El funcionamiento de los fondos de inversión colectiva es la recogida de dinero de muchas fuentes (personas individuales, ahorro empresarial o incluso de otros fondos) y la inversión del mismo en cualquier producto financiero (acciones, por ejemplo). Al cabo de un tiempo, cuando ha habido un beneficio y el dinero se ha revalorizado, el fondo devuelve a los propietarios últimos el nominal (el dinero invertido) más los intereses, quedándose el banco con una importante comisión.
Origen
El primer hedge fund reconocido como tal se constituyó en 1949 en EEUU, pero su expansión más importante ha tenido lugar desde la segunda mitad de los años noventa. Los hedge funds se distinguen del resto de fondos de inversión colectiva precisamente en su agresividad y exposición al riesgo. Por un lado no tienen limitaciones regulatorias de ningún tipo, y por otro lado suelen mantener posiciones muy elevadas de apalancamiento (operaciones realizadas con fondos ajenos, por ejemplo préstamos). Esto significa que cualquier fondo de inversión puede realizar operaciones no con su dinero sino con tanto dinero prestado como quiera. En caso de beneficio la rentabilidad es mucho más alta, pero en caso de pérdida el problema es también gravísimo y muy contagioso (los impagos se suceden unos a otros).
Los hedge funds además son gestionados por profesionales que en gran parte vuelcan sus ganancias como inversión en el mismo hedge funds, comprometiéndose de forma más intensa con el futuro del fondo. Como consecuencia de todas estas características los hedge funds suelen arrojar altos niveles de rentabilidad.
Cómo y dónde está constituido un hedge fund
Los hedge funds son gestionados por profesionales y tienen barreras de entrada muy altas para los inversores, alcanzando en muchos casos el millón de dólares, aunque en todo caso depende de la regulación concreta del territorio en el que se constituye. Estas barreras de entrada son muy altas precisamente a causa del también alto riesgo que conllevan las operaciones financieras que realizan los hedge funds. Los reguladores buscan proteger a los pequeños inversores y consideran que la mejor forma es elevando las barreras, mientras que desde la órbita más liberal se considera que hay que rebajar esas barreras para hacer partícipe a la mayor población posible del beneficio de los hedge funds.
Los hedge funds tienen por lo tanto un mínimo de actores: los inversores, los gestores y las empresas que les ofrecen servicios. En cuanto a los inversores, actualmente la mayoría son otros fondos de inversión colectiva (incluso otros hedge funds), empresas transnacionales y por supuesto millonarios.
Además, el territorio de ubicación suele ser distinto del territorio de gestión. En efecto, el 60% de los Hedge Funds en 2010 estaban localizados en paraísos fiscales (de hecho el 37% del total de hedge funds están en las Islas Caimán y el 27% en Delaware, es decir, Estados Unidos). La constitución en un paraíso fiscal también incrementa la rentabilidad porque disminuye los costes de las operaciones (intereses, registros, etc.). En cuanto a la gestión el 80% está en territorio estadounidense (concretamente el 41% está en Nueva York), y la gran mayoría del resto está en Londres. Los hedge funds tienen sabor anglosajón.
Pero también tienen sabor a banca. Porque los gestores de estos fondos son lógicamente los bancos, y además también son ellos quienes ofrecen servicios especializados a los hedge funds. Y según todas las estadísticas estamos ante un negocio cada vez más concentrado, precisamente como consecuencia de la crisis.
En definitiva, como todo fondo de inversión colectiva, el objetivo de un hedge fund es revalorizar el dinero depositado por los inversores, y para ello se acude a todos los mercados financieros (acciones, deuda privada, deuda pública, futuros, etc.) buscando rentabilidades. El objetivo es especular, y para eso prácticamente todo vale.
Estrategias de hedge funds
Las estrategias que usan los hedge funds pueden variar entre unos y otros, pero todas buscan “explotar” las oportunidades de hacer beneficios en los mercados financieros. Y todas son, en cierto sentido, apuestas. Suelen ser estrategias complejas, pero a veces pueden ser tan sencillas como apostar que los tipos de intereses de los bonos privados y los bonos públicos van convergiendo [1]. La forma habitual de apostar de los hedge funds es la de alternar posiciones cortas con posiciones largas.
Tomar una posición corta (short) significa que la apuesta es “pensar que el precio va a bajar”. Por ejemplo, un hedge fund puede vender sus acciones hoy y comprarlas mañana cuando hayan bajado. Como se vende hoy más caro de lo que se comprará mañana hay beneficio. Una posición corta desnuda (naked short) es lo mismo pero en el caso de que se esté vendiendo algo que no se tiene [2]. Por ejemplo, vendemos al precio de hoy para entregar pasado mañana y esperamos que mañana valga mucho menos. Mañana compramos y lo entregamos pasado mañana, haciendo el beneficio.
Una posición larga es apostar a que “el precio va a subir”, que es a lo que estamos acostumbrados. Si se combinan ambas posiciones en diferentes mercados se pueden incrementar los beneficios. Por ejemplo, de la venta que hicimos en la posición corta recibiremos un dinero que podremos invertir mientras en una posición larga. El dinero nunca duerme.
Historia: hedge funds, crisis y especulación
El caso más conocido de un hedge fund es el del Long-Term Capital Management (LTCM), gestionado por un equipo de profesionales que incluía a dos premios nobel de economía, y entre sus inversores incluso había bancos centrales. Las rentabilidades netas fueron del 42’8% en 1995, del 40’8% en 1996 y del 17’1% en 1997, y el apalancamiento era de 30 a 1 (Vilariño, 2000). En 1998 las arriesgadas y complejas operaciones del hedge fund se enfrentaron con la moratoria de la deuda rusa, y las pérdidas fueron muy severas. Finalmente la acción del Banco la Reserva Federal de Nueva York, que presionó a un conjunto de grandes inversores para salvar al banco, evitó males mayores.
Pero otros casos son también espectaculares y reflejan igualmente el signo de los tiempos. El primero que merece la pena apuntar es el de George Soros, quien utilizó su hedge fund para especular contra la libra esterlina. Primero George Soros pidió prestado 15.000 millones de libras esterlinas, y las cambió sigilosamente a dólares. El objetivo de Soros era apostar a corto con las libras, es decir, apostar a que perderían valor. Cuando tenía todo preparado y quiso atacar se las arregló para que fuera muy sonado: convocó a los medios y anunció que estaba convencido de que la libra caería. Entonces vendió masivamente sus libras prestadas y envió así la señal al mercado de que la libra caía de verdad (en efecto, la venta masiva, sumada al miedo del resto de tenedores de libras, hizo que cayera). El gobierno británico respondió con todas sus armas de política monetaria, pero tras gastar más de 50.000 millones de dólares tuvo que rendirse: los especuladores le habían vencido. Con la libra por los suelos Soros compró 15.000 millones de libras (que ahora valían muchos menos dólares) y las devolvió (era un préstamo). Las ganancias fueron descomunales, y la enseñanza más: un especulador, uno solo, podía hundir a un país entero [3].
La crisis asiática de los noventa da muchos más ejemplos de esto, y la reciente crisis de deuda pública aún más. Nos enseña que unos pocos especuladores, contados con los dedos pero administrando ingentes cantidades de dinero, pueden derribar países y configurar ellos solos las políticas económicas.
Rentabilidad y evolución actual
Por todo, los hedge funds obtienen mayor rentabilidad en escenarios revueltos, ya que no hay nada peor para un fondo de inversión colectiva que la no existencia de espacios para especular. Ahora bien, escenarios de incertidumbre generalizada o crisis colectiva pueden ser también su propia tumba. Además, como decía antes, el contagio de las pérdidas puede ser enorme debido a la situación de apalancamiento. Por lo tanto, dependiendo de qué sectores y mercados financieros sufran las pérdidas sufrirán más o menos los hedge funds.
Y la crisis se cebó con los hedge funds en 2008, ya que muchos de ellos habían participado en activos financieros tóxicos o tenían participaciones en fondos de inversión colectiva que sí lo habían hecho. El caso del banco de inversión Bear Stearns es representativo, puesto que en 2008 tuvo que responder ante las pérdidas de dos hedge funds que gestionaba (en paraísos fiscales) y eso le hizo hundirse definitivamente. Fue vendido a precio de saldo a JP Morgan [4].
Pero con los rescates financieros los hedge funds pudieron volver a respirar tranquilos. Y volvieron a hacer beneficios y a proseguir con su actividad especulativa. Basta ver el gráfico que he realizado con datos de TheCityUK.
El negocio de los hedge funds vuelve a estar al alza, y eso es precisamente lo que demuestran no sólo los datos de rentabilidad sino también los datos de activos gestionados por ello. Sin llegar todavía a niveles de 2007, niveles pre-crisis, los hedge funds han recuperado espacio a pasos agigantados.
Y es que en definitiva parece que todo el sistema financiero vuelve a la normalidad poco a poco. Incluso el apalancamiento está recuperando los niveles de 2007. Pero es que esa es la “normalidad” que llevó a la crisis, pues aunque no podamos aventurar que los hedge funds sean culpables de la crisis sí que tuvieron un papel más que importante en la expansión de las burbujas y contagio de los daños posteriores. Y es que como sociedad no aprendemos.
Conclusiones
Pero que todo vuelva a esta “normalidad” era de esperar. En economía existe el concepto de “riesgo moral”, que tiene que ver con los incentivos que existen en el mercado y las creencias de los agentes. Hoy todos los agentes financieros (inversores y gestores especialmente) saben que los Estados salvarán de la quema a las entidades que estén en problemas y que hagan peligrar el sistema (y dada la cantidad de dinero que mueven los hedge funds y los bancos podríamos decir que son casi todos), por lo que no tienen presente el riesgo real de pérdidas. Por decirlo de otra forma: saben que la factura la pagan los trabajadores con los planes de ajuste y otras medidas, de modo que no se preocupan en no repetir las mismas actividades que les han hecho más y más ricos antes y después de la crisis.
No podemos olvidar que el fenómeno de los hedge funds además de promover la inestabilidad financiera y de distorsionar el mercado (porque ya me dirán los liberales qué ventajas tienen para la sociedad las operaciones short naked), incrementan la desigualdad en varios sentidos. Por un lado porque como industria las élites financieras que gestionan estos fondos promueven una configuración institucional tal que hace entrar a los Estados en competencia fiscal y les impide controlar de forma efectiva la evasión fiscal. Como consecuencia las finanzas públicas se distorsionan y al final el Estado del Bienestar acaba siendo pagado por las clases medias y bajas, quedando las altas al margen de los pagos al sistema. Por otro lado porque lógicamente son las clases altas las que se benefician en mayor medida de los negocios de los fondos de inversión colectiva (fondos de pensiones, fondos de inversión, hedge funds, etc.) y por lo tanto crece exponencialmente la diferencia entre quienes ingresan cada vez menos por su salario y quienes ingresan cada vez más por sus actividades financieras.
El caso es que vamos de cabeza a otra enorme crisis financiera. Y si no, al tiempo.
Notas:
[1] Para realizar estas operaciones se utilizan los derivados financieros.
[2] En este caso se usan futuros y opciones. En otra ocasión lo explicaremos con más detalle y ejemplos de especulación frente a la deuda pública.
[3] El propio Soros lo cuenta en algún libro suyo cuyo título ahora mismo no recuerdo. Pero está muy bien explicado y con más ejemplos similares en el capítulo 6 del libro de Krugman “El retorno de la economía de la depresión”.
[4] Está explicado en nuestro libro gratuito y descargable en formato .pdf. ¿Por qué se cayó todo y no se ha hundido nada?.
Bibliografía:
Alberto Garzón Espinosa
http://www.agarzon.net/?p=807
Attac
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