La fase del capitalismo que se
inicia a finales de la década de los ochenta del siglo pasado se
caracteriza, entre otros rasgos, por la hegemonía de las finanzas. Este
protagonismo que ha adquirido el mundo financiero ha supuesto aumento de
la especulación y del endeudamiento, incremento del dinero que fluye a
los paraísos fiscales, mayor número de fraudes y de delitos económicos, y
una más elevada inestabilidad económica. Todo ello ha desembocado en el
estallido de la crisis económica actual.
El daño que este proceso está causando al progreso económico y social
en la economía mundial es muy elevado, pues como consecuencia de lo que
supone este dominio de las finanzas se concentra aún más la riqueza, al
tiempo que aumenta la desigualdad, la pobreza no tiende a disminuir, y
la inseguridad laboral se instala en las sociedades, no ya solamente en
los países emergentes y subdesarrollados sino en los países ricos. Se
deteriora la democracia como consecuencia de que las decisiones
importantes que afectan a variables macroeconómicas, aunque no todas
ellas, se toman fundamentalmente por los poderes financieros.
Esta fase tiene unos rasgos novedosos frente a otros periodos de la
historia, pero, sin embargo, hay hechos que son comunes con otros
momentos que se han dado en los diferentes procesos de desarrollo.
Conviene subrayar esto, porque, ante el dominio de las finanzas en la
actualidad, es corriente encontrar en algunos artículos, ensayos y
libros, análisis que presentan como nuevos fenómenos, tales como los
procesos especulativos, endeudamientos y crisis financieras, sin tener
en cuenta una perspectiva histórica del papel desempeñado por la banca y
las finanzas.
La importancia que desempeñan el dinero y las finanzas es muy
antiguo, pero no cabe duda de que van adquiriendo una mayor importancia
en la baja edad media cuando tiene lugar el avance del comercio, las
ferias, y el desarrollo de las ciudades que se convertían en centros
mercantiles y financieros y en las que se asentaba la burguesía
comercial ascendente. En la edad moderna, y por lo que se refiere a
España, que era el mayor imperio mundial, no se puede olvidar la obra
magna del gran historiador Ramón Carande Carlos V y sus banqueros,
publicada en tres tomos en años diferentes, aunque ahora se puede
encontrar en un solo tomo gracias a la labor de la editorial Crítica.
La especulación también viene de muy atrás, como se puede conocer leyendo la obra de Galbraith Breve historia de la euforia financiera
(Ariel, 1991) y en donde se analiza la famosa especulación de los
tulipanes del siglo XVII. La especulación que llevó a cabo John Law, a
principios del siglo XVIII, es digna de tenerse en cuenta por lo que
supuso en su época. Hay varios libros que dan cuenta de ella, pero hay
dos que voy a mencionar por lo interesante que resulta el análisis que
efectúan de la evolución monetaria: George von Wallwitz Ulises y la
comadreja. Una simpática introducción a los mercados financieros (Acantilado, 2013); y Philip Coggan Promesas de papel. Dinero, deuda y un nuevo paradigma financiero (El Hombre del Tres, 2013).
No se debe olvidar en todo ello a Marx, que tiene muchos escritos
dedicados a las crisis bancarias en sus obras teóricas, pero, sobre
todo, en los artículos de prensa, y que su lectura resulta de lo más
actual. Este texto publicado en The New York Daily Tribune el 5
de mayo de 1856 lo ratifica: “El extraño frenesí que ha convertido a
Francia en una casa de apuestas y ha identificado el Imperio napoleónico
con la bolsa, no se ha ceñido en modo alguno a las fronteras galas.
Esta plaga, que no sabe de fronteras políticas, ha cruzado los Pirineos,
los Alpes y el Rin y, por asombroso que parezca, ha echado raíces en
suelo alemán, donde la especulación en el terreno de las ideas se ha
arrodillado ante la especulación en acciones de bolsa, el summum bonum
ha hecho lo propio ante el avance del bono, la misteriosa jerga de la
dialéctica ante la no menos misteriosa jerga bursátil, y las
aspiraciones de unidad ante las pasiones de los dividendos”. (Recogido
en Guerra y revolución. Karl Marx Editorial Melusina, 2011).Parece que está hablando de hoy mismo.
La importancia de la banca en el desarrollo del capitalismo fue analizado por Hilferding en su gran obra El Capital financiero,
publicada en 1910 (hay traducción al castellano en Tecnos, 1985). Este
autor analizaba, a partir de la obra de Marx, la concentración y
centralización de capital que se estaba dando con una gran intensidad a
finales del siglo XIX y principios del XX. El capital bancario jugaba un
papel básico en este proceso que confirmaba las tendencias ya
enunciadas por Marx. El capital financiero era la fusión de ese capital
bancario con el capital industrial, pero en donde la banca desempeñaba
la hegemonía. Tal como están las cosas actualmente resulta conveniente
rescatar esta obra, leerla y estudiarla, aunque hayan cambiado muchas
cosas desde entonces. En este libro se puede comprender el gran poder
que las finanzas adquirieron en este periodo, aunque con rasgos
diferentes a los actuales.
En el siglo XX, como muy bien apunta Chesnais en Las deudas ilegítimas
(Clave intelectual, 2012) el poder de las finanzas tuvo un paréntesis:
“El poder económico y político de las finanzas no siempre ha sido tan
fuerte. La experiencia ha demostrado que en su momento se pudo
prescindir de ellas a la hora de financiar la economía. El crac bursátil
de 1929 y su prolongación en forma de grandes crisis bancarias durante
los años treinta, conjuntamente con la Segunda Guerra Mundial,
provocaron un retroceso de las finanzas… Durante las tres décadas
transcurridas entre la derrota del régimen nazi y la crisis económica de
1974-1975 (denominados más tarde con nostalgia los “Treinta
Gloriosos”), las economías capitalistas funcionaron sin Hedge Funds, sin finanzas especulativas, sin beneficiarios de dividendos y de intereses sobre deuda pública”.
Las crisis financieras han dado asimismo lugar a muchas obras en las
que se puede estudiar qué consecuencias las han provocado y la cantidad
de las que se han producido ya en el capitalismo industrial. A la ya
mencionada de Galbraith hay que añadir la ya clásica de Kindleberger
Manías, Pánicos y Cracs (Ariel, 1991). Desde un punto de vista teórico
sin duda hay que destacar los diversos trabajos de Minsky, un autor
fallecido hace unos años y que se ha revitalizado con la crisis actual,
que en uno de sus libros planteaba en términos de interrogante si lo
sucedido en la Crisis de los treinta podía volver a darse.
En suma, la historia nos enseña mucho, entre otras cosas, que el
sistema financiero es tan dado a provocar burbujas especulativas y
crisis económicas que resulta necesario controlarlo y regularlo, cuando
no nacionalizarlo. También en que hubo un periodo comprendido entre 1945
y 1973 en el que el poder de las finanzas disminuyó sobre lo que había
sido en épocas anteriores. Esta fase sin tanta hegemonía financiera fue
el de mayor crecimiento habido en la historia, por lo menos para los
países desarrollados.
Carlos Berzosa.
Nueva Tribuna
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