Esta proposición la defienden los jefes de Estado y de Gobierno de la Unión y el resto de los países del G20, que en una reunión preparatoria habida ayer en Sao Paulo han acordado que el FMI tenga un papel dirigente y central en esta tarea de reconstrucción de la nueva arquitectura financiera internacional, lo que nos da una pista de por donde van a ir los tiros en la próxima reunión del G20.
En esta reunión de Washington del próximo día 15, Strauss-Kahn quiere proponer a los jefes de gobierno un plan de nueva gobernanza denominada “Global regulation strategy” en torno a cinco ejes: a) poner a punto un nuevo préstamo que permita aliviar los problemas de liquidez a corto plazo; b) aumentar los recursos del FMI; c) extraer lecciones de las políticas económicas que han llevado a estas burbujas repetidas; d) supervisar la implantación de las nuevas regulaciones financieras que ha elaborado, junto con el FMI, el Foro de Estabilidad Financiera, que agrupa a los grandes bancos centrales; y d) ayudar a replantear un sistema mundial más coherente.
Con estas propuestas el FMI se afirma como actor omnipresente en todo el proceso de construcción del “nuevo orden" que se avecina: no solo como bombero (de la crisis) y albañil (de la reconstrucción y el crecimiento), sino también como arquitecto de la nueva arquitectura financiera que se baraja. Ante tamañas pretensiones echamos en falta la inadvertencia de la labor del FMI como pirómano, ya que éste ha sido el papel real jugado por el FMI en la economía mundial a lo largo de estos últimos treinta años. Y es que, o se quiere provocar una amnesia mundial, o estamos ante una situación tal de cinismo colectivo que los actuales salvapatrias pretenden hacer tabla rasa de la “memoria histórica” de los pueblos y hacernos olvidar ahora que fue el FMI el organismo que trazó y lideró a partir de la década de los 90 el proceso de derrape en que nos encontramos y que tuvo su “hoja de ruta” en el denominado “Consenso de Washington”.
Para muchos países, en particular para la mayor parte de los países del Sur, el FMI es un organismo sectario, que defiende de manera abierta los intereses de EEUU y los países más industrializados. Ha cometido inmensos errores durante su gestión regulatoria y se encuentra inmerso en una profunda crisis, de manera tal que numerosos gobiernos cuestionan su misión y su legitimidad. No es éste el momento de proporcionar un balón de oxígeno a un organismo tan desprestigiado para que vuelva a las andadas.
En las circunstancias actuales el FMI no puede verse como una institución “neutral”, cara a la construcción de la nueva arquitectura financiera, en la que se requiere el mayor grado de consenso a nivel mundial para dar una salida concertada a la crisis económica y financiera. Esta salida debe tener en cuenta múltiples intereses, en particular los de los países más pobres y necesitados, así como las reivindicaciones de los trabajadores más vulnerables y la sociedad civil. No sirve que para mantener esta pesada burocracia que es el FMI, con más de 2.500 funcionarios sus directivos muestren lágrimas de arrepentimiento y nos aseguren que “el FMI ha aprendido las lecciones de sus últimos errores” y que hay que “extraer lecciones de las políticas económicas que han llevado (a la economía mundial) a estas burbujas repetidas”. (Strauss Kahn dixit)
Como afirmaba el Foro Internacional de los Pueblos en la reunión que tuvo lugar en Batam (Indonesia ) en septiembre de 2006 con motivo de la reunión anula del FMI en Singapur “Consideramos al Banco Mundial y al Fondo Monetario Internacional (FMI) responsables de políticas y acciones que intensifican la pobreza y la depravación, la violación de derechos humanos básicos, la restricción de libertades políticas y civiles básicas, el menoscabo de la soberanía nacional y la gobernanza democrática, y la subversión del derecho al desarrollo”,
Conviene recordar algunos hechos:
1. Cambio en los objetivos del FMI
- El acuerdo para la creación del FMI se produce en 1944 en la Conferencia Financiera de la ONU, formando parte del plan de reconstrucción de la posguerra. Esta institución se crea junto con el BM y el BIS (Banco Internacional de Depósitos) con el objeto de promover la estabilidad financiera y definir y controlar la política monetaria de los países con economías de mercado.
- Pero estas instituciones cambiaron su dirección y objetivos tras la crisis económica de los 70 que se trasladó a los países del Sur a través de la crisis de reembolso de la deuda externa de los 80. Es entonces cuando se gesta la revolución conservadora de los 80, en la que las IFIs -o instituciones financieras internacionales- jugaron un papel decisivo, pasando a convertirse en la punta de lanza de aplicación de las políticas urdidas en el Consenso de Washington para defender los intereses de Estados Unidos y de los países adláteres en su proyecto de globalización y control de la economía mundial, que permitía la dominación de los países en desarrollo.
- Las nuevas reglas de juego creadas a partir de entonces han sido que para poder acceder a los préstamos del FMI, a los privilegios del BIS o a los préstamos de desarrollo del Banco Mundial, un país debe aceptar términos establecidos por estas tres organizaciones y aplicar como recetas las contenidas en el decálogo del catecismo neoliberal o Consenso de Washington : disciplina presupuestaria; reducción del gasto público ; reforma fiscal ; liberalización financiera; tipos de cambio competitivos; liberalización comercial; liberación total de los mercados nacionales para constituir un mercado único global ; apertura a la entrada de IED; privatizaciones; desregulaciones y garantía de los derechos de propiedad.
- Es decir, los propósitos inicialmente contemplados en la carta fundacional o Convenio Constitutivo del FMI, han sido claramente adulterados y el organismo se ha dedicado en la práctica a conseguir que los países del Sur sean solventes para seguir pagando la deuda externa, y se vayan creando las circunstancias político- económicas para que las empresas del Norte puedan seguir colonizando los mercados del Sur.
2. El FMI no es un organismo políticamente neutral ni aplica criterios “imparciales” en política económica
El FMI no es un organismo aséptico, ni democrático en su funcionamiento, es un organismo claramente politizado y manipulado, que funciona al dictado de los intereses de Estados Unidos y los países del G8 y cuyas directrices vienen marcadas por la FED , el BCE , la gran banca y las principales corporaciones multinacionales.
- El FMI ha estado al frente, durante los últimos treinta años, de las políticas neoliberales establecidas tras el Consenso de Washington). Ha encabezado el cartel de acreedores que ha estado presionado a los países en desarrollo para que aplicaran las políticas desregulatorias , denominadas de ajuste estructural ,que les han llevado a entregar sus recursos y el control de la economías nacionales a los grandes grupos multinacionales que dominan el planeta.
- El FMI ha impuesto la desregulación económica y la libre circulación de capitales, penalizando a aquellos países que ponían trabas a los dictados de la globalización financiera y a la consecuente especulación, a la vez que se ha reservado la expedición de recetas para atajar las crisis, cuando estas crisis ya han estallado, ya que pocas veces el FMI ha sido capaz de predecir o prevenir las crisis mundiales más recientes. Es decir se ha venido comportando al mismo tiempo como pirómano y como bombero.
- Este papel de garante de la filosofía neoliberal, invalida al FMI como organismo neutral en la situación actual, en tanto no se modifiquen las reglas que enmarcan el funcionamiento del sistema económico capitalista mundial y del poder político que lo lidera. No es previsible que el FMI busque el consenso entre los países, en un momento de conflicto de intereses como el actual, sino que va a actuar, una vez más, como juez y parte en la resolución de los problemas de la crisis y como policía para establecer el nuevo orden económico.
3. El sistema decisorio y de cuotas del FMI. Una relación desequilibrada de fuerzas a favor de los países ricos
Por otra parte la relación de poder y toma de decisiones entre 185 los países miembros que forman parte del FMI es totalmente desequilibrada. Los países en desarrollo carecen apenas de representación o tienen una representación inadecuada. Tanto la Asamblea de Gobernadores, como en el Directorio Ejecutivo, está extremamente sesgada a favor de los países más industrializados y poderosos políticamente, fundamentalmente los países del G 8, que controlan cerca del 50% de los votos totales.
Un puñado de 13 países ricos y poderosos de América del Norte (EEUU y Canadá); Europa (Alemania, Francia, Gran Bretaña, Italia, España, Holanda, Bélgica, Suecia y Suiza), Japón y Arabia Saudí cuentan con el 56,11 % de los votos totales, mientras que el resto se reparte entre los países emergentes (alrededor del 14%) y empobrecidos o en vías de desarrollo (el 30% restante).
Esta institución viene condicionada además por la “cuota efectiva relativa” de EEUU, que cuenta con el 16,77 % de los votos (año 2008), y por ello tiene poder de veto, ya que se requiere contar con el 85% de la votación para cambiar los artículos del Estatuto Constitutivo de la institución.
Esta situación de falta de legitimidad y de concentración de poder ha sido la constante de las denuncias de los países emergentes o menos desarrollados, que ven en el sistema de cuotas la perpetuación del dominio de los países más desarrollados y poderosos. Los intentos de cambiar esta situación o relación de fuerzas (reunión de Singapur de 2006) solo han servido para aumentar en unas décimas la participación de países como Brasil, México, India o Corea.
4. El FMI es un organismo incompetente que ha acumulado importantes errores.
A pesar de sus ingentes recursos humanos y económicos (más de 2.500 funcionarios y un total de recursos financieros de 362.000 millones de dólares en febrero de 2008), el FMI no goza de excesiva credibilidad en sus actuaciones, ni en sus informes. Se ha equivocado con frecuencia en las previsiones, el diagnóstico y las recetas o soluciones aplicadas en las últimas crisis financieras que han ocurrido a lo largo del mundo.
- Así por ejemplo en la crisis argentina (1998-2003) país considerado como paradigma del cumplimiento de los dictados neoliberales del Fondo, los funcionarios del FMI fracasaron rotundamente y sembraron una gran desconfianza entre los países emergentes, perdiendo toda credibilidad para actuaciones futuras. Los errores de diagnóstico fueron graves, las recetas aplicadas están a la vista y los impactos sobre las economías vecinas de Brasil, Uruguay o Chile fueron infravaloradas y llevaron a países como Brasil a cancelar la deuda con el Fondo
- En el caso de la crisis financiera de Asia Oriental todavía subsisten los impactos de la crisis diez años más tarde, debido en buena parte a las actuaciones el FMI que fueron valoradas en general como un gran fracaso. En parte como resultado de esta experiencia, la renta media los países de Asia han acumulado
- El FMI no solo ha sido incapaz para acabar con el lastre de la deuda externa, sino que ha respaldado el endeudamiento acelerado de numerosos países para evitar la sucesión de impagos a los acreedores del Norte.
- Las amenazas y presiones a los países endeudados del Sur no han tenido sin embargo su correspondencia con países altamente endeudados como EEUU, cuyos desequilibrios estructurales y el importe de la deuda nacional (el 67% del PIB) constituyen una fuente permanente de desequilibrio en el sistema económico mundial y cuyo sistema monetario- financiero puede funcionar todavía gracias al apoyo de países como China.
5. Las posibles alternativas
En la situación actual de crisis generalizada, y cara al futuro, son varios los países que apuestan porque las reformas de los sistemas financieros tengan un alcance regional/ nacional y no mundial, ya que recelan del papel que puedan jugar los países ricos para acudir en ayuda de los menos favorecidos en las circunstancias actuales de crisis. Existe una desconfianza general con respecto a las instituciones financieras (IFIs) y en particular con respecto a organismos internacionales que respondan al perfil del actual FMI, al que ven como solo como el “guardián” o vigilante de los intereses de los países dominantes en contra de los intereses de los pueblos y de los países pobres y endeudados. Estos países al acudir al FMI ven comprometida la posibilidad de aplicar políticas macroeconómicas autónomas e independientes.
Así, los países del ASEAN+3 (los 10 países miembros del ASEAN más China, Japón y Corea del Sur) están montando un importante sistema de cooperación financiera regional y evitar el riesgo de tener que regresar al FMI a pedir ayuda. A través de la Iniciativa Chiang Mai (una versión reducida de un Fondo Monetario Asiático) estos países asiáticos han convenido en crear un fondo común para gestionar conjuntamente las reservas internacionales y prevenir la volatilidad de los mercados financieros.
Esta es la tendencia que se observa también en Latinoamérica, donde a iniciativa de Venezuela se va hacia una regionalización del sistema de cobertura financiera para protegerse de los vaivenes y crisis económicos y no verse obligados a recurrir al FMI.
El Banco del Sur es uno de los tres soportes de la nueva arquitectura financiera regional en Sudamérica, junto a un Fondo del Sur y a una Unidad Monetaria Sudamericana. Este banco constituido en diciembre de 2007 cuenta con la adhesión de Venezuela, Argentina, Brasil, Bolivia, Ecuador, Paraguay y Uruguay, participando además Chile como observador. Pretende ser una expresión de soberanía e independencia financiera respecto a las Instituciones Financieras Internacionales (IFIs) y una entidad que financie otro tipo de integración apoyada en la soberanía energética, la seguridad alimentaria y el comercio intraregional.
6. La necesidad de una respuesta alternativa a la “Cumbre Global del G-20” para reformar el sistema financiero internacional
Ante el panorama que nos ofrece la próxima reunión del G20 en Washington, convocada a puerta cerrada por el gobierno Bush, las organizaciones de la sociedad civil están promoviendo, a través de sus redes, propuestas y principios alternativos orientados a una transformación de largo alcance del sistema económico y financiero internacional. El objetivo de ello es informar y prevenir a la población mundial de lo que se está gestando para poner en pié un nuevo Consenso de Washington, que nadie desea en los términos actuales, y presionar para que se lleven a cabo cambios en profundidad, efectivos y no reversibles de la arquitectura financiera y monetaria, que incluyan la estructura de las nuevas instituciones internacionales y las formas de participación democrática de los pueblos.
Para que esta transformación del sistema sea creíble sería necesario abordar el siguiente proceso, que ha sido apoyado por más de 2.000 organizaciones civiles y asociaciones de todo el mundo, entre ellas Attac:
- Ser incluyente y contar con la participación a todos los gobiernos del mundo;
- Integrar a representantes de la sociedad civil, a grupos ciudadanos, movimientos sociales y otras partes interesadas;
- Tener un calendario claro y un proceso de consultas regionales, en particular con quienes son más afectados por la crisis;
- Tener un amplio alcance, encarando toda la gama de temas e instituciones;
- Ser transparente, con propuestas y proyectos de documentos puestos a disposición del público y discutidos antes de la reunión.
- Integrar el nuevo grupo de trabajo de las Naciones Unidas sobre el sistema de financiación mundial, la próxima reunión sobre Financiación para el Desarrollo y otras instancias de la ONU para preparar esa reunión mundial.
En base a estos principios y procedimientos generales, que se exponen aquí de forma sucinta y preliminar, se podría avanzar en el desarrollo de propuestas para la construcción de un sistema económico mundial que recoja los intereses y aspiraciones de los pueblos de todo el mundo y no solo de esa minoría económicamente dominante.
Trabajar por este cambio es el principal reto actual del movimiento altermundialista.
Ricardo Gómez Muñoz - Comisión Internacional ATTAC España
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