domingo, 14 de diciembre de 2008

¿Y si contáramos con una banca pública?

Todos los ojos están puestos sobre los bancos. ¿A qué esperan para regar con liquidez el desierto crediticio de nuestra economía? ¿Cuántas facilidades añadidas necesitan para cumplir con su parte en la estrategia de la reactivación económica? Lo cierto es que la actitud de los banqueros está generando en la sociedad española incomprensión y ansiedad, cuando no cabreo. Hasta el punto de que cada vez son más los que echan de menos una banca pública comprometida con el interés general, más allá del cálculo alicorto del inmediato beneficio privado.

El análisis es unánime. La falta de liquidez crediticia está estrangulando la actividad económica, condenando al cierre a muchas empresas viables y engrosando las listas del paro a un ritmo preocupante. Los esfuerzos institucionales, de Bruselas a Madrid, procuran el estímulo y la ayuda al sistema financiero para que el dinero fresco llegue a las empresas y a las familias, con las debidas garantías. Los tipos de interés oficial bajan; se hacen públicas nuevas cifras de beneficio positivo para la banca; el Gobierno decreta el aval millonario para las operaciones crediticias; el erario público adquiere activos bancarios por valor de decenas de miles de millones…

Nada parece suficiente para convencer a los bancos de que cumplan con su deber y ayuden a salir de una crisis que ellos mismos provocaron. ¿Por qué tanta resistencia? Es evidente que los productos basura que acaban de estallarles en las manos han minado la confianza en el mercado financiero. Y empieza a ponerse en evidencia también que quizás sus cuentas no están todo lo saneadas que presumen, por lo que probablemente necesitan colocar las inyecciones públicas de liquidez en la satisfacción de sus propias deudas o en la provisión de algunas alegrías pasadas que enturbian el horizonte.

No cabe mirar a las Cajas de Ahorro. Se ha enfatizado tanto la sospecha sobre su carácter cuasi público, se ha puesto tantas veces en cuarentena su supuesta heterodoxia, que hoy día no hay directivo de Caja que no actúe conforme a estrictos criterios de banca comercial. Para bien y para mal.

Sí cabe, no obstante, atender a otros datos en el escenario internacional. Como subraya Jordi Sevilla, el principal accionista bancario en el mundo hoy es el Gobierno de los Estados Unidos de América, merced a las recientes nacionalizaciones. Y el Gobierno USA, como el resto de los Gobiernos que mantienen en sus manos instrumentos de actuación directa en el estratégico mercado del crédito, está utilizando sus resortes para engrasar la máquina del reparto de dinero. Otra noticia significativa procedente de la meca capitalista: los ahorradores norteamericanos están adquiriendo masivamente letras del Tesoro público al ¡0% de interés! Lo cual quiere decir que se fían bastante poco de los bancos tradicionales…

Si no se cuestionan ahora las recetas clásicas del neoliberalismo, evidentemente fracasadas, ¿cuándo podrá hacerse? La última reunión del Fondo Monetario Internacional (FMI) en Madrid movería a la hilaridad, si no tuviéramos entre manos el drama del estancamiento económico y el paro. Los mismos gurús que hace un año pronosticaban un crecimiento para el PIB español superior al 2% en 2009 ( y del 1,2% aún el pasado mes de julio), dicen ahora que nuestra economía “entrará en recesión en 2009″. Y tras semejante ejercicio de clarividencia, vuelven a recetar “un esfuerzo de liberalización en los mercados más rígidos”. No necesitamos metereólogos que nos anuncien el tiempo de hoy después de abrir la ventana, y menos aún aquellos que nos recomiendan bañador y bronceador cuando está nevando.

No se trata de reeditar viejos panfletos revolucionarios. Nadie está proponiendo tampoco que se expropien y nacionalicen bancos que no suponen riesgo alguno para el interés general. Pero sí merece la pena reflexionar sobre la conveniencia de disponer, como disponen otros países, de un instrumento público con capacidad para actuar en un sector estratégico de nuestra economía en el sentido que dicta el interés común. Porque, ¿qué papel estaría jugando hoy una entidad como Argentaria si no se hubiera privatizado?

Rafael Simancas - Sistema Digital

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