El problema de la falta de estabilidad del euro se debe a que no hay un estado que le de soporte frente a las avalanchas especulativas. El dólar, en cambio, tiene un estado federal que lo apoya (apoyando también a California). Que ello no ocurra en la Eurozona (y en la UE) se debe al excesivo poder del capital financiero en los países de la UE-15, poder que se lleva a cabo con la complicidad de las grandes corporaciones transnacionales, así como de las clases dominantes de cada país de la Eurozona. Son estos grupos y clases los que crearon la estructura de la Eurozona con el objetivo de debilitar al mundo del trabajo. Hoy estamos viendo la aplicación de políticas de claro corte neoliberal (desregulación de los mercados laborales, con dilución y debilitamiento de los convenios colectivos y sindicatos, y reducción de la protección social y del estado del bienestar) que tienen el propósito de reducir los salarios y debilitar a las clases trabajadoras (erróneamente definidas como clases medias, término que se utiliza en EEUU para definir a las clases trabajadoras) de los países de la Eurozona.
Evidencia que apoya tal postura
Varios indicadores muestran la veracidad de tal postura, raramente visibles en los medios y/o en los forums de debate político dominantes. Uno de ellos es el énfasis en salir de la crisis a base de reducir el déficit público mediante recortes del gasto público. El objetivo que se utiliza en la argumentación neoliberal en defensa de estas reducciones de gasto público (en transferencias y servicios públicos) es que hay que disminuir la deuda pública que el déficit genera. Pero el mayor problema que existe en España no es la deuda pública, sino la privada. La deuda pública representa sólo el 13% de toda la deuda. La gran parte de la deuda es deuda privada (87%). ¿Por qué, entonces, este énfasis en querer reducir la deuda pública?
En realidad, en este intento de reducir el déficit y la deuda pública, se están recortando también las pensiones públicas que no tienen nada que ver con el déficit público. La Seguridad Social no está incorporada en el presupuesto del estado, y la mayoría de las pensiones son las contributivas, que no se pagan con impuestos y que no afectan, por lo tanto, al déficit. Pero el hecho de que se reduzcan las pensiones no tiene nada que ver con la reducción del déficit y de la deuda pública. Lo que en realidad se desea es disminuir la protección social (de la cual la Seguridad Social es un elemento clave) para debilitar al mundo del trabajo.
Un tanto parecido ocurre con el descenso de los salarios de los empleados públicos. El objetivo más importante de esta medida no es ahorrar fondos públicos (que podría conseguirse aumentando selectivamente los impuestos, tal como ha sugerido el sindicato de Inspectores de Hacienda del propio Ministerio de Economía del Estado español), sino presionar para bajar los salarios, tanto públicos como privados, resultado de la interconexión salarial entre el sector privado y el sector público.
En realidad, el endeudamiento público en España es hoy incluso bajo (en términos proporcionales), y ello es una de las causas del elevado endeudamiento privado, que es el mayor problema que tiene España. Y este endeudamiento privado se debe a varios factores. Uno de ellos es la mala distribución de las rentas en España, otro tema raramente citado en los medios y en el debate político. Desde que España ha entrado en el euro, las rentas del trabajo como porcentaje de la renta total han ido disminuyendo en una proporción incluso mayor que en el promedio de la Eurozona. Y ello a pesar de que el porcentaje de la población que se ha ido incorporando al mercado de trabajo ha ido aumentando. Lo que este dato indica es que –en contra de lo que muestra la argumentación neoliberal- los salarios han crecido menos que la productividad. ¿Cómo se explica, sino, que las rentas del capital hayan crecido más rápidamente que las rentas del trabajo durante este periodo?
Las causas del crecimiento del sector financiero
Esta pérdida de la capacidad adquisitiva ha forzado el enorme crecimiento del endeudamiento, el cual no tuvo un impacto negativo en la demanda (hasta que apareció la crisis en 2008), debido a la facilidad de conseguir créditos a bajos intereses, resultado de tener el euro como moneda. Ello benefició, en particular, a los países periféricos de la Eurozona, incluida España, para los cuales el cambio de su moneda al euro significó un aumento de la estabilidad y acceso al crédito. De ahí que la introducción del euro significara el crecimiento del endeudamiento y, por lo tanto, del sector financiero dentro de las economías, crecimiento que se hizo a costa de los sectores de la economía productiva. La burbuja inmobiliaria en España es un ejemplo de ello.
Este endeudamiento fue financiado por capital extranjero. De nuevo, este endeudamiento exterior fue predominantemente del sector privado (83%). Sólo una parte muy pequeña de la deuda externa procede del sector público (17%). Es sorprendente, pues, que toda, o casi toda, la atención se centre en la deuda exterior pública, cuando el mayor problema es la deuda exterior privada. En realidad, todo el énfasis (que abarca la atención mediática y política) en la “presión de los mercados financieros” es claramente desorbitada. La mayoría de la deuda pública española es doméstica (54%), y sólo una minoría (44%) es extranjera (procediendo predominantemente de bancos alemanes y franceses). Los desorbitados intereses que se imponen a la deuda pública (por parte de unas agencias de evaluación que son meros instrumentos de la banca) representan un enorme flujo de fondos públicos a la banca, de la cual la mayoría es la banca española (y otras entidades financieras). Y ahí está el otro problema que raramente se cita. La banca y las entidades financieras reciben dinero prestado del Banco Central Europeo a unos intereses muy bajos (1%).Y con este dinero compran deuda pública a unos intereses de la deuda pública que van del 6% en España a un 12% en Portugal (los bancos españoles son los que poseen más deuda pública portuguesa) y 17% en Grecia. Así se forran de dinero según el proceso que llaman de capitalización, sin que dediquen estos fondos a proveer crédito.
Y para colmo, según las reglas del juego, el Banco Central Europeo no puede prestar dinero directamente a los Estados. Últimamente, ante la gravedad de la crisis, ha comenzado a comprar bonos públicos de los Estados en situación difícil, pero, incluso ahora, no puede comprar bonos directamente al Estado, sino que tiene que comprar bonos públicos a los bancos (lo que se llaman mercados secundarios). La mayoría de la deuda externa es la que deben las instituciones financieras a los bancos alemanes y franceses. En realidad, los bancos de los países centrales de la Eurozona han prestado 1.579 billones de euros a los países periféricos, de los cuales sólo el 17% son en deuda pública a los estados periféricos. La enorme austeridad impuesta a los estados parece desproporcionada teniendo en cuenta que es una parte muy menor. Pero lo que es digno de mención es que cuando la banca entró en crisis, con graves problemas de insolvencia debido a la deuda externa, fueron los estados, incluyendo los estados periféricos, los que invirtieron enormes cantidades de fondos públicos para salvarla, ayuda que se hizo sin poner condiciones. En realidad, parte de la deuda pública se debe al esfuerzo público para ayudar a la banca. Y la llamada ayuda de la “troika” (Consejo Europeo, Comisión Europea y Fondo Monetario Internacional) es, en realidad, ayuda a los estados para que paguen a los bancos, incluyendo los bancos de los países centrales.
¿Por qué se intenta debilitar al mundo del trabajo?
Según la argumentación neoliberal, la salida de la crisis en la Eurozona pasa por la aplicación del modelo alemán al resto de países. El modelo alemán es el modelo exportador, basado en unos salarios bajos (en relación con su productividad) que crean una plusvalía que genera una acumulación de euros. Pero tal modelo es inviable, entre otras razones, porque un modelo exportador requiere países importadores. Y puesto que los importadores son países de la Eurozona, la reducción salarial y los recortes de gasto público reducen la demanda. Es más, intentar salir de la crisis a base de reducir salarios y protección social es profundamente erróneo, pues ignora la historia económica, que muestra como las recesiones necesitan medidas expansivas para salir de ellas. De ahí que las proyecciones de recuperación son inviables. Y la experiencia así lo demuestra. Desde que España entró en el euro, ha sido un alumno ejemplar de las enseñanzas neoliberales. En realidad, redujo su déficit, y de hecho tuvo un superávit, incluso a pesar de reducir los impuestos, sobre todo de las rentas superiores. Ello no le sirvió de nada (repito, de nada) para evitar la enorme crisis. En realidad, facilitó que la crisis fuera particularmente dañina, pues la reducción de impuestos significó que se creara un déficit estructural de su estado que explica que, una vez explotara la burbuja, el déficit del estado se disparara.
¿Cuáles son las alternativas?
La situación actual es insostenible. Quiere decir que los países periféricos estarán estancados durante muchos años. Sólo hay dos alternativas. Una de ellas es establecer una estructura federal europea, un Estados Unidos de Europa, comprometida en unas políticas expansivas de estímulo económico. El desarrollo de instituciones financieras, económicas y fiscales a nivel europeo, que sean responsables a instituciones democráticas (escasamente desarrolladas a este nivel, donde el Parlamento Europeo es una institución con escasas competencias en las áreas económicas, financieras y fiscales) sería imperativo en esta alternativa. Esta vía es la que están presionando componentes de las izquierdas europeas y de los sindicatos.
La otra alternativa para los países de la periferia es salir del euro. Ahora bien, incluso esta opción depende de cómo se haría la salida del euro. Gran Bretaña no está en el euro y, sin embrago, es el país de la Unión Europea que está recortando más los gastos públicos. De ahí que una variable de enorme importancia, en caso de considerarse esta alternativa, sería discutir cómo se haría esta salida del euro y quien absorbería los costes de esta salida.
Vicenç Navarro
revista digital SISTEMA
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