pesar de todas esas medidas de emergencia, gran cantidad de empresas estén cerrando o se vean amenazadas de cierre porque la banca no facilita los créditos que alimentan la economía real.

Que “el problema es que los bancos no se fían unos de otros” es un Mediterráneo que nos descubre el gobernador, para afirmar a continuación que en años recientes “la explosión del crédito no se debió a que el Banco de España no hiciera nada (para evitarlo) sino que a que durante mucho tiempo los tipos de interés tan bajos estimularon el endeudamiento” y que tampoco pudo hacer nada en materia de sus competencias en los ámbitos de la supervisión y regulación. Y todo eso lo dice sin cuestionar al BCE ni la institucionalización de la UE y sin añadir la mínima argumentación. Siguiendo la mejor tradición funcionarial de defensa de lo establecido.

¿Con qué cara se puede afirmar a estas alturas que a los bancos “cuando no tienen dificultades, hay que dejarles que hagan lo que quieran”?. Dicho de otro modo, hay que dejarles que se autorregulen en tiempos de bonanza porque, cuando cambien las tornas y se acerquen al precipicio de la quiebra, estará allí el dinero público para rescatarles impidiendo que se nos caigan a todos encima. Es la nueva doctrina del nuevo socialismo para ricos y capitalismo neoliberal para los pobres.

Eso sí: el entrevistado no nos explica por qué los impagos de unas hipotecas sin garantías en Illinois han hecho perder valor a las inversiones en bolsa de muchísimos ahorradores. Pero, como medidas contra la crisis financiera global y considerando que es su obligación como gobernador del Banco de España, recomienda “la liberalización y privatización de un montón de actividades” y llevar a cabo una reforma del “mercado de trabajo” que revise la negociación colectiva con el fin de que el convenio colectivo no obligue a aquellos que no lo han negociado, ¡¡ignorando que cuando se eso sucede es porque la empresa o empresas han logrado borrar al sindicato del mapa!!.

He ahí las muestras prácticas de la independencia de los Bancos centrales que dejamos que introdujeran nuestros neoliberales de derecha e izquierda, sin darnos cuenta que el objetivo era la privación de recursos legales y políticos a los gobiernos democráticamente elegidos, que en adelante estarían sometidos al juicio severo de la banca y de los mercados financieros. Y por si eso fallaba, durante los años noventa nos cambiaron aquella Comunidad europea por el “espacio financiero europeo” llamado Unión Europea, pero sin fronteras para el capital ni supervisor para la banca y las bolsas.

Asombran estas manifestaciones del gobernador neoliberal defendiendo lo que ya se ha demostrado indefendible. Porque hace pocos días el máximo exponente del fundamentalismo del libre mercado, el mismísimo Bush declaraba ante las cámaras de televisión, en una especie política de confesión ante-mortem, que los hechos le habían obligado a renunciar a sus principios neoliberales para impedir el colapso del sistema creado por esos principios.

Juan H. Vigueras - Sistema Digital

miércoles, 17 de diciembre de 2008

ATTAC España considera insuficiente el análisis de la Fundación Ideas sobre la crisis sistémica

Comunicado de ATTAC España ante el informe de la Fundación IDEAS del PSOE

El pasado viernes 12 de diciembre vio la luz un Informe de la Fundación Ideas del PSOE, que concluye en forma de “Decálogo de reformas para responder a una crisis sistémica“. Después de su lectura, desde ATTAC-España queremos manifestar que el mismo contiene análisis útiles para comprender y enmendar la cadena de despropósitos que han conducido a la actual crisis sistémica, pero también recoge planteamientos que no traducen el cambio de paradigma que se alega como necesario para una respuesta política a una crisis sistémica; como se pone de relieve en las soluciones propuestas para ciertos temas fundamentales relacionados con el actual desorden financiero.

No se han tenido en cuenta opiniones y/o estudios de personas y organizaciones comprometidas con la izquierda social, crítica y transformadora, y sí aparecen como redactores del Informe algunos destacados gurús de las finanzas, el gran capital mediático y los mercados de valores, que hace poco más de un año lo veían todo de color de rosa. No pueden aportar nuevas ideas para transformar de raíz esta sociedad quienes han ayudado a definir y construir la arquitectura financiera, económica y mediática que está derrumbándose.

Con la autoridad moral que legítimamente corresponde a Attac, por haber denunciado desde su constitución el dominio financiero de la economía real que ha llevado a la actual crisis financiera y económica, tenemos que destacar en este Comunicado dos puntos importantes que lamentablemente se recogen de modo ambiguo, impreciso e incompleto en el referido Informe:

1. Sin entrar en aspectos técnicos discutibles, Attac-España considera que las medidas para UNA NUEVA REGULACIÓN FINANCIERA tienen que plantearse desde el Estado español y asimismo desde Europa; de manera que los gobiernos europeos recuperen la autoridad que perdieron y hoy no tienen sobre los bancos y los operadores financieros nacionales mediante dos medidas básicas:

a) La modificación del artículo 56 del Tratado de la Comunidad Europea que prohíbe a los Estados miembros de la Unión Europea que restrinjan los movimientos de capitales extracomunitarios (”entre Estados miembros y terceros países). Porque es un precepto que limita la capacidad de acción de los gobiernos frente a los centros financieros extraterritoriales, conocidos como paraísos fiscales, que incentivan la evasión fiscal y protegen el blanqueo de dinero sucio.

b) Urge la introducción inmediata de un organismo de supervisión europeo para todas las operaciones bancarias y financieras transnacionales; y para el control de los productos financieros y para la máxima transparencia de los mercados y para una política comunitaria contra la delincuencia financiera. Hemos de considerar que a medio plazo, el lema de “Más Europa” significa una institucionalización europea y supraestatal democrática entre aquellos Estados miembros de la UE que la asuman para poder disponer de un cierto gobierno económico al menos en el Eurogrupo, que vaya más allá de la emisión del euro.

2. Cuando se habla de mejorar la regulación financiera desde el Estado, el Informe se decanta por “Eliminar las áreas de impunidad y los paraísos fiscales“, y señala una serie de iniciativas que desde los Estados podrían llevarse a cabo para tal fin, y que desde Attac estimamos pertinentes siempre que sean instrumentadas con determinación desde el marco del Estado. Tenemos que recordar que en Carta de Abril de 2005, Attac-España se dirigió al Secretario de Estado de Economía mediante un escrito, acompañado de casi cuatro mil firmas de ciudadanos, que solicitaban del gobierno español el no reconocimiento legal en España de las sociedades ficticias registradas en paraísos fiscales; escrito reiterado al Presidente del gobierno al año siguiente sin éxito hasta la fecha.

Asimismo, no podemos aceptar esa especie de amnistía tributaria (en el informe se habla de “regularización fiscal progresiva”) para los capitales que abandonasen los paraísos fiscales, una práctica ya experimentada por gobiernos europeos que ha demostrado su ineficacia además de la pérdida de ingresos públicos

Pero, sobre todo, consideramos rechazable la idea del aplazamiento de cualesquiera medidas contra los paraísos fiscales hasta el año 2015, cuando es conocido que el proyecto de la OCDE del 2000 contra las prácticas fiscales perjudiciales preveía la eliminación de los paraísos fiscales antes de la terminación del año 2005, sin que hasta la fecha se haya producido el informe final sobre el proyecto; y sin que el gobierno español lo haya reclamado de esa Organización internacional de la que forma parte.

En fin, en la misma línea de lo suscrito por el Gobierno de España cuando la Declaración de la Cumbre del G-20 de noviembre pasado ni siquiera se atrevió a llamarlos por su nombre, denominándolos eufemísticamente “jurisdicciones no cooperadoras y poco transparentes”. Las fundaciones auspiciadas por partidos políticos que se autodenominan progresistas o de izquierda no deberían de ser sólo buenas palabras de cara a la galería, o análisis más o menos certeros.

Día tras día las finanzas, la economía y la sociedad se desmoronan estrepitosamente (por ese orden), y no percibir la urgencia de medidas radicales que saneen de raíz toda la maldad, la violencia y el engaño que hay detrás de los paraísos fiscales es un verdadero crimen de Estado. Al ritmo que lleva la descomposición del sistema, en 2015 puede que el virus del neoliberalismo haya llevado a pique las esperanzas de mucha gente humilde y honrada, y así, las buenas ideas se habrán fundido, cual bombilla cansada de alumbrar.


lunes, 15 de diciembre de 2008

ATTAC exige transparencia a la banca española ante el nuevo escándalo financiero en EE.UU.

Comunicado de ATTAC España sobre el "escándalo Madoff"
Las autoridades de Estados Unidos acaban de descubrir que el inmenso entramado financiero del gestor de fondos Bernard L. Madoff es un monumental fraude, calificado por las propias autoridades como de "proporciones épicas". Hasta el momento se calcula que afecta a inversiones por valor de unos 50.000 millones de dólares procedentes de todo el mundo que habían ido obteniendo una gran rentabilidad pero, según se ha descubierto, sin ninguna consistencia y solo a base de crear una gran "pirámide" en la que con las inversiones más recientes se pagaban los intereses de las anteriores.

Los medios de comunicación están tratando de hacer creer que se basa en un desgraciado caso aislado y que se resolverá con el consiguiente castigo de su responsable. Pero ATTAC considera imprescindible que los ciudadanos sepan que si bien este caso es extremo por el procedimiento piramidal tan burdo en que se ha basado, no es un simple accidente, sino la expresión de la metástasis generalizada que gangrena a las finanzas internacionales.

El verdadero peligro de los fondos que manejaba Madoff radicaba en que se movilizaban hacia hedge founds, productos financieros muy arriesgados y de alta rentabilidad que se basan precisamente en su continuada titulización piramidal. Y unos fondos que, a pesar de que movilizan a miles de millones de dólares, apenas si tienen que ver con el funcionamiento de la actividad productiva y la economía real.

Prueba de que se trata de una actividad muy generalizada es que en esos fondos de Madoff habían invertido los bancos más poderosos del mundo y a cuya disposición están los expertos y analistas mejor informados. Entre los españoles se encuentra, al menos, el Banco de Santander.

En consecuencia, y con independencia del daño que ahora crea la situación generada por Madoff, la cuestión principal estriba en que es el conjunto de las finanzas internacionales el que está minado por ese mismo tipo de riesgos. Y es esta situación general la que debe ser resuelta si es que no se quiere que sigan sucediéndose nuevos y próximos episodios de más o menos la misma naturaleza.

Ante la situación creada, ATTAC vuelve a pronunciarse de la misma forma en que viene haciéndolo siempre, aunque ahora contando desgraciadamente con multitud de evidencias para corroborar el rigor y la exactitud de sus planteamientos. Es preciso cerrar el casino en que se han convertido las finanzas internacionales y crear un espacio público financiero que garantice urgentemente el flujo de los fondos necesarios a la actividad productiva. Es imprescindible combatir la actividad especulativa, eliminar los medios que la potencian, facilitan e incentivan, como los paraísos fiscales, la desregulación y la carencia de instituciones de control y gobierno internacional.

Y, sobre todo, hay que negarse radicalmente a que sean los ciudadanos los que asuman el coste de la crisis en favor, precisamente, de quienes la han provocado. No se puede seguir consintiendo que los estados pongan recursos de los contribuyentes a disposición de los bancos para que estos, cuando les venga en gana, los trasladen con un coste mayor a los propios contribuyentes. Los actuales planes de ayuda y rescate basados en este principio son una inmoralidad gigantesca y expresan una desfachatez inaceptable.

Finalmente, ATTAC denuncia la (arriesgadísima) actividad especuladora a la que se han venido dedicando los bancos españoles, como ahora acaba de demostrarse en el caso del Banco de Santander, afectado de lleno por haber invertido sin miramientos en los fondos de Madoff. Y reclama con la máxima firmeza que el gobierno exija de los bancos la máxima transparencia y que expresen realmente cuál es su verdadera situación y su grado de contaminación para que no se sigan poniendo recursos públicos, extraordinariamente necesarios para otros fines, en manos de bancos irresponsables y ahora quizá insolventes.

domingo, 14 de diciembre de 2008

¿Financieros o simplemente estafadores?

Acaba de saltar el (hasta ahora) último escándalo financiero. El inversor estadounidense Bernard L. Madoff es uno de los más admirados gestores de fondos e inversiones financieras, por no decir el que más. Cientos de multimillonarios y de bancos invertían en sus fondos, dedicados principalmente a movilizar los llamados hedge founds (valores muy arriesgados y precisamente por ello muy rentables). Entre ellos, y en grandes cantidades, el Banco de Santander.
En los últimos años, Madoff ha proporcionado ganancias multimillonarias en forma de tipos de interés muy elevados pero ahora se ha sabido que lo hacía a base de crear una "pirámide" de las que generalmente se cree que solo engañan a los tontos del pueblo y a pocos más. Con el dinero de los nuevos inversores pagaba los intereses a los anteriores y ahora todo se ha descubierto.
Nada mejor que esta experiencia (que no va a ser la última puesto que hay muchas entidades más que han venido realizando este tipo de actuaciones, de forma más o menos sibilina) para mostrar que las grandes finanzas de nuestra época no son sino una gran estafa, un juego de casino en que todos se hacen trampas entre ellos y que en sí misma se basan en una mera trampa. Consisten en mover virtualmente los fondos para cubrir unas operaciones con otras y generar beneficios de forma puramente contable, sin que haya de por medio actividad productiva alguna que genere valor real.
Y en esas operaciones no están involucrados solamente los viciosos de la especulación, los multimillonarios aburridos y dedicados solo a ganar dinero. No. Los que invierten en esos fondos, los que dedican los recursos a esas finanzas vacías e intrínsecamente fraudulentas son los grandes bancos (y por supuesto los españoles, como se acaba de conocer), las grandes compañías multinacionales, los fondos de inversión..., es decir, los llamados inversores "institucionales" que en lugar de estar generando recursos para la actividad productiva, para los empresarios y los consumidores, los dedican a realizar inversiones de casino en favor de ellos mismos o de sus clientes más privilegiados.
Ahora, una vez más, se producirán quebrantos patrimoniales en estos bancos, tal y como viene sucediendo en los últimos meses. Y de nuevo reclamarán el rescate y la ayuda de los poderes públicos: ellos pierden nuestro dinero en el casino y nosotros ponemos dinero nuestro para que vuelvan a hacer lo mismo y puedan seguir repartiéndose beneficios.
Nos querrán hacer creer que el caso de Magdoff es aislado pero eso no es así. Su fraude es particular por su inmensa envergadura pero hay más, ha habido más, bajo una forma u otra pero siempre con la misma naturaleza básica. Lo que ahora acaba de descubrirse es la versión extrema del fraude financiero de nuestros días, el engaño palpable y elemental. Pero el hecho de que los banqueros más poderosos del planeta, y los que precisamente por ello tienen los mejores analistas, hayan caído en una elemental pirámide muestra un hecho esencial: no se trata de un accidente sino de la consecuencia de que se ha generalizado la estrategia constantemente orientada a sacar rendimiento de donde sea sin pararse a pensar ni sobre sus consecuencias sobre la economía y la sociedad ni sobre sus riesgos sobre los propios inversores. Bancos gigantescos como el Santander se han dejado lleva por la misma avaricia que arruina a las victimas del "tocomocho". Al final, a Botín le pasa lo mismo que al cateto al que engañaba Tony Leblanc con el timo de la estampita en las películas del franquismo: con tal de tener más dinero se tira a la piscina sin mirar si tiene agua.
La sociedad no puede seguir aceptando una situación como esta en la que cada dos por tres se destapa un fraude y, sobre todo, en la que ya no es posible disimular por más tiempo que los bancos se ha ido al garete por irresponsabilidad, mala gestión y avaricia desmedida. Hay que tirar de la manta. Tenemos el derecho a pedir cuentas, a saber lo que han hecho con nuestro dinero los grandes bancos y cuál es el volumen de riesgo que han acumulado y dónde. Y no podemos consentir que se siga dando dinero público a los bancos para que los bancos, primero lo tengan en depósitos más rentables y, luego, cuando les venga en gana, nos lo presten a tipo de interés. Es una desfachatez inaceptable y hemos de reclamar decencia a los gobiernos para que pongan orden y aseguren que los efectos de la gestión avariciosa e irresponsable lo paguen quienes la han llevado a cabo, no los contribuyentes.
Juan Torres López. Catedrático de Economía Aplicada en la Universidad de Sevilla. Su web personal: http://www.juantorreslopez.com

Juan Torres López, Comité de Apoyo de Attac, Rebelión

¿Y si contáramos con una banca pública?

Todos los ojos están puestos sobre los bancos. ¿A qué esperan para regar con liquidez el desierto crediticio de nuestra economía? ¿Cuántas facilidades añadidas necesitan para cumplir con su parte en la estrategia de la reactivación económica? Lo cierto es que la actitud de los banqueros está generando en la sociedad española incomprensión y ansiedad, cuando no cabreo. Hasta el punto de que cada vez son más los que echan de menos una banca pública comprometida con el interés general, más allá del cálculo alicorto del inmediato beneficio privado.

El análisis es unánime. La falta de liquidez crediticia está estrangulando la actividad económica, condenando al cierre a muchas empresas viables y engrosando las listas del paro a un ritmo preocupante. Los esfuerzos institucionales, de Bruselas a Madrid, procuran el estímulo y la ayuda al sistema financiero para que el dinero fresco llegue a las empresas y a las familias, con las debidas garantías. Los tipos de interés oficial bajan; se hacen públicas nuevas cifras de beneficio positivo para la banca; el Gobierno decreta el aval millonario para las operaciones crediticias; el erario público adquiere activos bancarios por valor de decenas de miles de millones…

Nada parece suficiente para convencer a los bancos de que cumplan con su deber y ayuden a salir de una crisis que ellos mismos provocaron. ¿Por qué tanta resistencia? Es evidente que los productos basura que acaban de estallarles en las manos han minado la confianza en el mercado financiero. Y empieza a ponerse en evidencia también que quizás sus cuentas no están todo lo saneadas que presumen, por lo que probablemente necesitan colocar las inyecciones públicas de liquidez en la satisfacción de sus propias deudas o en la provisión de algunas alegrías pasadas que enturbian el horizonte.

No cabe mirar a las Cajas de Ahorro. Se ha enfatizado tanto la sospecha sobre su carácter cuasi público, se ha puesto tantas veces en cuarentena su supuesta heterodoxia, que hoy día no hay directivo de Caja que no actúe conforme a estrictos criterios de banca comercial. Para bien y para mal.

Sí cabe, no obstante, atender a otros datos en el escenario internacional. Como subraya Jordi Sevilla, el principal accionista bancario en el mundo hoy es el Gobierno de los Estados Unidos de América, merced a las recientes nacionalizaciones. Y el Gobierno USA, como el resto de los Gobiernos que mantienen en sus manos instrumentos de actuación directa en el estratégico mercado del crédito, está utilizando sus resortes para engrasar la máquina del reparto de dinero. Otra noticia significativa procedente de la meca capitalista: los ahorradores norteamericanos están adquiriendo masivamente letras del Tesoro público al ¡0% de interés! Lo cual quiere decir que se fían bastante poco de los bancos tradicionales…

Si no se cuestionan ahora las recetas clásicas del neoliberalismo, evidentemente fracasadas, ¿cuándo podrá hacerse? La última reunión del Fondo Monetario Internacional (FMI) en Madrid movería a la hilaridad, si no tuviéramos entre manos el drama del estancamiento económico y el paro. Los mismos gurús que hace un año pronosticaban un crecimiento para el PIB español superior al 2% en 2009 ( y del 1,2% aún el pasado mes de julio), dicen ahora que nuestra economía “entrará en recesión en 2009″. Y tras semejante ejercicio de clarividencia, vuelven a recetar “un esfuerzo de liberalización en los mercados más rígidos”. No necesitamos metereólogos que nos anuncien el tiempo de hoy después de abrir la ventana, y menos aún aquellos que nos recomiendan bañador y bronceador cuando está nevando.

No se trata de reeditar viejos panfletos revolucionarios. Nadie está proponiendo tampoco que se expropien y nacionalicen bancos que no suponen riesgo alguno para el interés general. Pero sí merece la pena reflexionar sobre la conveniencia de disponer, como disponen otros países, de un instrumento público con capacidad para actuar en un sector estratégico de nuestra economía en el sentido que dicta el interés común. Porque, ¿qué papel estaría jugando hoy una entidad como Argentaria si no se hubiera privatizado?

Rafael Simancas - Sistema Digital

lunes, 8 de diciembre de 2008

¿Qué hacemos con los bancos y Cajas de Ahorros?

La reunión que ayer mantuvo el vicepresidente del Gobierno y ministro de Economía, Pedro Solbes, con los más importante representantes del sector bancario es una muestra más de la patética situación económica en la que vivimos. Desde hace meses, los bancos centrales y los gobiernos han puesto cientos de miles de millones de dólares (más de dos billones calculan algunas estimaciones) a disposición de la banca mundial tratando de que ésta lleve a cabo la función que en teoría le corresponde: financiar a empresarios y consumidores. Han sido insuficientes para evitar el cierre del crédito y no han podido evitar que, sin la financiación necesaria, la actividad productiva se precipite en una crisis que a medida que se vaya agudizando no va a tener parangón con ninguna otra anterior.

Como antes habían hecho los responsables gubernamentales de otros países, ayer Pedro Solbes instó "a las entidades financieras a trasladar cuanto antes a familias y empresas las medidas de apoyo a la financiación, puestas en marcha por el Gobierno", según el comunicado oficial de su Ministerio. Pero, por mucho que lo implore, Solbes no va aconseguir que eso ocurra. La banca española (y las cajas de ahorro que en lugar de seguir una lógica de servicio público se han limitado a clonar el modelo de la banca privada) sufre el mismo mal que el resto de la banca mundial: fueron al casino y allí perdieron su capital.

Aunque puede que eso ocurra aquí en menor medida, como consecuencia de la política más conservadora del Banco de España, ese es el mal que también afecta a nuestras entidades financieras.

Buscando la rentabilidad se inmiscuyeron en el juego especulador, desnaturalizaron su función y en lugar de intermediar entre el ahorro y la actividad productiva lo hicieron entre el ahorro y los mercados financieros especulativos a través de operaciones muy arriesgadas que al final salieron mal, como no podía ser de otro modo, y las han descapitalizado.

Ahora, las entidades se enfrentan a un doble problema. Por un lado, disponen de menos liquidez como resultado de sus pérdidas patrimoniales y, por otra, tienen menos acceso al crédito interbancario porque entre todas han creado un clima de tanta desconfianza que nadie presta a nadie. Y así, ahora es imposible que haya disponibilidades para proporcionar a la economía real toda la financiación que necesita.

Las ayudas de los bancos centrales y el rescate de los gobiernos es insuficiente por varias razones. Primero, porque la descapitalización es tan grande que ha convertido a los bancos en una especie de sacos sin fondo. Segundo, porque cuando las rescatan siguen haciendo lo mismo: seguir moviendo la rueda de la titulización (es decir, de la generación de papeles sobre papeles) o limitándose sencillamente a generar dividendos con esas ayudas.

Finalmente, porque las exigencias que plantea la crisis en curso crecen más que las disponibilidades que se les ofrecen a los bancos para que éstos las pongan a disposición de empresarios y ahorradores.

La situación, pues, es complicadísima. Los dirigentes gubernamentales y los banqueros no pueden reconocer claramente todo esto y actuar en consecuencia porque podrían provocar un caos colosal y conflictos sociales sin precedentes cuando la gente se diera cuenta de que los bancos no solo han perdido sus inversiones de rentabilidad variables (fondos de inversiones, acciones, etc.) sino incluso sus propios depósitos.

Además, cualquier solución medianamente resolutiva tendría que ser adoptada a nivel internacional y eso tiene dos dificultades principales. Una, que no hay organismos con capacidad y legitimidad suficientes para adoptarlas. Otra, que la situación de los diferentes subsistemas bancarios es muy distinta y no sería fácil adoptar soluciones que fueran, como es necesario que sea, sistémicas y al mismo tiempo apropiadas a cada territorio.

Para colmo, en estos momentos se está tratando por igual a todas las entidades financieras cuando es evidente que no todas ellas están en la misa situación. Sería necesario que se hiciera transparente la realidad pero ¿cómo lograrlo sin producir también por esta vía un descalabro financiero en cadena? Los bancos han hecho saltar por los aires el sistema financiero mundial. No funciona, y la actividad económica no puede sobrevivir sin financiación. Esta es la cuestión y, como acabo de señalar, tiene un arreglo muy problemático.

Se podrán ir poniendo paños calientes y los gobiernos podrán ir inyectando fondos para paliar los efectos del paro y la recesión, pero el cáncer que ha hecho enfermar a la economía (la morbidez del sistema bancario) sigue sin más tratamiento que el engañabobos que representan las inyecciones de liquidez, los planes de rescate, los avales, la compra de activos tóxicos... que al fin y al cabo dejan intacta la lógica perversa que provocó la crisis.

Lo que se precisa es regenerar el sistema financiero y para que eso pueda lograrse es imprescindible establecer nuevas reglas y mucha mayor disciplina financiera, limitar radicalmente la capacidad de crear dinero de los bancos y estableciendo mecanismos que garanticen que el ahorro fluya a la actividad productiva y eviten su fuga a la especulación financiera. Pero es evidente que no es posible que eso se logre, por mucho que se quisiera, a corto plazo. Hacen falta instituciones, negociación y una voluntad de cambio que seguramente no aparezca hasta que la crisis no se haga mucho más letal de lo que hasta ahora viene siendo.

Los gobiernos pueden limitarse a seguir instando a los bancos a que sean buenos y hagan lo que debieran hacer pero eso no va a resolver nada. Si de verdad quieren evitar la catástrofe deben intervenir inmediatamente nacionalizando entidades financieras y recuperando la lógica de servicio público que debe presidir el funcionamiento del sistema financiero, incluso cuando se lleve a cabo por entidades privadas.

Lo que hace muy poco parecía una utopía de jóvenes radicales hoy día es una exigencia elemental para que la economía mundial (¡e incluso el propio beneficio capitalista!) siga funcionando: acabar con los paraísos fiscales, con la desregulación financiera, con la libertad de movimientos de capital, con la desfiscalización y la renuncia al Estado y, por el contrario, establecer impuestos sobre los capitales especulativos, crear bancos públicos que garanticen la financiación y someter a los privados a una severa política de reservas y coeficientes de inversión es el único punto de partida eficaz para resolver la crisis. No hay otra alternativa al desastre financiero que han creado los bancos. Instarles a que sean buenos es algo peor que una simple ingenuidad.

Juan Torres López. El Plural



jueves, 4 de diciembre de 2008

¿Qué crisis? ¿Qué respuestas puede dar el Sur?‏

La actual crisis mundial se desencadenó en el Norte como consecuencia de la crisis de las hipotecas subprime en 2007, en Estados Unidos. Y esta última se originó a su vez en las deudas privadas en dicho país. Los bancos y agencias de crédito hipotecario habían creado un monstruoso montaje de deudas que finalmente colapsó, iniciando así la crisis financiera cuyas repercusiones todavía persisten. El rescate de los bancos en Europa es claramente su consecuencia; y la onda de choque de la crisis de 2007 y sus réplicas continuarán haciéndose sentir.

La crisis, nacida en los países del Norte, Estados Unidos y Europa, no es sólo financiera sino también económica, es decir que afecta directamente la economía real, la producción. Hay una crisis en el sector de la construcción en Estados Unidos, España, Gran Bretaña e Irlanda y se extenderá a otros países. Muchos puestos de trabajo en este sector peligran, en particular los que ocupan inmigrantes, especialmente latinoamericanos (ecuatorianos, bolivianos, etc.) en Estados Unidos o en España. Las pérdidas de empleos serán numerosas en este sector, por lo que bajarán las remesas de los emigrantes a sus países de origen, y sus familias se verán muy afectadas.
Si bien esta crisis económica estalló en el Norte, sus efectos se harán sentir en el Sur. Las industrias del Norte tendrán que reducir la producción al disminuir el consumo, y esta caída de la producción provocará una menor demanda de petróleo, gas y materias primas (minerales). Acabará la cadena con una caída del precio de los productos primarios -cosa que ya está pasando desde mediados de septiembre de 2008-. Desgraciadamente, esta reducción de precios hará bajar los ingresos de los países en desarrollo.

La crisis alimentaria mundial tiene también su origen en el Norte

Aparte de esta crisis financiera y económica existe también una crisis alimentaria, que afecta directamente a los pueblos del Sur, en donde los precios de los alimentos han aumentado un 100%, e incluso un 300%, en el caso del arroz. Pues bien, un 80% de la población de muchos países del Sur, y me refiero, en particular, a los más pobres, especialmente en el África sahariana, dedican un 95% de sus ingresos a la compra de alimentos. Esta gente ya no puede comer lo necesario. Por lo tanto, hay un fuerte aumento del número de personas que pasan hambre; decenas de millones de personas incrementan el ejército de hambrientos. Antes de que estallara la crisis, había ya 820 millones de personas con hambre en el planeta. Pero además están las personas subalimentadas. Con esta crisis, la población que está en una situación de inseguridad alimentaria aumentó en más de 140 millones de personas.

¿Cuál es la causa de esta crisis alimentaria?

Una vez más, el origen está en el Norte. Los industriales de los agronegocios del Norte convencieron a los gobiernos de Washington, de la Unión Europea y de otros Estados europeos de que subvencionaran la producción de agrocombustibles a partir de maíz, trigo, colza, soja o remolacha. Por consiguiente, un gran volumen de productos alimentarios se desvía a la producción de agrocombustibles, causando una caída significativa de la oferta de cereales y otros alimentos en el mercado con el consiguiente enorme aumento de los precios.

Además, este aumento de precios se reforzó porque, de nuevo, en el Norte grandes inversores institucionales (bancos, compañías de seguros, fondos de pensión) comenzaron a especular en un sector de los mercados financieros donde antes no eran activos: el denominado “mercado a plazo de los cereales” así como los respectivos de petróleo y gas. Es importante recordar que hay tres Bolsas en el mundo que fijan los precios de los alimentos (en particular de los cereales) en los mercados a plazo. Son las Bolsas de Chicago, de Kansas City y de Minneapolis. Los precios a plazo de los cereales contratados en Estados Unidos en estas Bolsas se reflejan en todo el mundo y no solamente sobre el precio a plazo y sino también sobre el precio actual, el precio al contado. En resumen, la producción de agrocombustibles, por una parte, y por otra, la especulación en el mercado a plazo de los alimentos causaron la crisis alimentaria que padecemos.

No olvidar la crisis climática cuyos efectos son muy graves

La cuarta crisis, es la climática. Se podría tender a olvidarla estas últimas semanas debido a que la crisis financiera está en el centro de interés en el Norte y que la crisis alimentaria atenaza en el Sur el estómago de decenas de millones de personas y moviliza las energías de centenares de millones de otros cada día. En la medida en que no hubo catástrofes ambientales impresionantes en los últimos meses, dejó de hablarse del cambio climático. Pero el cambio climático está presente y tiene efectos inevitables a lo largo del tiempo. No se los percibe necesariamente como desastrosos y rápidos pero allí están. La subida del nivel medio de los océanos afectará a la población de toda la cuenca de un país como Bangladesh, donde viven 150 millones de personas. Más de la mitad de la población de este país vive a nivel del mar o un poco por debajo porque hay diques de protección. En los 10 años venideros, los efectos serán terribles. Cité Bangladesh, pero podría haber citado otras regiones del Sur.

Aquí también, el origen de esta crisis está al Norte: la culpa es del modelo de desarrollo productivista capitalista. Por supuesto, este modelo también existe en el Sur, pero el Norte ha producido una cantidad fenomenal de contaminación atmosférica desde el principio de la revolución industrial. La gente oye que se habla de liberación de gases de efecto invernadero y en consecuencia piensa en la emisión actual, pero hay recordar que los gases de efecto invernadero, que resultan de las actividades industriales, se concentran en la atmósfera desde hace dos siglos. Es decir, es la concentración desde ese momento la que pesa más, no los gases liberados de hoy (que por supuesto es necesario reducir). Pues bien, aunque China emite cada vez más gases de efecto invernadero, sería un error decir que son los chinos o los indios con su desarrollo son tan responsables como Estados Unidos o Europa del cambio climático, ya que aplican el modelo de desarrollo productivista. Los responsables son los países que fueron la cuna de la revolución industrial, que con el método de consumo lunático acarreó, por ejemplo, los coches individuales y el despilfarro de combustibles fósiles.

Si el Norte es el lugar geográfico de origen de las cuatro crisis, el sistema capitalista es la causa fundamental

En resumen, se tienen cuatro crisis: financiera, económica, alimentaria y climática, que afectan a todo el planeta pero cuyo origen se sitúa en los países del Norte. Después de haber comprendido esto, no es necesario dar más vueltas, ya que no sólo son estas crisis lo que tienen en común el Sur y el Norte, también comparten un régimen económico, el sistema capitalista que domina la totalidad del planeta. Hasta hace unos treinta años se hablaba de un campo socialista o comunista, pero desde entonces, el bloque soviético -Rusia, los países de Asia Central, los de Europa del Este- volvieron a integrar, junto con China y Vietnam, el sistema capitalista. Las cuatro crisis que acabo de analizar esquemáticamente, deben considerarse directamente como efectos del sistema capitalista mundializado (sistema que se originó también, históricamente, en el Norte).

Cuando las cosas van mal en los países del Norte, su repercusión es negativa en los países del Sur
Por supuesto, el capitalismo más pujante es todavía el de los países más industrializados del Norte. Las economías de Estados Unidos, Europa y Japón representan un 60% de la economía mundial, mientras que en estos países vive solamente el 15% de la población mundial, y tienen una superficie bastante reducida en la escala planetaria. Sin embargo, cuando las cosas van mal en los países del Norte, eso se refleja en los países del Sur.

¿El Sur pagará indefectible los platos rotos de esta crisis?

En realidad, ya está pagando algunos, pero ¿esto se amplificará necesariamente o se presenta una oportunidad para protegerse? He aquí un punto importante de mi exposición: el Sur debe y puede perfectamente protegerse de algunos de los efectos de estas crisis, aunque no sea de todos. Con relación a la crisis financiera, es necesario que los países del Sur tomen medidas contra la libertad de movimiento de capitales y, en particular, contra la fuga de capitales hacia el Norte. Los países del Norte tienen una enorme necesidad de liquidez y las empresas del Norte repatrían un importante volumen de capitales hacia sus países para sanear las cuentas de los bancos, de las compañías de seguros. Para hacer frente a esta fuga, los países del Sur deben bloquear estos flujos e instaurar, como hace Venezuela desde 2003, un estricto control sobre los movimientos de capitales y sobre las operaciones de cambio de sus monedas. Esto también protegería sus monedas y evitaría que sean víctimas de ataques especulativos.

Los países del Sur no deben seguir el ejemplo de los gobiernos de los países europeos y de EE.UU., o sea, inyectar enormes cantidades de dinero público para salvar los bancos privados sin tomar su control, haciendo regalos a los banqueros corruptos, a los banqueros ladrones.
¡Los países del Sur deben hacer otra cosa! :

- Instaurar un control público sobre el sector bancario privado (es decir, estatizarlo, nacionalizarlo) y negarse a poner dinero para salvar banqueros privados. Poner dinero para proteger el ahorro, esto es lo que tendrían que haber hecho los países del Norte, y por otro lado recuperar el coste de la protección del ahorro y del sistema bancario descontando una suma equivalente del patrimonio de los grandes accionistas y administradores de bancos. Obviamente, con los grandes accionistas no es necesario limitarse a tomar lo que dejaron en sus bancos, ya que, en general, vaciaron las cajas antes de llamar al Estado en su ayuda. Es necesario entonces establecer un catastro de las fortunas de los grandes accionistas en todos los sectores de la economía y recuperar el coste generado para salvar el sistema bancario.

- Es necesario también dotarse de un banco del Sur para depositar las reservas de cambio y financiar el desarrollo humano de los países del Sur sin tener que seguir pidiendo préstamos a los mercados financieros del Norte, sin tener que pedir un solo dólar más al Banco Mundial y al FMI o a otras instituciones financieras completamente controladas por los países del Norte. Un banco del Sur podría financiar reformas que no interesen al capital privado, como, por ejemplo, una reforma agraria o la aplicación de una política de soberanía alimentaria. Se podría también utilizar dinero público para o renovar profundamente el hábitat existente, o para construir un nuevo hábitat adaptado a las condiciones de vida de las poblaciones interesadas. Eso crearía mucho empleo y mejoraría la calidad de vida. Se trataría de financiar proyectos que valen realmente la pena: por ejemplo, entre otros, el establecimiento de una industria farmacéutica de medicamentos genéricos.

- Es necesario realizar la auditoría de la deuda pública, tanto la interna como la externa, y declarar soberanamente la nulidad de las deudas ilegítimas suspendiendo su pago. Es el momento propicio para constituir un frente de los países del Sur para no pagar la deuda. Es también necesario abandonar el Banco Mundial y el FMI.

- Habría muchas cosas que añadir a lo dicho, como la necesidad y la posibilidad de crear un conjunto de intercambio y trueque “Sur-Sur”, entre los países del Sur. Se puede tomar como un ejemplo posible África Occidental. Países como Malí, Níger y Burkina no tienen acceso al mar, ni petróleo, pero producen algodón, además de oro (Malí) y uranio (Níger). Nigeria, que tiene acceso al mar produce petróleo y exporta todo su crudo a Estados Unidos o Europa, que a su vez reexportan derivados refinados a Nigeria, Malí, Burkina y Níger. Obviamente, sería mucho más atinado hacer intercambios entre Nigeria, que refinaría y transformaría su propio petróleo en distintos derivados y Malí, Burkina y Níger, que podrían desarrollar una industria textil para transformar su algodón. Se intercambiarían entonces productos nigerianos derivados del petróleo por productos textiles de esa parte de África Occidental, sin pasar por el mercado mundial. Es absolutamente razonable. Lo que hace falta es la voluntad política.

- Es necesario que los dirigentes del Sur, bajo la presión popular, rompan con el modelo neoliberal y rompan con el esquema capitalista, pero, y este es el quid de la cuestión, en general, estos dirigentes están muy satisfechos de vivir en el sistema capitalista y de aceptar las recomendaciones de Washington y Bruselas, del Banco Mundial y del FMI. Es necesario que los pueblos se organicen, se saquen de encima si necesario estos dirigentes, y los sustituyan por mandatarios, democráticamente elegidos, que se comprometan a aplicar un modelo de desarrollo adaptado a las necesidades de la población local. Que utilicen las debilidades de los países y de las instituciones del Norte, empantanados en la crisis que ya sabemos, para reforzar la fuerza de los pueblos del Sur.

Artículo publicado en la página web de CADTM

miércoles, 26 de noviembre de 2008

Los siete déficits mortales

Cuando el president George W. Bush asumió el cargo, el grueso de los descontentos con unas elecciones robadas se consolaron con esta idea: dado nuestro sistema de controles y equilibrios políticos, ¿cuánto dañó puede hacer? Ahora lo sabemos: mucho más de lo que podían imaginar los peores pesimistas. Desde la guerra de Irak hasta el colapso de los mercados crediticios, las pérdidas financieras apenas resultan concebibles. Y detrás esas pérdidas aún hay que contar las oportunidades perdidas, todavía mayores.

Tomados de consuno los dineros despilfarrados en la guerra, los dineros despilfarrados en un esquema inmobiliario piramidal que empobreció a los más y enriqueció a unos pocos y los dineros que se esfumaron con la recesión, el hiato entre lo que podríamos haber producido y lo que realmente produjimos fácilmente rebasará el billón y medio de dólares. Piensen lo que habría podido hacerse con esa suma para proporcionar asistencia sanitaria a quienes carecen de seguro médico, para mejorar nuestro sistema educativo, para desarrollar tecnologías verdes… La lista es infinita.

Y el verdadero coste de las oportunidades perdidas es todavía mayor. Piensen en la guerra. Están, para empezar, los fondos directamente asignados a ella por el gobierno (unos 12 mil millones de dólares mensuales, y eso aceptando las estimaciones confundentes de la administración Bush). Pero es que son mucho mayores todavía, como ha documentado en su libro La guerra de los tres billones de dólares Linda Bilmes, de la Kennedy School, los costes indirectos: las remuneraciones que han dejado de ganar los heridos o los muertos o la actividad económica desplazada (de, pongamos por caso, gastar en hospitales norteamericanos a gastar en empresas nepalesas de seguridad). Esos factores sociales y macroeconómicos podrían llegar a montar más de 2 billones de dólares en el cómputo total de los costes de la guerra.

Pero hay un haz de luz en esos negros nubarrones. Si logramos zafarnos de la pesadumbre, si conseguimos pensar más cuidadosa y menos ideológicamente sobre la manera de robustecer nuestra economía y hacer de la nuestra una sociedad mejor, tal vez podamos adelantar algo en el planteamiento y solución de los enconados problemas que venimos arrastrando.

El déficit de valores.- Uno de los puntos fuertes de Norteamérica es su diversidad, y siempre ha habido una diversidad de puntos de vista incluso respecto de nuestros principios fundamentales (la presunción de inocencia, el mandato de habeas corpus, el imperio de la ley). Pero –o eso creíamos, al menos— quienes discrepaban de esos principios constituían una pequeña franja marginal, fácilmente ignorable. Ahora hemos aprendido que esa franja no es tan minúscula y que, entre sus miembros, se cuentan el actual presidente y los dirigentes de su partido. Y esa división en los valores no podía haber llegado en peor momento. Percatarse de que podríamos tener menos en común de lo que pensábamos puede dificultar la resolución de problemas que tenemos que encarar juntos.

El déficit climático.- Con ayuda de cómplices como ExxonMobil, Bush trató de persuadir a los norteamericanos de que el calentamiento global era una ficción. No lo es, y hasta la administración ha terminado por admitirlo. Pero no hicimos nada durante ocho años, y los EEUU contaminan más que nunca; un retraso que pagaremos carísimo.

El déficit de igualdad.- En el pasado, aun si los que estaban abajo recibían pocos, si alguno, de los beneficios de la expansión económica, la vida se percibía como un sorteo equitativa. Las historias de quienes se hacían a sí mismos eran parte de las señas de identidad norteamericanas. Pero la vieja promesa de Horatio Alger suena hoy falsa. La movilidad ascendente se ha hecho cada vez más difícil. Las crecientes divisiones de ingreso y de riqueza han sido reforzadas por una legislación fiscal que premia a los afortunados en la azarienta lotería de la globalización. Destruida aquella percepción, será todavía más difícil encontrar una causa común.

El déficit de responsabilidad.- Los reyezuelos del mundo financiero estadounidense justificaban sus astronómicas remuneraciones apelando a su pretendido ingenio para generar grandes beneficios, supuestamente derramados sobre el país entero. Ahora, los reyes andan desnudos. No supieron gestionar el riesgo; antes bien, sus acciones exacerbaron el riesgo. El capital no fue correctamente asignado; se malgastaron centenares de miles de millones, un nivel de ineficiencia mucho mayor que el que la gente se ha acostumbrado a atribuir al Estado. Sin embargo, los reyezuelos se largaron con centenares de millones de dólares de los contribuyentes, de los trabajadores, y el conjunto de la economía tuvo que pagar la cuenta.

El déficit comercial.- En el curso de la pasada década, el país ha venido tomando préstamos a gran escala en el extranjero: sólo en 2007, unos 739 mil millones de dólares. No es difícil descubrir por qué: con un gobierno incurriendo en enormes deudas y unos hogares norteamericanos sin apenas capacidad de ahorro, no había otro sitio donde pedir. Los EEUU han estado viviendo de dinero y de tiempo prestados, y ha llegado la hora del vencimiento. Acostumbrábamos a dar lecciones de buena política económica a los demás. Ahora los demás se parten de risa a nuestras espaldas, y de cuando en cuando, hasta nos dan lecciones. Hemos tenido que ir a mendigar a los fondos soberanos de riqueza (la riqueza excedente que otros gobiernos han acumulado y que pueden invertir fuera de sus fronteras). Retrocedemos ante la idea de que nuestro gobierno se haga con un banco, pero parecemos aceptar de grado la idea de que los gobiernos extranjeros puedan convertirse en accionistas de referencia de algunos de nuestros bancos más emblemáticos, instituciones cruciales para nuestra economía. (Tan cruciales, en efecto, que hemos dado un cheque en blanco a nuestro Tesoro para rescatarlas.)

El déficit fiscal.- Gracias, en parte, a un gasto militar desapoderado, en sólo ocho años nuestra deuda nacional se ha incrementado en dos tercios, pasando de 5,7 billones a más de 9,5 billones de dólares. Pero, por espectaculares que resulten, esos números subestiman por mucho las verdaderas dimensiones del problema. Aún tienen que presentarse a cobro muchas facturas de la Guerra de Irak, incluidas las que incorporan los costes de asistencia a los veteranos heridos, y esas facturas podrían representar unos 600 mil millones de dólares. El déficit federal de este año probablemente añadirá otro medio billón a la deuda nacional. Y todo eso, sin contar con los dineros desembolsados por la Seguridad Social y por Medicare para asistir a los baby boomers.

El déficit de inversión.- Las cuentas del Estado son distintas de las cuentas del sector privado. Una empresa que tome dinero prestado para realizar una buena inversión verá su balance contable mejorado, y sus ejecutivos serán aplaudidos. Pero en el sector público no hay balance contable, y por lo mismo, demasiada gente se centra miopemente en el déficit. En realidad, las inversiones públicas sabias proporcionan retornos mucho más elevados que la tasa de interés que el Estado paga por su deuda; a largo plazo, las inversiones ayudan a reducir los déficits. Recortar esas inversiones es proceder al modo del ahorrador de salvado y desperdiciador de harina, como pudo verse con los diques de Nueva Orleáns y con los puentes de Mineápolis.

***

Más allá de la simple incompetencia, hay dos posible hipótesis para explicar por qué los republicanos prestaron tan poca atención a la creciente debacle presupuestaria. La primera es, sencillamente, que confiaron en la teoría económica del lado de la oferta, en la creencia de que, de uno u otro modo, la economía crecería tanto con unos impuestos bajos, que los déficits serían efímeros. Esa idea se ha revelado como lo que es, una ilusión fantasiosa.

La segunda hipótesis es que, permitiendo un déficit cada vez más hinchado, Bush y sus aliados esperaban forzar una reducción del tamaño del Estado. Lo cierto es que la situación fiscal ha llegado a cobrar unas proporciones tan alarmantes, que muchos demócratas responsables están comenzando ahora a hacerles el juego a los republicanos empecinados en “asfixiar a la bestia pública”, y llaman a un drástico recorte del gasto público. Pero, preocupados como están los demócratas por parecer demasiado tibios en materia de seguridad –y por lo mismo, resueltos a considerar sacrosanto el presupuesto militar—, resulta harto difícil recortar gastos sin cercenar las inversiones más importantes para resolver la crisis.

La tarea más perentoria del nuevo presidente será restaurar el vigor de la economía. Dado el volumen de nuestra deuda nacional, es particularmente importante cumplir esa tarea de manera que se maximicen los resultados de cada dólar gastado, al tiempo que se ataca al menos uno de los déficits capitales. Los recortes fiscales funcionan –si funcionan— incrementando el consumo, pero el problema de Norteamérica es que padece un atracón de consumo; prolongar el atracón no hará sino posponer la solución de los problemas más profundos. A medida que los ingresos se desploman, los estados y los municipios tendrán que hacer frente a restricciones presupuestarias, y a menos que se haga algo, se verán obligados a recortar el gasto, lo que no hará sino ahondar en el declive. A nivel federal, necesitamos gastar más, no menos. Hay que reconfigurar la economía para adaptarse a las nuevas realidades (incluido el calentamiento global). Necesitaremos más trenes de alta velocidad y plantas energéticas más eficientes. Esos gastos estimulan la economía, al tiempo que sientan las bases para un crecimiento sostenible a largo plazo.

Sólo hay dos formas de financiar esas inversiones: aumentar los impuestos o recortar otros gastos. Los norteamericanos de ingresos altos pueden perfectamente permitirse pagar más impuestos, y muchos países europeos han triunfado, no a pesar de tener una fiscalidad elevada, sino precisamente por tenerla: es lo que les ha permitido invertir y competir en un mundo globalizado.

Huelga decir que habrá resistencia al aumento de impuestos, de manera que el foco de atención se moverá hacia los recortes. Pero nuestros gastos sociales son ya tan esqueléticos, que hay poco que ahorrar. En realidad, descollamos entre las naciones industrializadas avanzadas por lo inadecuado de nuestras protecciones sociales. Los problemas, por ejemplo, del sistema de asistencia sanitaria en los EEUU saltan a la vista: resolverlos no es sólo cuestión de mayor justicia social, sino también de mayor eficiencia económica. (Unos trabajadores más sanos son unos trabajadores más productivos.) Y eso deja sólo un área económica importante disponible para recortar gastos: la defensa. Nuestros gastos representan la mitad de los gastos militares mundiales, con un 42% de los dólares del contribuyente que se destinan, directa o indirectamente, a defensa. Incluso los gastos militares no bélicos se han disparado. Con tanto dinero gastado en armamento inútil contra enemigos que no existen hay mucho margen para incrementar la seguridad, al tiempo que se recortan los gastos en defensa.

La buena nueva en todo este horizonte de malas noticias económicas es que nos estamos viendo obligados a morigerar nuestro consumo material. Si lo hacemos de forma adecuada, eso ayudará a mitigar el calentamiento global, y acaso contribuirá también a despertar la consciencia de que un mayor nivel de vida también es más ocio, no sólo más bienes materiales.

Las leyes de la naturaleza y las leyes económicas son implacables, y no perdonan. Podemos abusar de nuestro medio ambiente, pero sólo por un tiempo. Podemos gastar por encima de nuestros medios, pero sólo por un tiempo. Podemos gorronear a cuenta de nuestras inversiones pasadas, pero sólo por un tiempo. Ni siquiera el país más rico del mundo puede ignorar las leyes de la naturaleza y las leyes económicas, si no es en daño propio.

Joseph Stiglitz es profesor en la Universidad de Columbia, ganador del Premio Nobel de Economía en 2001 y coautor de The Three Trillion dollar War.

Traducción para www.sinpermiso.info: Ricardo Timón

sábado, 22 de noviembre de 2008

Las desvergüenzas del capitalismo

El capitalismo es una doctrina económica, a la par que un sistema político-económico, de condición y de usos en ocasiones positivos aunque con frecuencia perversos, que después de la incorporación de las experiencias antagonistas o alternativas -Rusia, China, países emergentes, etcétera- a la sola filosofía y práctica del mercado y del beneficio, se ha convertido en un modelo único en la realidad del mundo, casi también en la esfera del pensamiento. Esta presencia gloriosamente omnipotente y unánime se ha visto sacudida por la corrupción en su funcionamiento, resultado de los numerosos desafueros que bajo su advocación se han perpetrado y que han acabado convirtiendo el latrocinio en regla. Todo ello además, viniendo de donde venía. Pues frente a la consideración de que la práctica religiosa es enemiga de la actividad económica, fue ella la que, con la aparición del protestantismo y, más aún, del calvinismo, supuso un soporte decisivo para el surgimiento y la difusión de los valores del capitalismo.

Dos pensadores son los heraldos de esta posición. En primer lugar, Max Weber, que parte de la constatación de que los países protestantes son, en el siglo XIX, los que están en cabeza del desarrollo económico, debido a su identificación con los valores del capitalismo. En su obra matriz La ética protestante y el espíritu del capitalismo, la esencia del capitalismo está en la voluntad de trabajo, simultánea con el fervor por el ahorro. Comportamientos ambos que no pueden ser sólo individuales pues su efectividad exige que lo sean de todo un pueblo, y para ello fruto de unas convicciones que son sobre todo de naturaleza religiosa. En este caso esas convicciones comunes proceden del calvinismo que descarta el consumo, condena el disfrute y el gasto y exalta el trabajo considerado como ejercicio religioso, secularizando con ello el ascetismo y elevando el trabajo profesional a la condición de práctica religiosa por excelencia. Que deviene así obra de Dios. Esa santificación del trabajo ordinario que opera el calvinismo y que saca a los creyentes de los oratorios y los lanza a la conquista del mundo profesional, sigue resonando en muchas organizaciones religiosas contemporáneas, tanto moderadas -Opus Dei, Kikos, etcétera- como progresistas -Focolares, Comunidad de San Egidio, etcétera-.

Richard H. Tawney en La Religión en el origen del capitalismo nos ofrece una reflexión mucho más pormenorizada y pegada a la historia, que en oposición a los espiritualismos orientales y apoyado en la Biblia, sostiene que la vida material en su conjunto nos viene de Dios y por tanto los bienes, e incluso el dinero, son signo de su bondad y en cierto sentido de su predilección. Pero signo que tiene que estar presidido por la gracia y que sólo puede operar en relación con el otro, cuya expresión esencial es el pobre. Por lo demás Calvino/Tawney, frente a la prohibición bíblica, recuperan el préstamo comercial o industrial, que sin usura está permitido y hace posibles con ello el mundo de la banca y de las finanzas.

Era difícil de imaginar desde tan razonables y esperanzadores inicios, que la generalización de la trampa y de la rapiña en los ámbitos económico y financiero llevase a un triunfo tan absoluto de la economía criminal. De manera decisiva ha contribuido a ese resultado la mitificación unánime del enriquecimiento como referencia única del éxito, la celebración de lo que Oskar Lafontaine ha llamado la Dictadura del Monetariado, y, sobre todo, la hegemonía sin alternativas del capitalismo de casino. Todo lo cual ha dotado de respetabilidad a las felonías capitalistas más innobles, a las prácticas empresariales más abyectas. No exagero, vean los nombres y las cifras. Lehman Brothers, una de las joyas de la finanza norteamericana, quiebra y todo el mundo se va a la calle sin indemnización alguna, salvo Richard Fuld, su presidente que se embolsa legalmente 480 millones de dólares. AIG, la paradigmática compañía de seguros, va a quebrar también, pero el caso es simbólicamente demasiado grave y Washington interviene aportando 85.000 millones de dólares para tapar el agujero. Lo que permite a Joseph Cassano, director de la sección de Productos Derivados, percibir una bonificación de 3,4 millones de dólares, y a Sullivan, el gran patrón, otra de 5,4 millones de dólares. Los directivos de la compañía, reflotada con el dinero de los contribuyentes norteamericanos, lo celebran en un suntuoso hotel californiano, con habitaciones a 1.000 dólares la noche, 10.000 dólares en bebidas, 23.000 en cuidados personales y un interminable etcétera. Bob Diamond, numero dos del Barclays Bank, ha declarado haber percibido en primas, entre 2006 y 2007, 50 millones de euros; Marcel Ospel, máximo responsable del banco suizo UBS, 15,7 millones de euros; Josef Ackermann, presidente de la Deutsche Bank ha cobrado 10 millones de euros al año; Fred Goodwin, director general del Royal Bank of Scotland, y Andy Hornby, del HBOS, ambas en situación de quiebra, unas remuneraciones anuales de 5,3 y 3 millones de euros, respectivamente. En Francia, los patronos de los seis grandes grupos financieros BNP Paribas, Société Générale, Crédit Agricole, Crédit Mutuel, Caisses d'Epargne y Banques Populaires se han abalanzado sobre los 10.000 millones de euros que el Estado francés ha puesto a su disposición para ayudar a sus organizaciones a salir de la crisis y nada se ha sabido de su destino. El importe total de las bonificaciones y otras primas personales percibidas por los patronos de las grandes empresas en quiebra o al borde de ella, se acerca a los 80.000 millones, todos interpretando el apólogo de Woody Allen take the money and run. Y al otro lado de la verja más de un millón de trabajadores se han quedado sin trabajo, y Citygroup ella sola ha contribuido con cerca de 70.000 personas.

Los estragos y la desmoralización causados por estos pillajes desde las alturas, han venido acompañados por la incitación al fraude, resultante de la extraordinaria expansión del crédito, que al coincidir con el fuerte abaratamiento del costo del dinero, tenía que producir la deriva monetaria y los efectos perversos que ha conllevado. Pero, además, esa orgía financiera dispuso para su celebración de un abultado arsenal de instrumentos, producto de una brillante ingeniería financiera que los había elaborado y puesto en acción durante la última década. Motejados de tóxicos, por su capacidad disruptiva y malignizante, su circulación y uso aumentaron de día en día. Entre ellos los Fondos Especulativos o hedge funds, más familiarmente fondos-basura, quizás los más repudiados; aunque sus efectos perturbadores sean menores que los de los fondos de private equity, instrumento privilegiado por los especuladores para comprar sociedades y pagarlas sin dinero propio, revendiéndolas luego y vuelta a empezar. Aunque sin olvidar que todos los otros fondos, incluyendo los venture-funds e incluso los fondos soberanos, a pesar de su naturaleza pública, no se han librado de ese destino especulador. Y así se ha originado este descalabro mayúsculo que algunos veníamos anunciando/denunciando desde hace tiempo (Vid mis seis columnas en este diario El capitalismo contra el planeta, de febrero a marzo de 2007, las dos de Fondos-Buitre, del 7 y 13 de julio del mismo año, o últimamente Capitalismo sin limites y Noticias del caos). Descalabro que difícilmente podremos superar porque los planteamientos, las soluciones y los actores sigue siendo los mismos. Y para quienes lo duden, ahí está para probarlo la Declaración de la Cumbre de Washington, procedente del G-20, cuyo análisis ha hecho de manera tan brillante como esclarecedora el Comunicado de ATTAC España del miércoles pasado. Por cierto ¿cómo es posible que ningún medio de comunicación español se haga nunca eco de los análisis de una de las organizaciones más consistentemente críticas y progresistas de nuestro país?

La mencionada Declaración es un estricto "más de lo mismo". Convocada por y celebrada en los EE UU; reservada a los grandes países excluyendo a más de un tercio de la población mundial; insistiendo en los salvíficos principios liberales de la fuerza salvadora de la libertad de comercio y de los mercados competitivos; reclamando un reforzamiento de las instituciones internacionales -OMC, FMI, Banco Mundial- responsables de la debacle, que son los que hay que sustituir cuanto antes; predicando una política monetaria de objetivo único, controlar la inflación, olvidando las necesidades de las clases modestas y de las PYMES; sin una sola propuesta efectiva para acabar con los paraísos fiscales; en definitiva, sepultando aún más los Objetivos del Milenio. Sólo una movilización popular e intelectual, insistida y de gran calado, podrá ayudarnos a acabar con tanta patraña y tantas desvergüenzas

José Vidal Beneyto. El País

miércoles, 19 de noviembre de 2008

Más de la mitad de las empresas españolas del Ibex 35 operan en paraísos fiscales

Según un informe del Observatorio de Responsabilidad Social Corporativa (ORSC), 18 de las 35 empresas del IBEX poseen empresas participadas en paraísos fiscales. La falta de transparencia y de control facilita dichas actividades.


Empresas del sector energético como Iberdrola o Gas Natural, de la construcción como ACS y Ferrovial, bancos como BBVA, Banco Popular, Santander o Banesto, y otras como Repsol YPF, PRISA, Inditex o Telefónica, son solo algunos ejemplos de las 18 empresas del IBEX 35 que, según un informe del ORSC, por algún motivo tienen presencia en países considerados paraísos fiscales. “Nos limitamos a revisar los anexos de cuentas de 2006 y comprobamos que estas empresas tenían algún tipo de actividad en centros off-shore”, afirma Orencio Vázquez, miembro del ORSC. No obstante, el estudio se limita a constatar la existencia de estas actividades: “es imposible profundizar más, ya que sólo contamos con las cuentas que están obligados a presentar a sus accionistas, por imposición de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV)”, concluye Vázquez, al referirse a las reticencias de las empresas a afrontar estos temas.


“Cuanto más grande es la empresa, más posibilidades tiene de invertir en paraísos fiscales”, confirma Nuria Almirón, miembro de ATTAC y de la Red por la Justicia Social. Si bien el informe destaca que son los bancos los más proclives a servirse de estas actividades, ya que cuatro de las cinco entidades bancarias del IBEX tienen alguna actividad en paraísos fiscales. Según estas mismas cuentas, que tan sólo muestran la punta del iceberg, en el año 2004 estaban radicadas en paraísos fiscales el 11% de las sociedades del grupo BBVA, la misma proporción de La Caixa y Santander, el 10% de las del grupo Banco Popular y más del 15% del grupo Sabadell Atlántico. De hecho, casi el 80% del dinero que opera en paraísos fiscales son inversiones bancarias y servicios financieros.


La banca en retroceso

En el año 2001, saltó a la luz pública uno de los mayores escándalos por cuentas bancarias en paraísos fiscales. Ese año quedó al descubierto que el BBVA había destinado 55,8 millones de euros en fondos de pensiones para ex consejeros ejecutivos, ocultos en paraísos fiscales durante 13 años, algo que solo reveló ante la CNMV ese mismo año.


Sin consecuencias jurídicas, situaciones como ésta han hecho levantar el pie de la inversión bancaria en paraísos fiscales. Los dos grandes bancos del Estado, BBVA y Santander, redujeron sus beneficios por actividades en centros off-shore, en 2006, un 49,8 y 83%, respectivamente. Las denominadas consecuencias “reputacionales”, el hecho de que estas cuentas no tengan fondos de garantía de depósitos, cuestión especialmente sensible tras la crisis de las subprime, y, sobre todo, que los países de origen de los capitales comienzan a ofrecer mayores ventajas fiscales son causa del descenso de las inversiones bancarias en paraísos fiscales. “La banca es intermediaria de todas las empresas que quieran invertir en Bolsa, por eso le va bien ese escenario de opacidad y mantiene un cierto nivel de inversiones”, afirma Nuria Almirón, para dejar claro que la banca no terminará sus actividades en estos centros.


Falta de transparencia

Precisamente, uno de los grandes atractivos de estos centros off-shore es la oscuridad que los rodea. “La transparencia es poca o nula, de tal manera que una empresa o un fondo de inversión de un particular no tiene que dar explicaciones de cuánto ha ganado ese año o de transacciones o adquisiciones de empresas que a lo mejor no son legales, porque en sus países de origen hay reglamentaciones que prohíben la acumulación de propiedad”, afirma Nuria Almirón, para quien las grandes compañías buscan algo más que la mera evasión fiscal. Esa misma opacidad ha impedido delimitar el número de paraísos fiscales existentes en el mundo. Aunque la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) reconoce 35 centros off-shore, la cifra data del año 2000. “Esa lista es minúscula, porque la original, mucho mayor, se redujo cuando se exigió a los Estados que reformaran su legislación para hacerla más transparente, y sacó de la lista a quienes prometieron hacerlo. Como en realidad ningún Estado ha hecho nada, ya ni publican lista alguna”, precisa Almirón. Según la Red por la Justicia Fiscal, la cifra llegaría a 70. Los datos conjuntos de la OCDE y el FMI sitúan a 18 de ellos en Europa.


La situación en el Estado español no ha mejorado demasiado en los últimos años, pues no existe una política centralizada de lucha contra la fuga de capitales a estos centros offshore. Según las organizaciones de inspectores de Hacienda, la Agencia Tributaria es muy reacia a coordinarse y compartir datos con las administraciones autonómicas y locales, lo que sería muy útil para combatirlos.


“Una solución sería que las autoridades públicas no acepten hacer ningún tipo de negocio y que no concedan licencias o hagan tratos con empresas con una sola actividad en paraísos fiscales”, concluye Nuria Almirón.

Para los inspectores de Hacienda, las soluciones pasarían por medidas tales como no reconocer la personalidad jurídica de las sociedades erradicadas en estos territorios, instaurar una tributación del 24% en el Impuesto de Sociedades para las actividades que se tengan en estos territorios e incluso prohibir a las entidades bancarias que tengan filiales o sucursales en dichos territorios. En la UE las medidas que se han tomado hasta el momento han perseguido exclusivamente la aplicación de las denominadas ‘reformas positivas’, es decir, acercar el régimen fiscal de estos países al de los centros off-shore. Estas medidas están basadas en el informe de 2001 Políticas fiscales en la UE, el cual indicaba que la competencia fiscal puede ser positiva para el crecimiento de la economía.

F. Javier Aguayo - Periódico Diagonal




Cumbre de Washington del G-20: ¡¡Que siga el juego!!

Comunicado de ATTAC España
El pasado sábado vio la luz la Declaración de la Cumbre de Washington, celebrada por el grupo de países G-20. Desde ATTAC-España queremos hacer una valoración de la misma, señalando tanto aquellos aspectos que pueden considerarse como avances, como poniendo en evidencia aquellos otros que a nuestro juicio siguen constituyendo un lastre para escapar de la crisis sistémica en que se encuentra sumida la Humanidad. Hace unas semanas los movimientos de ciudadanos/as ATTAC de toda Europa utilizábamos el eslogan ¡¡Cerremos el casino financiero!! para resaltar las características de juego de azar y de ausencia de control democrático en el funcionamiento de los mercados financieros, las cuales están en la base del actual colapso de la economía real. Una vez analizados los Principios y el Plan de Acción contenidos en la mencionada Declaración cabe afirmar, que se han sentado las bases “para que siga el juego”.

RESPECTO A LOS PAÍSES PARTICIPANTES EN LA CUMBRE. Cuando se trata de evaluar el desmoronamiento del sistema neoliberal que campa a sus anchas por todos los rincones del planeta desde hace 30 años, así como sentar las bases de otro que lo supere, sería necesario que en dicho proceso hubieran participado todos los pueblos de la Tierra en el marco de una conferencia auspiciada por Naciones Unidas, especialmente los que se han visto más afectados por las políticas neoliberales y sobre los cuales repercutirán mayormente los efectos de esta crisis. Sin embargo, la Cumbre de Washington ha sido convocada por Estados Unidos, la potencia militar y económica que ha conducido al actual “desorden mundial”, y más allá de los países con mayor PIB y/o renta per cápita del club de los más enriquecidos, sólo se ha ampliado el círculo para contar con las llamadas potencias económicas emergentes, lo que de hecho puede interpretarse como un paso hacia la multilateralidad en las relaciones internacionales. Si embargo, pesan mucho más las ausencias: ¿Quiénes han defendido y planteado en la Cumbre los intereses y los problemas de esa tercera parte de la población mundial ausente y, en particular, la de los pueblos empobrecidos y saqueados de África y el Magreb, Oriente próximo y Oriente medio, Asia Central o América Latina?.

NO SE CUESTIONA EN NINGÚN CASO EL PARADIGMA ECONÓMICO NEOLIBERAL PRODUCTIVISTA Y CONSUMISTA. Se sigue planteando el objetivo de restaurar el crecimiento económico en los términos en que lo ha entendido el sistema capitalista durante el último siglo, sin considerar como un grave problema el agotamiento de los recursos naturales y el aumento de los niveles de contaminación que están poniendo en peligro la continuidad de la vida sobre el planeta. Ante este inmovilismo sería necesario desarrollar conceptos emergentes como el “decrecimiento” y “la satisfacción austera de las necesidades básicas”, conectando la conservación del medio ambiente con la reducción efectiva de la pobreza. Sin embargo, se continúan poniendo como guía los principios del mercado libre en la forma de eliminación de obstáculos al comercio y la inversión, favoreciendo así unas mayores desigualdades entre los diferentes pueblos de la Tierra y aumentando los procesos de rapiña y expolio de los recursos y la riqueza de los pueblos del Sur, dirigidos desde los gobiernos y multinacionales del Norte. Ese no es el camino para la pretendida reducción de la pobreza.

SIGUEN TIRADOS EN LA CUNETA DEL OLVIDO OTROS GRAVÍSIMOS PROBLEMAS DE LA HUMANIDAD. La Cumbre ha sido monográfica sobre la reforma del sistema financiero mundial, y tan solo ha citado en una línea de la Declaración otros problemas más urgentes si cabe tales como el cambio climático, el comercio internacional de alimentos (soberanía alimentaria) y la seguridad energética (que no un acuerdo sobre la producción y el consumo de energía a escala mundial que promueva el uso de energías alternativas), eso sí, sin dedicarles ni una sola reflexión de calado político. En definitiva, otra ocasión perdida para hacer creíbles los Objetivos de Desarrollo del Milenio de Naciones Unidas, tanto en lo que toca al desmantelamiento de todo el entramado económico, político y militar que divide a la humanidad por un profundo abismo, así como por su nula concreción en apoyos financieros para acelerar su consecución (al contrario de los inmediatos y desbordantes fondos comprometidos en los planes de rescate del sector bancario y financiero, que superan ampliamente el billón de dólares y que se están destinando a cubrir las pérdidas de las entidades financieras que han jugado en el casino financiero). Hay que recordar que una veinteava parte de esta cantidad que ahora se regala a los bancos (por haber sido “perdedores, ineficientes, arriesgados o estafadores”) hubiera servido para hacer frente a la pobreza en el mundo y a cumplir con esos Objetivos del Milenio que una y otra vez se postergan.

AMBIGÜEDAD Y FALTA DE CONCRECIÓN AL DEFINIR LAS CAUSAS DE LA CRISIS. Tras una loa al reciente período de fuerte crecimiento global, crecientes flujos de capitales y prolongada estabilidad, que hace olvido de crisis recientes como la burbuja tecnológica o las crisis financieras o de la deuda en Argentina, México, Rusia o el sudeste asiático, la Declaración afirma textualmente ,como importantes causas subyacentes de la situación actual, que se han aplicado “unas políticas macroeconómicas incoherentes e insuficientemente coordinadas y unas reformas estructurales inadecuadas que han llevado a unos resultados macroeconómicos insostenibles a escala global”. La cita entrecomillada es absolutamente demoledora y pone en cuestión todo el marco institucional y de política económica neoliberal seguido en los últimos tiempos. No obstante, se deja ahí, como caída del cielo. Sería como decir que “la crisis se debe a que se ha hecho todo mal” y acto seguido, pasamos página.

UNA POLÍTICA MONETARIA DE MÁS AMPLITUD DE MIRAS. En la Declaración de la Cumbre también se apela a la política monetaria para salir del atolladero. Implícitamente se reconoce su capacidad anticíclica, con más posibilidades que las de estricto guardián de la estabilidad de precios que le asigna organismos como el Banco Central Europeo. En los tiempos que corren se abren dos opciones: la política monetaria contractiva, vía aumento del tipo de interés, para luchar contra la inflación y ahogar a las familias y a las PYMES; o la política monetaria expansiva, vía reducción del tipo de interés, para dar oxígeno a los agentes económicos más desprotegidos. En Europa, esta última política sólo se ha comenzado a instrumentar recientemente, con más de un año de retraso, favoreciendo así una crisis de la economía real de mayor profundidad. Los criterios “técnicos” del Banco Central Europeo para atajar presuntas tensiones inflacionistas de origen especulativo (precios del petróleo y de los alimentos) han prevalecido sobre los criterios políticos que aconsejaban financiar el consumo y la inversión de la economía real.

LA POLÍTICA FISCAL: ¿LA VUELTA DEL KEYNESIANISMO? También se afirma en la Declaración la conveniencia de recurrir a “medidas fiscales para estimular las demandas internas en un marco político de sostenibilidad fiscal”. Y eso no es otra cosa que la cuadratura del círculo. Por un lado, se propone la reducción de impuestos pero sin señalar cuáles. Por otro lado, aunque no se dice, será preciso un mayor gasto público para atender las prestaciones de desempleo de los/as trabajadores/as que están perdiendo y perderán su puesto de trabajo. Y por último, como la actividad económica retrocede por que ya se ha entrado en recesión (crecimiento económico negativo), los ingresos fiscales se reducirán aunque se mantuvieran los tipos impositivos. ¿Cómo se piensa obtener la sostenibilidad fiscal (el equilibrio presupuestario)? ¿Por qué no se habla abiertamente de incurrir en déficit público para financiar gastos sociales y servicios e inversiones públicas en infraestructuras destinadas a los colectivos más desfavorecidos?. Es hora de reconocer abiertamente que el Pacto de Estabilidad de la Unión Europea es una reliquia del pasado que limita la acción política en el presente.

¿QUÉ HACER CON LAS ACTUALES INSTITUCIONES FINANCIERAS Y COMERCIALES INTERNACIONALES? Al respecto, la Declaración de Washington es absolutamente clara. Se sigue dando un voto en blanco a la OMC, al FMI y al l Banco Mundial para superar una crisis, a sabiendas de que estos propios organismos han contribuido a gestar y a hacer más dura en los países empobrecidos. Utilizando el símil, es como poner de bombero a quien hasta ahora se ha dedicado a meter broza seca en todos los rincones de la economía mundial y ha mirado a otro lado cuando las chispas de la especulación lo han incendiado todo. Nuestra propuesta es sustituir estos organismos por otros nuevos sobre las bases de la igualdad y el control democrático por parte de todos los pueblos del mundo y no de los países más ricos. El nuevo orden mundial que hay que definir no debe basarse sobre los cimientos del actual, sino sobre sus cenizas.

LA UNIÓN EUROPEA COMO CASO EXTREMO DE DESREGULACIÓN FINANCIERA. La Unión Europea carece de una regulación y supervisión comunitaria para las operaciones financieras transnacionales, ya que la supervisión bancaria y de las bolsas solamente existe en cada país; y a los Estados miembros se les prohíbe introducir cualquier restricción en los movimientos de fondos extracomunitarios. No obstante, en la Declaración de la Cumbre se sigue hablando de apoyar la “innovación en los mercados financieros”. Si por algo se ha caracterizado todo el período de primacía neoliberal en la economía mundial, ha sido por esa denominada “innovación financiera” opaca y desbocada, donde se ha llegado a extremos en los que se hace muy difícil de entender y gestionar productos financieros que están concebidos para la especulación y la ganancia rápida en vez de para financiar la economía real, comenzando por la satisfacción de las necesidades humanas más urgentes. Poner coto a esta situación implica frenar y revertir dicho proceso de innovación y regular férreamente los tipos y características de dichos productos. Sin embargo, en la Declaración de la Cumbre, las referencias a los acuerdos para mejorar la supervisión financiera tampoco cuestionan los presupuestos de la globalización financiera que, al desmantelar los controles bancarios de los Estados durante la década de los noventa, ha generalizado la libre movilidad internacional del capital como principio organizativo. Hay que destacar, que en el marco de las negociaciones de la Ronda de Doha, la UE continúa presionando a los países en desarrollo para que liberalicen aun más el sector de servicios financieros.

NADA SOBRE LA DENUNCIA Y SUPRESIÓN DE LOS PARAÍSOS FISCALES. A pesar de que los paraísos fiscales o centros offshore son la piedra angular sobre la que descansa la estructura financiera internacional, así como refugio de actividades delictivas de lo más variadas (evasión de impuestos, narcotráfico, contrabando de armas, tráfico de personas, terrorismo), en la Declaración de la Cumbre se los denomina eufemísticamente como “jurisdicciones no cooperadoras y poco transparentes”, como si la cooperación y la transparencia hubieran sido la enseña del marco financiero que acaba de derrumbarse. En los paraísos fiscales reposa a buen recaudo una cuarta parte de la riqueza mundial, entre la que cabe mencionar los activos de muchos bancos e instituciones que se supone han quebrado, por lo que la liquidación de estos escondites privilegiados podría ayudar a mejorar la transparencia del sistema, además de significar un buen estímulo financiero para salir de la crisis. Dentro de Europa, o como territorios dependientes de países miembros de la Unión Europea, están en la lista de paraísos fiscales las Islas Caimán, las Islas Vírgenes Británicas y Gibraltar (ligados al Reino Unido), Liechtenstein, Andorra y Luxemburgo.

CLAVES DE LAS REFORMAS QUE ESTÁN POR VENIR. En la Declaración de la Cumbre se afirma que dichas reformas deben basarse en “el libre mercado, la propiedad privada, el comercio y las inversiones libres en mercados competitivos”. Y esta contundencia dice a las claras el alcance y la profundidad de los cambios que se avecinan, es decir, maquillaje puro. Si partimos de que el libre mercado competitivo sólo existe en los manuales de Economía que se imparten (todavía) en las Facultades donde aprenden los/as economistas y gestores/as de empresas del futuro, lo que toca es acercarnos a la realidad, que es mucho más compleja en matices, y desenmascarar cómo las relaciones comerciales, inversiones productivas y/o especulativas y guerras “humanitarias y preventivas” están detrás de que cada vez haya una mayor parte de la humanidad sumida en la desesperación de la pobreza y la violencia. Por mucho que se empeñe el presidente saliente de Estados Unidos y los líderes mundiales que apoyan sus tesis el futuro pasa por abrir puertas al debate de otras formas de organización social, política y económica, así como a organizaciones de la sociedad civil que están detrás de ellas. Esta Cumbre ha mantenido cerradas bajo llave estas puertas hacia la esperanza.

LA OBSESIÓN ENFERMIZA POR EL LIBRE COMERCIO. La Declaración sigue abundando en las bondades del libre comercio internacional y en el papel de la Organización Mundial de Comercio (OMC) en su empeño de desmantelar las barreras de la inversión y el comercio de bienes y servicios que perjudica notoriamente a los países menos desarrollados. Parafraseando a Reagan, podemos decir que la OMC no es la solución, sino el problema. En vez de reconocer los efectos perversos de la liberalización comercial en muchos aspectos que tienen que ver con la satisfacción de las necesidades básicas (incluyendo la provisión de servicios públicos esenciales), el deterioro ambiental del planeta y el empobrecimiento de amplias áreas marginales del mundo, la Cumbre de Washington corre un tupido velo y se reafirma en el compromiso de cerrar la ronda de negociaciones de Doha que quedó varada en la arena, entre otros motivos, por su cerrazón para no considerar el carácter prioritario del derecho a la alimentación (soberanía alimentaria) sobre aspectos instrumentales como la liberalización comercial. La incapacidad de acabar con el hambre es una muestra más del fracaso de la OMC tras décadas de desregulación de los mercados agrícolas. En materias que tocan a derechos humanos básicos, tenemos que ser escépticos respecto a las posibilidades del mercado y apostar por garantizar su cumplimiento mediante mecanismos públicos que operen con criterios de justicia social.

LA CRISIS DE LA ECONOMÍA REAL ES CONSECUENCIA DIRECTA DE LA CRISIS FINANCIERA. De la lectura de la Declaración de la Cumbre pareciera que hablamos de una crisis circunscrita al ámbito de lo financiero, de manera que las medidas acordadas sólo tienen que ver con éste. La realidad sin embargo es que la propagación de la crisis financiera a la economía real se está dejando sentir con una contundencia dramática a la vez que marca una evolución propia: explosión de la burbuja inmobiliaria, aumento de la morosidad en el pago de préstamos hipotecarios, familias a las que se les embarga su casa o que no pueden acceder a su primera vivienda, despidos masivos y sin precedentes en los sectores más sensibles o estratégicos de la economía, con efecto dominó sobre el resto del sistema productivo. En el origen de todo está la escasez y/o encarecimiento del crédito para financiar la producción de las PYMES y el consumo de las familias, este último ya maltrecho por el creciente peso que la devolución de los préstamos está alcanzando en una renta familiar cada vez más cautiva a largo plazo. Hoy día, los problemas más graves y urgentes de la economía ya no tienen que ver con la delicada situación de las entidades financieras (algunas con beneficios absolutamente desmedidos) y sí con actividades productivas y personas damnificadas por la codicia de dichas entidades que ha contado con la bendición de los poderes públicos.

Ahora más que nunca abogamos por la puesta en marcha de un proceso incluyente, que incorpore la participación activa de todos los gobiernos del mundo, los representantes de la sociedad civil y los movimientos sociales en los foros de debate y decisión que deben abrirse en los próximos meses. Juntos todos, tenemos que ir por delante, articulando las demandas sociales, señalando a la ciudadanía y a los decisores públicos los caminos que entendemos ya están agotados así como las sendas que están por transitar en la búsqueda de alternativas. Es lo que ATTAC ha venido haciendo en los últimos 10 años y nuestro compromiso para esta nueva etapa crucial de grandes cambios en la que ya estamos inmersos/as.

ATTAC España - 18 noviembre 2008