jueves, 17 de abril de 2008

Para los neoconservadores la baja tributación del capital es una bendición

En un artículo publicado por la prestigiosa revista Foreign Policy, que dirige Moisés Naím -un colaborador semanal de El País– se critica abiertamente a la cruzada canciller alemana Angela Merkel por su política contra el fraude fiscal, que incluye acuerdos bilaterales entre países para el intercambio de información tributaria y que intenta que los demás países de la UE asuman el combate contra la opacidad de los paraísos financieros como Liechtenstein. Esta critica contra el gobierno de coalición democristiana-socialdemócrata la suscribe un destacado miembro del Instituto Cato, un conocido centro del pensamiento político neoconservador en los EEUU.

“Con su lista de supuestos evasores fiscales en la mano, dice, Alemania se ha unido a otros países europeos en el requerimiento a Liechtenstein y a otros llamados paraísos fiscales (tax havens) para que suavicen su legislación sobre confidencialidad (privacy) de manera que los recaudadores tributarios extranjeros puedan seguir la pista –y hacer tributar– a los fondos invertidos en las jurisdicciones de baja fiscalidad”

Y la dura embestida alcanza a toda la Unión por su intento político de ampliar la llamada directiva europea sobre el ahorro particular para que el intercambio de información tributaria incluya a los dividendos y a los beneficios de los fondos invertidos en otros países. La condena afecta también al posible intento de la OCDE de que, aprovechando el escándalo europeo del fraude fiscal vía Liechtenstein, resucite su proyecto contra la competencia fiscal perjudicial, con su lista negra de paraísos fiscales, que la Administración de Bush logró empantanar desde que llegó al poder. Y que tuvo el valioso apoyo de las campañas en la prensa internacional contra del proyecto multilateral, promovidas por poderosos grupos de presión y think tanks neoconservadores como la Heritage Foundation y el Center for Freedom and Prosperity. De ahí el significado del referido articulo como reactivación de la oposición contra cualquier intento de regulación de la globalización financiera, porque el autor es un destacado miembro de The Institute Cato, influyente centro de estudios e investigación con sede en Washington e integrado en el poder neoconservador que domina el partido republicano y sostiene a Bush.

Por tanto, no puede tomarse como una boutade o una broma que el artículo se titule “por qué los paraísos fiscales son una bendición”, porque tras su argumentación se esconde la tesis claramente ideológica que fundamenta las rebajas fiscales como instrumento para el logro de un modelo de Estado mínimo, sin recursos, que se inhiba ante los mercados financieros y la economía. Es decir, se está promocionando la política neoliberal de recortes de impuestos para los ricos que inició Reagan y que la derecha española defiende como manifestó en la reciente sesión parlamentaria de investidura, incluido el nuevo partido de Rosa Díez.

El alegato en este artículo responde a la llamada “estrategia leninista” de Reagan-Bush de revestir con lenguaje y adornos populistas sus propósitos políticos de beneficiar a los ricos, afirmando que “todos somos beneficiarios de los paraísos fiscales en modos que no podríamos esperar”. “En primer lugar, si usted vive en un país desarrollado –dice el portavoz del Cato- sus impuestos probablemente son más bajos hoy que lo eran hace treinta años, gracias en parte a los paraísos fiscales”. Dicho de otro modo, además de despreciar la razón de ser de los impuestos, se reconoce que los paraísos fiscales desempeñan un papel político dentro de la globalización de los mercados financieros, porque “la competición fiscal está impulsando a la política fiscal en la dirección correcta y los paraísos fiscales desempeñan un papel clave en este proceso de liberalización”. Y para que quede más claro añade que “es la globalización –no la ideología, asegura- la que ha impulsado esta virtuosa "race to the bottom", o carrera hacia abajo en la disminución de la tributación del capital”.

En otras palabras, la liberalización de los movimientos transnacionales de fondos y la globalización financiera convierte a los paraísos fiscales offshore en instrumento de la presión para que los gobiernos apliquen políticas neoliberales que vayan más allá de la fiscalidad; o lo que es lo mismo, ejercen la función política de socavar las democracias contribuyendo al progreso del modelo de mercado sin Estado que propugnan los neoconservadores, como he documentado ampliamente en otro lugar. Y aunque la izquierda parece no haberse enterado, como en la UE los Estados miembros tienen prohibido restringir los movimientos de fondos con los demás países, sean o no comunitarios -comenzando por nuestros asociados como Andorra, Jersey, Suiza, Mónaco, etc., que aplican exenciones o impuestos más bajos- tenemos que competir reduciendo la fiscalidad de las empresas y del capital. De ahí que para superar la crisis o la desaceleración económica, la derecha española se haya apresurado en el nuevo Parlamento a proponer la reducción del impuesto de sociedades para mejorar la competitividad de los bancos y las grandes empresas.

El segundo argumento del articulo atañe más directamente a los intereses de los EEUU porque “los Principados y Ducados europeos y las islas caribeñas no son los únicos lugares que acogen a los refugiados fiscales”, como admite el experto del Cato que reconoce que “por ejemplo, los EEUU pueden considerarse el mayor paraíso fiscal del mundo... Gracias en parte a sus políticas (fiscalmente) atractivas, los extranjeros hoy tienen más de 12 billones (trillion) de dólares invertidos en los EEUU”. Por lo que expresa su temor de que “si tienen éxito los esfuerzos de Merkel y se carga a todos los países con la obligación de contribuir a la aplicación de las leyes fiscales extranjeras, es muy probable que una parte sustancial de ese capital que crea empleos huya de los EEUU”

Todo un reconocimiento de la visión y la dimensión de la política imperial. Aunque de hecho - añadimos nosotros - ese temor de la huida financiera es mera fachada porque gran parte de esas inversiones en territorio estadounidense procede de bancos y corporaciones de esa nacionalidad domiciliadas en los paraísos fiscales británicos y holandeses caribeños, con las Caimán a la cabeza, que se benefician de las ayudas al desarrollo que distribuye la Unión Europea; además de prestarles su aval como centros financieros para no residentes, como se documenta en mi nuevo libro La Europa Opaca de las Finanzas publicado por Icaria, donde se abunda en las políticas europeas que amparan a los centros offshore.

Para finalizar el experto del Cato expone un pretendido “argumento moral para la defensa de los paraísos fiscales” porque “desempeñan un papel decisivo en la protección de gentes que están sujetas a la persecución religiosa, étnica, sexual, política o racial. La mayoría de la población mundial vive en regímenes que tienen una protección inadecuada de los derechos humanos y la gente con activos (financieros, claro) son a menudo el objeto de gobiernos opresores. La posibilidad de poner el dinero en un paraíso fiscal ofrece importantes protecciones para estas victimas potenciales”. Voilà, el argumento de los derechos humanos utilizado torticeramente en favor de las finanzas de Wall Street, sin aludir a que también esos países y territorios contribuyen a la violación de esos mismos derechos cuando ocultan el dinero sucio del comercio internacional de la nueva esclavitud de la prostitución y la inmigración ilegal y de las mafias internacionales y la corrupción inmobiliaria. Por no hablar de la protección que otorgan a todos los superricos “perseguidos” por el fisco o la justicia, que disponen sociedades offshore diseñadas adrede para hacer inviables las demandas de los tribunales del país de origen de los fondos.

Y todavía ¿habrá alguien que no perciba el cinismo de este lenguaje preñado de ideología para ricos y que siga creyendo honradamente que bajar impuestos es de izquierdas.
Juan H. Vigueras - Comité Científico de ATTAC España

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